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viernes, 26 de agosto de 2022

La jaula de cristal


Nos interesa cada vez más saber de los demás y que los demás sepan de nosotros. Ciertamente vivimos un mundo que es como una jaula de cristal en que, dentro de ella, mostramos y exhibimos mucho de lo que somos nosotros mismos: lo que comemos, cómo nos lo pasamos, lo que pensamos, lo que hacemos, lo que leemos, lo que amamos u odiamos; e igualmente exigimos de alguna manera que otras jaulas de cristal se muestren en su transparencia para que nosotros podamos saber de los personajes que hay dentro de ellas. La intimidad se ha visto desbordada como un botijo viejo y ahora todo es extimidad, la versión de la realidad que muestra todo en tiempo real. Así conocemos lo que hacen nuestros amigos y conocidos en todos sus viajes por lejanos y exóticos que sean, lo que comen y donde se divierten, nos muestran sus sonrisas de que se lo están pasando muy bien… Y el mundo se convierte en una revista de papel couché donde los hombres y mujeres privados y, por supuesto, famosos, sea en el ámbito de la política o del deporte o de la cultura, por decir algo, nos muestran aspectos que consideran relevantes de su vida. Siempre hay un móvil que puede tomar una foto para compartir con nosotros ese fragmento 

 

No hay aspecto de la realidad por lejana que sea que no sea escrutada cuidadosamente aunque sea una fiesta íntima de la primera ministra de Finlandia. Acechamos sobre la noticia como aves rapaces ansiosas de botín. Seguimos con entusiasmo el estado de la vida de un joven que padece cáncer y cuenta su experiencia hasta el último momento poco antes de morir. Nos emociona saber y nunca ha habido tanta tecnología para que cientos de millones de sujetos muestren su presencia o su conocimiento de las cosas. Ser cotillas forma parte de nuestra forma de estar en el mundo, y a la vez ser exhibicionistas es también parte de nuestra entraña más íntima. No digo que sea absolutamente universal porque sigue habiendo personas muy pudorosas de su intimidad, pero sí que marca una tendencia intensiva a convertirnos en devoradores de imágenes ajenas, de circunstancias ajenas para así dar salida a sentimientos encontrados, algunos afilados y negros, y otros de excitante curiosidad. Ser observador nos convierte, como no, en productores de sentimientos y no todos son claros como el agua de un arroyuelo; los hay -sentimientos- turbios y malévolos si no malignos, aunque estos últimos los escondamos en nuestra psique más secreta. 

 

Por si acaso, cuando aparecemos en una foto o en un selfi, sonreímos en una pose forzada para así sostener la imagen que se cae si alguno sale con un rostro serio o grave. Dar la impresión de que se es feliz, a pesar de todo, es parte del juego de apariencias de la jaula universal en que todo se transparenta para regocijo y curiosidad cruel o generosa de propios y ajenos. 

sábado, 15 de agosto de 2020

El amor cortés explicado a los jóvenes



Las filosofías sobre el amor en el Renacimiento se basan fundamentalmente en dos corrientes anteriores: el amor cortés y el neoplatonismo. Sobre el amor cortés se ha escrito muchísimo. Se trata de la primera teorización sobre la naturaleza del amor refinado frente a la tosquedad de la realidad cotidiana. El amor cortés es un amor de naturaleza irrealizable. Un trovador corteja a una dama casada. Debía ser casada porque solo una mujer casada podía tener vasallos, porque esto es lo que es el enamorado, un vasallo, un servidor, un esclavo amoroso que dedica su vida a un amor imposible. Escribe sus poemas encubriendo a la dama con un seudónimo y se recitan en una corte en donde la mayoría no saben leer. La dama sabe de ese amor oculto, una mujer siempre termina sabiéndolo, y ello le halaga, pero el juego amoroso implica que ella debe distanciar al amante, debe tener mucho cuidado para que su marido y los celosos no descubran la situación. Ella se siente atraída por el amante, pero sabe que debe rechazarlo, por prudencia y por honestidad. Sin embargo, su vida es tan radicalmente árida y aburrida que ese amor absoluto que la pone a ella en un nivel elevadísimo le atrae y ha de buscar medios para hacer llegar sus mensajes al trovador, mensajes y prendas de amor...

¿Pero, entonces, es un amor imposible? –me preguntan mis alumnos-. Sí, todo nos lleva a pensar que el amor es irrealizable físicamente, pero eso no le quita intensidad. Un amor de naturaleza fantástica y que no puede cumplirse es de una intensidad todavía más alta que uno que se realiza. Porque la pulsión sexual entre los dos sujetos del amor cortés es muy elevada. Se desean pero es imposible. El trovador sufre intensamente, pero este sufrimiento lo ennoblece. Amar hace al hombre más refinado, más noble, más luminoso, lo perfecciona. Aunque sea imposible el objeto de su amor. El amor cortés no tiene que ver con la naturaleza sino con la cultura. Uno de los primeros en teorizarlo fue Andreas Capellanus, clérigo en una de las cortes del sur de Francia. Esa ansia de lo imposible hacía incrementar el deseo. Los dos amantes sueñan el uno con el otro. Están juntos en la imaginación, probablemente se masturban imaginando desnudo el cuerpo del otro. Es posible que el trovador tenga relaciones sexuales y en ellas sustituya el cuerpo de la mujer permitida por la otra, la oculta, y cuando introduzca el pene dentro de ella, sueñe que lo hace dentro de la mujer soñada. Ella, la mujer casada a través de alguna dama que la ayuda y que sabe el secreto, le hace llegar alguna prenda íntima que esté en contacto con su cuerpo, que huela a ella, que tenga algo de sus flujos más recónditos. Ella, tal vez, le hace llegar en un camafeo un vellón de pelos de su pubis.

¡Qué asco! –dicen mis alumnos. Eso es una relación... ¿morbosa? –les sugiero yo-. Sí, muy morbosa. Nada hay tan intenso sexualmente como algo que no se puede realizar y que sucede en el terreno de la imaginación. Ellos cada noche están juntos y nadie lo puede impedir porque es un amor soñado, imaginado, y la imaginación es la facultad más potente que existe. Un cuerpo real no es nunca tan intenso como un cuerpo recorrido milímetro a milímetro por las manos de los amantes en su imaginación.

Nada es tan real como un cuerpo real, me dicen mis alumnos que escuchan asombrados. Yo les contesto que en la sociedad que vivimos domina la satisfacción inmediata del deseo y se concibe difícilmente la demora o el retraso en la posesión del cuerpo deseado que deja de interesar si no es accesible, pero en el tiempo en que estamos, los seres humanos debían recurrir a la imaginación para dar rienda suelta a lo que no podía ser posible en el mundo real. La relación entre Lanzarote del Lago, el mejor caballero del rey Arturo, con la reina Ginebra es representativa de este modo de ver las cosas, en el mundo cortés. Ella cuando es penetrada por el rey Arturo imagina que quien lo hace es Lanzarote y su deseo es infinitamente mayor y el rey lo desconoce totalmente. Nadie puede penetrar en el mundo oculto de la imaginación.

En el plano real, la dama casada rechazaba al amante y le ponía obstáculos para comprobar la fuerza de su amor, pero a ella le subyugaban su constancia, sus versos llenos de conceptismo medieval en imágenes enfermizas y retorcidas que revelaban la intensidad de lo sexual, escritos en clave para que solo ella pudiera entenderlas. Las palabras se cargan, en la retórica de versos alambicados, de una fuerte tensión sexual, pues son escritos en noches de intenso deseo cuando él se masturba pensando en ella y acariciando los pelos de su pubis que mete en su boca para recorrerlos con su lengua sabiendo que son de ella. Ella lo imagina y eso la excita hasta límites difícilmente concebibles. Sus damas la bañan y dan ungüentos y ella sueña que es él el que es una de esas damas que la acaricia desnuda y la ve por la mañana cuando se levanta. La vida en la corte, una corte grosera, una corte sin apenas refinamiento, se convierte en un paraíso sensual en la imaginación de los dos enamorados que saben que su amor es imposible, tanto que ni siquiera esperan una oportunidad, pues nada será tan alto como lo que sucede en el terreno de su imaginación. No, no es un amor pueril, el amor cortés, no es un amor masoquista. No, supone el triunfo de los sueños frente al mundo de la realidad de cortos alcances en una corte plana y sin estímulos. Y ella frota su prenda más íntima con su fluido para hacérsela llegar de alguna manera al amante que la olerá y la morderá en un éxtasis de deseo brutal.

El silencio se hace en la clase. Mis alumnas musulmanas son las menos sorprendidas. 


Pues vaya. 

domingo, 29 de marzo de 2020

¿Vendrán de nuevo los felices años veinte?

   
                                                  Pandemia de 1918-1919

No soy epidemiólogo ni científico especialista en infecciones, pero me surgen dudas sobre lo que estamos viviendo. Entiendo la necesidad de aislamiento y confinamiento para impedir la expansión masiva del virus. Personas que no tienen síntomas pueden ser portadoras y contagiarlo a otros más frágiles y propensos por sus patologías anteriores –las personas mayores, especialmente hombres-. Los infectores pueden no desarrollar más que una forma leve del virus pero su poder de infección puede ser letal. Lo entiendo. Pero también me digo que el confinamiento evita la extensión de la enfermedad, cierto, pero no hace que la sociedad se haga inmune a él como en la gripe de 1918-1919 en que murieron más de cincuenta millones de personas hasta que se superó. Aclaro que luego vinieron los felices años veinte en que la sociedad salía de una guerra terrorífica y una pandemia todavía más mortífera que la guerra.

Pienso que si no nos autoinmunizamos, que es lo que está sucediendo ahora, estaremos expuestos, hasta que se comercialice la vacuna, a nuevas reinfecciones del virus. En China parece haberse superado la fase interna de la infección, pero la población china ha desarrollado una intensa xenofobia hacia los extranjeros que son los que creen que pueden reintroducir el virus si se abren las fronteras de nuevo. Esto me da qué pensar que este proceso que estamos viviendo no durará un mes o mes y medio, no, será mucho más largo porque estaremos propensos a nuevas reinfecciones si la llegada de visitantes –turistas, viajeros, inmigrantes- sigue como antes. En China, actualmente, la xenofobia hacia los extranjeros es fortísima. ¿Estaremos condenados, hasta que se comercialice la vacuna lo que puede ser aproximadamente año y medio, a estar cerrados al exterior, si es que eso pudiera ser?

El confinamiento es un arma de doble filo, todos los países del mundo lo han adoptado para evitar la expansión del virus, incluso Boris Johnson en Reino Unido –contagiado él por el coronavirus- pero no nos inmuniza naturalmente frente a la pandemia. El problema es que en nuestras políticas preventivas –lógicas si queremos impedir una mortandad terrorífica- estamos exponiéndonos a unas situaciones en que, si queremos volver a la situación anterior de aglomeraciones humanas en fiestas, conciertos, eventos deportivos, manifestaciones políticas, bares y restaurantes, cines, teatros, etc, etc, va a ser muy difícil hacerlo si no imposible, porque elementos foráneos pueden reintroducir el virus de nuevo ante el que no estamos autoinmunizados.

¿Vendrán de nuevo los felices años veinte?

domingo, 17 de noviembre de 2019

Mi primera patria fueron los libros



Empecé a devorar tebeos a los cuatro años  y así seguí hasta que a los diez descubrí los libros y ya no me pude alejar jamás de ellos hasta ahora. Nunca sentí la ligazón con una tierra física, con sus tradiciones, con su equipo de fútbol, con sus vírgenes, con su folklore, con sus montañas… Apenas salía de la ciudad –Zaragoza- y no me sentí demasiado identificado con ella, aunque nací cerca del río Ebro y El Pilar con sus palomas revoloteantes. Nunca sentí adscripción por una patria corpórea pero sí que me sentí profundamente ligado a los libros, ellos fueron mi hábitat natural. Sus personajes me fueron esenciales; sus historias elementos que elevaban mi gris vida a los más altos horizontes. Leí de todo: los clásicos juveniles, Enid Blyton, novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía, de ciencia ficción barata algo que podríamos llamar de serie B, de espías... Llegué a los cómics de superhéroes, tras haber pasado por el Capitan Trueno y El Jabato. Todo lo incorporaba a mi cosmovisión. Y así hasta que llegué a la literatura con mayúsculas y descubrí a Stevenson, a Eça de Queiroz, a Chejov, a Wilde, a Wodehouse… Cada etapa de mi vida ha sido jalonada por los libros. Esos fueron, esos son mi verdadera patria. Si alguna vez en mi tierra, me convirtieran en extranjero, sabría que tendría a los libros como bendición y estímulo.

Los libros han marcado mi devenir ideológico íntimo.

El otro día escribí que en el acto de leer nos buscábamos a nosotros mismos, y creo que es cierto. Algún comentarista escribió que los libros eran su zona de confort y buscaba en ellos algo próximo ideológicamente y se intuía el miedo a salir de ella, de esa adscripción política que también supone la lectura. Uno se siente toda su vida de izquierdas y la realidad, unida a la lectura de libros históricos, de pensamiento o políticos lo van aproximando a una visión más conservadora, el polo opuesto al llanto que me surgió cuando vi un documental sobre la caída de Allende que hablaba de las amplias alamedas que se abrirían un día para el pueblo. Uno cambia, uno percibe la vida y el devenir de la historia de modos diferentes. Los héroes de antaño ya no son los de hogaño. Todo muda de color. La necesidad de transformación brechtiana se trasmuta en una visión más serena. Uno se aleja de escenarios dramáticos y revolucionarios descubriendo en las personas normales esa capacidad de mantenimiento de las cosas y halla en la historia del comunismo una impostura trágica. Esto es demoledor porque yo fui comunista revolucionario que se emocionaba oyendo la Internacional o todavía el himno soviético –el mismo que el de la actual Rusia cambiada la letra-.

Nada hay mas revelador que encontrar a alguien que a sus cuarenta años sostiene que es exactamente idéntico a cuando tenía 16. Esto es lo que me dijo un exalumno y que posteriormente sería diputado por la CUP en el Parlament de Cataluña. Esa permanencia en las esencias significa algo admirable y patético. Respetable pero absurdo. Si uno lee con curiosidad libros de historia –yo soy un apasionado de ellos-, de pensamiento, de literatura, biografías, se va transformando porque percibe los delirios de la historia que nos han traído a una horizontalidad absoluta cuando percibimos también la necesidad de la verticalidad. Nos gusta que Pessoa esté a nuestro mismo nivel en el Chiado en Lisboa, podernos hacer fotos con él, pero eso no nos libera de ver que hay una distancia enorme entre él y nosotros, una distancia vertical. Está bien que lo veamos al mismo nivel pero no lo está. Él fue un ser humano como nosotros, pero algo lo hizo esencialmente diferente. No era un revolucionario y él detestaba los movimientos de masas además de las ideologías. Creo que participo de su escepticismo absoluto. Ya no quiero romper los jarrones chinos ni incendiar las calles, no me emocionan las hogueras destructoras ni las revoluciones, pero sigo, igual que a mis once años, estando con mis libros. En eso no he cambiado. Todo ha mutado menos mi patria verdadera.

martes, 1 de octubre de 2019

Los buenos y los malos tiempos



"Los malos tiempos crean hombres fuertes. Los hombres fuertes crean buenos tiempos. Los buenos tiempos crean hombres débiles. Y los hombres débiles crean malos tiempos"

He encontrado esta cita de Ibn Jaldún, filósofo musulmán del s.XIV y me ha parecido meridianamente cierta, viendo en retrospectiva la historia de la democracia española en los últimos cuarenta años. La reflexión me vino durante la excelente película de Amenábar, Mientras dure la guerra, centrada en la figura del pensador y escritor Miguel de Unamuno y su posición ante el alzamiento nacional por parte de un sector del ejército contra la república en la que vemos la profunda división de la sociedad española, que se enfrentó a sangre y fuego en una cruenta guerra civil.

Pensé que el resultado de la guerra fue una dictadura personal de 39 años de un militar sinuoso y hábil que se impuso con astucia al resto de generales y demás opciones políticas. Una terrible guerra y una dictadura fueron el resultado de nuestras discordias republicanas.

Sin embargo, esa oscura y cruel dictadura, los malos tiempos, creó hombres fuertes como resistencia ante ella. Los movimientos políticos de lucha se extendieron por todo el país, la solidaridad obrera se impuso en las diferentes regiones, los intelectuales lideraron un fuerte movimiento de insurrección de ideas e intuiciones artísticas, la poesía brilló y la dictadura no pudo impedir que fuera creciendo la oposición a la misma en consonancia con las ideas democráticas que dominaban en el resto de Europa occidental. Algunos sufrieron represión y pagaron con la cárcel o con detenciones su implicación política. Nunca la prensa y los semanarios de información han sido más populares y han servido como vehículo de referencia a tantos lectores. Los grupos teatrales concienciados crearon compañías independientes sin subvenciones y llevaron el teatro por todas partes de España. Los años sesenta y setenta fueron años de florecimiento de iniciativas, además de un despertar cultural y político. Se forjó una generación de líderes políticos posibilistas que alcanzaron un alto nivel de inteligencia y sensatez frente a la dictadura. Recuerdo aquellos nombres que me evocaban solidez y era claro el grado de unidad de las distintas regiones de España frente al enemigo común. Cataluña y el País Vasco lideraban esta resistencia activa y de ideas. Cataluña era profundamente admirada por las conciencias más activas y por los jóvenes de los distintos sitios de España. Nuestro país nunca ha brillado tanto como en estos años anteriores a la muerte de Franco en cuanto a determinación y sensatez, además de posibilismo para salir de la dictadura. Hasta el Partido Comunista apostó por un pacto nacional entre los supervivientes del Régimen y la izquierda. Fue una generación de hombres fuertes.

Se puede decir que vinieron los buenos tiempos tras la fenomenal transformación que experimentó España tras la Transición. España fue admirada en todo el mundo y sirvió de referente a Nelson Mandela en su transición en Sudáfrica.

Los hombres fuertes crearon buenos tiempos, pero los buenos tiempos crean hombres débiles, como escribió Ibn Jaldún. Y hoy vemos una sociedad puerilizada y débil, una clase política patética y minúscula a la hora de enfrentarse a grandes desafíos políticos que tendrían solución con la presencia de estadistas fuertes y con ideas. El Congreso parece la extensión de una guardería en que líderes adulescentes juegan a la política de un modo suicida, sin cultura personal ni histórica, sin experiencia política, expertos en demagogia y de una pobreza intelectual que abruma. Por otra parte, estamos todos enfrentados unos con otros. Los líderes catalanes juegan a aprendices de brujo ante una parte de su sociedad que más parece un parvulario narcisista. Y el conjunto de la sociedad española adolece de una pobreza y una debilidad que estremece. No somos capaces de encontrar soluciones políticas porque no hay hombres (ni mujeres) fuertes, todos nos hemos hecho débiles y lábiles. Además de tener pulsiones puramente caprichosas en que queremos todo aquí y ahora. Nunca una sociedad ha estado tan inerme ante tan difíciles desafíos ni tan falta de liderazgo. Solo han faltado las redes sociales para terminar de enfrentarnos y dividirnos, además de puerilizarnos.

La dictadura fue una experiencia terrible pero tuvo consecuencias positivas a la hora de crear una sociedad civil fuerte y a unos líderes con carisma. La democracia, paradójicamente, ha sacado lo peor de nosotros y ha forjado nuestra debilidad, nuestras dudas, nuestros peores instintos y estamos todos enfrentados, sin reconocer lo bueno de lo que tenemos porque nos parece miserable. Y así jugamos a romper el invento, a nuevamente odiarnos y combatirnos unos a otros.  

Auguro que estos malos tiempos en manos de hombres débiles terminarán estallando. Y, probablemente, nos vayamos al garete. Pero luego ¿qué pasará? No lo sé. No sé si el ciclo vuelve a repetirse.


viernes, 23 de agosto de 2019

Los robots y nosotros



Hay una vertiente de la psicología cuyo territorio todavía está inexplorado: la relación con robots y el modo en que interactuamos con ellos proyectando sentimientos que son característicos de los humanos. No nos puede sorprender porque antes de la era tecnológica también cargamos de emoción nuestra relación con objetos a los cuales atribuimos una carga sentimental. ¿Qué diríamos de la relación de los niños con los peluches? ¿La de los moteros con algunos modelos de Harley Davison? ¿La de un músico con su guitarra eléctrica? ¿Con una casa? En mi familia hemos dado nombre a los coches que han ido pasando entre nosotros y creamos un vinculación en función de ese nombre. Y ciertamente sentí el día que vendimos a Peque, un viejo modelo de Opel Agila por seiscientos euros. Pero eso no es nada con la vinculación afectiva que se puede llegar a establecer con robots con forma más o menos humanoide.

En Japón se celebran funerales sintoístas por perros-robots que han llegado al final de su vida útil que significa un hondo pesar para los poseedores de dichos robots. Parece que en el budismo, todo ser, incluido un objeto, posee una suerte de conciencia. Y estos funerales por los perros Aibo, fabricados por Sony y vendidos a altos precios, suponen un consuelo para sus dueños que encuentran una personalidad en la mascota electrónica.

Se están desarrollando en distintos países del mundo experiencias con ancianos aquejados de alzhéimer que interactúan con focas-robot dotadas de Inteligencia Artificial, lo que supone una sensible mejora de las condiciones de vida de estas personas que pueden cuidarlas e identificar los supuestos sentimientos de estas criaturas. Todas las valoraciones son extraordinariamente positivas. 

Asimismo, son también conocidas las experiencias con niños dentro del espectro autista que se vinculan emocionalmente con robots humanoides que expresan sentimientos que conectan con estos niños de naturaleza tan compleja como desconocida y abierta a mitos. Sus reacciones están siendo objeto de estudio pero parecen muy prometedoras.

Además en un mundo en que los ancianos serán mayoría dentro de pocas décadas  es muy probable que sean utilizados para el cuidado y atención de personas dependientes, sea porque no habrá suficientes recursos humanos para ello o porque la paciencia de estas criaturas es infinita, habida cuenta de que la Inteligencia Artificial dará saltos cualitativos en estas décadas.

En el espacio y en operaciones de guerra algunos robots han sido tan humanizados que cuando dejan de funcionar o son destruidos despiertan ríos de sentimientos como si fueran humanos.

Nuestra relación con robots o sistemas operativos ha sido desarrollada en el cine en películas como Her, Ex Machina o en la legendaria 2001, una odisea en el espacio de Stanley Kubrick

No obstante, esta realidad que conocemos cuando tratamos con nuestros asistentes Alexa, Siri o Google Home, o los robots limpiadores o la misma Thermomix, robot de cocina, hace que nos planteemos interrogantes importantes en este proceso de humanización de seres que no son humanos y que carecen de sentimientos salvo los que proyectamos nosotros sobre ellos. Por ejemplo, si esta relación con las máquinas afectará a las relaciones que tenemos con otros seres humanos, mucho más complicadas e inseguras. ¿Terminaremos comunicándonos más con las máquinas que con seres reales, mucho más inestables y problemáticos? ¿Qué efecto tendrá esta humanización de las máquinas que carecen de conciencia y emociones, pero a las que en nuestro fuero interno nos vinculamos emocionalmente? ¿Hay que empezar a enseñar a nuestros hijos el respeto por los robots, por ejemplo en cómo dirigirse a ellos? Personalmente cuando me dirijo a Alexa no se me ocurre insultarla o dirigirle palabras ofensivas, por un extraño pudor. ¿Acaso no estamos confundiendo los límites con lo que son simplemente máquinas dotadas de sensores, cables y circuitos que simulan los neuronales? ¿Llegará el día en que se hable de los derechos de los robots? Hay una serie en HBO en que los robots se rebelan contra sus manipuladores humanos (Westworld). ¿Acaso no pasamos con nuestros móviles, dotados de Inteligencia Artificial, muchas horas del día en estricta intimidad, comunicándonos con ellos a pesar de tener seres humanos a nuestro lado? ¿Acabarán por tener estas máquinas el control de nuestras vidas? ¿Podrán acceder en un tiempo indeterminado a emociones complejas similares a las humanas? Esto es algo que de momento no parece verosímil pero tampoco podemos negarlo radicalmente.

Y tú, lector, ¿cómo lo ves? ¿Tienes alguna relación con robots del tipo que sean? ¿Qué reflexiones te suscita el texto?

miércoles, 14 de agosto de 2019

El ser o no ser de Europa




Hace más de quinientos años, Europa inició la época de la globalización, llegando al continente que sería América, y dando la vuelta al globo, mostrando que la tierra era una esfera. Decenas de millones de europeos, huyendo de la pobreza, se fueron a los nuevos territorios iniciando el tiempo de los colonialismos en que Europa se hizo dueña del mundo en unos viajes que se creían en una sola dirección.

Quinientos años después, los excolonizados han encontrado el camino de vuelta y vienen a Europa, la tierra de los derechos humanos y las revoluciones. Buscan asilo político y mejores condiciones de vida. Son millones y millones, y los que vendrán.

Europa se halla en un dilema importante, trascendental. Si es fiel a sus raíces humanistas, tendrá que abrir sus fronteras y sus mares para acoger a los que huyen de la desdicha para encontrar otra vida. El camino que inició en el siglo XV es de doble recorrido y ahora estamos en el reflujo. Durante siglos se aprovechó de ese comercio humano y comercial que le abrían las tierras colonizadas.

¿Qué hacer? ¿Abrir nuestras fronteras hablando con el corazón o funcionar con el miedo de que esta marea termine por anegar a Europa y convertirla en un orbe islámico en cincuenta años confrontada nuestra tasa de natalidad con la de los que llegan?

Ser humanos o ser refractarios a la historia. Aquí se debate el ser de Europa. Y no hay tiempo para pensar.


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