La universidad de Harvard
en Estados Unidos recibe cada año más de cuarenta mil solicitudes de ingreso,
pero solo el 4.6% son admitidos en sus aulas. Para ello realiza unas pruebas
complejas de inteligencia y perfil psicológico cuyos criterios se mantenían en
secreto por el sesgo que suponen. Efectivamente, la universidad perjudica a
unos grupos raciales en lugar de otros por la llamada discriminación positiva. Se evidenció que su sesgo perjudicaba
seriamente a alumnos de origen asiático y judíos askenazies en favor de alumnos
afroamericanos o blancos. Si no se realizara este sesgo, la mayoría de los
estudiantes de Harvard serían asiáticos y askenazíes y apenas habría de color.
¿Hay razas más
inteligentes que otras? La relación entre CI (coeficiente de inteligencia) y
genética es uno de los tema malditos y más envenenados de la psicología y la
antropología y actualmente, nadie se atreve con él.
Un hito en este sentido
fue el libro The Bell Curve (1994) de
los investigadores Charles Murray y Richard J. Herrstein. Este libro, no
traducido al español, fue el detonante de una explosión casi nuclear en un
campo en el que nadie con sentido común quiere adentrarse: la relación entre
genética e inteligencia. La mayoría de críticas que recibieron fueron
demoledoras y se quiso echar tierra sobre el asunto. Uno de los epítetos más
contundentes que recibió este estudio fue el de “Nazismo académico”, y que era
un vehículo de propaganda nazi bajo una pátina de respetabilidad académica, un
nuevo Mein Kampf de Hitler de estos tiempos.
Las conclusiones de The Bell Curve sugieren que los
resultados de los tests de inteligencia varían entre unos grupos y otros, es
decir, que las puntuaciones de algunos son más bajas que las de otros. Los
asiáticos y judíos serían los más destacados y por debajo, los blancos y en el
nivel descendente, los latinos y los afroamericanos.
Otras conclusiones del
estudio son:
1) La
capacidad intelectual predice en buena parte el comportamiento social, de modo
que un nivel de inteligencia menor puede favorecer la conflictividad social y
la delincuencia.
2) El
CI es un mejor predictor de los resultados de los individuos que el estatus
socieconómico de los padres.
3) El
CI nacional (de Estados Unidos) está decreciendo porque las personas o parejas
con un CI alto se reproducen menos que las de CI bajo.
4) Rechazan
la educación “niveladora” por debajo y defienden el cuidado, protección y
fomento de la inteligencia. Son partidarios de la igualdad de oportunidades en
lugar de la igualdad de resultados.
5) Trazan
un panorama pesimista del futuro de Estados Unidos. Predicen que la élite
cognitiva se aislará del resto de la sociedad, mientras que la calidad de vida
se deteriorará para aquellos en la parte inferior de la escala cognitiva.
6) Denominaron
“efecto Flynn” al aumento del cociente intelectual de 2 o 3 puntos por década. Últimos estudios parecen anunciar que esto desde 2008 en adelante no es así y que el CI
está disminuyendo en nuestras sociedades.
7) Los
autores recomendaron la eliminación de las políticas de bienestar que, según
ellos, alientan a las mujeres pobres a tener hijos.
Las críticas a The Bell Curve fueron desde
intelectuales a sencillamente echar basura sobre los autores tildándoles de
racistas, y, efectivamente, Charles Murray, el superviviente, fue convertido en
un apestado intelectual denostado como nazi y racista.
Su estudio de la
naturaleza de la inteligencia en relación a los hechos y la genética fue muy
peligroso porque estos son demasiado incómodos como para que floten en la
atmósfera intelectual. Solo observarlos es ya moralmente sospechoso por
los problemas éticos y morales tan
complejos que implican.
Las últimas tendencias al
respecto rechazan el sistema de medición de la inteligencia mediante el estudio
del CI pues produce un sesgo que favorece a unos en detrimento de otros, y solo
mide la inteligencia abstracta. Y últimamente, se ha hablado de la teoría de las inteligencias múltiples,
que rechazan totalmente la idea de que exista solo un modo de medir la
inteligencia.
Las ideas de Murray y Richard
J. Herrstein son tan incómodas y peligrosas que han sido marginadas totalmente
por las consecuencias a que pueden dar lugar.