Blog poliédrico que no cree que haya una versión canónica de la realidad y que asume la contradicción flagrante como sistema de interpretación del mundo.
La frase en si, sin un contexto, me lleva a duda. En este caso me trae a Francisco I, però sé que el escrito no va,ni por mucho, por esas lides. Supongo que el hombre que viaja es el que ve, el que observa y el que saca conclusiónes, por lo tanto, el que sufre. Un abrazo
La cita tiene como eje a La Odisea y a su héroe Ulises como el título ya sugiere, pero tu interpretación es lúcida porque el viaje, el verdadero viaje, supone cambios profundos en el viajero y eso le expone no solo al jijajaja sino a momentos de desolación y tristeza, y es cierto, el viaje supone dolor. A mis veintisiete años hice el viaje más importante de mi vida. Me fui en 1984 a viajar tres meses en solitario por el sudeste asiático. No había whatsapp ni internet. Me vi en absoluta soledad ante experiencias alucinantes y hermosísimas, pero también a momentos de profunda zozobra y desorientación. Uno no viajaba con reserva anticipada. Tengo la impresión de que ahora lo que se hace ya no es viajar. Todo está controlado y uno está en permanente comunicación con el país de origen con el móvil. La dimensión auténtica del viaje supone cortar amarras y olvidar el punto de partida. De aquel viaje salieron muchas cosas y para mí es uno de los momentos culminantes de mi vida, verdadero cenit de mi existencia. Pero el viaje incluye el dolor, no es esa experiencia boba de que hablan la propaganda.
El dolor nos hace más humanos. La raciocinio lo transforma en sufrimiento consiguiendo un doble cometido: desarticula el engreimiento del Ego y permite que el destino sea tomado en las manos de quien no deja nunca de estar a su amparo.
El viaje, centro del post, es, efectivamente, ocasión del dolor y de la anagnórisis del protagonista que nos lleva a cuestionar el engreimiento del ego y muchas otras cosas. El verdadero viaje -ya no sé si eso es muy posible- supone alegría, cómo no, pero también desgarro y tormentas en el alma.
La frase en si, sin un contexto, me lleva a duda.
ResponderEliminarEn este caso me trae a Francisco I, però sé que el escrito no va,ni por mucho, por esas lides.
Supongo que el hombre que viaja es el que ve, el que observa y el que saca conclusiónes, por lo tanto, el que sufre.
Un abrazo
La cita tiene como eje a La Odisea y a su héroe Ulises como el título ya sugiere, pero tu interpretación es lúcida porque el viaje, el verdadero viaje, supone cambios profundos en el viajero y eso le expone no solo al jijajaja sino a momentos de desolación y tristeza, y es cierto, el viaje supone dolor. A mis veintisiete años hice el viaje más importante de mi vida. Me fui en 1984 a viajar tres meses en solitario por el sudeste asiático. No había whatsapp ni internet. Me vi en absoluta soledad ante experiencias alucinantes y hermosísimas, pero también a momentos de profunda zozobra y desorientación. Uno no viajaba con reserva anticipada. Tengo la impresión de que ahora lo que se hace ya no es viajar. Todo está controlado y uno está en permanente comunicación con el país de origen con el móvil. La dimensión auténtica del viaje supone cortar amarras y olvidar el punto de partida. De aquel viaje salieron muchas cosas y para mí es uno de los momentos culminantes de mi vida, verdadero cenit de mi existencia. Pero el viaje incluye el dolor, no es esa experiencia boba de que hablan la propaganda.
EliminarUn abrazo.
El dolor nos hace más humanos. La raciocinio lo transforma en sufrimiento consiguiendo un doble cometido: desarticula el engreimiento del Ego y permite que el destino sea tomado en las manos de quien no deja nunca de estar a su amparo.
ResponderEliminarEl viaje, centro del post, es, efectivamente, ocasión del dolor y de la anagnórisis del protagonista que nos lleva a cuestionar el engreimiento del ego y muchas otras cosas. El verdadero viaje -ya no sé si eso es muy posible- supone alegría, cómo no, pero también desgarro y tormentas en el alma.
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