¿Cuál es el color de una rosa si no hay nadie que la vea, una rosa que nace, vive y muere sin ningún observador? No sería roja puesto que el color es fruto de una percepción subjetiva del espectador. Del mismo modo, ¿cómo sería un universo sin ninguna conciencia que pudiera observarlo, comprenderlo y admirarlo? A partir de preguntas como esta, se desarrolla el llamado principio “antrópico” que viene a ser, sintetizando, la constatación de que el universo existe para que nosotros, seres con conciencia, podamos admirarlo e intentarlo comprender. Y más allá todavía, según la idea de John D. Barrow y Frank J. Tipler, el universo existe para producir seres como nosotros. Está hecho a nuestra medida. Está adaptado a nosotros. No puede ser de otra manera porque, evidentemente, al considerar el cosmos solo podemos suponer que es la clase de cosmos capaz de producir seres pensantes como nosotros. Es una tautología.
El origen del universo hace 13.600 millones de años comenzó con el big bang y se puso en marcha un proceso cosmológico que tuvo como consecuencia que surgiera la vida. Dicho proceso produjo infinidad de constantes físicas a lo largo de eones de tiempo, pero si alguna de estas constantes hubiera sido diferente, no hubiera surgido la vida ni nosotros, seres humanos y entes biológicos basados en el carbono. Animo a investigar este aspecto a los curiosos que quieran profundizar en el principio antrópico. El surgimiento de la vida era altísimamente improbable. Necesitaba billones de coincidencias que se produjeron. Se ha señalado a que es como iniciar un viaje alrededor del mundo y parar en muchas ciudades en las que en cada una se compra un número de lotería. No sería extraño que uno de esos números fuera premiado, pero el caso es que lo fue en todas las ciudades por que pasó el viajero. Igualmente sería lo mismo que disparar una flecha desde alguna galaxia lejana que acertara en la tierra en un blanco de un milímetro de espesor.
Una versión moderna de la teoría del Caos sostiene que la configuración del universo en sus múltiples detalles es condición necesaria para la aparición de un planeta como el nuestro, anómalo totalmente en el universo que conocemos,
Barrow y Tipler en su libro The Anthropic Cosmological Principle (1986) sostienen que tal vez la información sea una propiedad innata del universo y, por consiguiente tienen que llegar a existir seres conscientes. La idea sería que “nosotros como especie seríamos el instrumento del que se valdría el cosmos para explicarse a sí mismo”. “Cabe entonces afirmar que el propósito del cosmos es producir y mantener vida inteligente.”
De esta constatación, llamada principio antrópico fuerte, se deriva que, después de todo, la humanidad sí que tiene un lugar especial en el Universo. Brandon Carter en 1973 afirmó que “Aunque nuestra posición no es necesariamente central, es inevitablemente privilegiada en cierto sentido”.
Por tanto, el objetivo de este universo es producir mentes pensantes. Y esto solo se ha producido, que sepamos nosotros, en este frágil planeta al que hemos llamado Tierra, aunque mejor hubiera sido llamarlo Océano. Puede que eso nos tendría que suponer cierto orgullo, pero no es solo eso, sino que supone que con ello va una enorme responsabilidad. James Lovelock del que he tomado ideas concluye con que “Nuestra recompensa es la oportunidad de comprender algo del universo y de nosotros mismos”.
Hemos hablado del Principio Antrópico fuerte, pero quedan en el aire el llamado Principio Antrópico débil que presupone la existencia de infinidad de universos, el llamado Multiverso, pero que dejamos para el debate, igual que el llamado "Diseño inteligente", la visión religiosa del principio, la posición de Stephen Hawking, etc.
Animo a ver el vídeo, pero tras leer el post si alguno se interesa.











