Blog poliédrico que no cree que haya una versión canónica de la realidad y que asume la contradicción flagrante como sistema de interpretación del mundo.
La idea que tenemos primigenia, de no querer hacer sufrir a nadie con y por nuestros actos, se va esfumando con el paso de los años. Nuestras decisiones, las que tomamos cada día, las que la vida nos obliga a tomar diariamente, no siempre benefician o dejan indiferente a las personas que nos rodean. En muchas ocasiones, sino perjudican si interfieren y no siempre para bien, con todo aquello que tenemos contacto, y dentro de él, afecto.
Estamos condenados a ser libres, y en esa libertad a tomar decisiones, y en esas decisiones entran las que hacen, sin querer, sufrir en nuestras relaciones. Un abracico
En efecto, Miquel, la vida inevitablemente nos lleva a causar dolor a las personas que más queremos y a las más cercanas. Hacer daño a quien no nos importa demasiado, no tiene mucha importancia, pero el caso es que lo hacemos a los que sí nos importan, inexorablemente. Así que cuando establecemos una relación profunda, hemos de saber que estamos expuestos al dolor que nos causarán y al que causaremos. Es una ley. Amor y dolor van unidos. Y sí, un abracico maño, en esta Cataluña de luces y sombras tan peligrosa.
Lo único que nos pertenece como propio es el dolor. Y en cambio, es con lo que más afanosamente buscamos su abandono. Antes recordaba el dolor cuando estaba presente. Ahora, en cambio, lo que noto es su ausencia.
No comparto la idea del dolor inevitable en toda relación humana, y no es por llevarte la contraria, pienso que podemos elegir. Sólo si no queremos abandonar esa relación porque nos sentimos incapaces de sobrevivir sin ella o tal vez por un sentimiento de culpa (a veces somos jueces durísimos con nosotros mismos) asumimos el dolor que ésta pueda acarrear. Un abrazo.
Pero, ¿no crees Ana?, que en nuestra libertad de elegir (pregunto), en ese no querer abandonar la relación por sentimiento de culpa ( o sea el DOLOR que nos atenaza sintiéndonos culpables; o bien, que nos sentimos incapaces de sobrevivir sin ella (el DOLOR que nos infringimos sino está lo que deseamos), que todo lo que has escrito un pelín más arriba, insisto, ¿no crees Ana. que todo eso no es dolor inevitable?, que por mucho que hagamos una cosa u otra, ¿no le causaremos dolor a la otra persona? Salut
Espero no escandalizarte Tot pero pienso que la culpa es innecesaria e inútil, no ayuda y destruye un montón. Normalmente hacemos lo que podemos y tenemos que tomar decisiones en función de lo que creemos que es mejor según lo que sentimos o la información que tenemos en ese momento. Puede ocurrir que luego pensemos que igual lo podríamos haber hecho de otra manera y te entra la duda de ¿por qué lo hice así? pues porque en ese momento te pareció que era lo mejor, no somos robots, somos seres humanos experimentando y aprendiendo un poco de todo a diario. La única esperanza de tener paz y ser un poco feliz es darle la espalda a la culpa, decirle que se vaya por dónde ha venido, con la lección aprendida es suficiente, lo puedes hacer mejor la próxima vez. Sé que suena radical pero pienso que no hay nada más radical y autodestructivo que dejar que la culpa te atrape y tome el control de tu vida.
No, no lo haces, Ana, Se agradece el argumentar y saber el porqué de los pensamientos de quien está detrás de la pantalla. Es posible que sea como dices, y que el sentimiento de culpa sea impuesto por otros órdenes que no los intrínsecos, sino los sobrevenidos (educación, religión, padres...). Aquí desembocaría en la religión y me iría por los cerros de Úbeda, cosa que no deseo. Un abrazo grande y gracias por tus pensamientos. Salut
Gracias a ti Tot. El inconveniente de tener esta forma de pensar es que a menudo las personas se sientes molestas y me encanta que alguien hasta me agradezca una opinión que comparto porque creo que es útil. Un abrazo.
Hola, Ana, disculpa que haya tardado en contestarte. Ha habido una serie de factores que me han retrasado. He visto vuestro diálogo -de Tot y tuyo- y ha parecido muy interesante.
El fragmento elegido pertenece a una obra de Graham Greene, autor católico y que dio fundamento a algunas de sus obras precisamente por esa condición. En El revés de la trama, asistimos a las contradicciones de un hombre, Scobie, desgarrado por un adulterio que comete y que le produce un intenso sentimiento de culpa aunque no está dispuesto a arrepentirse porque ama a las dos mujeres. Quiero decir que es muy probable que la perceción culpabilizadora del personaje del cual está extraído este fragmento, esté marcado por la culpa del catolicismo. Tú tienes una visión diferente, alejada de la culpa y ello es muy significativo e interesante. Puede que este pensamiento esté muy alejado de cómo sientes tú. Los que hemos sido educados en el catolicismo, es posible que sintamos de forma diferente. Es lo que pienso que nos pasa a Tot y a mí.
La idea que tenemos primigenia, de no querer hacer sufrir a nadie con y por nuestros actos, se va esfumando con el paso de los años.
ResponderEliminarNuestras decisiones, las que tomamos cada día, las que la vida nos obliga a tomar diariamente, no siempre benefician o dejan indiferente a las personas que nos rodean. En muchas ocasiones, sino perjudican si interfieren y no siempre para bien, con todo aquello que tenemos contacto, y dentro de él, afecto.
Estamos condenados a ser libres, y en esa libertad a tomar decisiones, y en esas decisiones entran las que hacen, sin querer, sufrir en nuestras relaciones.
Un abracico
En efecto, Miquel, la vida inevitablemente nos lleva a causar dolor a las personas que más queremos y a las más cercanas. Hacer daño a quien no nos importa demasiado, no tiene mucha importancia, pero el caso es que lo hacemos a los que sí nos importan, inexorablemente. Así que cuando establecemos una relación profunda, hemos de saber que estamos expuestos al dolor que nos causarán y al que causaremos. Es una ley. Amor y dolor van unidos. Y sí, un abracico maño, en esta Cataluña de luces y sombras tan peligrosa.
EliminarLo único que nos pertenece como propio es el dolor. Y en cambio, es con lo que más afanosamente buscamos su abandono. Antes recordaba el dolor cuando estaba presente. Ahora, en cambio, lo que noto es su ausencia.
ResponderEliminarDichoso tú que puedes ausentarte de él, aunque transitoriamente.
EliminarNo comparto la idea del dolor inevitable en toda relación humana, y no es por llevarte la contraria, pienso que podemos elegir. Sólo si no queremos abandonar esa relación porque nos sentimos incapaces de sobrevivir sin ella o tal vez por un sentimiento de culpa (a veces somos jueces durísimos con nosotros mismos) asumimos el dolor que ésta pueda acarrear.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pero, ¿no crees Ana?, que en nuestra libertad de elegir (pregunto), en ese no querer abandonar la relación por sentimiento de culpa ( o sea el DOLOR que nos atenaza sintiéndonos culpables; o bien, que nos sentimos incapaces de sobrevivir sin ella (el DOLOR que nos infringimos sino está lo que deseamos), que todo lo que has escrito un pelín más arriba, insisto, ¿no crees Ana. que todo eso no es dolor inevitable?, que por mucho que hagamos una cosa u otra, ¿no le causaremos dolor a la otra persona?
EliminarSalut
Espero no escandalizarte Tot pero pienso que la culpa es innecesaria e inútil, no ayuda y destruye un montón. Normalmente hacemos lo que podemos y tenemos que tomar decisiones en función de lo que creemos que es mejor según lo que sentimos o la información que tenemos en ese momento. Puede ocurrir que luego pensemos que igual lo podríamos haber hecho de otra manera y te entra la duda de ¿por qué lo hice así? pues porque en ese momento te pareció que era lo mejor, no somos robots, somos seres humanos experimentando y aprendiendo un poco de todo a diario. La única esperanza de tener paz y ser un poco feliz es darle la espalda a la culpa, decirle que se vaya por dónde ha venido, con la lección aprendida es suficiente, lo puedes hacer mejor la próxima vez.
EliminarSé que suena radical pero pienso que no hay nada más radical y autodestructivo que dejar que la culpa te atrape y tome el control de tu vida.
No, no lo haces, Ana, Se agradece el argumentar y saber el porqué de los pensamientos de quien está detrás de la pantalla.
EliminarEs posible que sea como dices, y que el sentimiento de culpa sea impuesto por otros órdenes que no los intrínsecos, sino los sobrevenidos (educación, religión, padres...). Aquí desembocaría en la religión y me iría por los cerros de Úbeda, cosa que no deseo.
Un abrazo grande y gracias por tus pensamientos.
Salut
Gracias a ti Tot. El inconveniente de tener esta forma de pensar es que a menudo las personas se sientes molestas y me encanta que alguien hasta me agradezca una opinión que comparto porque creo que es útil. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Ana, disculpa que haya tardado en contestarte. Ha habido una serie de factores que me han retrasado. He visto vuestro diálogo -de Tot y tuyo- y ha parecido muy interesante.
ResponderEliminarEl fragmento elegido pertenece a una obra de Graham Greene, autor católico y que dio fundamento a algunas de sus obras precisamente por esa condición. En El revés de la trama, asistimos a las contradicciones de un hombre, Scobie, desgarrado por un adulterio que comete y que le produce un intenso sentimiento de culpa aunque no está dispuesto a arrepentirse porque ama a las dos mujeres. Quiero decir que es muy probable que la perceción culpabilizadora del personaje del cual está extraído este fragmento, esté marcado por la culpa del catolicismo. Tú tienes una visión diferente, alejada de la culpa y ello es muy significativo e interesante. Puede que este pensamiento esté muy alejado de cómo sientes tú. Los que hemos sido educados en el catolicismo, es posible que sintamos de forma diferente. Es lo que pienso que nos pasa a Tot y a mí.
Un fuerte abrazo.
Igualmente, un gran abrazo!!
Eliminar