Páginas vistas desde Diciembre de 2005
Mostrando entradas con la etiqueta TALENTO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta TALENTO. Mostrar todas las entradas
sábado, 10 de abril de 2021
viernes, 8 de mayo de 2020
domingo, 23 de febrero de 2020
Cartas de odio a un monstruo de tinta
El último año en que fui profesor de literatura -¡con qué
nostalgia escribo esto!- tuve en bachillerato un grupo de once alumnos a los
que recuerdo bien. A la mayoría la literatura les interesaba tanto como a los
coyotes las aventuras de los pingüinos en la Antártida, es decir, no mucho. La
literatura ha dado sentido a mi vida como lector y como profesor. Esto es una
declaración de amor. Pues bien, en aquel grupo de despistados literarios había
una alumna con la cabeza medio rapada que era la discreción en persona pero sus
ojos durante las explicaciones brillaban. No lo entendía porque sus notas
fueron medianas y en alguna evaluación suspendió. El promedio, no obstante, fue
suficiente para pasar el curso con un 6.42. Al final, en las clases de
preparación de las Pruebas de Acceso a la Universidad desapareció para mi
desolación. Echaba en falta aquella mirada que ardía en las clases.
Volví a saber de ella por su perfil en Instagram. Mi exalumna
era una mujer con un fuerte espíritu pero devorada por una lucha interior, lo
que es lo mismo que decir que tenía un yo conflictivo, sujeto de fuertes tormentas
íntimas. De hecho, firmaba sus escritos con el pseudónimo de “Tormenta
literaria”. Leyéndola sin opinar –ahora era yo quien se mantenía en la sombra
como cuando ella era alumna mía- tuve conciencia de sus desgarradores
conflictos íntimos. Escribía poesía militante transgénero y era radicalmente
feminista declarándose abiertamente, en conflicto con el contexto en el que se
movía, como bisexual. Sus poemas cuando no eran militantes me gustaban, pero no
los entendía cuando pugnaban por una identidad sexual que para mí era
escasamente significativa, aunque me diera cuenta de que su poesía era pura
sangre de su sangre –no sé si de su menstruación o de su torrente sanguíneo-.
Andrea eligió Filología Hispánica y ahora está en cuarto curso tras algún
hundimiento anímico que le hizo abandonar los estudios un año para recluirse desnortada
y sola.
Hay artistas que lo son sin esfuerzo, son serenos y
equilibrados, pero hay otros que lo son en medio de dramas internos
potentísimos y extraordinariamente perturbadores. Andrea es de estos últimos.
Su poesía es puro detritus de su alma convulsa y desafiante que se mueve entre
profundas cavernas interiores. Pertenece a la estirpe de los malditos en
literatura. No hago una valoración crítica de lo que escribe, solo tengo
intuiciones y me interesa más lo no militante que lo abiertamente combativo. La
poesía de combate raramente alcanza frutos destacables. Su poesía es turbia,
sucia, ácida, violenta, como las aguas oscuras de un drama no resuelto.
Andrea me ha escrito –para mi sorpresa- y me da cuenta de la
publicación de su primer libro de poesía, un poemario con nombre abiertamente oscuro,
Cartas de odio a un monstruo de tinta.
Me lo quería regalar dedicado, pero yo he preferido comprarlo por mi cuenta y
que sea luego ella quien me lo firme y dedique en algún momento y así hablar
con ella. Probablemente yo tuve algo que ver con su vocación filológica y su amor por la literatura–algo que me admira
y me inquieta dado mi escepticismo al respecto-. Su libro está en Amazon sin
ningún problema, firmado por Tormenta literaria.
Muchas veces he fantaseado con la imagen de un exalumno/a
novelista, pero ahora he encontrado algo que no me esperaba, una poeta que
lucha por encontrar su lugar en el mundo inserta en ese conflicto insoluble del
artista con la realidad que le rodea. Y eso no es lo más grave necesariamente
porque el drama más hondo es con nosotros mismos. Con ella misma.
sábado, 7 de mayo de 2016
Carta imaginaria a Andrés
Aura Garrido, actriz de El ministerio del tiempo
No sé si leerás esta carta, pero yo la dejo aquí. A este blog le quedan dos telediarios y ya no tengo mucho que perder. Te conocí cuando eras un niño de doce años. Ahora tienes catorce o quince no lo sé muy bien. Eres un alumno peculiar de una promoción que me ha hecho revivir y volver a sentirme creativo y luchador. Había perdido buena parte de mi fuerza en el camino. Asistes como alumno a mis últimos días como profesor y los dos sabemos que hay una intensa comunicación subterránea. La hubo cuando eras un niño y te escribía mostrándote algunos haikus que había escrito. Me sorprendió el tono maduro que tenías cuando me contestabas, tono que contrasta con el muchacho festivalero y charlatán que eres en el aula. Muchos profesores opinan que eres terrible, que eres de la piel del diablo, que desmontas todo, que eres imposible. Yo les oigo y me doy cuenta de lo que oculta tu imagen externa, tal vez un sarampión adolescente que necesita ser desobediente y rompedor. Tiempo tendrás de ajustarte a la sobriedad de comportamiento en sociedad. Sin embargo, lo habrás notado, soy muy observador. Soy muy consciente de vuestras luchas íntimas, de todo aquello que está soterrado y pugna por emerger. Detrás de tu pose dicharachera y rebelde hay un creador, no sé muy bien de qué. He visto textos muy buenos tuyos y espero con delectación tu relato. Lo presiento interesante. No se trata solo de que sea bueno formalmente, sino de que la experiencia que lo fundamente sea verdadera. Que sea un documento de vuestro aquí y ahora, de vuestra potencia imaginativa y vital. Sé que la novela no es un ejercicio al alcance de la totalidad de los que estáis en clase. Pero para algunos de ellos, habrá un hito en su vida que será este relato.
No he tenido ocasión de lanzar grandes discursos y soflamas en clase, así que mucho no me has escuchado. Pero me has seguido tal vez puntualmente en el blog y has sabido lo que había detrás de lo que hacía. Es la pasión de enseñar, el rugido del tigre antes de salir definitivamente de escena. Una vez me detuvo la policía por participar en un happening con mis alumnos. Es una historia que he contado en el blog y que volveré a contar algún día en un libro que quiero escribir que se llamará La pedagogía salvaje. Me he equivocado muchas veces. Supongo que todos nos equivocamos. Pero siempre he intentado que la literatura fuera un magma que incendiara los corazones adolescentes. Hay libros que solo se entienden en la adolescencia. En esa etapa de cambio formidable que sufrís en pocos años. Físico y mental. Dejáis irremediablemente atrás el mundo de la niñez para adentraros en el mundo adulto. La literatura ha sido el fundamento de mi vida. Desde que fui muy niño leí y leí, y sigo leyendo varias horas al día. Es un cuento infumable el que expresan algunos de que no hay tiempo para leer. Lo hay si es una prioridad absoluta el hacerlo. Si es un eje de tu vida. Has escrito que no dejarás de escribir nunca, así que colijo que tienes en ciernes una vocación de escritor. Es el momento de comenzar. Tienes un larguísimo sendero ante ti. La literatura es un fuego insaciable como lector, que es lo que he sido yo, y como creador, algo para lo que no he estado dotado salvo estas torpes entradas en un blog que pocos leen. Si quieres ser escritor, tienes un mundo apasionante dentro de ti mismo por descubrir, y habrás de agudizar la observación del mundo que te rodea. Además habrás de leer sin tregua, ir descubriendo los mundos literarios que te seducen. Hay tantas maravillas dentro de los libros, Andrés, que es difícil hacerse idea de tal riqueza. Me he pasado la vida leyendo y no he hecho sino rozar el corazón de la literatura. Todavía no he leído La divina comedia de Dante. Pero es una de las primeras obras que quiero leer en una versión bilingüe. Tienes que buscar tus modelos literarios. Descubrir a Melville y su Bartleby el escribiente, a Bukowski y su Máquina de follar, a Dumas y El conde de Montecristo, a Saint Exupery su Vuelo nocturno, El jugador de Dostoievski, La espuma de los días de Boris Vian, la ciencia ficción, la novela negra, la novela realista, la experimental, los rusos, la literatura inglesa y francesa, italiana, alemana, la africana... El festín es de tal dimensión, Andrés, que se me ponen los pelos de punta imaginando todo lo que te queda por descubrir. Si sientes la llamada de la literatura, compagínala con cualquier otra profesión que elijas o vete a saber. No sé muy bien dónde estás y qué pretendes, pero tener claro a los catorce o quince años qué se quiere da tal fuerza y claridad de ideas que llevarás años de ventaja a cualquiera de tu edad.
Ama la cultura, el cine, el teatro, la música, la danza, el cómic, la arquitectura, interésate por la historia, por las religiones, por el mundo antiguo, sin dejar de ser un habitante del siglo XXI en que has nacido y que verá cómo la Inteligencia Artificial será una presencia normal en el mundo que vivirás. La tecnología no es solo una distracción, es un medio de hacernos más humanos si la sabemos utilizar. Lee y lee. Sé curioso, pregúntate por el porqué de las cosas, intenta conocerte a ti mismo. Desconfía de los que te ofrezcan soluciones fáciles y cómodas. Nada que merezca la pena se alcanza sin esfuerzo.
El año que viene ya no seré tu profesor, pero tú seguirás tu camino. Quiero irme a la India más de dos meses cuando estéis en clase. Es un viejo sueño que voy a realizar si nada se tuerce. La India es un continente espiritual, algo que ha dejado de ser Europa donde solo parece que hay centros comerciales y campos de fútbol. Me llevaré mi cámara y mi cuaderno de notas. Seguiré aprendiendo. Se aprende hasta que se muere uno. Y la muerte no es la peor ni la más siniestra de las reflexiones. La vida es extraña, da muchas vueltas, tenemos muchas capas como las cebollas. Y desde luego nada es como lo imagina uno cuando tiene quince años, pero en eso tienes un desafío por delante para irlo descubriendo.
Cuídate.
Labels:
AUTOBIOGRAFÍA
,
Esfuerzo
,
Imaginación
,
LITERATURA
,
Reto
,
TALENTO
sábado, 30 de abril de 2016
Cómo escribir una novela juvenil sin morir en el intento
Se aproxima la fecha de entrega de la
novela breve (20-25 pags) que han de presentar mis alumnos de tercero de ESO. Quedan dos semanas. Se la encargué hace unos seis meses y ha planeado dicho
proyecto sobre ellos desde entonces. Es un combate subterráneo que va creciendo
en el túnel de la creación y la motivación íntima. Veo a muchos desconcertados
buscando inspiración cuando en un principio parecieron tener las cosas más
claras.
La hoja en blanco los aterra. No me extraña.
Sé que es importante para
ellos, pero son ellos precisamente quienes han de encontrar la salida a este
enigma que tienen planteado. En conversaciones con ellos salen propuestas como
los finales abiertos o cerrados, la autoficción, los temas o tonalidades de la
novela: triste, de amor, de terror, el diseño de los personajes... Los hay
silenciosos que llevan el tema en el interior de su caletre pero que no han
dejado de pensar en él. Los hay más expansivos que cuentan algo de la novela. Las
fechas se acercan y eso supone una tensión acrecentada sobre el proceso de
ideación y realización. Este es un buen caldo de cultivo. Sé que no todos las
van a presentar a pesar del alto valor que tendrá en la nota de evaluación. No
puedo imponer que todos y cada uno de ellos la escriban, pero intuyo que un
alto número lo hará. Les atrae o magnetiza. Y les horroriza. Como a cualquier
escritor, como a cualquier poeta, como a cualquier bloguero cuando tiene que
escribir un post. Por experiencias anteriores, sé que esta novela será
inolvidable en su vida aunque no vuelvan a escribir nunca más de ese modo.
Este proyecto busca precisamente generar
esa tensión en que son como personajes enjaulados y han de buscar una salida
del laberinto montado por los investigadores. La única salida fascinante es
escribir la novela dejándose la piel en ello. Construir un mundo imaginario con sus propias leyes. Sin embargo, hay otra salida en
el comienzo del laberinto donde hay una puerta enorme abierta para escapar sin
ningún riesgo. Simplemente, no escribirla.
¿Qué harán?
Labels:
ANFETAMINAS
,
Esfuerzo
,
Inspiración
,
Reto
,
TALENTO
jueves, 28 de enero de 2016
¿Qué predice un brillante expediente académico?
La entrevista a Laszlo Bock,
vicepresidente de Recursos Humanos en Google en una entrevista en el NYT, me ha
hecho pensar y ha confirmado algunas intuiciones que he obtenido a lo largo de
mi carrera como docente. La idea fundamental del citado Laszlo Bock es que el
expediente académico más brillante no predice nada del comportamiento de un
futuro trabajador de Google. De hecho le prestan ya poca atención por no decir
ninguna. Tampoco los tests rebuscados sirven de mucho para seleccionar a
alguien con capacidad innovadora o de liderazgo.
Parece que el éxito en los estudios más
elaborados puede querer decir más la capacidad de adaptación a un ambiente
artificial en el que se ha aprendido a destacar. La pregunta fundamental que un
alumno se llega a hacer es qué quiere el profesor que le conteste. Esa
habilidad es la que se premia en los exámenes que destacan al alumno que
contesta lo obvio que desea el profesor. Además los ambientes académicos son
tan artificiales que rara vez tienen que ver con el contexto en que habrá que
desarrollar su potencialidad el futuro trabajador.
Yo no soy profesor universitario, pero
soy consciente de que las buenas notas, conseguidas con esfuerzo o con
capacidad de adaptación a eso que quiere el profesor, no son síntoma claro de
que haya verdadero brillo detrás. Muchas veces los alumnos con mejores notas se
evidencia que no son imaginativos y que fácilmente, si se les saca del contexto
en que se desenvuelven bien, perderían fácilmente el norte. Responder a lo
obvio no es tan difícil. Responder a lo no obvio es más complicado. Alumnos que
quedan orillados por su poco trabajo, su escasa constancia o su actitud
disruptiva en clase pueden tener más potencial que el que triunfa en los estudios.
El otro día conversaba con un profesor en
una salida y le explicaba que, a pesar de haber hecho un bachillerato
científico, yo era muy nulo para las matemáticas y que me costó muchísimo
sacarlas adelante. Aun así, le explicaba que todo lo que tuve que aprender
sobre trigonometría, derivadas, integrales, números irracionales, etc,
realmente no me ha servido de nada en mi vida profesional. Él no creía esto y
pensaba que me había dado un sistema que aplicaría en mi vida de modo
inconsciente. Yo se lo negué. Mi mente no es matemática, igual que no es
futbolística ni musical. Tengo otras potencias pero estas no son las mías. De
igual modo entiendo que todo lo que enseño sobre sintaxis a mis alumnos por
prescripción curricular no les servirá de nada salvo que se dediquen como
profesores a explicar sintaxis. Es falso que la sintaxis enseñe a escribir
mejor. Se escribe de modo intuitivo y se aprende escribiendo, llenando miles de
cuartillas y leyendo a los mejores. Ni Homero, ni Cervantes ni Balzac fueron a
una escuela de escritores. Ni aprendieron sintaxis. En todo caso de modo
intuitivo.
Veo a alumnos muy aplicados aprendiendo
con ahínco cosas inútiles que en buena parte no sirven para nada salvo que se
vayan a dedicar a una parcela del conocimiento muy específica. Y los exámenes
suelen ser sobre eso, no para plantear problemas que exijan un ejercicio del
pensamiento y de la reflexión para enfrentarse a lo no obvio. Los profesores
somos parte de un sistema que no da prioridad a la creatividad, al liderazgo, a
la innovación. Premiamos a los laboriosos, a los aplicados, a los formalmente
adaptados, a aquellos que saben qué vamos a preguntar y se lo preparan,
estudiando con tesón. Pero si uno se pasa la vida estudiando ¿cuándo aprende?
Yo soy consciente de que todo lo que he aprendido ha sido de forma autodidacta
y sin un plan prefijado, de modo intuitivo, bordeando los límites, circulando
por carreteras secundarias. No necesariamente las respuestas están en las
autopistas. Un futuro líder puede estar demasiado ocupado haciéndose preguntas
que le obstaculicen el éxito en los exámenes que miden la homogeneidad y la
ortodoxia. Y esa es la cualidad superior que tiene alguien que resalta. La
capacidad de hacerse preguntas e intentar resolverlas de modo original. Lo
asistemático tiene más posibilidad de enfrentarse a nuevos problemas que
requieren salirse de los caminos conocidos. De hecho los grandes innovadores
surgen muchas veces de la marginalidad y no del centro del sistema educativo.
¿Qué universidad puede crear a un gran
periodista? ¿A un gran actor? ¿A un gran escritor? ¿A un gran director de cine? ¿A un gran pintor? ¿A un gran cocinero? ¿A un gran músico?
Entiendo que hay profesiones que
requieren de una titulación académica, es cierto, por ejemplo los arquitectos,
pero los arquitectos que edificaron las pirámides o las catedrales góticas no
habían ido a la universidad. Hay diferentes medios de aprender pero nosotros lo
hemos basado todo en la adquisición formal de títulos y de la conformación de
brillantes expedientes académicos que terminan tirándose a la basura porque no
son válidos para crear profesionales audaces e imaginativos. Para contestar
preguntas imprevistas y fuera de programa.
A veces pienso que un solo dibujo muestra mucho más de un alumno que el examen más difícil que se pueda imaginar.
viernes, 23 de octubre de 2015
Se aprende con alegría
El desarrollo ideal de una clase de tercero de ESO en un centro de
máxima complejidad social y con un alto nivel de inmigración es el siguiente:
el profesor entra en el aula y los alumnos van poco a poco sentándose tras unos
momentos de dispersión por el cambio de materia. El profesor se sienta a su
mesa con aire cansado y espera que sus alumnos vayan sacando los materiales.
Hace treinta años que explica lo mismo y sabe que lo hace bien. Los alumnos le
tienen temor y se van callando. La clase se desarrolla en silencio y el
profesor explica la mayor parte del tiempo. Luego les deja veinte minutos para
hacer ejercicios. La clase ha acabado sin demasiado desgaste personal. El
profesor les hará un par de exámenes en la evaluación y les pondrá nota. No
invierte tiempo personal en sus alumnos ni en investigación. Sabe dar clases y
la combinación de respeto y dominio del aula hacen lo suficiente para que nada
le cueste especialmente demasiado. Tiene muy claro que la administración no
recibirá nada de él que vaya más allá de lo estrictamente necesario. No le
importa si sus alumnos piensan o no. El caso es que contesten al examen y hagan
los deberes. No quiere corregir mucho ni preparar clases ¿para qué si ya se lo
sabe todo desde hace treinta años y lo hace bien? Sus alumnos harán un buen dossier que él no se mirará. Espera jubilarse lo antes
posible y si todo sigue igual, le faltan ya pocos años.
Pues mis clases no son así.
El profesor entra en el aula y poco a poco se va organizando un
barullo bastante considerable. El profesor recibe en poco tiempo un montón de
mensajes de sus alumnos que quieren comentar algunos aspectos sobre la materia.
Llega con dificultad a su mesa y procede a conectar el ordenador al cañón
digital de la clase. Cuando lo logra escribe en la pizarra las tareas y
actividades para hoy y los próximos días. Es una Flipped Classroom. Los alumnos
en su inmensa mayoría ven los vídeos en casa y contestan al cuestionario
incorporado. Realizan un resumen del vídeo que entregan al profesor. Uno de
ellos los recoge. Los alumnos saben qué va a venir a continuación. El profesor
no habla mucho. Se desarrolla un Kahoot. Cada alumno con su terminal va
contestando en medio de una expectación máxima las preguntas sobre el
Renacimiento y el Humanismo. Pueden utilizar los móviles. Compiten entre ellos
y la clasificación va variando. Tienen que ser rápidos y conocer el tema. Gana
uno de ellos y eso les produce satisfacción personal y alegría.
El resto de la clase es para elaborar mapas mentales por parejas
con Mindomo. Hacen mapas conceptuales sobre cada tema, mapas muy complejos que
amplían cada unidad didáctica. Algunos trabajan sobre las diferencias y
semejanzas entre el mester de juglaría y clerecía y otros sobre el
Petrarquismo. El sistema permite que los alumnos que avanzan más rápido puedan
hacerlo y hay verdaderos especialistas en realización de mapas mentales. Hacer
un mapa mental supone comprender en profundidad el tema.
El profesor no para durante la hora resolviendo dudas técnicas y
metodológicas. Los alumnos no están en sepulcral silencio. Algunas muchachas se
sientan sobre la mesa. Hay animación en la clase. Están pensando y resolviendo
problemas. Hay risas y distensión, pero la mayoría están absorbidos por la
tarea que están haciendo. Cada semana se desarrollan dos unidades y el avance
es mucho mayor que mediante cualquier otro sistema. Además se desarrolla una
especie de complicidad muy destacable entre el profesor y los alumnos. Les gusta
trabajar así. No les gusta estar pasivos. Quieren participar y pensar. Estar
activos toda la hora.
Los alumnos piden más y más. No quieren quedarse retrasados. Se
implican personalmente en lo que están haciendo. El profesor tendrá más de cien
notas de cada uno a lo largo de la evaluación. Semanalmente publica un Flippity
(una hoja de cálculo de Excel) con los puntos acumulados de cada uno. Raramente
se desentienden de la tarea. Se ven involucrados y quieren sacar buenas notas.
El profesor dedica buena parte de su tiempo de ocio a preparar
clases, a grabar vídeos, a elaborar cuestionarios, a corregir, a investigar
nuevos proyectos. No da nada por cerrado. La enseñanza es algo que es muy
exigente y quiere que sus alumnos tengan un buen nivel y que no sean máquinas
de repetir y de memorizar. Aprenden sin darse cuenta. No hay exámenes pero hay
pruebas todos los días. No hay el sacrosanto dossier que piden todos los profesores ni hay ninguna
copia en su materia. Piensa que utilizar el tiempo para copiar es indignante. Pero
es lo que hacen muchos de sus colegas. Entiende que sus alumnos deben estar en
el aula pensando y resolviendo problemas. Tiene una opinión positiva de ellos
pues se da cuenta de que les gusta pensar y que tiran mucho más de lo que se
espera de ellos. Y además le gusta que haya alegría en clase, que la clase no
sea una misa con un único oficiante.
Sabe que sus alumnos con esta estrategia aprenderán veinte veces
más. Y de eso se trata. Ha dedicado mucho tiempo a investigar y sabe que no
sabe nada. Pero esto lo gusta. Piensa en retrasar su jubilación para continuar
más con estos chavales a los que no quiere abandonar.
No tiene gesto cansado sino desafiante. A él igual que a sus
alumnos le gustan los retos. Y este es espectacular. No quiere que nadie se
quede atrás. Las notas presumiblemente serán muy buenas. No le dolerán prendas.
Alegría. Se aprende con alegría.
Labels:
ANFETAMINAS
,
ARTE
,
AULAS
,
CLASE INVERTIDA
,
LENGUA
,
LITERATURA
,
MINDOMO
,
MOTIVACION
,
POLÍTICA
,
TALENTO
miércoles, 14 de octubre de 2015
El talento, la más injusta de las circunstancias humanas...
Investigo y experimento nuevos modos de
evaluación de modo sistemático. Nadie podrá decir que las notas que utilizo son
las de dos exámenes para toda la evaluación. No, mi nota es configurada por más
de cincuenta o sesenta ítems en que se valora todo, absolutamente todo lo que
ha pasado en la evaluación. Cada día incorporo dos o tres ítems sobre lo que
hemos estado haciendo en clase, los trabajos que han hecho, que sigo
concienzudamente comentándoselos y orientándoles cómo mejorarlos. Mis notas son
complejas y exhaustivas. Además aplico a final de evaluación una rúbrica para
que los alumnos puedan autoevaluarse a la vista de todas las notas que han
obtenido a lo largo de ese periodo. Lo que han presentado y dejado de
presentar, los tests con Kahoot, con
Educanon, con Kubbu, las pruebas escritas, los ejercicios de resúmenes casi
semanales, los mapas mentales con Mindomo,
uno por semana, los vídeos que ven a razón de dos por semana.
Sin embargo, evalúe como evalué, los resultados son muy parecidos. Hay alumnos que están en cabeza destacando, hay otros en el terreno intermedio y otros que se descuelgan y quedan atrás. No es una cuestión de suerte en un examen en un día propicio. Esto es un mito. Se tiene en consideración la constancia del alumno, su persistencia en una actitud, su habilidad tecnológica, su asiduidad en la presentación de trabajos ... No obstante, hay algo que observo como signo distintivo de los que van en cabeza, además de su mayor constancia y capacidad de trabajo así como su agilidad mental. Me refiero a su memoria. Hay alumnos que retienen la información que pasa por ellos y otros que la olvidan con facilidad. Hay alumnos que son capaces de estar jugueteando en clase y que a la vez se enteran de todo y lo retienen. Y otros a los que tal vez les cueste fijar la atención o su memoria es abiertamente más liviana y no retienen la información.
Se ha denostado mucho la memoria como
herramienta educativa pero es uno de los signos distintivos más relevantes en
el proceso de aprendizaje. Si no se retiene información ¿cómo se van a conectar
las distintas ideas o datos? Utilizo en mi didáctica los mapas mentales. Uno
cada semana a través de Mindomo, una
plataforma de pago que he asumido personalmente. Sé que es un medio
extraordinario para organizar las ideas y establecer conexiones entre ellas. Un
mapa mental es un procedimiento de organización de la inteligencia. Pues bien, los alumnos que
mejores resultados obtienen en los mapas mentales son también los que mejor
retienen la información. No es solo retenerla, claro, es también saber organizarla,
establecer conexiones, sinapsis...
He pensado mucho en la idea de las
inteligencias múltiples aunque tengo que seguir profundizando en ello. Sin duda habrá alumnos que son malos para el
lenguaje y son excelentes para el dibujo, la danza o el fútbol. Alumnos que
fracasan en un área pero que son extraordinarios en otra. O simplemente buenos.
Alumnos que fracasan en los estudios reglados pero son buenos en las relaciones
públicas, en la mecánica, en el deporte ... Sin embargo, en un aula
convencional hay escasa salida para darle a esto. Puede que mis alumnos sean
deficientes en mi compleja valoración evaluativa, pero sean excelentes en los
videojuegos o como delanteros en un equipo de fútbol. De hecho me encuentro
exalumnos que no eran nada brillantes –nada- y los encuentro mejor colocados
laboralmente que otros que lo eran. Esto es un misterio insoluble. He conocido
a excelentes alumnos que a sus cuarenta años siguen viviendo con su madre
porque no han podido salir al mercado laboral. Es decir, que su experiencia ha
sido infructuosa profesionalmente a pesar de su título universitario.
Sin embargo, en el aula solo podemos ver
unos parámetros –por más complejos que puedan parecer-. En ellos hay alumnos
que sobresalen muy por encima de la media en las áreas de comprensión, memoria,
establecimiento de conexiones, adquisición de conocimientos tecnológicos,
constancia ... Y es eso lo que evaluamos. No podemos evaluar la incerteza. Solo
podemos evaluar lo que es mensurable. Trabajo y comprensión, y como aliado
fundamental en todo, la memoria. Alguien dijo que la memoria era el cincuenta
por ciento más importante de la inteligencia. Sin memoria no hay aprendizaje. La
memoria ayuda a situar los conceptos en su lugar, a establecer relaciones con
fluidez. Un alumno con buena memoria natural tiene muchas más oportunidades de
destacar en los estudios que otros que no la tengan. Si a esta capacidad
espontánea se le une la agilidad mental, la rapidez de comprensión y el trabajo
exhaustivo tenemos a mi alumno Yassin
de trece años y marroquí que se permite estar en clase, con cara divertida, con cien ojos y oídos y ser de los
más juguetones y folloneros del aula.
Cada día me digo que el talento es la más
injusta de las circunstancias humanas. Pero ¡qué genial es este Yassin!
Labels:
ANFETAMINAS
,
CLASE INVERTIDA
,
EDUCACIÓN
,
Esfuerzo
,
LENGUA
,
MINDOMO
,
TALENTO
,
TECNOLOGÍA
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)