En un interesante blog
amigo aparece la sutil diferencia entre mentir y engañar. El engaño es el arte
de convencer a otro de algo que es mentira y exige intencionalidad y disimulo,
tergiversación, una sutil maniobra para llevar a otro a un lado al que se
quiere llevar sin que se entere.
Pienso que la salida de
España del rey Juan Carlos encubre una oscura maniobra detrás que puede alentar
un engaño colosal a los españoles. Supone la desacreditación total de su
reinado relegándolo a un oscuro desván de sinvergüenzas y corruptos sin
posibilidad de defensa. Y, por ende, supone una desacreditación total de la
monarquía que sin su figura se queda con los pies en el aire. ¿Cómo puede
defender su reinado Felipe VI si su padre es un prófugo o se comporta como tal
o se le ha llevado para que adopte tal decisión que lo condena? El reinado de
Felipe VI, rey constitucional, queda totalmente con pies de barro y solo harán
falta otras maniobras arteras para desmontarlo y aniquilarlo, hurtando
totalmente siquiera la posibilidad de un referéndum sobre la forma de estado
que, en estos momentos, ganaría de calle la monarquía. Enfrentar la situación por
parte del gobierno directamente y proponer un referéndum legal llevaría a algo
que todavía no está maduro. Los españoles tienen todavía en el inconsciente
colectivo el recuerdo de las dos repúblicas españolas. Es curioso que no haya
ninguna avenida española que se llame Manuel Azaña o Largo Caballero o Niceto
Alcalá Zamora. Sus hechos fueron desastrosos y la historia no los ha redimido. Lo
hicieron demoledoramente mal.
Reconozco que Juan Carlos
ha hecho muchas cosas bien, la democracia española es en gran parte obra suya,
los mejores años de nuestra historia en que todo ha estado abierto han sido
excepcionales teniendo en cuenta nuestro pasado. El problema es que el sistema
español, diseñado con buena voluntad, alienta la corrupción, es un mal endémico
o, al menos de las clases que tienen el poder político y económico. No me gusta esto. Fue
corrupta la mayor parte del sistema político mientras los españoles de a pie
nos deslomábamos y pagábamos nuestros impuestos. Fueron corruptos el creador de la
nueva Cataluña, Jordi Pujol y todo el entramado de su partido, y mucho más. Fue
corrupta buena parte de la clase política española, ahí tenemos los ERES de
Andalucía con responsabilidad del PSOE que no ha pagado por ello. Fue corrupto
el yerno del rey. Muchos robaban y Juan Carlos que vería que el sistema era
como era, se preguntaría que por qué no él que se había sacrificado tanto desde
su infancia por España. No me gusta, juro que no me gusta. Me hubiera gustado
tener en el rey un referente ético aunque todo el sistema no lo fuera. Me
hubiera gustado que no hubiera sido un donjuán de pacotilla cautivado por el
sexo y las damas de papel couché. Me ha dolido profundamente conocer el fondo
de su carácter que se lanzó a lo fácil cuando se podía aprovechar de ello.
Dicho esto, es difícil buscar argumentos para defenderlo y no lo voy a defender, pero sí señalar que en su huida, en realidad una marcha impuesta por el gobierno, hay una intencionalidad oculta para hundir la monarquía sin hacernos pasar por las urnas. Todo al tiempo. Conozco bien la república del 31 para darme cuenta de cuáles son nuestros males endémicos que nos llevan a enfrentarnos absurdamente unos contra otros, y vaticino que España no duraría ni un telediario en la perspectiva de una república bolivariana que sería incapaz, dado el clima político, de consensuar una constitución que nos uniera. La del 78 fue admirable porque tenían miedo. Ahora todos lanzarían sus órdagos y sería imposible una visión de conjunto que nos uniera. Temo esa perspectiva porque no soy monárquico, pero sí sé que no soy republicano en este país. Es una contradicción, pero sí sé que están muchos misiles dirigidos contra Felipe VI y ahora se ha quedado soberanamente solo. Sin poderes reales y sin poderse defender. Y con una harpía que resulta antipática y distante. Sus hijas tendrían que haber sido educadas en un colegio público. No niego, no obstante, que la monarquía tiene en ella misma su peor enemigo. Yo si fuera Felipe VI pediría ahora un referéndum sobre la forma de estado, instaría al gobierno para que lo convocara. Y lo ganaría. El engaño para hundirlo sibilinamente está en marcha. Pero ¿cómo pedir un referéndum con la que está cayendo, en plena crisis económica y sanitaria? Está indefenso y lo van a ir machacando poco a poco. La maniobra está en marcha hace tiempo.