Páginas vistas desde Diciembre de 2005
Mostrando entradas con la etiqueta MEMORIA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta MEMORIA. Mostrar todas las entradas
sábado, 1 de mayo de 2021
jueves, 30 de abril de 2020
La facultad de la memoria en nuestro tiempo
Leo un libro fascinante –el calificativo aun me es insuficiente- de Oliver Sacks, titulado Un antropólogo en Marte en que el científico revisa casos clínicos sorprendentes que él ha conocido y que nos describe y analiza conectándolos con la historia de la ciencia… Así el pintor que por un accidente pierde la capacidad de ver los colores, el ciego desde su infancia que a los cincuenta años recupera la visión, el del cirujano aquejado del síndrome de Tourette –tics y movimientos compulsivos-, el hippy que, aquejado de un tumor, pierde cualquier memoria que vaya más allá del presente inmediato, el caso de autistas que son geniales en alguna parcela del arte o la memoria, el emigrante italiano a los Estados Unidos que a los treinta años de haber abandonado su pueblito, Pontito, comienza a dibujarlo y pintarlo hasta los mínimos detalles de cada pared y de cada calle en miles de cuadros con una exactitud que conmociona… Todos los relatos de Oliver Sacks son apasionantes pero el que tiene que ver con la memoria eidética de Franco, el pintor que se va de su pueblo y que recupera décadas después para reconstruirlo mediante la memoria me resulta sumamente sugerente.
Alguna vez he escrito sobre el papel de la memoria en el aprendizaje frente a teorías pedagógicas que la devalúan y que la consideran inútil como almacenamiento de datos en la era de google. La devaluación de la memoria es una de las tragedias de los sistemas educativos modernos. La memoria es la más plástica de nuestras capacidades. Vivimos conscientemente mientras tenemos memoria. Perderla es una de las peores tragedias. La memoria es una facultad activa y que conecta con la imaginación, no es esa potencia pasiva de mera repetición de datos. Recordar, almacenar en nuestra psique unidades de memoria que pasan de la memoria a corto plazo (uno o dos minutos) para retenerlas y que pasen a la memoria a largo plazo es un ejercicio prodigioso y que se debería alentar en la escuela intensamente frente a las banalidades pedagógicas que eluden el almacenamiento de datos frente a otras cualidades más plásticas. Vivir es recordar lo que aprendemos para que no caiga en el pozo del vacío, y recordar nos ayuda a establecer relaciones entre las cosas, relaciones de igualdad, de jerarquía u otras operaciones lógicas. La diferencia esencial entre las personas en algún aspecto estriba en el tipo de memoria que poseemos puesto que esta es selectiva y depende de nuestros intereses y la voluntad.
Recuerdo, cuando hice teatro hace décadas, que entré en una escuela dramática y me propusieron un viernes un papel muy interesante. Tenía que memorizar para el lunes un monólogo de nueve páginas. ¿Cómo hacerlo si yo tenía una memoria malísima, suponía yo? No sé cómo lo hice pero el lunes me había aprendido el monólogo entero sin ningún error. Lo quise y lo hice. La memoria es dinámica y se puede educar pero nuestra civilización estimula la memoria de pez, quiere que todo lo busquemos en google y que nos olvidemos de las cosas. Es la teoría nefasta que impera en la escuela cuando se tendría que fomentar con frecuencia la memorización de poemas, de textos, de esquemas conceptuales… Pocas veces he visto disfrutar a mis alumnos como cuando se aprendían un poema de memoria y luego lo recitaban delante de sus compañeros. Todo el mundo podía, solo había que quererlo y ahí se dividían los estudiantes. Los que lo aprendían disfrutaban intensamente del placer de recitar algo que se había retenido. Yo procuro ejercitar cada día la memoria. Me doy cuenta de que muchos conocimientos que adquiero no se quedan grabados –es inevitable- y lo siento porque en un momento me han sido importantes. Leo muchos libros y recuerdo poco de ellos. Unas escenas intensas, unos relatos formidables se superponen unos sobre otros y los ocultan en la memoria. Para ello, tomo notas de lo que leo, para poderlo evocar y volver a tener presente. La memoria es una de las cualidades más fascinantes que existe, hay que forzarla cuando todo lleva a que la distendamos y no la utilicemos. La nemotecnia nos ayuda a recordar y a establecer relaciones.
Alguna vez he escrito sobre el papel de la memoria en el aprendizaje frente a teorías pedagógicas que la devalúan y que la consideran inútil como almacenamiento de datos en la era de google. La devaluación de la memoria es una de las tragedias de los sistemas educativos modernos. La memoria es la más plástica de nuestras capacidades. Vivimos conscientemente mientras tenemos memoria. Perderla es una de las peores tragedias. La memoria es una facultad activa y que conecta con la imaginación, no es esa potencia pasiva de mera repetición de datos. Recordar, almacenar en nuestra psique unidades de memoria que pasan de la memoria a corto plazo (uno o dos minutos) para retenerlas y que pasen a la memoria a largo plazo es un ejercicio prodigioso y que se debería alentar en la escuela intensamente frente a las banalidades pedagógicas que eluden el almacenamiento de datos frente a otras cualidades más plásticas. Vivir es recordar lo que aprendemos para que no caiga en el pozo del vacío, y recordar nos ayuda a establecer relaciones entre las cosas, relaciones de igualdad, de jerarquía u otras operaciones lógicas. La diferencia esencial entre las personas en algún aspecto estriba en el tipo de memoria que poseemos puesto que esta es selectiva y depende de nuestros intereses y la voluntad.
Recuerdo, cuando hice teatro hace décadas, que entré en una escuela dramática y me propusieron un viernes un papel muy interesante. Tenía que memorizar para el lunes un monólogo de nueve páginas. ¿Cómo hacerlo si yo tenía una memoria malísima, suponía yo? No sé cómo lo hice pero el lunes me había aprendido el monólogo entero sin ningún error. Lo quise y lo hice. La memoria es dinámica y se puede educar pero nuestra civilización estimula la memoria de pez, quiere que todo lo busquemos en google y que nos olvidemos de las cosas. Es la teoría nefasta que impera en la escuela cuando se tendría que fomentar con frecuencia la memorización de poemas, de textos, de esquemas conceptuales… Pocas veces he visto disfrutar a mis alumnos como cuando se aprendían un poema de memoria y luego lo recitaban delante de sus compañeros. Todo el mundo podía, solo había que quererlo y ahí se dividían los estudiantes. Los que lo aprendían disfrutaban intensamente del placer de recitar algo que se había retenido. Yo procuro ejercitar cada día la memoria. Me doy cuenta de que muchos conocimientos que adquiero no se quedan grabados –es inevitable- y lo siento porque en un momento me han sido importantes. Leo muchos libros y recuerdo poco de ellos. Unas escenas intensas, unos relatos formidables se superponen unos sobre otros y los ocultan en la memoria. Para ello, tomo notas de lo que leo, para poderlo evocar y volver a tener presente. La memoria es una de las cualidades más fascinantes que existe, hay que forzarla cuando todo lleva a que la distendamos y no la utilicemos. La nemotecnia nos ayuda a recordar y a establecer relaciones.
Pienso en el pueblo del Libro, los hebreos, que fueron expulsados de Israel en el siglo I y tuvieron que vagar dispersos por el mundo. Lo único que los unificaba en sus distintos países y los hacía únicos era la memorización del libro, la Torá, que hizo que vagaran dos milenios por el mundo, siendo perseguidos, diezmados y masacrados, pero la fidelidad al libro, su memoria activa, hizo que fueran uno de los pueblos que más genios ha dado a la humanidad en todos los ámbitos a pesar de su número muy reducido. La memoria guardó vivamente su origen y sus principios que no se disolvieron, y la memoria trabajada hizo de acicate intelectual para abordar cualquier parcela del conocimiento cuando se liberaron de un excesivo enclaustramiento mental, y los judíos ya en el siglo XIX y XX destacan abiertamente en todo terreno intelectual o científico.
Una educación sin ejercicio de la memoria tiene malas perspectivas, como estamos viendo. Nuestras vidas sin ese ácido que es la vigorización del recuerdo, de los nombres, de los datos, de las ideas para llevarlos a la memoria son cada vez más pobres. Vivir es recordar, y recordar también es imaginar.
lunes, 2 de noviembre de 2015
Deconstrucción del dictado
Hoy he hecho un experimento con el dictado con mis alumnos de
tercero de ESO. Les había dicho que hoy trajeran auriculares a la clase. Tenía
el grupo clase dividido en dos partes en horas sucesivas. Tienen portátil lo
que es un gozo inenarrable.
Hay una plataforma que acabo de descubrir que ofrece interesantes
recursos. Se llama Educaplay. Una de sus funciones es el dictado. Los chavales
no tienen que registrarse. El profesor genera unos tickets con una clave que se
les da. Entran en Educaplay con esa clave y el profesor –pillín él- ha grabado
un texto compuesto por él de unas 100 palabras con dificultades habituales de
los alumnos. El texto se compone de nueve unidades sonoras correspondientes a
las oraciones que hay en el texto. El texto se puntúa sobre cien puntos y
cualquier tipo de error, incluidos los espaciados erróneos, se penaliza con
cuatro puntos. Tienen –les he dado- once minutos para escribir el texto, más
que suficiente. He grabado el texto con toda
mi gracia y salero. Ellos tiene que darle al play para escuchar la
primera unidad sonora y que deben copiar. Pueden oírla todas las veces que
quieran. Cuando acaban, le dan a “siguiente” y escuchan la segunda y así
sucesivamente hasta que completan el texto. Y es entonces cuando le dan a
comprobar que emite una puntuación. Pueden hacerlo todas las veces que quieran.
En la pizarra digital iban apareciendo sus puntuaciones. La reacción espontánea
era no conformarse con la puntuación y hacerlo otra vez. Pueden ver sus errores
pues aparece la corrección y la forma correcta del dictado. Así que lo hacían
de nuevo. Se han enterado que después de punto y de coma se pone un espacio. Es
algo que no suelen hacer. Han sudado tinta china para mejorar sus puntuaciones.
El clima de la clase era de intensísima concentración durante más de cuarenta
minutos. La exposición pública de sus nombres con la puntuación era motivadora
para ellos. Recuérdese que este dictado contenía errores clásicos suyos.
Mi reflexión sobre la actividad es muy positiva. Lógicamente
pueden hacerlo en casa. No hay ningún problema. Hemos trabajado varios niveles:
* La ortografía y la prosodia con un nivel de atención insólito.
* El espaciado correcto en los textos.
* La delimitación de un texto en oraciones. Cada unidad sonora era
una oración, algo que me servirá para hacer comprensible el próximo tema de
sintaxis que versa sobre el concepto de oración.
* Y, por último, y no menos importante, el contenido del texto era
un resumen sobre el último tema de literatura estudiado, El Lazarillo de Tormes. En él sintetizaba lo esencial de la unidad
de literatura que vieron en vídeo. Lo han escuchado tres y cuatro veces cada
uno. Ello supone un refuerzo importante sobre el contenido del tema anterior.
Esta actividad me ha recordado la deconstrucción culinaria de
Ferrán Adrià. Convertir un plato tradicional en nuevo y sorprendente. No es que
yo sea entusiasta del cocinero estrella catalán, pero sí que su concepto
deconstructivo me es valioso porque expresa la posibilidad de utilizar un
recurso tradicional que ha perdido buena parte de su eficacia en un potente
combinado de estímulos que exigen una atención plena. Y es que el desafío para
un profesor en el aula es conseguir y centrar la atención dispersa de los
alumnos en temas que no les suelen interesar de entrada. Si se logra la
atención es más fácil activar el mecanismo de recuerdo a corto y medio plazo.
La repetición sistemática de contenidos en forma de espiral recurrente puede
dar lugar a la memoria a largo plazo. En ningún caso planteo que mis alumnos
estudien algo para un examen. Sé que no lo van a hacer, al menos mis alumnos,
pero puedo conseguir que el tiempo en el aula sea productivo, intenso y de
profunda concentración. Ello unido al proyecto de clase invertida mediante la cual los temas son expuestos en casa
por el profesor mediante vídeos grabados por él y luego pasar dos test
sucesivos sobre ellos. A continuación han de realizar en parejas un mapa mental
–muy complejo- sobre el contenido expuesto. Cada unidad
enlaza con la anterior y las anteriores
a ella, reiterando conceptos. Todo se hace en un periodo corto y no dilatado
para reforzar la conexión de conceptos. Es como el boxeador que golpea
reiteradamente el hígado del contrario. Así concibo mi tarea como profesor:
como un estratega de la atención y de la memoria a corto, medio y largo plazo.
Labels:
ANFETAMINAS
,
ATENCIÓN
,
AULAS
,
CLASE INVERTIDA
,
EDUCACIÓN
,
MEMORIA
,
TECNOLOGÍA
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)