Está claro que la sociedad ansía la horizontalidad y rechaza la verticalidad. Esto se proyecta en una cultura de época que ha trasmutado totalmente los valores de otros tiempos en que las personas y las cosas se ordenaban según criterios jerárquicos. Había antes valores superiores –Dios, la patria, el conocimiento, la sabiduría, la edad, el Arte, la Literatura, el genio, los profesores, los médicos, el Estado, los imperios, el Ser-. Todo eso ha periclitado en un movimiento revolucionario de masas que ha igualado todo en una marea imparable. Nada es superior a nada, nada es intocable, nada es sagrado, nada es digno de verdadero respeto si no se allana a la horizontalidad ambiental. Antes había en los pueblos un edificio que era más alto que todos los demás. Era la iglesia que corona todos los pueblos de España como restos de un mundo diferente. Ahora los centros de culto no son las iglesias ni los teatros ni las tertulias literarias, no, ahora son los centros comerciales, las plazas, los campos de fútbol y, sobre todo, las redes sociales… Antes los monumentos representaban a héroes a caballo pero ahora todas las estatuas están a nivel del ciudadano medio sea Fernando Pessoa en Lisboa o John Lennon. Odiamos que alguien se eleve con coturnos sobre la estatura media y eso incluye conceptos que antes se valoraban como el mérito, el esfuerzo, la inteligencia, el saber, la experiencia… No necesitamos ya para nada a los viejos sino como acompañamiento de fotos y de ternura. No nos pueden aportar nada, su visión del mundo está periclitada. Los profesores son cuestionables porque no está depositado ya en ellos el saber que en realidad está en manos de google e internet. Los libros nos interesan si halagan nuestra horizontalidad, si se ponen a nuestra altura, si no nos desdeñan con florituras y estilos elevados. Los criterios literarios de Harold Bloom con su canon occidental que ponía a Shakespeare, a Dante y a Cervantes arriba en la cúspide nos son risibles… Cualquiera por mediocre que sea puede ser un héroe, cualquier rapero grosero puede convertirse en eje de una avalancha mundial de solidaridad universal, los reyes son tan inocuos e inicuos que no merecen ni una brizna de compasión, abiertamente los despreciamos, nos encanta la medianía, elevarla a concepto muldimensional, nos atraen las hogueras en las ciudades más que las películas de arte y ensayo, y la mierda hace tiempo que fue enlatada por Piero Manzoni con gran éxito por su parte. Amamos la mierda, su olor es democrático y representa en estado puro la libertad de expresión frente a otros tiempos en que la consideraban vulgar. La juventud es la medida de todas las cosas, el sexo es algo relativo, uno es mujer si lo decide libremente y no por una biología predeterminada tan sospechosa como los bandos del ayuntamiento de principios de siglo XX… El ego se eleva a categoría absoluta y mis deseos imperan por encima de cualquier otra consideración. El mundo es una pasarela de la moda en que solo existe lo que yo deseo que exista, mi placer es la medida de todo, el pasado es culpable, lo juzgamos cada día como estúpido o abiertamente despreciable. Nosotros juzgamos y no seremos juzgados porque somos tan mediocres que nadie se atreverá a cuestionarnos, el futuro nos pertenece, quemamos ciudades, rapeamos sin límite y hasta Amnistía Internacional nos proclama como héroes, somos lo máximo, en nosotros anida un resentimiento universal contra el orden, un rencor sin límite contra las jerarquías y elevamos nuestra plegaria hasta la taza del váter donde reside la clave de todo porque somos mierda y en mierda hemos de convertirnos… Quememos ciudades, arrasemos todo en nombre de la horizontalidad, nuestro verdadero dios, que surjan mil Hasél en cada país, en cada comarca, su luz nos inspira para la labor de creación de un nuevo orden sin orden en que todo nos esté permitido (a nosotros).
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viernes, 19 de febrero de 2021
Elogio de la mierda (manifiesto)
sábado, 16 de mayo de 2020
miércoles, 22 de abril de 2020
La libertad en la era tecnológica
Harari, Yuval Noah. Homo Deus (Spanish Edition) . Penguin Random House Grupo Editorial España. Edición de Kindle."Hasta donde llega nuestro conocimiento científico, el determinismo y la aleatoriedad se han repartido todo el pastel y no han dejado ni una migaja a la «libertad». La palabra sagrada «libertad» resulta ser, al igual que «alma», un término vacuo que no comporta ningún significado discernible. El libre albedrío existe únicamente en los relatos imaginarios que los humanos hemos inventado”.
martes, 21 de abril de 2020
viernes, 28 de febrero de 2020
El coronavirus y otras reflexiones.
Ayer publicaba un post de una cita de Cioran probablemente controvertida para mis cuarenta lectores. Sostenía que era necesario el miedo entre las especies animales y entre los seres humanos para mantenerlos vivos, de modo que si algún día se consiguiera vivir totalmente en paz y armonía, nos convertiríamos en estúpidos como los animales en los zoológicos.
¿Os dais cuenta de la carga de profundidad de este pensamiento? Ese ideal racional, ilustrado y políticamente correcto de querer vivir en paz y armonía, sin conflictos, pactando pacíficamente todo, daría lugar, en opinión de Cioran, a un mundo esencialmente de memos y seres insulsos.
La Gran Guerra de 1914-1918 produjo decenas de millones de víctimas en toda Europa en un combate absurdo y delirante que no tenía razón de ser pero que cambió el mundo derruyendo los imperios de la época y haciendo surgir un gigante inimaginado que fue la URSS. Una guerra cruel e inútil pero que transformó el mundo. Fue seguida, en plenos rescoldos de los enfrentamientos, por la llamada Gripe española, que causó entre 1918 y 1920 entre cuarenta y cien millones de muertos. Tras esta terrible mortalidad empezaron los fabulosos años veinte en que se vivió un mundo transformado totalmente y en plena euforia. Fueron años alegres y vitalistas, como la Europa que surgió como consecuencia de la peste negra en el siglo XV en que murió una tercera parte o más de la población europea.
Añoramos una vida carente de guerras y conflictos, una vida sin miedo, pero la paz y la armonía abocan al aburrimiento, la planitud existencial, la estupidez generalizada. Nada hay que estimule más que el miedo. Ni siquiera en la URSS estalinista en que la vida no valía nada, pudo evitarse la obra de escritores y artistas radicalmente disidentes y rebeldes, esencialmente libres, a pesar de que muchos de ellos, acabaron fusilados.
El dolor y el miedo nos estimulan. Una vida plana es indeseable, necesitamos conflictos, necesitamos situaciones que nos aterroricen. Ahora nos asustamos por nimiedades como el Coronavirus que es poco más que una gripe. Si nos enfrentáramos a una situación en que pudiera morir la tercera parte de la población mundial, estaríamos ante el estímulo existencial más potente que pudiéramos imaginar. Saldrían renovados y eufóricos los que sobrevivieran. Aumentaría la tasa de natalidad, terriblemente baja en los países occidentales porque estamos corroídos por el aburrimiento y la desesperanza. Saldríamos fortalecidos intelectualmente, nuestras sociedades serían mucho más abiertas y fuertes. Volvería el placer de vivir y el éxtasis existencial.
Una sociedad pacífica y sin miedo es la cosa más lasa que puede existir. Nos aburrimos, necesitamos el riesgo y el dolor para salir de la sima del pesimismo y el tedio.
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sábado, 15 de febrero de 2020
Nueva etapa en el blog
Los lectores de este blog habrán visto que hace más de dos meses que no publico. Ha sido un tiempo de reorganización mental para decidir qué quería hacer con el blog. No ha sido un tiempo pasivo. Los que hayan visitado el blog y hayan prestado atención, habrán observado el enriquecimiento del blogroll con docenas y docenas de blogs relacionados con la crítica literaria -la mayoría-, la filosofía y la ciencia ficción, además de enlazar algunos medios británicos. El blog está más vivo que nunca. Dedicó bastante tiempo a leer las nuevas aportaciones que van apareciendo en los blogs enlazados. Pero no publico y no comento en blogs amigos como hacía hasta hace poco. Me he convertido en observador de la calidad en el mundo de la blogosfera, obviando el tema de los comentarios. Ni comento en general ni voy a abrir mi blog a los comentarios a partir de ahora. Pienso que los comentarios no dan una idea de la vida que tiene un blog, o lo hacen parcialmente. Hay blogs con amplia difusión y autoridad que no permiten comentarios o no los reciben. Quiero ser observador esencialmente, pero a partir de ahora publicaré metódicamente ideas que surjan de mis lecturas sin la espera de que lleguen los comentarios. A veces publicaré varias veces al día o dejaré pasar días sin hacerlo. Depende. Si alguien tuviera mucho deseo de hablar conmigo, en mi perfil aparece mi correo electrónico y desde allí contestaré encantado.
Esta es una nueva etapa de un blog que comenzó siendo pedagógico y que va derivando a la literatura, el pensamiento y la reflexión sobre ideas que me vayan surgiendo. Todavía voy indagando sobre quién soy yo y mi lugar en el mundo. No hay nada que me repela más que alguien diga "a mi edad ya no tengo que justificarme". "A mi edad..." Dedico una parte importante de mi vida a la lectura. Hablaré de ello, sin intentar hacer crítica literaria. Hago caminatas en solitario, y ellas me producen importantes sensaciones. Hablaré de ello. Leo muchos blogs y sus ideas me enriquecen. Hablaré de ello. Todo más anárquico pero sin comentarios lo que no quiere decir que no tenga gran interés en vuestra presencia. Escribo para mí pero esencialmente para ser leído. Veremos qué pasa.
lunes, 7 de enero de 2019
El espejismo de la libertad
Uno de los pensadores –a mi juicio- más interesantes en la actualidad es el historiador y escritor Yuval Noah Harari, autor de libros cuyas tesis están teniendo un gran impacto en el terreno de la especulación acerca del ser humano y de los peligros que representa la tecnología para este. Ayer El Pais publicó un artículo suyo que extracta lo que sostiene en libros como Homo Deus, Sapiens y 21 lecciones para el siglo XXI. Recomiendo ir a él para leerlo directamente. Lo que voy a hacer es intentar resumir sus principales tesis.
La primera y fundamental es que el estado actual de la tecnología y su inexorable desarrollo amenazan seriamente cualquier idea que tengamos sobre la libertad humana porque la Inteligencia Artificial y la Bioingeniería en su prodigioso desarrollo son capaces de piratear la mente del ser humano aprovechándose de sus puntos débiles, y, para ello, las mentes más brillantes del planeta están buscando sistemas para rediseñar nuestro cerebro e inducirnos desde productos comerciales a ideologías políticas que se basarán en nuestros sentimientos, miedos y pulsiones más ocultos, pues hoy la tecnología es capaz –y lo será mucho más en breve- de adentrarse en nuestro mundo interior, ese que creemos inaccesible. Pero esa inaccesibilidad es un mito, igual que es un mito la creencia en que existe un libre albedrío que es representado por nuestra libertad de elegir. Yuval Noah Harari pone en cuestión la idea que ha fundamentado la teología católica y al liberalismo: la capacidad de elegir libremente del ser humano. Esta creencia es un mito que nos sirvió cuatrocientos años para enfrenarnos a las tiranías, pero no se sostiene científicamente en un mundo donde la bioquímica y la neurología nos demuestran que lo que consideramos nuestras elecciones libres, nuestros deseos más profundos y lo que llamamos nuestras decisiones están profundamente determinadas por condicionamientos biológicos, emocionales, sociales, genéticos, culturales, nacionales, sexuales, familiares… No elegimos realmente, no podemos elegir nuestros pensamientos -descargas electroquímicas-, se nos imponen sin que podamos hacer nada al respecto. Nuestras decisiones más supuestamente libres son claramente inducidas por muchos factores que no controlamos. Nuestro sistema operativo es esencialmente emocional -y químico- y no podemos elegirlo, y de ahí el poder gigantesco que tendrá quien logre conocernos mejor que nosotros mismos para manipular nuestra conciencia induciéndonos deseos o ideologías políticas que creeremos que hemos elegido. Podrán predecir nuestras decisiones y manipular nuestros sentimientos.
La principal pregunta que debemos hacernos cuando nos surge una idea o un deseo o necesitamos hacer una elección es preguntarnos quién ha puesto esa idea en nuestra mente. Creemos que nace en nosotros pero la elaborada tecnología es capaz de sugerirnos hábitos de compra, miedos, ideologías políticas basándose en nuestra evidencia emocional. No olvidemos que dos mil millones de seres humanos tienen cuenta en Facebook, no todos la utilizan regularmente, pero hay centenares de millones que sí que lo hacen. Facebook a través de unas docenas de likes nuestros sabe prácticamente todo de nosotros. Son centenares de páginas las que guarda Facebook acerca de lo que sabe de nosotros sin que seamos conscientes. Y a través de este conocimiento, esta red social y otras, se nos presentan alternativas en consonancia a nuestra personalidad, nuestros deseos más ocultos o de nuestros miedos. La información que recibimos es sesgada en base a nuestro perfil. Si tememos a los inmigrantes recibiremos información que respalde ese miedo, si somos nacionalistas, todo lo que recibiremos será para reforzar ese sentimiento, si nos gusta viajar recibiremos información de viajes, si vamos a ser padres, recibiremos información sobre bebés y todos sus complementos. Los grandes dictadores del pasado dominaban a sus ciudadanos mediante el terror –Hitler, Stalin- pero ahora es mucho más sutil. Aquellos no podían personalizar cómo influir a cada ser humano en concreto, utilizaban mecanismos de terror generalizados. Ahora son mucho más sensibles a lo que saben de nuestro mundo íntimo y personal. La libertad, la supuesta libertad individual, se socava desde dentro. Y esto no ha hecho sino empezar. Con el internet de las cosas, y la creciente marea de los big data, se sabrá todo de nosotros, incluido nuestras mediciones biométricas, estados de ánimo, nivel de tensión, de colesterol, de ansiedad, ejercicio diario, hábitos de todo tipo que exigirán las compañías de seguros para extendernos una póliza. Los asistentes personales en el hogar se terminan haciendo una especie de miembro de la familia pero graban todo lo que ocurre en casa para ser utilizado en algún momento. Dependemos tanto de la tecnología que ofrecemos totalmente nuestra intimidad a cambio de servicios que creemos que son gratuitos pero no es así: el producto somos nosotros, conocernos profundamente para lograr manipularnos, hackearnos, piratearnos, sea para vender –hoy todo el mundo está metido en sus compras para las que hay multitud de días y noches al año en que hay descuentos, en sus series y así nos pasamos la vida viendo series, a veces muy buenas, cuyos episodios se suceden automáticamente para tenernos retenidos. Se reclama nuestra atención para tenernos dominados, a su merced.
Para resistir esto, Yuval propone poner en duda el mito de la teología cristiana, el Humanismo y la Ilustración, el libre albedrío. No somos libres. Es mentira la afirmación política de que el pueblo sabe lo que quiere. No existe la libertad y es bueno saberlo. Nuestro espectro de libertad, si lo pensamos, es bien reducido. Poco podemos en realidad elegir que no sea impuesto o que nos ha llegado por mecanismos o algoritmos que nos condicionan profundamente. El libre albedrío es un espejismo y es bueno saberlo para lograr conocernos mejor a nosotros mismos. Actualmente ¿cuántos seres humanos no están sometidos a ficciones nacionalistas o religiosas o consumistas en lugar de plantearnos qué nos está pasando?, ¿quiénes somos nosotros, adónde nos llevan la Inteligencia Artificial y la bioingeniería? ¿Quiénes somos en realidad? El conócete a ti mismosocrático, según Yuval, es esencial pero para ello debemos ser conscientes de que la libertad humana es un espejismo muy bonito pero absolutamente irreal. El futuro está aquí y no hay mucho tiempo para pensar qué nos va a suceder, ya lo están pensando por nosotros los ingenieros bioinformáticos y los poderes que los sostienen. China y Estados Unidos invierten centenares de miles de millones en investigación sobre la Inteligencia Artificial y los big data, para crear una humanidad que deberíamos pensarla aunque sea como ejercicio de curiosidad. Porque es posible que no nos guste para nada.
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