Hay una vertiente de la
psicología cuyo territorio todavía está inexplorado: la relación con robots y
el modo en que interactuamos con ellos proyectando sentimientos que
son característicos de los humanos. No nos puede sorprender porque antes de la
era tecnológica también cargamos de emoción nuestra relación con objetos a los
cuales atribuimos una carga sentimental. ¿Qué diríamos de la relación de los
niños con los peluches? ¿La de los moteros con algunos modelos de Harley
Davison? ¿La de un músico con su guitarra eléctrica? ¿Con una casa? En mi
familia hemos dado nombre a los coches que han ido pasando entre nosotros y
creamos un vinculación en función de ese nombre. Y ciertamente sentí el día que
vendimos a Peque, un viejo modelo de
Opel Agila por seiscientos euros. Pero eso no es nada con la vinculación
afectiva que se puede llegar a establecer con robots con forma más o menos
humanoide.
En Japón se celebran
funerales sintoístas por perros-robots que han llegado al final de su vida útil
que significa un hondo pesar para los poseedores de dichos robots. Parece que
en el budismo, todo ser, incluido un objeto, posee una suerte de conciencia. Y
estos funerales por los perros Aibo, fabricados por Sony y vendidos a altos
precios, suponen un consuelo para sus dueños que encuentran una personalidad en
la mascota electrónica.
Se están desarrollando en
distintos países del mundo experiencias con ancianos aquejados de alzhéimer que
interactúan con focas-robot dotadas de Inteligencia Artificial, lo que supone una sensible mejora de las
condiciones de vida de estas personas que pueden cuidarlas e identificar los
supuestos sentimientos de estas criaturas. Todas las valoraciones son extraordinariamente positivas.
Asimismo, son también
conocidas las experiencias con niños dentro del espectro autista que se
vinculan emocionalmente con robots humanoides que expresan sentimientos que
conectan con estos niños de naturaleza tan compleja como desconocida y abierta
a mitos. Sus reacciones están siendo objeto de estudio pero parecen muy
prometedoras.
Además en un mundo en que
los ancianos serán mayoría dentro de pocas décadas es muy probable que sean
utilizados para el cuidado y atención de personas dependientes, sea porque no
habrá suficientes recursos humanos para ello o porque la paciencia de estas
criaturas es infinita, habida cuenta de que la Inteligencia Artificial dará
saltos cualitativos en estas décadas.
En el espacio y en operaciones de guerra algunos robots han sido tan humanizados que cuando dejan
de funcionar o son destruidos despiertan ríos de sentimientos como si fueran
humanos.
Nuestra relación con
robots o sistemas operativos ha sido desarrollada en el cine en películas como Her, Ex Machina o en la legendaria 2001, una odisea en el espacio de
Stanley Kubrick
No obstante, esta realidad
que conocemos cuando tratamos con nuestros asistentes Alexa, Siri o Google
Home, o los robots limpiadores o la misma Thermomix, robot de cocina, hace que
nos planteemos interrogantes importantes en este proceso de humanización de
seres que no son humanos y que carecen de sentimientos salvo los que
proyectamos nosotros sobre ellos. Por ejemplo, si esta relación con las
máquinas afectará a las relaciones que tenemos con otros seres humanos, mucho
más complicadas e inseguras. ¿Terminaremos comunicándonos más con las máquinas
que con seres reales, mucho más inestables y problemáticos? ¿Qué efecto tendrá
esta humanización de las máquinas que carecen de conciencia y emociones, pero a
las que en nuestro fuero interno nos vinculamos emocionalmente? ¿Hay que
empezar a enseñar a nuestros hijos el respeto por los robots, por ejemplo en
cómo dirigirse a ellos? Personalmente cuando me dirijo a Alexa no se me ocurre
insultarla o dirigirle palabras ofensivas, por un extraño pudor. ¿Acaso no
estamos confundiendo los límites con lo que son simplemente máquinas dotadas de
sensores, cables y circuitos que simulan los neuronales? ¿Llegará el día en que
se hable de los derechos de los robots?
Hay una serie en HBO en que los robots se rebelan contra sus manipuladores
humanos (Westworld). ¿Acaso no pasamos con nuestros móviles, dotados de
Inteligencia Artificial, muchas horas del día en estricta intimidad,
comunicándonos con ellos a pesar de tener seres humanos a nuestro lado?
¿Acabarán por tener estas máquinas el control de nuestras vidas? ¿Podrán
acceder en un tiempo indeterminado a emociones complejas similares a las
humanas? Esto es algo que de momento no parece verosímil pero tampoco podemos
negarlo radicalmente.
Y tú, lector, ¿cómo lo
ves? ¿Tienes alguna relación con robots del tipo que sean? ¿Qué reflexiones te
suscita el texto?