Empecé
a devorar tebeos a los cuatro años y así
seguí hasta que a los diez descubrí los libros y ya no me pude alejar jamás de
ellos hasta ahora. Nunca sentí la ligazón con una tierra física, con sus
tradiciones, con su equipo de fútbol, con sus vírgenes, con su folklore, con
sus montañas… Apenas salía de la ciudad –Zaragoza- y no me sentí demasiado
identificado con ella, aunque nací cerca del río Ebro y El Pilar con sus
palomas revoloteantes. Nunca sentí adscripción por una patria corpórea pero sí
que me sentí profundamente ligado a los libros, ellos fueron mi hábitat
natural. Sus personajes me fueron esenciales; sus historias elementos que
elevaban mi gris vida a los más altos horizontes. Leí de todo: los clásicos
juveniles, Enid Blyton, novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía, de
ciencia ficción barata algo que podríamos llamar de serie B, de espías...
Llegué a los cómics de superhéroes, tras haber pasado por el Capitan Trueno y
El Jabato. Todo lo incorporaba a mi cosmovisión. Y así hasta que llegué a la
literatura con mayúsculas y descubrí a Stevenson, a Eça de Queiroz, a Chejov, a
Wilde, a Wodehouse… Cada etapa de mi vida ha sido jalonada por los libros. Esos
fueron, esos son mi verdadera patria. Si alguna vez en mi tierra, me
convirtieran en extranjero, sabría que tendría a los libros como bendición y
estímulo.
Los
libros han marcado mi devenir ideológico íntimo.
El
otro día escribí que en el acto de leer nos buscábamos a nosotros mismos, y
creo que es cierto. Algún comentarista escribió que los libros eran su zona de
confort y buscaba en ellos algo próximo ideológicamente y se intuía el miedo a
salir de ella, de esa adscripción política que también supone la lectura. Uno
se siente toda su vida de izquierdas y la realidad, unida a la lectura de
libros históricos, de pensamiento o políticos lo van aproximando a una visión
más conservadora, el polo opuesto al llanto que me surgió cuando vi un
documental sobre la caída de Allende que hablaba de las amplias alamedas que se
abrirían un día para el pueblo. Uno cambia, uno percibe la vida y el devenir de
la historia de modos diferentes. Los héroes de antaño ya no son los de hogaño.
Todo muda de color. La necesidad de transformación brechtiana se trasmuta en
una visión más serena. Uno se aleja de escenarios dramáticos y revolucionarios
descubriendo en las personas normales esa capacidad de mantenimiento de las
cosas y halla en la historia del comunismo una impostura trágica. Esto es
demoledor porque yo fui comunista revolucionario que se emocionaba oyendo la
Internacional o todavía el himno soviético –el mismo que el de la actual Rusia
cambiada la letra-.
Nada
hay mas revelador que encontrar a alguien que a sus cuarenta años sostiene
que es exactamente idéntico a cuando tenía 16. Esto es lo que me dijo un exalumno
y que posteriormente sería diputado por la CUP en el Parlament de Cataluña. Esa
permanencia en las esencias significa algo admirable y patético. Respetable
pero absurdo. Si uno lee con curiosidad libros de historia –yo soy un apasionado
de ellos-, de pensamiento, de literatura, biografías, se va transformando porque percibe los
delirios de la historia que nos han traído a una horizontalidad absoluta cuando
percibimos también la necesidad de la verticalidad. Nos gusta que Pessoa esté a
nuestro mismo nivel en el Chiado en Lisboa, podernos hacer fotos con él, pero
eso no nos libera de ver que hay una distancia enorme entre él y nosotros, una
distancia vertical. Está bien que lo veamos al mismo nivel pero no lo está. Él
fue un ser humano como nosotros, pero algo lo hizo esencialmente diferente. No
era un revolucionario y él detestaba los movimientos de masas además de las
ideologías. Creo que participo de su escepticismo absoluto. Ya no quiero romper
los jarrones chinos ni incendiar las calles, no me emocionan las hogueras
destructoras ni las revoluciones, pero sigo, igual que a mis once años, estando con mis libros. En
eso no he cambiado. Todo ha mutado menos mi patria verdadera.
Pues yo devoraba tebeos desde los seis años y mi padre se gasto un presupuesto en ellos, porque todos los domingos iban tres y en mi casa, en aquellos años, no sobraba nada. De lo demás, que si soy conservador, socialisto o lo que sea, pues depende, dentro de todo pensamiento hay algo de verdad y yo busco mi hueco de pensamiento propio, más allá de seguir ningún estandarte o apóstol de moda... Soy acrata con orden, o no, no lo se, tampoco me importa mucho, la verdad.
ResponderEliminarUn saludo
Toda nuestra identidad política se condensa en el momento de ir a votar. Ahí resolvemos nuestras contradicciones (o no). Lo de ácrata con orden es divertido, porque la esencia del anarquismo es la destrucción del orden social burgués. Es una especie de oxímoron del que participan muchos españoles. He leído en algún sitio que Franco era un anarquista de derechas. Y los colores de Falange claramente están tomados de los de la CNT-FAI. Son paradojas. Un saludo.
EliminarEres el primero que leo por aquí que ha leído a Wodehouse, es tan divertido. Yo tuve la temprana oportunidad de leerlo simplemente por azar, porque un hombre que estaba a patrona en mi casa lo estaba leyendo y me lo dejó. Pero es que en aquella época, juventud primera, apetecía leer a Conan Doyle, a Agatha Crhistie, a Edgar Wallace (Mache vino después), el tema de trama policíaca que en estos autores era, es, muy inteligente me atraía, aunque probablemente no entendiera todo. Es que eran lecturas diferentes a las colegiales o posteriormente universitarias. Por supuesto, los tebeos supusieron unas lecturas visuales muy adecuadas -los padres no pensaban lo mismo- y hoy tienen el gran valor sentimental del recuerdo de lo que disfrutamos con ellos. ¿Que la lectura es la patria? La lectura para mí es mundo, todo el mundo posible que quepa en mi cabeza, si bien tengo que considerar lo más importante para reconocer como patria: mis padres. Que me enseñaran a leer y escribir me pareció siempre lo más patriótico.
ResponderEliminarLo de que hay gente que alardea de que no ha cambiado -sigue existiendo gente de izquierda octogenaria que aún presume de ello- me aterra, aunque comprenda el fenómeno, pero no veo yo las cosas así. El mundo ha cambiado, nosotros hemos cambiado, todo, las ideas, los objetivos, las metas, los procesos productivos, los robots versus el hombre, la claridad sobre la inexistencia de dioses ni de magos...¿de qué hablamos cuando hay gente que dice no haber cambiado? El elemento evolutivo, la herramienta transformadora es muy sencillo: la duda. Estar seguro solo de lo comprobado. Cuestionar la palabrería por muy ampulosos y llena de libros sacros que esté. La duda nos hace estar en cada momento temporal, en cada espacio, en cada situación cambiante de nuestro cuerpo que es lo que más nos angustia a medida que avanzamos en edad. La duda nos permite seguir descubriendo lecturas que no nos habríamos planteado jamás, ni cuando teníamos ideas A o ideas B o apenas ideas.
Lo que dices en el último párrafo sobre Pessoa lo comparto plenamente. Al principio no le entendía muy bien, pero probablemente porque cuando hemos leído en tiempo atrás lo que nos condicionaba era nuestra mentalidad de aquel momento. A medida que te quitas la roña de todo tipo, los prejuicios, las ideas fijas y sublimes, estamos abiertos a lecturas hondas. Celine, por ejemplo. Pesso a es libro de cabecera para mí, para estar leyendo, no para leerlo y colocarlo en el anaquel, sino para leer sus escritos a goteo, pero así hay bastante autores, ¿no?
Ah, no puedo terminar sin admirar que hayas leído a Eça. Es un novelista extraordinario, la influencia de la literatura francesa sobre ciertos escritores, no solo portugueses, obró maravilla. Ahí tienes también a la gran Pardo Bazán.
Lo bueno de la literatura es que no hay que sacar ni partida de nacimiento, ni DNI, ni pasaporte para demostrarnos a nosotros mismos que esa es nuestra patria, mientras la salud nos lo permita.
Leí en ediciones del Círculo de lectores la serie de Jeeves de Wodehouse que me parecía genial. Por cierto, sentí cierta melancolía por la desaparición del Círculo del que fui socio desde los quince años y luego ya mayor recopilé las obras completas de Baroja y de Lorca a lo largo de tres o cuatro años. Es el mundo el que cambia. Ahora el Círculo es Amazon que nos trae los libros pero sin el afecto de antaño.
EliminarY también leí entonces a Eça. Recuerdo el primer relato que leí, La uña, que me cautivó Posteriormente leí El primo Basilio. Sin duda es un gran narrador, poco conocido en España por lo que veo, pero ¿qué decir de ello si el propio Galdós es un auténtico desconocido para los españoles de ahora? Ya no menciono a Cervantes, claro, que muy pocos españoles han leído, muy pocos.
El cambio es consustancial a la vida. A los veinte años te construyes un mundo, militas políticamente en la extrema izquierda en un partido marxista leninista -pero lees a escondidas del partido interpretaciones de la historia troskistas-, y a la vez desconfías del comunismo porque has leído El puente de Andau de James Michener -lo tenía mi padre entre sus libros: era aficionado a la historia de la segunda guerra mundial y yo devoraba sus libros, incluido el de la represión húngara de 1956. Uno pone un funcionamiento un conjunto de ideas, de creencias, de ideales que van evolucionado por la propia vida y en grado destacable por las lecturas que te van moldeando. Yo creía en la revolución, una revolución más soñada que real. Y llegué hasta los cuarenta y tantos todavía con ideales revolucionarios. Mi experiencia de ser padre fue modificándome profundamente, y entré en un terreno intermedio que ha ido resolviéndose por la experiencia política de mi tiempo y por las lecturas que he hecho, especialmente históricas. Veo las cosas de modo diferente a cómo las veía en otro tiempo, así que, efectivamente, son las dudas las que hacen evolucionar. Los mitos de un tiempo son sobrepasados , y la propia evolución personal hace que cambiemos seriamente. No entiendo a los que se pasan la vida sin moverse un milímetro ideológicamente. Supongo que es un aferrarse a los estereotipos forjados por la izquierda o por la derecha. No puedo concebir un terreno que no esté atravesado por la duda, pero es cierto que lo esencial de la interpretación histórica y social que me proporcionó la visión progresista del mundo escorada a la izquierda entró en crisis definitiva. No puedo entender que la figura de Hitler y el nazismo y el fascismo reciban tanta hostilidad (merecida sin duda) y el comunismo, Lenin y Stalin, merezcan tanta benevolencia y comprensión. Pero ha sido la izquierda quien ha escrito la historia de nuestro tiempo y todo el entramado ideológico en que vivimos es forjado por la izquierda añorante del antifascismo. Ser comunista es un elogio y ser fascista es el peor de los insultos. Esto ha entrado en crisis para mí. Uno cambia pero no es fácil porque hay muchas personas que no han hecho un proceso semejante y se aferran a arquetipos heroicos, muy agradables, muy satisfactorios, muy tranquilizadores, pero que ahora se confrontan con mi visión de la vida y del mundo. No puedo olvidar que aquí en Cataluña la izquierda simpatiza y simpatizó con ETA, y que es más fácil que etarras hablen en la UAB que lo hagan personas pacíficas que son no nacionalistas. No puedo ver las cosas del mismo modo. Me ha cambiado lo que he visto, lo que he leído y lo que he reflexionado. Y mi patria son los libros, mientras el cuerpo aguante.
Cualquier cosa excepto demócratas convencidos (no lo digo en beneplácito de las dictaduras). Estoy con Pessoa, el jabato de los versos.
ResponderEliminarEn lo que respecta a las ideologías creo que también se puede dar lo contrario, como el caso Verstrynge. Evidentemente, lo positivo es el cambio y mantenernos fieles a toda lectura revolucionaria.
La palabra revolución ha tenido diferentes matices a lo largo de mi vida. Durante varias décadas la amé, pero posteriormente me di cuenta de que escritores reaccionarios podían ser igualmente revolucionarios, al menos en el terreno literario es así. No creo en los estereotipos. Yo creo que yo solo soy revolucionario cuando sueño, en la vida real soy profundamente conservador. ¿Qué puede ser si no, un padre de familia que tiene hipoteca, dos coches, dos hijas estudiando en la universidad y un apartamento en la playa alquilado? Si digo que soy revolucionario soy tonto del culo, creo. Tengo mucho que perder, bueno, no tanto pero sí lo suficiente.
Eliminarhttps://laantorchadekraus.blogspot.com/2016/10/sim-e-nao.html
ResponderEliminarA raíz de una estancia en Lisboa en 2016 se me ocurrió un relato, que empieza en ese enlace, si tienes interés en leerlo, creo que eran 36 capítulos, sigue el orden del blog de octubre , noviembre y diciembre, me parece que el último capítulo se titulaba Pleamar. Todos los capítulos tienen un título relacionado con la ciudad. Ahí sale también Pessoa, en medio de alguna de mis ocurrencias, vamos.
Gracias.
Activo el enlace LISBOA
EliminarHe visitado alguna entrada e iré viéndolas en los próximos días. Gracias.
EliminarYo empecé a leer tebeos, a escondidas de mi padre que no nos lo permitía ni a mi ni a mis hermanos, él quería que leyésemos "libros", ahora estoy segura que él sabía que los leíamos de hecho a él le encantaban también leerlos. Pero de alguna manera nos hizo que nos decantáramos por la lectura de obras importantes y de valor. Así me hice lectora "de todo" bien pequeña. De todo: los clásicos, teatro, el propio diccionario de la RAE era mi favorito, incluso ¡todo lo que echaban al buzón!... ya con 12 años leí la Divina Comedia y fui consciente de la cultura que hay que tener para entenderla al cien por cien. Pero dicho esto yo discrepo con lo que decís, yo no buscaba respuestas en mi lecturas, yo no buscaba identificarme con nadie ni con ideología alguna, yo simplemente quería saber de todo, quería información por el hecho de tenerla, pero yo nunca vi en los libros un lugar donde encontrar mi yo, mi forma de ser, y mucho menos buscaba un refugio. Mi vida estaba fuera de esos libros y se formó de manera paralela e independiente. He de decir que afortunadamente he evolucionado mucho a lo largo de la vida pero jamás por lo que he leído sino por lo que he vivido, que puedo asegurar que para nada que ver con la lectura.
ResponderEliminarSAludos.
Me resulta sorprendente tu afirmación de que ningún cambio en tu vida ha sido fruto de las lecturas, pero es tu punto de vista y aquí queda reflejado. Se me ocurrirían muchas cosas al respecto, pero, dada tu posición, no tendrían sentido. Saludos.
EliminarMeu pais de Portugal tem tantos problemas sociais, economicos, xenofobicos, racistas e muita, muita pobreza. Portugal e um pais muito fraca e a vergonha do mundo inteiro.
ResponderEliminarAliancas com o ingleses ha mais de 500 anhos? Mentiras e muita Merda! Macons, PNR, Duarte Pio, e Costa eles sao problemas muito grandes. Praticamente todos os politicos em portugal sao macons, e um fato. E tudos que acreditam que portugal e uma republica sao cegos e ignorantes. Portugal nao e uma republica. E um país controlado cem por cento pelos macons. Sem eles, talvez tenhamos uma oportunidade de melhorar?
E mais, A nossa história triste e inventada de portugal girou com uma infinidade de mentiras para os outros é quase tão "falsa" quanto o que os britânicos inventaram. Nós portugueses cometemos genocídios graves no Brasil, Índia, África e Ásia. No Sri Lanka, éramos os piores dos piores, mas ninguém parece querer falar sobre esse fato no exterior e em casa? Até cometemos o genocídio de Wiriyamu, Moçambique nos tempos modernos (1972) e ele é completamente ignorado pela grande mídia? Começamos a escravidão em 1441, tivemos a Inquisição portuguesa em 1536 matando judeus e árabes e rejeitando nosso próprio fenótipo cigano; só para depois inventar a palavra Luso, porque soava melhor. Ainda hoje fazemos genocídio cultural por conta própria dos mirandeses, que são uma minoria de língua não portuguesa que desejam se separar de nosso país. Somos verdadeiramente uma vergonha e o pior colonizador que já invadiu a soberania dentro das nações. Precisamos chegar a um acordo com nossa Realidade Colonial Brutal do passado, se quisermos pegar os pedaços quebrados do que é um país destruído hoje.
Com a permissão do dono do blog, Pedro, não faça o estúpido
EliminarJose Luís!!!
ResponderEliminarHace un tiempo me escribiste para pedirme que no entrase al trapo de provocaciones, y aprendí una sabia lección de ello. Esta entrada sin duda es provocadora y busca ofender o menospreciar a los que con los años se siguen sintiendo de izquierdas (ojo lo de comunistas lo añaden la gente que se considera de derechas para poder soltar siempre los ejemplos en los que el comunismo a fracasado estrepitosamente), es mucho mejor ser de izquierdas de joven y al crecer, y leer, madurar y ser más conservador. Y ver programas en la tele como el Salvados de ayer y que cuando te muestren realidades como el del Centro de menores de la Purísima en Melilla mirar para otro lado, y seguir leyendo libros. Un abrazo, Joselu.
José Antonio, un abrazo, hombre. No pretendía ofender ni menospreciar; más bien, expresar en parte lo que ha sido mi proceso, algo que vivo con un íntimo desgarro personal.
EliminarJe, je, pues hace gracia porque para contar "algo que vivo con un íntimo desgarro personal", que puede hacer intuir que no ha sido del todo grato, lo expresas en forma de "Esa permanencia en las esencias significa algo admirable y patético. Respetable pero absurdo". Visto desde fuera podría parecer que muy al contrario parece que estás justificando tu camino vital, dándole sentido y mostrándolo como el único camino "no patético, no absurdo". La entrada para explicar tu proceso personal tira más que nunca de ejemplos terceros contrarios a tu proceso. No te preocupes, no me molesto, más bien me divierto.
EliminarHace unos días que en el trabajo un compañero gallego no me dirige la palabra. En nuestras conversaciones políticas siempre defiende los postulados de la derecha, se hable de lo que se hable. En un momento de la conversación se me ocurrió decirle de forma tranquila que sus ideas siempre eran de ultra derecha. Me llamó imbécil y se que no me dio una ostia porque estábamos en el trabajo delante de más gente y algo le debió tirar para atrás.
De todas formas la pierna le temblaban y escuchaba sus dientes apretados. Con su actitud me demostró que el ese asunto lo hubiera resuelto a ostias. A mis 45 años, y más convencido que nunca que admiro a Julio Anguita retirado en su piso de toda la vida y que volvió a su puesto de profesor en la secundaria tras dejar la política, y no a Felipe González con sus mansiones en México y fortunas millonarias.
Tu llevas el discurso de izquierdas, derechas al extremo. Que si comunismo, revoluciones, etc, y yo no hablo de nada de eso. Yo hablo de practicar políticas tendentes a favorecer a unos o a otros. De regular el precio del alquiler o dejar que tire el libre mercado y campen a sus anchas los fondos buitres.
Pronto tus hijas buscarán pisos para independizarse y tendrán que irse a Terrassa o Manresa para poder acceder a una vivienda más o menos pagable. Pero no te preocupes que al menos dispondrán del sueldo mínimo de 900 euros que se consiguió a regañadientes recientemente porque apretaban los de la izquierda. Con un poco de suerte los de la izquierda siguen apretando y consiguen el de 1200 euros. Por cierto creo que recientemente me hablabas de la precariedad del sueldo de alguna de ellas. Con un poco de suerte los que ahora intentan pactar cumplen lo que han prometido de la educación gratuita de los 1 a 3 años, y no nos toca cuidar por necesidad a nuestros futuros nietos. Un abrazo.
Me ratifico en lo que ya dije sobre mi modo de leer, de asumir la literatura, esa patria como bien dices, asentada en tempranas lecturas de tebeos, cuentos y demás, como yo también he vivido desde muy pequeño.
ResponderEliminarLeer, como deseo de encontrar un reflejo de mí mismo en lo que plasma el escritor… puede ser, por poner un ejemplo célebre, en lo que escribió Cervantes con el Quijote, no me resisto a la aventura de indagar en el alma de don Quijote, o de Sancho, en la naturaleza del personaje, trasunto de la condición humana, a ver que puedo identificar de mí en el trazo único y peculiar de ellos, o dicho de otro modo, que tienen ellos que pueda hablar de mí.
Sin ese juego que, a mi modo de ver, me propone la literatura… ésta se convertiría en una mera transmisión de conocimiento, en algo frío y aséptico, más una herramienta científica que creativa. No desprecio la posibilidad de conocimiento que me brinda, claro que no, pero no se puede estancar ahí, porque entonces la literatura perdería la capacidad misteriosa y mágica, como producto artístico que es, desde su concepción intelectual. Así que me sirvo de la literatura para conocer, sin duda… pero con más interés aún, como método de exploración personal, un autoconocimiento nada metódico, pues cada libro es un mundo aparte, y esa es la tarea que me fascina emprender, ver en cada una de esas partes, de esos mundos separados, las conexiones con mi propio ser.
James S. Shapiro, catedrático de literatura en Columbia y experto en Shakespeare (“Shakespeare. Una vida y una obra comprometidas”, Gredos), explica así el éxito del bardo inglés:
“Tenía un talento mágico para hacer que cada miembro de la audiencia sintiera que él le estaba hablando directamente.
El espectador o lector lo agradece porque no solo ve en esas obras una parte de los demás, sino también de su propio yo invisible o agazapado. Yoes que conforman el puzle del ser humano que incluye los fragmentos contra los que la mayoría de personas pugnan por no dejar salir.”
Cortázar solía decir que consideraba al público ideal para sus obras… no a los que las leían, sino a los que las vivían. Otra cosa que apuntaba Cortázar, en su condición de lector, es que para él la lectura también suponía hacerse preguntas, preguntas que le condujesen a repuestas para explicarse a sí mismo (libro; CLASES DE LITERATURA Bekerley, 1980.).
Igual que tú, Joselu, también me sitúo en el lado contrario de Manuela, en cuanto a esa rotunda afirmación que hace, y que por supuesto respeto, con sus líneas:
“He de decir que afortunadamente he evolucionado mucho a lo largo de la vida pero jamás por lo que he leído sino por lo que he vivido, que puedo asegurar que para nada que ver con la lectura.”
Por que expuesto así, parece que lo vivido y lo leído son dos elementos disociados, desconectados, y yo no veo lo leído como un elemento que camina separado de lo vivido, al contrario, lo leído, para mí, es parte de lo vivido, es parte de su sustancia, imprime su sello a eso que llamamos vida. Dicho lo mismo de otro modo; leemos con todo el poso que han ido dejando nuestras experiencias vitales.
Yo me identifico más en estas líneas del filólogo y premio nacional de ensayo, Andrés Amorós:
“Si me quitaran todo lo que, en mi personalidad actual, procede de las lecturas, ¿qué quedaría? (…) ¿Qué conservaría, en ese caso imaginario, de mis ideas, sentimientos, gustos, aficiones, visión del mundo, sistema de valores? Imposible saberlo con precisión, por supuesto, pero no cabe duda de que resultaría un ser totalmente diferente del que ahora soy”
Pero reitero, Manuela lo ha experimentado de un modo diferente, y así queda, cada uno con la validez su experiencia.
Un saludo, Joselu
Lo has expresado con claridad y elocuencia. Es exactamente como yo lo veo. Desde que recuerdo, los libros me han servido como diálogo íntimo con otros yoes que me hablan a mí directamente y entro al trapo en ese diálogo, aunque sepa que son entes de ficción, fruto del arte del escritor que hay detrás. En esos desdoblamientos participo activamente. Como Andrés Amorós, pienso que no sé qué quedaría de mí si me quitaran las lecturas que he hecho a lo largo de mi vida. La literatura tiene una fuerza enorme para penetrar en lo más íntimo de mi ser, tal vez por eso sea más frágil que Manuela en sus apreciaciones que me han sorprendido porque yo también siento que lo leído es parte de la vida, y no de la más externa sino de la que afecta a mi núcleo. Conozco a mucha gente en que esto no es así y que desdeñan los libros o que los leen de otro modo. Imagino que viven de otra manera. Yo cuando vivo estoy inmerso en la literatura, me proporciona claves, modos de interpretar la realidad, de sentirla, de vivirla. Supongo que esto es algo que nos pasa a los que nos movemos en un universo literario. Vida y ficción se entrelazan fructíferamente. En cierto sentido, pienso que los seres humanos y la construcción de su identidad tiene mucho de literario.
EliminarHace pocas semanas que murió Harold Bloom. Era una especie de ser sobredotado que leía a velocidad prodigiosa. Un libro de cuatrocientas páginas se lo leía en una hora recordando todo y comprendiendo sus relaciones internas y sus conexiones de ideas y estética con modelos anteriores. Esto me maravilla y lo admiro. Me gustaría leer así, pero mis paseos por los libros son mucho más bucólicos y lentos.
Ha habido temporadas que me he retirado a las montañas (Las Alpujarras) y me he encerrado allí con una caja de libros elegidos y me he estado en soledad dos meses leyendo, haciendo caminatas de muchos kilómetros, escribiendo un diario de forma intensiva. Se mezclaban la naturaleza, mis lecturas, mis reflexiones... Era un tiempo conflictivo en que necesitaba claves de vida para entenderme. Y los libros me proporcionaron algunas de ellas. Recuerdo mi lectura maravillada de Viernes o los limbos del pacífico de Jacques Tournier o Opus Nigrum de Margarita Youcernar que se abre con una frase de Pico della Mirandola sobre la dignidad del hombre. Yo necesitaba saber quién era, qué hacía allí, comprenderme. Sin duda que hay personas menos frágiles que no necesitan los libros para comprenderse. No puedo decir que los envidie porque yo estoy demasiado hecho a lo que soy, un ser transparente -tal vez también turbio- modelado por la literatura.
¿Has leído Angel Guerra de Galdós? Yo lo voy a leer por cuarta vez. Galdós es mi mito personal.
Un abrazo, Paco.
Es curioso, leí de jovencillo "Viernes o los limbos del pacífico", en casa estábamos apuntados a Círculo de Lectores, y sacaron una colección, “Onda Joven” (salió en el 88, así que contaba con 21 años) llegándonos una serie de títulos, casi todos aún en casa de mis padres, entre ellos éste, que vino con otro de la alemana Gudrun Pausewang “La nube”. Y otros títulos y autores que tengo por ahí de la colección.
EliminarMe apunto el de Galdós, imposible pasar por alto tu entusiasmo.
Me ha impresionado tu reclusión espiritual en las Alpujarras ;)
Un abrazo.
De la novela de Tournier había dos versiones, una juvenil y otra adulta, supongo que te refieres a la adulta. Como has mencionado "Onda joven", he pensado que pudieras estar hablando de la escrita para adolescentes.
EliminarEn mis años como profesor y funcionario, cada dos años había la posiblidad de coger un permiso sin sueldo de hasta tres meses y yo lo hice en varias ocasiones. Una fue en enero-febrero de 1987 en que me recluí en Las Alpujarras en pleno invierno siguiendo la senda de Gerald Brenan que estuvo más de diez años residiendo en Yegen en las Alpujarras -era otro de mis ídolos: a mí me hubiera gustado ser viajero británico en la década de los años veinte-. Pasé dos meses y medio hasta la primavera, y lo recuerdo este periodo como uno de los más interesantes de mi vida, aunque no hacía nada salvo leer, escribir, caminar, hablar con mi patrona y beber vino de Albondón. Un abrazo.
Entonces tu espíritu explorador de senderos encontraría un perfecto acomodo en el fascinante Walter Starkie (1894-1976), viajero y académico irlandés, que recorrió la España del 34, sin más compañía que un violín (al que llamaba Rocinante), y unas monedas para ir tirando, convirtiendo su viaje en una de las aventuras más deliciosas y extravagantes que he leído, todo real, en un alocado homenaje al Quijote, emulando al ilustre hidalgo, se echó el violín al la espalda y... ancha es Castilla. No tiene desperdicio.
EliminarBúscalo en mi blog, casi al final de la lista de autores, Walter Starkie, te auguro un rato más que interesante.
Un abrazo, Joselu.
La mía fue, sin embargo, la de la pandilla salvaje de pueblo que se las ingeniaba para cualquier barbaridad que retara a la autoridad, como en cualquier pueblo pequeño. La vida de grupo, con libertad para movernos a nuestras anchas por el pueblo como gatos salvajes, pendientes siempre del ingenio para el mal relativo, dada la edad. Una vida social en la que no había más libros que os tostones del curso, pero muchas lanzas de caña coronadas de afiladas púas para perseguir a los gatos salvajes, de arcos con flechas que habías de andar muy vivo para que no te sacaran un ojo o luchas a pedradas, de trinchera a trinchera con pandillas "enemigas"... En fin, la "escuela de la vida" en todo su esplendor. En mi caso apareció antes la escritura que la lectura, curiosamente, porque parece que el proceso haya de ser el inverso... Ya los 9 años hasta se me pasó por la cabeza escribir un periódico, copiando las noticias de la televisión, que entró en mi casa en el 62, para venderlo a mis condiscípulos... O témpora o mores...
ResponderEliminarSabía de tu niñez salvaje y alejada de los libros. Desde luego, trasunto narrativo tiene un montón pero nunca te lo he leído en tu galería de personajes problemáticos que se encuentran conflictivamente en medio de la vida. Es quizás en tus novelas juveniles en las que más se adivina una niñez o una adolescencia fresca y real. Es curioso que de aquel gato en estado libre que se curtió en la escuela de la vida, saliera luego un lector sagaz y avisado además de un escritor tenaz y luminoso.
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