Sigo leyendo novelas a velocidad de
crucero. He tenido que tomar la decisión de priorizar la creatividad, la
originalidad y la coherencia narrativa por encima de la corrección sintáctica u
ortográfica. Hay relatos muy potentes, cuestionables ortográfica o sintácticamente.
Los leo dejando que me asombren en sus propuestas creadoras. Sé, lógicamente,
quiénes los han escrito y a veces me parecen concordantes en temas y forma con
los autores. Si no, les pasó una aplicación que se llama Plagium para detectar
imposturas y plagios. He descubierto hasta ahora dos claras de relatos sacados
parcialmente de Wattpad, un poco de aquí, otro poco de allí. Otro está basado
en un vídeojuego con sus personajes y circunstancias y no soy capaz de
aquilatar el grado de plagio del mismo. Tengo que hablar con la autora.
Pero es más la sensación de sorpresa al
adentrarme en sus pequeños relatos y dejarme seducir por su capacidad narrativa
y la realidad que alumbran. Me fascinan los relatos de mis alumnas marroquíes
–al margen, digo, de la corrección ortográfica y sintáctica-. Son relatos de
corte romántico que describen con una gran delicadeza el mundo de las
adolescentes musulmanas, su coquetería y su concepción del galanteo amoroso. No
puedo decir sino que es alucinante asistir a esta presentación inocente de las
relaciones amorosas en el seno de la sociedad musulmana. Alguno de los relatos,
con no sé bien qué distanciamiento respecto a la autora, me ha dejado clavado
en el asiento, sin palabras. Esta muchacha ha expresado algo terrible de un
modo absolutamente ingenuo. Su intención al escribirlo era una, pero el lector
cuando lo lee queda con una sensación próxima a la estupefacción más profunda.
En otros relatos rezuma, en cambio, un optimismo y una felicidad al encontrar
la protagonista al hombre de sus sueños y ser aceptado en la familia. Son
relatos púdicos y castos en que no hay cuestionamiento de las
cosas en un modo totalmente tradicional. Y estas muchachas tienen claro que ser
mujeres es ser esposa de un hombre al que se quiere por encima de todo y para
tener hijos con él. Pero lo narran de un modo con una naturalidad que cautiva.
Me sorprende el uso de los recursos
narrativos de un modo bastante eficiente. Los relatos se leen bien y el lector
disfruta con ellos. No dejan de ser expresión del mundo que late en estos
adolescentes de quince años. Sospecho que el relato novelado de esta extensión
(20-30 pags) expone una respiración natural para estos muchachos que encuentran
en él la ocasión de revelar un discurso y una arquitectura que suele funcionar aceptablemente bien. Es evidente que un relato requiere previamente de unas
reflexiones previas. Hay que pensarlo. Hay que elegir el punto de vista
narrativo, el tema, la ilación de acontecimientos, el foco del relato y el
tempus. Y lo hacen contrastadamente bien para ser el primer relato novelado de
su vida. Para muchos, tal vez sea el último también. El fluir del tiempo es
esencial en un relato. A veces pasa rápido y otras veces es lento y minucioso.
Los personajes se van dibujando y definiendo de un modo intuitivo. Esta
ingenuidad ante el relato es provechosa porque simplemente se han planteado que
había que hacerlo y lo han hecho, a veces componiendo relatos bastante extraños
e inquietantes.
Hay, en cambio, una muchacha que cuando
la conocí en primero de ESO me manifestó que quería ser escritora. No me ha
entregado la novela. La espero con expectación. Tal vez se exija mucho a sí
misma y carezca de la frescura con que sus compañeros han iniciado el proceso
narrativo. Otra muchacha de aspecto gótico y mente enigmática no lo ha
presentado todavía. Fue una de las que primero se interesó por la idea cuando
la planteé hace seis meses. Una compañera lo explica –que no la haya entregado-
con que tiene demasiadas cosas en la cabeza y le cuesta focalizarse en una
secuencia concreta. La observo y siento que tiene mucho que decir pues su mundo
presuntamente problemático tiene que ser especialmente sugerente y complejo.
Aparentemente, salvo excepciones, son más
eficaces narradoras las chicas que los chicos. Creo que la constatación de que
son más maduras que los chicos es parte de la realidad. Tiene más disposición a
ficcionar y a contar. La palabra y la secuencia tienen en estos momentos más
nombre de mujer que de hombre. Les cautivan las historias románticas ¿quién ha
dicho que el romanticismo ha muerto? Y, por lo que parece, son sumamente
prudentes, ansiosas de ternura más que de sexo. En estos relatos proyectan de
un modo inconsciente su percepción del mundo al tener que crear una secuencia
extensa. Solo he encontrado una historia preñada de sentido del humor y es de
una chica. Les atrae más el dramatismo, la intensidad romántica con amores
difíciles que al final logran triunfar ... No sé si sus modelos son esas
novelas románticas que circulan entre las chicas, pero lo que sí que sé es que
estaban maduros y maduras para crear un relato extenso e intenso, y, en varias
veces, me han sorprendido, con finales abiertos. Porque de alguna manera hay
que concluir las historias ¿no? Y el final abierto está para ellos cargado
de encanto.
Si hay profesores que leen este blog, les
aconsejo vivamente la promoción de este tipo de actividades narrativas, sin
miedo, sin dejarse coartar con la corrección estilística y ortográfica. Ya
llegará después. Y al fin y al cabo existen los correctores de estilo. Aprovechar
su intuición y su inocencia da lugar a cuadros llenos de emoción y dramatismo.
Es como una improvisación teatral. Puede tener una frescura que una obra hecha
a conciencia es incapaz de alcanzar. El esbozo puede tener una capacidad de sugerencia
que una obra acabada no consigue.