Las filosofías sobre el amor en el Renacimiento se basan fundamentalmente en dos corrientes
anteriores: el amor cortés y el neoplatonismo. Sobre el amor cortés se ha escrito muchísimo. Se
trata de la primera teorización sobre la naturaleza del amor refinado frente a
la tosquedad de la realidad cotidiana. El amor
cortés es un amor de naturaleza irrealizable. Un trovador corteja a una
dama casada. Debía ser casada porque solo una mujer casada podía tener
vasallos, porque esto es lo que es el enamorado, un vasallo, un servidor, un
esclavo amoroso que dedica su vida a un amor imposible. Escribe sus poemas
encubriendo a la dama con un seudónimo y se recitan en una corte en donde la
mayoría no saben leer. La dama sabe de ese amor oculto, una mujer siempre
termina sabiéndolo, y ello le halaga, pero el juego amoroso implica que ella
debe distanciar al amante, debe tener mucho cuidado para que su marido y los celosos no descubran la situación. Ella
se siente atraída por el amante, pero sabe que debe rechazarlo, por prudencia y
por honestidad. Sin embargo, su vida es tan radicalmente árida y aburrida que
ese amor absoluto que la pone a ella en un nivel elevadísimo le atrae y ha de
buscar medios para hacer llegar sus mensajes al trovador, mensajes y prendas de
amor...
¿Pero, entonces, es un
amor imposible? –me preguntan mis alumnos-. Sí, todo nos lleva a pensar que
el amor es irrealizable físicamente, pero eso no le quita intensidad. Un amor
de naturaleza fantástica y que no puede cumplirse es de una intensidad todavía
más alta que uno que se realiza. Porque la pulsión sexual entre los dos sujetos
del amor cortés es muy elevada. Se
desean pero es imposible. El trovador sufre intensamente, pero este sufrimiento
lo ennoblece. Amar hace al hombre más refinado, más noble, más luminoso, lo
perfecciona. Aunque sea imposible el objeto de su amor. El amor cortés no tiene que ver con la naturaleza sino con la cultura.
Uno de los primeros en teorizarlo fue Andreas
Capellanus, clérigo en una de las cortes del sur de Francia. Esa ansia de lo imposible hacía incrementar el deseo. Los
dos amantes sueñan el uno con el otro. Están juntos en la imaginación,
probablemente se masturban imaginando desnudo el cuerpo del otro. Es posible
que el trovador tenga relaciones sexuales y en ellas sustituya el cuerpo de la
mujer permitida por la otra, la oculta, y cuando introduzca el pene dentro de
ella, sueñe que lo hace dentro de la mujer soñada. Ella, la mujer casada a
través de alguna dama que la ayuda y que sabe el secreto, le hace llegar alguna
prenda íntima que esté en contacto con su cuerpo, que huela a ella, que tenga
algo de sus flujos más recónditos. Ella, tal vez, le hace llegar en un camafeo
un vellón de pelos de su pubis.
¡Qué asco! –dicen
mis alumnos. Eso es una relación...
¿morbosa? –les sugiero yo-. Sí, muy morbosa. Nada hay tan intenso sexualmente
como algo que no se puede realizar y que sucede en el terreno de la
imaginación. Ellos cada noche están juntos y nadie lo puede impedir porque es
un amor soñado, imaginado, y la imaginación es la facultad más potente que
existe. Un cuerpo real no es nunca tan intenso como un cuerpo recorrido
milímetro a milímetro por las manos de los amantes en su imaginación.
Nada es tan real como
un cuerpo real, me dicen mis alumnos que escuchan asombrados. Yo les
contesto que en la sociedad que vivimos domina la satisfacción inmediata del
deseo y se concibe difícilmente la demora o el retraso en la posesión del
cuerpo deseado que deja de interesar si no es accesible, pero en el tiempo en
que estamos, los seres humanos debían recurrir a la imaginación para dar rienda
suelta a lo que no podía ser posible en el mundo real. La relación entre Lanzarote del Lago, el mejor caballero
del rey Arturo, con la reina Ginebra es representativa de este modo
de ver las cosas, en el mundo cortés. Ella cuando es penetrada por el rey Arturo imagina que quien lo hace es Lanzarote y su deseo es infinitamente
mayor y el rey lo desconoce totalmente. Nadie puede penetrar en el mundo oculto
de la imaginación.
En el plano real, la dama casada rechazaba al amante y le
ponía obstáculos para comprobar la fuerza de su amor, pero a ella le subyugaban
su constancia, sus versos llenos de conceptismo medieval en imágenes enfermizas
y retorcidas que revelaban la intensidad de lo sexual, escritos en clave para
que solo ella pudiera entenderlas. Las palabras se cargan, en la retórica de
versos alambicados, de una fuerte tensión sexual, pues son escritos en noches
de intenso deseo cuando él se masturba pensando en ella y acariciando los pelos
de su pubis que mete en su boca para recorrerlos con su lengua sabiendo que son
de ella. Ella lo imagina y eso la excita hasta límites difícilmente
concebibles. Sus damas la bañan y dan ungüentos y ella sueña que es él el que
es una de esas damas que la acaricia desnuda y la ve por la mañana cuando se
levanta. La vida en la corte, una corte grosera, una corte sin apenas
refinamiento, se convierte en un paraíso sensual en la imaginación de los dos
enamorados que saben que su amor es imposible, tanto que ni siquiera esperan
una oportunidad, pues nada será tan alto como lo que sucede en el terreno de su
imaginación. No, no es un amor pueril, el amor
cortés, no es un amor masoquista. No, supone el triunfo de los sueños
frente al mundo de la realidad de cortos alcances en una corte plana y sin
estímulos. Y ella frota su prenda más íntima con su fluido para hacérsela
llegar de alguna manera al amante que la olerá y la morderá en un éxtasis de
deseo brutal.
El silencio se hace en la clase. Mis alumnas musulmanas son las menos sorprendidas.
Pues vaya.
De pequeño siempre quise ser un caballero andante que rescata a una princesa, de mayor fui un vendedor de camiones que ·"capturó" a una funcionaria, que puede sonar poco romantico, pero que me ha hecho muy feliz.
ResponderEliminarNo deja de ser un bello microrrelato digno de cualquier página dedicada a ellos, y, además, con final feliz.
EliminarEl amor sentimental, para separarlo del amor fraternal o filial, es una derivación de ese amor cortés nacido en la corte de Aquitania.
ResponderEliminarAntes las cosas eran mas sencillas, existía la apetencia sexual y existía el interés. Los hombres, en las mujeres era más complicado, se acostaban por puro deseo sexual y se casaban por su interés o por interés familiar o patrimonial, en la mayoría de los casos.
No había relación entre el sexo y el amor y menos entre el sexo y el matrimonio.
El amor cortés con su insoportable lirismo romántico vino a complicarlo todo ya que convirtió la seducción en el protagonista de la historia. Desde entonces se hizo más importante lo que se sentía en la cabeza que lo que se sentía entre las piernas que fue considerado como algo soez y pernicioso. Se hizo más importante la batalla por conseguir el amor que el amor por si mismo plenamente realizado. Demasiados caballeros andantes para ganar un sueño. De aquellos polvos -no realizados- éstos lodos.
Si lo piensas bien, la sexología moderna -desde los inefables Masters and Johnson- es la recuperación de aquella dicotomía entre amor y deseo anterior a las "pajas líricas" de los trovadores y juglares.
Un abrazo
Sí, pero todo esto fue para gozo de la literatura que encontró en la expresión de estos sentimientos una exploración minuciosa del amor como creación cultural y artística. La buena literatura no deja de ser heredera de esta descripción casi morbosa del proceso de seducción y el dolor de amar concebido a la vez como gozo en el sufrimiento (porque es peor no amar) del enamorado que se perfecciona en ese acto de amar. Además va unida a la idea sumamente interesante de que el amar nos transforma en el objeto amado al identificarnos con él. Yo no sé cómo enjuiciar el amor cortés como experiencia cultural, pero como literaria es prodigiosa. Estoy convencido que la exploración meticulosa del mundo de Guermantes que hizo Proust tiene su origen lejano en esta experiencia de transformación del enamorado y su descripción de sus estados anímicos.
EliminarUn abrazo muy agradecido pues has entrado en el debate desde el centro del mismo.
Muy interesante la exposición sobre esos usos amorosos. ¡Qué lejos de la realidad actual! Es excitante et amor cortesano. A mí me encanta ese amor. Ese amor que no supone contacto carnal directo y sí roces mentales. Es un amor etéreo. Pero tan etéreo, como cierto y real. Me hubiera gustado preguntarle a Alonso Quijano qué opina sobre el tema. Seguro que nos hubiera ilustrado admirablemente...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Ese amor o esa experiencia es, como bien dices, plenamente mental y yo diría que intelectual. Y estoy seguro de que es posible y real. A través de la escritura es posible trenzar la relación entre dos espíritus afines que se acercan anímicamente y disfrutan asimismo de una relación casi totalmente sexual cuyo corolario no tiene por qué ser la realización física. Esta ha sido mi motivación para escribir este post: mostrar cómo dos seres, en un tiempo adverso, podían vivir juntos en su mente, en su imaginación, disfrutando de ese roce mental que puede llegar a ser muy intenso, extraordinariamente intenso.
EliminarUn abrazo fuerte, compañero.
Esto sí tiene mérito en los tiempos que corren...
ResponderEliminar¿A qué te refieres exactamente? ¿Al tipo de amor que describo? ¿A la experiencia en sí de explicación del amor cortés a los jóvenes?
EliminarLas conversaciones en clase sobre tópicos amorosos y relaciones sexuales en la literatura son de lo más divertido. Los alumnos tienden a pensar en nosotros y en nuestro mundo de papel como pergaminos apolillados, vacíos de pasión. Cuando desvelas los entresijos de las relaciones entre Calisto y Melibea, la pulsión sexual que se esconde en el romancero, el perverso juego de apariencias en el teatro barroco, etc. se quedan alucinados, porque para ellos esos textos son opacos y se ven incapaces de leer entre líneas por su falta de competencia cultural. En cuanto a la satisfacción inmediata del deseo, quizá con la crisis empiece a cambiar la cosa :)
ResponderEliminarSiempre resulta interesante leerte, Joselu. No entiendo nada sobre el amor cortés, pero para los adolescentes esto puede resultar algo fuera de lugar, debe de resultarles difícil de entender. No sé si existe el amor cortés y esa imaginación tan desbordante para alimentarlo, pero sí creo en la química entre las personas, hay personas con las que conectas a la primera sin saber por qué y otras que rechazas de plano, o sea, yo veo química, y esa conexión puede ser de cualquier tipo, igual parte de lo que digo es una secuela de aquél amor cortés. Y lo de la química, bueno, a mi me pasa, a quién no. Bueno, igual a todo el mundo no. No sé. Me habría gustado saber la opinión de más mujeres.
ResponderEliminarBesos.
Curiosamente estoy hojeando un libro de Ramiro de Maeztu que trata de algo similar. Don Quijote, Don Juan y La Celestina, lleva por nombre.
ResponderEliminarCreo que, y a pesar de saber lo que es la realidad virtual, a los jóvenes les es muy complejo llegar a entender todo lo que está en la órbita del amor "platónico". El sistema en el que viven donde todo es "para aquí y ahora" les hace imposible hacerse a la idea.
Tampoco se puede pedir capacidad de sacrificio, esa que obliga a esperar y ser respetuoso con el tiempo, pues las cosas, ahora y en este momento social, no funcionan así.
Pero encuentro superior que en las clases que impartes, y a la juventud, des este tipo de lecciones. Es indispensable para hacerles pensar.
Una entrada que me ha gustado mucho
Salut
Es una republicación que apareció por primera vez en el blog el 12 de octubre de 2014 cuando todavía era profesor. No es actual, pero la he publicado de nuevo porque en El imperio de lo efímero aparece el amor cortés en las cortes europeas, especialmente francesas, como un modelo de amor refinado y profundamente erótico precisamente por la negación de su realización. Es en estas cortes cuando en el siglo XIV surge la moda por primera vez, así que los amantes tenían que ser además de modelos de perfección como caballeros, apuestos, refinados y también seductores por su vestimenta. Se puso de moda que los hombres llevaran un jubón corto y calzas que cubrían sus piernas, lo que realzaba la belleza masculina. También las mujeres adaptaron su vestimenta a esa moda incipiente, resaltando su pecho y su cintura. El tema de la moda yo lo desconocía cuando escribí este post; si lo hubiera sabido entonces, podría haber dado mucho juego. La Edad Media fue mucho más libre de lo que creemos, fue posteriormente cuando se impuso una moral mucho más restrictiva y moralista. Hombres y mujeres competían en mostrar un porte seductor y atractivo. Era un precioso juego de seducción extramatrimonial, porque el matrimonio era una unión política, un concierto económico y político entre familias.
EliminarMe alegro de que te haya gustado. Yo disfrutaba mucho con las clases de literatura.
Saludos.
Pues si nos remontamos a unos dos mil quinientos años, aún veríamos más adelantos que ahora en lo que son las relaciones sexuales.
ResponderEliminarEl término "amor platónico", que se nos aparece en "El banquete" de Platón, no va dirigido a ninguna damisela, sino que se trata del amor entre dos efebos, cosa normal en aquella época.
Si hubieramos estado en la Esparta de Aristóteles, nos hubieramos dado cuenta de que no sólo disponian de dos reyes a la vez para no quedarse sin gobierno en caso de la muerte de alguno de los dos, sino que la temida "falange" era una fila única compuesta siempre por guerreros en números PARES , y que podían ser de 8, 10 ó 12 personas, siempre hombres.
¿Porqué?, porque generalmente eran parejas de hecho que generalmente se empezaban a conocer a la edad de 12 años (edad de comienzo del aprendizaje escolar) y si mataban a uno de los dos en el campo de batalla, eso hacía acrecentar el odio hacia el enemigo por el amado muerto.
¡Hay tanto que desconocemos y que creemos que lo hemos inventado nosotros¡.
Quizá esta sea una época de oscurantismo y bobaliconería, si bien es verdad que la religión siempre ha sido un lastre pesado de llevar y que ha inducido a una represión sin ambajes.
Un placer
Salut
Pero solo del cristianismo surgió una sociedad democrática y ansiosa de libertad, no por la represión sino porque la religión cristiana lleva en semilla el libre examen, la discrepancia, la individualidad, la razón, la democracia, la moda, el amor cortés. Tras la disolución del mundo clásico y del imperio romano vinieron siglos oscuros en los que el cristianismo fue el aglutinador en Europa. Luego el humanismo de raíz cristiana alumbró una nueva época que no era atea pero sí crítica y la ciencia, pese a algunos contratiempos, se afianzó y se erigió en fundamento de un nuevo tiempo. Y vino la Enciclopedia y la revolución francesa, y Marx, todo fenómenos derivados de la herencia cristiana. Lo que somos, seamos creyentes o no -y yo no lo soy- tiene como origen el cristianismo. La religión no solo fue represión, todas las religiones lo son, sino también germen de la razón y de la modernidad. El mundo no hubiera sido posible sin religiones, y solo la cristiana ha creado la modernidad, no ha sido el budismo ni el Islam ni el judaísmo.
EliminarPor eso, pienso que hasta la moda tiene su origen en él. Al menos es la tesis del libro de Lipovetsky.
También un placer, saludos.
Estoy de acuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo
Todas nuestras formas de vivir el amor están condicionadas. Tengo una premisa y es que creo que el amor, tal y cómo nos lo filtran, no existe. Amamos a quien responde a quien soy yo. Sólo tiene que ver con mi carencia, que el amor es hacia uno mismo y yo me amo a mí misma cuando estoy con esa persona.
ResponderEliminarMe ha gustado tu respuesta a Miguel. Creo que eso es lo más sublime.
Es la idea del amor espejo, la de que el amante se refleja en el amado. Hay un concepto llamado homoprosine que expresa que los dos amantes tienden a parecerse física y espiritualmente, adoptan estéticas similares y sus gustos se adaptan mutuamente. Uno así ama en la otra persona a sí mismo, o se ama a sí mismo en la otra persona.
EliminarGenial repost, maestro. Con todas las letras, que me ha hecho viajar a mis mocedades, en los que soñaba ser todo un caballero de la mesa redonda del Rey Arturo. Más allá de los debates sobre los usos y costumbres sentimentales, hoy Toto cuando seduce a Helena en la fabulosa cinta de Tornatore, Cinema Paradiso, sería un acosador. Me gustaría añadir dos obras que me marcaron en mi adolescencia. El prontuario de amores y su evolución ya ha sido magnificamente desarsollado aquí. Hasta la Atenas clásica hemos viajado con los efebos, que me recordaron a los que Cernuda cantó en su elegía por García Lorca, y que en el Mono Azul, revista cultural del partido comunista, censuraron. En fin, antes de enredarme más, diré que Los Lais de Maria Francia y esta obra sobre trovadores, juglares, me subyugaron https://www.alianzaeditorial.es/libro/literatura/poesia-de-trovadores-trouveres-y-minnesinger-varios-autores-9788491810322/
ResponderEliminarFabulosas las dos. Pese a que algunos jóvenes no entiendan de otro amor, que el inmediato y carnal. Y se les escapen sutilezas como el deseo en muchas más facetas de la vida que la sexual. Maestro, grandisima entrada.
Recuerdo una época de mi vida profundamente satisfactoria cuando era profesor de literatura. Luego me reconvirtieron en profesor de lengua y literatura en que esta última era un apéndice fofo y sin ninguna entidad. Los alumnos perdieron en un 95 por ciento su predisposición a la literatura y la lectura, y viví una crisis muy profunda. Me atrae, como a ti, la estética cortesana, y en especial esa idea de contención que la hace mucho más intensa. Mi interpretación de las relaciones de vasallaje es puramente personal, pero estoy seguro que no descubro nada que no haya sido real. La distancia entre amantes puede incrementar muchísimo el goce sensual haciéndolo brutalmente intenso. Lo importante es el deseo y la imaginación. Ciertamente, los siglos XVI y XVII supusieron una mutilación a la frescura y al desembarazo medieval imponiendo una moral puritana y llena de pecado. Me ha gustado mucho tu comentario y tu vocación de caballero de la Tabla redonda.
EliminarPor cierto, la moral comunista es extremadamente puritana. Yo lo he vivido en primera persona como militante.
Un cordial saludo y gracias.
POESÍA DE TROVADORES
ResponderEliminarQué curioso, blogger no me ha puesto la nueva entrada y eso que tiene días, será por los últimos cambios.
ResponderEliminarCoincido contigo en que con la imaginación se llega más lejos, y que puede aportar mucho más que la propia realidad. Lástima que actualmente este de capa caída, se nos da todo hecho y cada vez recurrimos menos a ella y a su fascinante influjo.
Un abrazo.
Imagino que es normal. Parece cien veces mejor un cuerpo real que un cuerpo imaginado; sin embargo, en el mundo cortesano, era un amor adúltero y peligroso y había que tener cuidado. De las estrategias a que da lugar son de las que surge dicho amor refinado y contenido, sometido a control, pero, a la vez, profundamente imaginativo para atravesar paredes y dificultades. Se unen la poesía y el erotismo. Un abrazo, Ana.
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