Páginas vistas desde Diciembre de 2005




Mostrando entradas con la etiqueta MISCELÁNEA PERSONAL. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta MISCELÁNEA PERSONAL. Mostrar todas las entradas

domingo, 25 de abril de 2021

El misterio de la identidad


Ciertamente, creo con Walt Whitman que la Metafísica es el arte de desconcertarse a uno mismo. Y me explico: los seres humanos en conjunto y en particular me resultan extraños y paradójicos. Cuanto más los contemplo, cuanto más los leo, cuanto más los escucho, más conocidos me resultan, pero a la vez que se me acercan en un sentido, se me alejan en otros. Pienso que es imposible llegar a comprender a nadie por completo. Podemos llegar a acceder a algunas claves interpretativas, pero en cuanto nos seguimos acercando a esa persona, más se aleja de nosotros convirtiéndose en un misterio por transparente que pueda parecer. Los seres humanos nos resultamos opacos unos a otros en cuanto a las lógicas que nos mueven y dan sentido. No hay nada más lejano que otro ser a nuestra conciencia. Los novelistas, dramaturgos y poetas, y los artistas en general, exploran el misterio de la otredad intentando sumergirse en ella desde perspectivas subjetivas. Es la historia del arte, y en especial de la literatura como intento de rastreo y configuración de lo que nos hace ser algo esencialmente enigmático. He sido desde que recuerdo, lector voraz. Así desde que empecé a leer a mis cuatro años y algo no he dejado de leer y me siento desbordado por la extrañeza del Otro que se manifiesta en cada una de las novelas que leo. Por más que intente comprender a los personajes literarios, más se me escapan. Por más que intente acceder al hacedor de su narrativa, el autor, más se me desliza como arena entre mis dedos. Yo mismo, el eje de mi vida, soy para mí algo inaccesible por más que intente llegar al fondo de mí mismo. Ante esto hay muchas personas que lo dan por descontado y no intentan comprender más allá de lo visible, de lo accesible, de lo aparentemente real, de lo dado y sostienen que no hay que intentar penetrar en el territorio de lo confuso, de lo metafísico… Vamos, que no hay que buscar cinco pies al gato, que la vida es hermosa sin intentar comprenderla y que todo intento de darle un sentido es un proyecto condenado al fracaso, que la vida y los demás hay que vivirlos sin procurar desentrañarlos… Son estos seres de acción que no se contemplan a sí mismos y que no hacen por transgredir el fenómeno de la otredad. 

 

Volviendo a la cita de Walt Whitman, sobre el arte de desconcertarse a sí mismo como ejercicio metafísico… he de decir que me gusta ser siempre diferente a mí mismo, carecer de unas claves mecánicas y reiterativas sobre el sentido de la propia identidad, llegando incluso a sorprenderme a mí mismo como me gusta que me sorprendan los demás subvirtiendo su propia lógica constitutiva. 

 

Mis hijas se ríen conmigo y me parodian diciendo que un día pregunté a un camarero chino si tenían flan Mandarín a lo que el amable empleado me dijo que sí, que, efectivamente, lo tenían. Yo le repuse seriamente, “pues tráigame un helado”. Esto a mí no me sorprendió pero a ellas sí que les hizo mucha gracia y me lo recuerdan con frecuencia. Pudieron pasar muchas cosas en ese cambio de deseo, unas escasas décimas de segundo pueden suponer una transformación del anhelo de flan, es posible que simplemente expresándolo yo me hubiera dado cuenta de que en realidad no me apetecía. Son mecanismos ultrarrápidos del cerebro cuyo sentido desconozco. 

 

Para mí, pues, los seres humanos son como esta anécdota. Cuando he creído comprenderlos, cambian su petición y solicitan algo totalmente diferente dejándome sorprendido. No se puede reducir a nadie a una fórmula por más que muchos intenten hacerlo para lograr ser coherentes en su identidad… cuando la identidad es como intentar atrapar agua entre los dedos. Quizás ni siquiera hay dedos ni agua… Evohé. 

sábado, 12 de octubre de 2019

El mito de la lectura

                                                                         Johann Wolfgang von Goethe
Permítanme que les incomode en algo sobre lo que parece haber un consenso universal de la derecha y la izquierda biempensante. ¡Algo increíble! Todos tienen entre sus presupuestos básicos que leer es bueno y, animados por ese pensamiento generalizado y aparentemente obvio, quieren fomentar la lectura en los niños y adolescentes, así como en toda la población en general. Todos parecemos estar de acuerdo en que promocionar la lectura estimula un montón de elementos y facultades del ser humano que nos llevan a la imaginación, la amplitud de miras, la buena ortografía, la tolerancia, la curiosidad, la grandeza de ánimo, los valores democráticos…

Y así en la escuela primaria y secundaria es objetivo fundamental introducir a nuestros alumnos en el maravilloso mundo de la lectura que descubre universos diferentes en que se pueden vivir otras vidas y ampliar nuestra cultura. Llevo muchos años en este empeño pero no lo tengo claro. No sé por qué la lectura es una actividad superior o más elevada que jugar al fútbol o ser aficionado a ver películas porno. En mi historia como profesor han pasado muchos alumnos. No tengo claro que los que se hicieron lectores sean mejores personas que los que no leen un libro nunca. Conozco a algunos de estos y no tengo nada que reprocharles. Ni puedo decir que tengan un espíritu más reducido que los que son lectores. No pienso que la lectura abra mundos o perspectivas sino al que previamente estaba preparado para que se las abriera. Conozco a lectores contumaces que son apocados, depresivos, con mala conciencia de sí mismos, que tienen pésima ortografía. Tengo el honor de conocer, en cambio, a excelentes personas, abiertas, llenas de humanismo y sentido del humor que viven en la realidad y que no leen jamás un libro. Su espíritu es abierto y nada sectario. No sé cómo han llegado allí si no han leído libros que estimularan su curiosidad intelectual. Y se hacen preguntas importantes y las resuelven bien. Por el contrario, sé de lectores impenitentes y viajeros que han dado la vuelta al mundo siete veces que tienen un espíritu reducido y limitado. También sé de lectores a los que la lectura ha llevado a ser mejores personas. Pero pienso que hubieran llegado de todas maneras incluso sin leer.

Los profesores hemos de dedicar una energía enorme en defender ese principio intocable de que leer trae consecuencias realmente extraordinarias y hemos de hacer leer a nuestros alumnos obras muchas veces banales para estimular su competencia lectora. Damos por supuesto que leer es un proceso complejo que hay que estimular poco a poco ofreciéndoles menús a su medida. No se llega a Ana Karenina así como así. Hay que empezar con cosas más a su alcance para potenciar su capacidad lectora. Y yo pienso que leer es como cualquier otra afición. Como jugar al ajedrez, al parchís, a los bolos, al fútbol… Tiene una pátina intelectual asociada en nuestra civilización que lo hace ser especial.. Nadie osaría defender que leer o no es indiferente. Yo lo hago. Lee el que tiene ganas, el que le sale, el que lo necesita… y éste no necesitará campañas de promoción de la lectura igual que al que le gusta el fútbol no necesita que le demuestren obligatoriamente que el fútbol es hermoso. No necesitamos leer para ser abiertos o tolerantes. La clave está en otro lado. Nadie tiene que demostrar que el amor es importante. Surge naturalmente. Ni se tiene que evaluar la capacidad de amar de los seres humanos. Leer es para algunos como respirar. No sé por qué. Llegarán a ello de cualquier manera aunque exista la mayor represión por parte del sistema, aunque en su casa no haya libros, aunque en su instituto no haya lecturas obligatorias, ni discursos de políticos que con sonrisas estereotipadas hablen de lo maravillosa que es la lectura.

Hay una industria editorial que necesita vender y como cualquier objeto de consumo promocionan sus productos extendiendo su validez como una necesidad estratégica para sobrevivir la humanidad.

No olvidemos que conspicuos nacionalsocialistas eran devotos lectores de Goethe, HolderlinKleist, Novalis… Y que algunos como el famoso doctor Mengele antes de ser conocido por su siniestra fama, hizo retiros espirituales en algún monasterio disfrutando de la meditación y la lectura.

Asistí hace un par de años a unas jornadas de literatura africana, y una escritora de cierta notoriedad nos hacía ver que los africanos no son buenos lectores ni siquiera en la universidad. Son refractarios a los libros y la cultura impresa. No se concentran en ellos, imbuidos como están de la vida en estado puro. Pero la cultura africana durante centenares o miles de años ha sido ágrafa y su literatura se ha transmitido oralmente por medio de leyendas, fábulas, cuentos… Hoy hemos de exportar también a África que leer La montaña mágica o El jugador ampliará su mundo mental, su imaginación, su capacidad de ser buenas personas…

Pero yo no lo tengo claro. Nada claro.

viernes, 14 de junio de 2019

Jugando al Trivial



Mi hija mayor -22 años- me comentaba el otro día que estuvo jugando con unas amigas al Trivial pero que se encontraron con un montón de preguntas de conocimientos generales cuyas respuestas desconocían por completo, y ella estaba segura de que yo hubiera sabido la mayoría. Reflexioné y le dije que el problema reside en una falta de cultura general. No es el problema de que ella no haya estudiado, acaba una sólida carrera científica este año. No, yo achaco este déficit cultural a que los jóvenes –y no tan jóvenes- no han sido lectores de prensa. En nuestra casa hasta hace dos años entraba siempre el periódico, a veces dos diarios, pero nunca vi que mis hijas tuvieran el más mínimo interés en hojearlos. Yo fui lector de prensa desde que recuerdo y reconozco que es una fuente de cultura impresionante, no solo por lo que representa la información sobre la actualidad sino por sus reportajes y crónicas sobre ciencia, historia, arte, cine, etc. Probablemente buena parte de la cultura que poseo es debida a mi lectura sistemática de la prensa y a la curiosidad que despierta ser conocedor de claves interpretativas del mundo en general.

Ahora los jóvenes se alimentan de las noticias sesgadas de las redes sociales, son noticias parciales y sin fuentes de información solventes y muchas veces son totalmente manipuladas por los difusores de las mismas. Carecen de un conocimiento del mundo y de la realidad, y ya no digamos de la historia. La inmensa mayor parte de los jóvenes –y no tan jóvenes, insisto- desconocen la historia del siglo XX, sus crisis, sus conflictos, sus guerras en que murieron más de setenta millones de seres humanos por decir algo. Desconocen qué fue el comunismo, su revolución iniciática, la figura de Stalin, y su hundimiento en 1989. Se podría decir que es opaca para ellos la mayor parte de la historia mundial porque no les atrae la historia y, lógicamente, esto les lleva a desconocerla. El mundo está en manos de la ignorancia más generalizada. Solo cuenta la actualidad más banal, las series, las redes sociales estúpidas que absorben por completo las ansias de actividad mental de los adolescentes, los jóvenes y de muchos adultos (o adulescentes).

¿Cómo enfrentarse al mundo que está viniendo que es heredero del pasado? ¿Cómo entender los conflictos de nuestro tiempo: las migraciones, el cambio climático, la Inteligencia Artificial, la robotización y la automatización que dejará sin puestos de trabajo a millones y millones de jóvenes, sin tener una curiosidad que lleve a conocer las claves de la historia?

La calidad de la información ha descendido geométricamente con la crisis de la prensa: ya no se venden periódicos, solo hay que ver los quioscos de prensa que siguen abiertos –que son pocos-. No se puede sostener periódicos digitales alternativos solventes si estos son gratuitos. Hace falta mucho dinero para mantener una empresa informativa independiente que no termine en manos de los tiburones del Golfo Pérsico. Habría que pagar la información seria, pero no se está por la tarea. La prensa digital no puede mantenerse solo con los anuncios, esto va en detrimento de la calidad de la información y de su independencia.

En Cataluña se reparte gratuitamente La Vanguardia en centros de enseñanza y otros lugares públicos. Se reparte gratuitamente porque recibe grandes subvenciones del poder político que paga así una información sumisa y dependiente de dichas subvenciones y el poder las paga, con dinero de todos, para tener una prensa obediente a su servicio. La jugada perfecta para tener a una opinión pública manipulada sin medios informativos realmente independientes.

La crisis de la información es peligrosísima para el futuro de las sociedades modernas. Por un lado, los jóvenes se alimentan solo de las redes sociales y sus tonterías, desconocen totalmente la historia y las claves del futuro inmediato y a medio plazo; pero, por otro lado, esto coincide con la crisis generalizada de los medios informativos que se hacen dependientes de capital problemático que invierte en ellos para manipular a la sociedad.

Cada vez habrá menos información libre y esto es una espada de Damocles para la viabilidad de los grandes debates del mundo actual, unido al desinterés generalizado por la cultura si no es presentada en papel couché y de modo adulescente.

Cuando mi hija me explicaba que no podían jugar al trivial porque era opaco para ellas, estudiantes universitarias, se estaba evidenciando una situación que no me parece tranquilizadora.

domingo, 17 de abril de 2016

El Quijote y yo


Con motivo del cuatrocientos aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, propongo un juego literario en el que en cien palabras habréis de expresar vuestra relación con el clásico más clásico español. ¿Cómo fue vuestra lectura? ¿O no lectura? ¿Qué tiene de vivo la obra de Cervantes? Si lo detestas, también la opinión es valiosa.


Yo comenzaré con el primer comentario.

martes, 15 de marzo de 2016

Tras una tarde de evaluaciones


Mi humor no es bueno tras una maratoniana tarde con tres sesiones de evaluación seguidas. No sé si es mi perspectiva divergente o que, en cierta manera, me despido, pero no me he sentido muy cómodo entre mis compañeros durante el desarrollo de las citadas sesiones. Tengo la impresión de una constante futilidad en los juicios acerca de los muchachos. No trabaja, no se esfuerza, no presenta el dossier, parece en la luna de Valencia, tiene novia, no me hace los deberes, podría hacer más, no estudia, suspende los exámenes... Así repetido indefinidamente en un tono monocorde y cansino. Estudiar es un pasaje al que se accede con sufrimiento y la visión de los profesores alienta sobre todo la rutina, el cumplimiento de tareas monótonas, la memoria para el examen, y la presentación dichosa del dossier. Nadie ha mencionado ni valorado la creatividad ni la imaginación, ni el lado crítico de nuestros alumnos. De hecho estos son valores ajenos a la evaluación. Ese cedazo de la evaluación convierte en una masa homogénea y grisácea al conjunto de los alumnos. Es como si un tribunal compuesto por diez profesores grises juzgara con cierto afán de venganza la fuerza y el colorido de veinticinco alumnos, sus capacidades y su ímpetu adolescente. Me asombro de la grisura de una sesión de evaluación en que no hay ningún contenido que tenga un ápice de idealismo y sí un contenido escéptico que premia, sin excesiva alegría, el sometimiento, la burocracia y la mediocridad. Profesores grises resabiados premian a alumnos grises que presentan el dossier, hacen los deberes y estudian para el examen. Esta es la cuestión. La generación de una casta de burócratas cumplidores pero sin el más mínimo toque personal.

Por algún conducto tengo acceso a la opinión de diversos alumnos inteligentes que no se centran en las notas del instituto. Es como si no les concedieran valor excesivo salvo para ir pasando discretamente o incluso quedándoles varias materias. Y son los más creativos y lúcidos. La opinión de los profesores es sumamente negativa acerca de ellos. Yo no hago exámenes de memorización ni pido dossier y promuevo la imaginación y la creatividad. Hay alumnos poco escolares o nada académicos que tienen mucho que aportar pero que son arrollados por el sistema. Uno de ellos suspendía todo menos mi materia en la que sacaba muy buena nota. La impresión sobre él era demoledora. Sus dossieres son desastrosos, la letra es ilegible, no hace los deberes, está que no se entera de nada, es la pasividad en persona, la apatía total, está pero no está ... Yo no suelo hablar pero ahí he reaccionado ante la opinión unánime de la Junta de Evaluación. Para mí –he dicho- es un alumno muy imaginativo, que tiene una memoria excelente, que tiene una capacidad lingüística espléndida y que tiene un mundo personal muy rico que está descubriendo en medio de una resistencia tremenda frente al medio. Quiero dejar constancia de que no concuerdo con la opinión mayoritaria y que pienso que es un alumno que puede ser superdotado con un perfil de fracaso muy fuerte porque no le interesa lo que oye en clase. Para mi sorpresa no lo han negado. Era para ellos un alumno enigmático que no se adaptaba a la criba burocrática. No se han reído ante mi sospecha de que pueda ser superdotado, y a continuación han pasado a otro tema. No les ha importado nada esa posibilidad ni que tal vez haya que tratarlo de otra manera. O descubrir sus resortes.

Mi silencio durante el desarrollo de las Juntas era ostensible. No tenía mucho que decir. Veo a los chavales de modo distinto. Valoro en ellos sobre todo su creatividad que está siendo aplastada por el sistema que quiere individuos hábiles para la repetición y la copia, y sobre todo totalmente amaestrados para sacar excelentes repitiendo y repitiendo. Me gusta plantearles desafíos creativos y no los someto a exámenes de memorización que sé que no sirven para mucho sino para mostrar aquello que han podido recordar durante la duración del examen. No me interesa este tipo de memoria. Quiero memoria creativa, incorporada a sus instrumentos de trabajo y sus habilidades. No les examino de lo que recuerdan en un momento determinado (o que copian). Les someto a desafíos en que han de relacionar conceptos, conectar ideas, establecer nexos, generar ideas, dar saltos imaginativos, los introduzco en el pensamiento complejo. No quiero de ellos lo que les haga iguales sino lo que los haga profundamente distintos. Su reflexión íntima, su propuesta singular.

Eso no quiere decir que no tenga notas de ellos. Para realizar la evaluación tengo entre sesenta y setenta calificaciones que sumo dando un resultado final que me sirve de referencia. Ellos opinan que no es difícil aprobar mi materia trabajando pero yo no les presiono. Trabaja el que quiere y así suma puntos, y el que no quiere no lo hace. Lo sorprendente es que la media de trabajo es alta, el visionado de los vídeos de lengua y literatura es constante. No les penalizo, solo sumo lo que ellos aportan y doy un gran valor a las cuestiones creativas que se salen fuera de la rutina. Los veo contentos. El nivel de excelentes y notables es alto. No los obligo a trabajar ni a memorizar, pero el ritmo de trabajo es constante. Me comunico con ellos mediante el correo o el blog. Les mando información suplementaria. Estoy encima de ellos valorando lo que tienen de especial, sea su mundo el que sea. Y ellos se dan cuenta de que en las notas no hay ningún truco ni sorpresa. Tienen la nota que han generado, sin presiones. La nota no es fruto de un azar sino de una lógica congruente. Y no les pido el maldito dossier, algo que debe ser muy importante por la pasión que tienen mis compañeros  por el mismo.


Me he dicho que tenía que escribir sobre ello. He salido abrumado por tres horas tan escasamente imaginativas que no me extraña que corra por Facebook y Twitter un esquema de lo que decimos los profesores en las Juntas de Evaluación en forma de caricatura, pero es que es así. Hoy he ido a escuchar y nadie se ha salido del guion. Parecíamos siluetas esperpénticas en un trance que no revelaba ninguna ilusión.

Selección de entradas en el blog