Páginas vistas desde Diciembre de 2005




Mostrando entradas con la etiqueta horror. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta horror. Mostrar todas las entradas

viernes, 28 de febrero de 2020

El coronavirus y otras reflexiones.



Ayer publicaba un post de una cita de Cioran probablemente controvertida para mis cuarenta lectores. Sostenía que era necesario el miedo entre las especies animales y entre los seres humanos para mantenerlos vivos, de modo que si algún día se consiguiera vivir totalmente en paz y armonía, nos convertiríamos en estúpidos como los animales en los zoológicos.

¿Os dais cuenta de la carga de profundidad de este pensamiento? Ese ideal racional, ilustrado y políticamente correcto de querer vivir en paz y armonía, sin conflictos, pactando pacíficamente todo, daría lugar, en opinión de Cioran, a un mundo esencialmente de memos y seres insulsos.

La Gran Guerra de 1914-1918 produjo decenas de millones de víctimas en toda Europa en un combate absurdo y delirante que no tenía razón de ser pero que cambió el mundo derruyendo los imperios de la época y haciendo surgir un gigante inimaginado que fue la URSS. Una guerra cruel e inútil pero que transformó el mundo. Fue seguida, en plenos rescoldos de los enfrentamientos, por la llamada Gripe española, que causó entre 1918 y 1920 entre cuarenta y cien millones de muertos. Tras esta terrible mortalidad empezaron los fabulosos años veinte en que se vivió un mundo transformado totalmente y en plena euforia. Fueron años alegres y vitalistas, como la Europa que surgió como consecuencia de la peste negra en el siglo XV en que murió una tercera parte o más de la población europea.

Añoramos una vida carente de guerras y conflictos, una vida sin miedo, pero la paz y la armonía abocan al aburrimiento, la planitud existencial, la estupidez generalizada. Nada hay que estimule más que el miedo. Ni siquiera en la URSS estalinista en que la vida no valía nada, pudo evitarse la obra de escritores y artistas radicalmente disidentes y rebeldes, esencialmente libres, a pesar de que muchos de ellos, acabaron fusilados.

El dolor y el miedo nos estimulan. Una vida plana es indeseable, necesitamos conflictos, necesitamos situaciones que nos aterroricen. Ahora nos asustamos por nimiedades como el Coronavirus que es poco más que una gripe. Si nos enfrentáramos a una situación en que pudiera morir la tercera parte de la población mundial, estaríamos ante el estímulo existencial más potente que pudiéramos imaginar. Saldrían renovados y eufóricos los que sobrevivieran. Aumentaría la tasa de natalidad, terriblemente baja en los países occidentales porque estamos corroídos por el aburrimiento y la desesperanza. Saldríamos fortalecidos intelectualmente, nuestras sociedades serían mucho más abiertas y fuertes. Volvería el placer de vivir y el éxtasis existencial.

Una sociedad pacífica y sin miedo es la cosa más lasa que puede existir. Nos aburrimos, necesitamos el riesgo y el dolor para salir de la sima del pesimismo y el tedio.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Madre no hay más que una (Cuento de horror)




El niño iba de la mano de mamá un día de verano de hace mucho tiempo. Atravesaban el puente de Piedra de su ciudad que cruzaba por encima de un río caudaloso y turbulento.

La mamá retiró la mano de la manita del niño y, mirándolo, le dijo seriamente:

-   Tú también me abandonarás.

El niño, roto por dentro, contestó:

-   Yo nunca te abandonaré, mamá.

-   Sí,  me abandonarás, pero yo te maldigo, hijo mío. Yo te parí, saliste de dentro de mí, pero yo te condeno a que toda tu vida te la pases vagando y sufriendo por no poder querer a nadie; te condeno a que el alimento tuyo para siempre sea la angustia y el miedo; te condeno a que tu carácter sea maligno como el mío y que todos tus pensamientos sean oscuros y terribles; te condeno a que nunca tengas un instante de paz y que el sufrimiento y la culpa aniden permanentemente en ti; te condeno a ir errante, perdido en la existencia; te condeno a no conocerte a ti mismo y a recordar este momento cuyas palabras ahora no entenderás, pero lo harás con el tiempo… Mira el río que pasa por debajo de nosotros. Algún día me arrojaré a él, o tal vez no, pero tú tendrás siempre el sentimiento de que has sido tú quien me ha empujado… Las noches serán tu tortura, nunca sabrás qué es cierto y que no. Nunca sabrás si este momento a tus cinco años es real o es fantasía, pero yo te lo he inyectado en el alma para siempre.

-    No te entiendo, mamá –dijo el niño confundido-.

-    Da igual, ya lo entenderás.

-    Mamá, ¿por qué la vida es así de fea?

-  Algún día escribirás cuentos de miedo y me lo agradecerás… Entretanto vamos a comer un flan, de esos que te gustan.

viernes, 1 de noviembre de 2019

El profesor de literatura (Cuento de horror)



El profesor de literatura entra en el aula sin que nadie advierta su presencia, tan invisible resulta para sus alumnos que viven momentos de jolgorio colectivo gritando y dando alaridos, subiéndose a las sillas, peleándose entre ellos, asomándose a la ventana y llamando a compañeros que están haciendo gimnasia, pisando los numerosos papeles en el suelo… El bullicio es infernal y nadie se ha dado cuenta de que el profesor ha entrado en clase. Este se dirige a su mesa, llena de papeles arrugados y escupitajos que han ido echando tras la clase anterior. Esta es la imagen que el profesor da como persona de autoridad. Deja su cartera en un rincón de la mesa, respira hondo, y mira el escándalo de la clase que no amaina pese a que él ya está en su posición y mira pacientemente hacia el infinito esperando que el bullicio estrepitoso vaya decayendo, pero no es así. Al cabo de cinco minutos ha aumentado si cabe y el profesor sigue como un fantoche mirando a sus alumnos para ver si estos bajan de las mesas y dejan de empujarse y gritar como posesos. La puerta de la clase está abierta. El profesor atraviesa el aula y llega a la puerta que trae hacia sí y la cierra con la llave que ha sacado del bolsillo. Ya nadie podrá salir de allí…

El profesor, a punto de la jubilación, piensa que es un momento óptimo para lo que va a pasar allí en escasos segundos. Vuelve a su mesa y saca de una cartuchera que llevaba en su cartera una pistola Glock de calibre medio, quita el seguro... En este momento el griterío se ha ido apagando cuando han observado la escena del profesor con una pistola. Parecía que no lo miraba nadie, pero hoy ha ocurrido algo inesperado y tienen la intuición de que hoy se van a divertir. El profesor eleva la pistola en el aire –el silencio se ha hecho de repente profundo- apunta cuidadosamente a la masa de alumnos y dispara un tiro que atraviesa la cabeza del mayor creador de caos en el aula. Su cabeza explota como un melón y la sangre salpica a los que están alrededor. Jonás cae en el suelo, pero nadie se atreve a gritar porque el profesor les vuelve a apuntar y les hace la señal de que levanten las manos algo que todos hacen inmediatamente, sin dudas. Por primera vez, un gesto sutil del profesor es inmediatamente obedecido. El cuerpo de ese alumno homosexual que torturaba al profesor indefenso ya es historia. Hay un gran charco de sangre alrededor de él. El profesor les indica que se sienten y que saquen material para tomar apuntes. Todos lo hacen sin vacilar. Están esperando que alguien vaya en su ayuda, pero el instituto está vacío porque la mayor parte de los alumnos han salido de excursión y nadie ha escuchado el disparo o lo han confundido con la explosión de un neumático. Están solos ante un hombre del cual se desconoce su grado de locura pero mejor no tomárselo ya más a chacota.`

El profesor da la clase durante el resto de la hora. Les habla del valor de la literatura como espejo de la sociedad y de los sueños. Ellos toman apuntes sin pestañear mientras las moscas van llegando a la sangre pringosa de Jonás. Están tan aterrorizados y a la vez tan fascinados que no piensan en nada y por primera vez escuchan con interés las palabras del profesor ahora cargadas de autoridad. La literatura,  en palabras del profesor,  les lleva a la Odisea y el retorno de Ulises a Ítaca tras diez años de periplo, siete de los cuales en poder de Calipso, hija del Titán Atlas y reina de la hermosa isla de Ogigia,  que le ofrece la inmortalidad a cambio de que él renuncie a la vuelta a su isla y a Penélope. Pero Atenea escucha los ruegos del héroe y al final la ninfa lo deja marchar. Les habla, ya en su patria,  de la venganza de Ulises sobre los pretendientes, cómo los va matando a todos con el arco que él solo puede tensar… Telémaco reconoce a su padre… La violencia es terrible y la venganza de Ulises les parece excesiva pero la sangre de Jonás hoy da a la clase un significado muy especial. La literatura no es broma. Varios desean leer algún día la Odisea… Luego el profesor, que parece haber concluido, se agacha junto al cuerpo yerto de Jonás y moja sus dedos en la sangre del muchacho y va a la blanca pizarra electrónica y escribe una palabra con la sangre, cuando esta se le acaba, moja de nuevo su dedo en el charco viscoso… Les señala la palabra y ellos por fin entienden… La palabra es “confines”

Cuando suena el timbre, la clase acaba pero ninguno se mueve por lo magnetizados y horrorizados que están. El profesor ha dado la clase de su vida. Vuelve a sacar la pistola ante el silencio espantado de sus alumnos que por primera vez sienten horror y también simpatía por ese hombre que está ante ellos al que despreciaban. El profesor se pone la pistola en la sien y les dice: “No olvidéis nunca esta clase. Cuando tengáis dudas, recordadla. Os he dado el mensaje más importante que recibiréis en vuestra vida”. Y dispara, su cráneo estalla en medio del espanto generalizado. Algunos cerraron los ojos, pero la mayoría asistieron impávidos y resignados a la autoejecución del profesor de literatura.

Allí acabó la clase. Y no la olvidaron jamás.

Pronto sonaron las sirenas de la policía.

Selección de entradas en el blog