Veo una retransmisión en Youtube del acto conmemorativo del 75 aniversario de la victoria soviética contra Hitler en la Plaza Roja de Moscú. Mas de doce mil soldados, con uniformes de gala, y dispuestos en formaciones compactas en un ambiente solemne y triunfal evocando la Gran Guerra Patria y la victoria frente al nazismo a costa de un precio terrible –se habla de veintisiete millones de muertos-. Un pelotón de soldados marcando algo parecido al paso de la oca llevan dos banderas, una rusa y otra roja con la hoz y el martillo. Dos generales en sendos coches lanzan arengas a los soldados que en formación impecable y con gestos viriles y marciales dan gritos de hurra a lo que dicen sus mandos. Al final habla Putin en su arenga más significativa. He sabido que Putin es un excelente orador algo que no percibimos los no rusos, pero su discurso debe de ser muy seductor y varonil de acuerdo a la fortaleza que siempre han de demostrar los rusos. La catedral de San Basilio está como telón de fondo en la Plaza Roja.
Dos observaciones: no hay mujeres entre las tropas aguerridas y belicosas, cuando las mujeres fueron parte importantísima entre los soldados y oficiales en la Gran Guerra Patria. Lo sé por el libro de Svetlana Alexievich, La guerra no tiene nombre de mujer. Otra observación interesante es que esta parada en ningún momento se nombra a Stalin, el considerado arquitecto de la victoria, solo al pueblo ruso, a la patria rusa. Un detalle significativo es la enseña comunista que lleva el pelotón que he mencionado. No suena mientras lo veo, el himno ruso, sí otras marchas igualmente reveladoras. Esta gran parada dejó de celebrarse durante casi veinte años entre la caída del comunismo hasta 2008 cuando Putin la recuperó de nuevo. Al final del acto, una escuadra lleva –marcando el paso marcialmente- un lecho de flores a la llama que arde en una estrella roja de cinco puntas. Putin y miembros destacados de su gobierno llevan ramilletes de claveles rojos que depositan ante la llama sobre el lecho de flores que han llevado los soldados. Minuto y medio de recogimiento en silencio y luego suena el himno ruso –soviético- brevemente pero sin la fuerza que tiene cantado por coros rusos. Putin es el más bajo entre los presentes pero se advierte que es el que manda por sus gestos imperativos. Acaba el acto en la plaza vacía, una compañía solemne desfila ante esta decena de mandos rusos y luego, dirigiendo la operación Putin, salen hacia un autocar en el que entra primero Vladimir como debe ser.
(El vídeo es muy largo, aconsejo ir avanzando porque no tiene desperdicio como acto litúrgico, su estética es muy poderosa)