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viernes, 26 de agosto de 2022

La jaula de cristal


Nos interesa cada vez más saber de los demás y que los demás sepan de nosotros. Ciertamente vivimos un mundo que es como una jaula de cristal en que, dentro de ella, mostramos y exhibimos mucho de lo que somos nosotros mismos: lo que comemos, cómo nos lo pasamos, lo que pensamos, lo que hacemos, lo que leemos, lo que amamos u odiamos; e igualmente exigimos de alguna manera que otras jaulas de cristal se muestren en su transparencia para que nosotros podamos saber de los personajes que hay dentro de ellas. La intimidad se ha visto desbordada como un botijo viejo y ahora todo es extimidad, la versión de la realidad que muestra todo en tiempo real. Así conocemos lo que hacen nuestros amigos y conocidos en todos sus viajes por lejanos y exóticos que sean, lo que comen y donde se divierten, nos muestran sus sonrisas de que se lo están pasando muy bien… Y el mundo se convierte en una revista de papel couché donde los hombres y mujeres privados y, por supuesto, famosos, sea en el ámbito de la política o del deporte o de la cultura, por decir algo, nos muestran aspectos que consideran relevantes de su vida. Siempre hay un móvil que puede tomar una foto para compartir con nosotros ese fragmento 

 

No hay aspecto de la realidad por lejana que sea que no sea escrutada cuidadosamente aunque sea una fiesta íntima de la primera ministra de Finlandia. Acechamos sobre la noticia como aves rapaces ansiosas de botín. Seguimos con entusiasmo el estado de la vida de un joven que padece cáncer y cuenta su experiencia hasta el último momento poco antes de morir. Nos emociona saber y nunca ha habido tanta tecnología para que cientos de millones de sujetos muestren su presencia o su conocimiento de las cosas. Ser cotillas forma parte de nuestra forma de estar en el mundo, y a la vez ser exhibicionistas es también parte de nuestra entraña más íntima. No digo que sea absolutamente universal porque sigue habiendo personas muy pudorosas de su intimidad, pero sí que marca una tendencia intensiva a convertirnos en devoradores de imágenes ajenas, de circunstancias ajenas para así dar salida a sentimientos encontrados, algunos afilados y negros, y otros de excitante curiosidad. Ser observador nos convierte, como no, en productores de sentimientos y no todos son claros como el agua de un arroyuelo; los hay -sentimientos- turbios y malévolos si no malignos, aunque estos últimos los escondamos en nuestra psique más secreta. 

 

Por si acaso, cuando aparecemos en una foto o en un selfi, sonreímos en una pose forzada para así sostener la imagen que se cae si alguno sale con un rostro serio o grave. Dar la impresión de que se es feliz, a pesar de todo, es parte del juego de apariencias de la jaula universal en que todo se transparenta para regocijo y curiosidad cruel o generosa de propios y ajenos. 

22 comentarios :

  1. Con tu permiso.
    1)La primera ministro de Finlandia lo es las vente y cuatro horas durante los cuatro años de mandato, así como lo son sus asesores que a las tres de la mañana tienen que estar dispuestos a levantarse por si hay consejos de ministros.

    2)La primera ministra de Finlandia no hizo las fotos en su casa, la hizo en la Residencial Oficial, que es harina de otro costal.

    3)La primera ministra de Finlandia tiene todo el derecho a divertirse, nadie lo duda y nadie dice que no, y tiene derecho a privacidad, por supuesto, pero se incumple otra regla de sentido común,
    que al ser una fiesta privada no se ha de publicar nada que pueda molestar al pueblo que representa, pues guste o no, se le paga para tal efecto.
    Es cierto que al final de cuentas importa más como actua en su vida profesional que en su vida civil, pero no se puede rasgar las vestiduras si le ha pasado lo que le ha pasado, no deja de ser la representante de su país, de todos los de su país.
    Ya Aristóteles lo decía hace dos mil quinientos años: cuando se gobierna se ha de gobernar para todos, no sólo para la mayoría.
    Por lo demás, estoy con la entrada.
    salut

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    1. Probablemente tienes razón en tus consideraciones sobre Sanna Marin, ella vive en una jaula de cristal como todos y un móvil lleno de mala fe la ha fotografiado o hecho un vídeo en algo que puede ser reprobable en cuanto a su imagen pública. Inobjetable. Sin embargo, constato que en la era digital todo se ha hecho más moralista y puritano. Todo el mundo observa y acecha continuamente, hace eso y juzga implacablemente ciertos hechos, palabras e imágenes acordes con una moral social que se nos ha impuesto en los últimos quince o veinte años. Si viéramos lo que eran las cosas en los años sesenta o setenta u ochenta, ahora nos espantaríamos y lo de Sanna Marin parecería tan inocente que todos se reirían por la ingenuidad que supone. Vivimos en jaulas de cristal y somos observados, no se puede pecar, el pecado contra el sexto mandamiento de nuestra época es banal respecto a la moral de nuestro tiempo actual. Ahora nos pasamos el tiempo pidiendo perdón por haber ofendido a las víctimas de todo tipo, meter la pata es tan fácil como romper un cristal de Arqués tirándolo al suelo. Francamente, lo de la ministra finlandesa está muy mal pero yo no he conocido un estilo de vida más puritano y peligroso que este porque nos convertimos en pecadores contra la moral social y política solo respirando. Imagino que sus enemigos políticos han aprovechado la ocasión para desacreditarla y hundirla. Salut.

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  2. Vivimos en una época en la que se prioriza el espectáculo y sí hay algo de morbos mejor.
    Las redes sociales están para mostrarnos y da envidia a ser posible de lo guapos que somos, lo bien que nos va, lo bonitos que son nuestros viajes, fardar de ligues y todo eso.
    La vida se muestra sin pudor y como bien dices, queremos saberlo todo de todos y más de los famosos de turno.
    Sí marcas tendencia en algo ya ni te explico, ahora toca ser "influenzer". ¡Toma Ya!
    En el caso concreto que nos mencionas, decirte que una persona al servicio del país, tendría que mesurar algo más sus actuaciones, por muy privadas que sean, sí quiere darles publicidad o sí sabe que alguien lo hará. No es una modelo o actriz o alguien que viva de la imagen.
    En fin algo de ello ya te han puesto en el comentario anterior.

    Un saludo.

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    1. El conflicto es la necesitad de ser transparentes para no romper el pacto moral. La moral no se ha ido sino que ha aumentado. Creíamos habernos librado de ella con la caída de la iglesia cristiana y de los ejercicios espirituales, pero la Moral con mayúscula se ha erigido de nuevo en eje de nuestras vidas y lo único que queda es ser transparente. La sonrisa de las fotos es necesaria para ser transparente. Lo último que permite el mundo contemporáneo es un atisbo de personalidad y de individualidad. Pobre del que se arriesgue a ser algo más que un cliché ajustable como las sábanas. Todo el que tenga una fe íntima no social ha de esconderse y rezar por que nadie lo publicite y fotografíe. No tengo nada a favor ni en contra de Sanna Marin pero no me gustan los aquelarres ni las escenas en que se pide perdón. Pedí demasiado perdón cuando era niño. Un cordial saludo.

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  3. Me pregunto si la sobredosis de información, que gran parte de ella es de pseudoinformación y abundancia ociosa de chismes, ayuda a pensar y, por lo tanto, al razonamiento. Al diálogo no parece que lo incentive. Al diálogo sesudo y sensato, por supuesto.

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    1. Pienso, Fackel, que no ayuda, hay demasiadas ramas y derivaciones espurias. El pensamiento, según lo entiendo yo, es una labor de síntesis y esencialización, algo que haces muy bien en tu blog. La hojarasca inmensa que se extiende en todas direcciones no es productiva, pero una vez que nos hemos acostumbrado a los sabores azucarados y grasosos lo insaboro que es la esencia de la sabiduría es aburrida. La sobredosis de información es extenuante pero es difícil inhibirse de ella. Pienso en la nueva novia de Piqué cuyo nombre he memorizado, Clara Chia. Nadie está inmune ante el bombardeo de bits.

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  4. Al igual que las grandes ciudades se reducen a un pequeño barrio compuesto por los pocos lugares que visitamos y donde se incluyen las casas de nuestros amigos, internet es otro pequeño barrio, aunque finja que hay una inmensidad por recorrer.
    Entonces el que es de pueblo y no se ha podido desprender del pelo de la dehesa sigue interesado por las mismas cosas que interesaban en los pueblos hace mil años. Lógicamente el que hace dos mil leía otras cosas, pues sigue también en lo mismo. Yo no veo cambios.
    Un abrazo, Joselu, gusto en leerte!

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    1. Tienes razón, internet es un barrio con sus pulsiones habituales. Contrariamente a lo que pueda pensarse, internet ha hecho el mundo más pequeño, todo se reduce a un barrio cuando antes -yo era niño y pensaba que el mundo era misterioso e inmenso- parecía mucho más amplio. La vastedad se ha encogido, hay mucha información pero la mayoría es redundante y tópica. Pienso en mi pequeño barrio con sus figuras y personajes respecto a los cuales soy esquivo y huidizo. Me voy con mi libro bajo el brazo y me acerco a un café a leer, y no necesito intimar con bebedores de cerveza del colmado de la esquina. Hay algo en la populachería que me incomoda o yo no me he adaptado nunca. Uno es anómalo sin quererlo, como, ciertamente, pasaba hace dos mil años. Internet amplifica las tendencias que nos son connaturales. Cada uno es el que es. Gusto en comentar contigo y volver a saber de ti. Un abrazo.

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  5. Sobre la sobredosis de información que apuntaba Fackel, pienso que es un asunto bastante serio. Anoche, buscando ideas sobre asociación de cultivos entré en una web bastante curiosa y acabé leyendo un artículo titulado ¿Por qué no estalla una revolución? (https://esfacilserverde.com/portal25/crecimiento-de-consciencia/280-por-que-no-estalla-una-revolucion). Trata precisamente sobre el exceso de información al que voluntariamente nos sometemos y sus consecuencias. Es bastante extenso y complicado de resumir pero tras haberlo leído pacientemente, pienso que lo que dice tiene bastante sentido. Básicamente, aborda el impacto de los medios de comunicación, cine, internet, redes sociales... todas esas distracciones que nos son tan familiares.

    Besos!!

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    1. Hace unas cuantas décadas se extendió la idea de que "una persona sin información es una persona sin opinión" para difundir la lectura de la prensa. Actualmente podemos decir que es meridianamente falso. Como bien dices, el exceso de información produce saturación y apatía. Tantos estímulos contradictorios hace que el ser humano se pierda y piense que todos mienten -como es cierto- y que no merece la pena hacer nada. Y, además, ¿qué hacer y en qué dirección? Es normal que un gobierno gobierne sin hacer demasiado caso del impacto de su vileza y cinismo en la masa de votantes porque sabe que, aunque aparezcan informaciones sobre ello, dos días después serán sepultadas por otras informaciones que harán olvidar totalmente lo revelado. Da igual. Y si no, hay mecanismos de agitación que saben muy bien cómo manipular a la opinión pública que es evanescente y etérea. La impotencia es el signo distintivo del ciudadano medio de nuestro tiempo. Uno lee las noticias y procura no irritarse demasiado, ¿para qué?, da igual. No tiene importancia. Y, además, nosotros participamos del juego igualmente añadiendo información excesiva y redundante. El resultado es la pasividad y el pensar que lo único que importa es nuestra propia vida y que sálvese quien pueda. No obstante, hay una pequeña parte que siguen siendo generosos y solidarios, a pesar de todo. Gracias por participar, Ana.

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  6. A ver... de base estoy de acuerdo con tu entrada y lo que expones. Creo que es la representación de las dualidades y contradicciones humanas... quiero y exijo m derecho a la privacidad e intimidad, pero a su vez publico en cuanta red social conozco, todo lo que hago, absolutamente todo. Luego, como dice Tot Barcelona, la primer ministro de Finlandia tiene derecho a su privacidad como cualquier ciudadano y no ser juzgado por hechos privados, pero todo cambia si esos hechos privados se realizan en lugares que no lo son (no estaba en su propiedad privada). Luego, como dices, en esta era digital todos saben todo... pero fíjate cómo es, se sabe todo, hasta lo más mínimo viene a la luz, pero, lo realmente importante no, eso no se sabe... me refiero a que se roba cantidades de dinero, se "pierden" documentos, gente desaparece o muere... y nadie sabe nada... eso sí, si hay sexo en el medio, eso sí sale a la luz, y más escabroso, más detalles se quieren; algo para reflexionar.
    Yo agradezco que en mi adolescencia no existieran los móviles... y también haría pensar a todos aquellos que se lamentan de la violación de la propia intimidad: "si no quieres que la gente sepa dónde estás, con quién estás, qué es lo que haces o cómo lo haces, es fácil: no lo publiques en internet, ni fotos ni nada!!!"

    Un beso.
    (Tardé en comentar, y no lo hago muy seguido, porque no logro hacerlo propio desde el móvil jajajajajajaja... para lo que sirven, nada...)

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    1. Puede que sea calificado de nostálgico pero añoro esa parte de mi vida en que no existía internet. Viví cuarenta años sin esa pulsión enfermiza de acceder a la información omnipresente. Hoy parece mentira, pero la vida era posible sin internet -ahora no lo sería-. A mis hijas les resulta imposible imaginar un mundo sin esta red de redes. Y la vida era netamente diferente, más directa, sin mediación de pantallas, y nuestra forma de estar en el mundo era más comprometida, más implicada y yo diría que menos superficial. Esa pulsión de estar informados de todo en todo momento nos hace surfear por las cosas de modo epidérmico. Recuerdo con enorme nostalgia un tiempo sin internet. Vivíamos, ya lo creo que vivíamos. Pero retroceder es imposible. Nos ha salido un nuevo apéndice en el cuerpo y estamos conectados día y noche y ahora no podríamos soportar estar sin ello. Pero el futuro en este sentido es más inquietante en algún sentido porque nos convertiremos en ciborgs -no yo, pero sí generaciones venideras-, seres mitad máquina mitad orgánicos. Y algún visionario como James Lovelock estima que las máquinas compartirán espacio con nosotros hasta que puedan prescindir de nuestra presencia. Sin duda, hemos puesto en marcha mecanismos insoslayables -era inevitable- pero ha dado lugar a un mundo radicalmente diferente. No ha sido la ideología la que ha cambiado a la humanidad, ha sido la tecnología. Gracias, AlmaBaires por hacerte presente.

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  7. Desde que era adolescente oí de mis padres -y luego yo transmití a mis hijos con regular éxito- eso de "si no quieres que algo se sepa, no lo hagas". Para mí es de claridad meridiana. Digo esto porque si subo una foto a internet no puedo luego quejarme de las reacciones que la misma suscte. A no ser, claro, que la subida lo sea con la intención de provocar una respuesta y sacar beneficios de ello. Y esto es lo que, pienso, ha pretendido la primera ministra de Finlandia (ella o sus asesores): que se hable de eso y quizás no de otras cosas. Con la que está cayendo y tiene tan cerca de sus fronteras colocar fotos divirtiéndose en fiestas no parece de lo más oportuno. Y tener 32 años o ser mujer no es disculpa de nada pues sobre todo su imagen pública es la de la Primera Ministra. ¡Ah, Internet es público!
    Un abrazo

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    1. Me he pasado media vida -soy epígono del 68- buscando la liberación, romper los tabúes sociales y morales, abrirme a nuevos espacios mentales, experimentar, buscar, indagar nuevos referentes sexuales... Y llego, en una vuelta del camino, a una sociedad en la que no solo no hay que caer en la tentación ni el deseo, sino que para que algo no se publicite, no hay que hacerlo. Tengo la impresión, como decía en algún comentario anterior, de que se ha apoderado de nosotros un sentido terrible y totalitario de la moral, manifestada con otros vectores de la llamada moral católica que me dominó en mi juventud. El mundo es más moral que nunca. Para que algo no se sepa, no hay que hacerlo, y más si caes en alguno de los nuevos pecados capitales. Solo queda pedir perdón y llorar con sincero dolor de contrición sin que ya haya sacerdotes que te den la absolución. Vivimos en una realidad en que estamos hipervigilados por miles de cámaras que darán cuenta de cualquiera de nuestros deslices y vivimos en un contexto más represivo que nunca donde hay nuevos ídolos o imágenes sagradas que prefiero, por precaución, no mencionar. Uno puede abiertamente cagarse en Dios, la Virgen o los santos pero no puede ironizar sobre otras entidades cuyo nombre eludo porque, pobre de uno si... Sí, ciertamente, puedes tener razón: para que algo no se sepa, la única opción es no hacerlo, no escribirlo, y más allá, no imaginarlo, no soñarlo porque hay también pecados de pensamiento.

      En cuanto a la primera ministra finlandesa, desconozco el tema, pero me parece demasiado retorcido pensar que todo ha sido un plan cínicamente ideado para que no se hable de otras cosas. Pero no sé. Un abrazo, Juan Carlos, me has permitido pensar a partir de tus consideraciones y eso es impagable.

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  8. Por ahí andan los antropólogos sociales, estudiando el comportamiento de las sociedades, en relación con las "jaulas de cristal". Las redes sociales tienen o acaparan el protagonismo en este fenómeno. Hay que recordar que las tecnologías han avanzado tan rápido en los últimos 50 años, que la ética se queda coja y lenta para ponerse a la par. La mayoría de las redes aún no tienen 20 años de vida, mientras que la opinión generalizada es que se necesitan varias generaciones para normalizar y armonizar los usos.

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    1. Muchas veces esas jaulas de cristal son anónimas y se dedican a verter veneno. Ayer leía la noticia de las terribles inundaciones en Pakistán en que están muriendo miles de personas. Los comentarios posteriores eran espeluznantes. Alguno se alegraba porque eran islamistas y eso significaba miles menos, otros expresaban que "se jodieran" por tener armas nucleares, otros que les ayudaran sus "hermanos" ricos del Golfo y no nosotros. La inmensa mayoría revelaban una impiedad que me conmocionó. Estas son también jaulas de cristal en que se revelan sentimientos negros de odio y resentimiento aun en forma anónima o bajo un nombre genérico. Antes esto se lo guardaba uno para sí y no lo decía. No sé si se normalizarán y armonizarán los usos pero ver "desnuda" la psique de las personas es estremecedor en un buen número de casos. Ese submundo de la humanidad me da miedo.

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    2. Entraríamos aquí en el escabroso terreno de la libertad de expresión, que sin duda sabes, no es nuevo ni tiene exclusividad en las redes. Nos llevaría a la cuestión de la flacidez gubernamental más ocupada "de lo suyo" y el chupar del bote. Y finalmente aterrizaríamos en el pantanoso terreno del relajo legislativo.
      Te mando un saludo.

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  9. Interesante la reflexión y los comentarios. Creo, además, que esta (sobre)exposición pública que hacemos tiene otro problema, que no olvida. Puedes haber hecho un comentario estúpido con quince años que se quedará ahí para siempre, y cuando salga a la luz nadie se parará a pensar que eras otra persona diferente y que tu forma de ver el mundo ha podido cambiar. Todo lo que subes a una red social parece ser algo de ayer mismo.

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    1. Afortunadamente, yo no soy nadie relevante social o políticamente y mi evolución difícilmente puede interesar demasiado a nadie, pero he experimentado en Facebook, al que ya no pertenezco, un efecto perverso pues me definí en el año 2017 como contrario al independentismo secesionista en Cataluña en una situación muy tensa y eso supuso que bastantes contactos me rechazaran y me quitaran de su lista de amigos. He visto que varios exalumnos me ha tachado como políticamente indeseable. Así que es cierto, Beauséant, pienso que debí ser más prudente y mantener un silencio cauto más prudente. En esta parte del país en que vivo, la mayor cualidad, si uno no es partícipe de esa vorágine nacionalista, es la de estar callado. Mantenerte en silencio.

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  10. Más que una 'jaula de cristal', vivimos en una caja oscura, porque, a modo de la caverna de Platón, solo vemos lo aparente, lo que quiere mostrarse y no la totalidad de las cosas y de las personas. Es un espejismo pensar que el móvil nos muestra la realidad, o que la sobreinformación nos cuenta todo. No veo nada de transparencia, todo lo contrario.

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    1. Tal vez no hablamos de lo mismo. Pienso que nuestra presencia pública en redes y blogs son índicios suficientes para que se pueda hacer un retrato robot sociológico, psicológico y político lo suficientemente claro de nuestra interioridad a estos niveles. Estamos retratados, por más que te obstines en pretender que somos misteriosos e impenetrables. Solo se ve al apariencia pero la apariencia revela lo suficiente para conocernos muy bien, demasiado bien. Te dejo un fragmento de un libro que leí sobre la filosofía de Ludwing Wittgenstein: Wittgenstein batalló contra la imagen del yo como algo que no es aprehensible por el que está fuera de ese interior que solo el yo ve. ¡La vida a menudo muestra que los demás son capaces de vernos con más claridad que nosotros mismos! ¡Y eso que tienen cerradas todas las puertas y les repetimos una y otra vez que ellos no ven las cosas como nosotros, que no nos entienden, que las cosas para nosotros significan algo distinto! Los procesos en apariencia internos, que alegremente llamamos «actos psíquicos», no pueden generar algo así como un lenguaje privado que solo yo entienda y que después habrá que conectar con el exterior y hacer concordar con el lenguaje que el resto del mundo habla. Wittgenstein reiteraba que todos tenemos acceso a ese interior. Que mi interior, el suyo y el de mi vecino son de dominio público. Que el lenguaje, incluido el de mi interior, se rige según reglas establecidas por convención en las que yo mismo he sido adiestrado.

      Carmona Escalera, Carla. Ludwig Wittgenstein: La consciencia del límite (Spanish Edition) . Shackleton Books. Edición de Kindle.

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