Nunca fui bueno en sintaxis en mi colegio
ni brillé en la universidad en las asignaturas lingüísticas. Ya he dicho en
otras ocasiones que mi pasión era la literatura. Tuve que analizar mucho en mi
colegio donde el latín fue obligatorio tres cursos, y la sintaxis era
fundamental. Mucho tiempo después me veo enseñando sintaxis a mis alumnos, la
básica: estructura de la oración, clases de oraciones, tipos de complementos...
Utilizo un recurso audiovisual muy interesante, el editor de análisis
sintáctico EDAS. Hacemos análisis cada semana, salen a la pizarra digital y
analizan oraciones sencillas simples y compuestas. Los temas los he expuesto
mediante vídeos de la Flipped Classroom. Creo que soy didáctico y ameno. Busco
ser práctico, creo que no lo hago del todo mal ... pero no consigo que mis
alumnos aprendan las nociones básicas de sintaxis, a veces algo tan simple como
reconocer el sujeto y el predicado. Ya no digamos el Complemento Directo,
Indirecto, Circunstancial, Predicativo, Agente... Haga lo que haga parece
inútil. Hay algunos que directamente entregan el examen en blanco. Hemos
analizado más de ciento cincuenta oraciones en clase. No han captado nada.
Otros confunden totalmente los conceptos y no se aclaran para nada. Es como si
estuviera intentando introducirles en el chino. Hay muy pocos que alcancen
cierta fluidez en el análisis de oraciones sumamente sencillas.
Comento el tema con mis compañeros de
departamento y coinciden conmigo en esa sensación de fracaso desmoralizadora.
Una de mis compañeras lleva con sus alumnos desde primero de ESO y ahora en
cuarto siguen sin saber nada la mayoría. Ignoran qué es un verbo transitivo
aunque ella lo ha explicado repetidamente. Otra compañera asume esa realidad,
pero estima que se da por satisfecha si alguno lo capta. Tal vez sea demasiado
pronto, y lo irán asimilando cuando lleguen a bachillerato. Yo sé que he de
prepararles para el siguiente curso (cuarto) y para el bachillerato los
que pasen. No es posible una elección mía en que me diga que no lo voy a abordar
porque luego se me pedirían explicaciones de por qué no lo he hecho. O aunque
no se me pidieran, yo sentiría que no lo había hecho bien. Lo cierto es que
siempre que he intentado plantear la sintaxis básica no he obtenido resultados
que pasaran de la sensación de desastre generalizado.
La lengua es un mecanismo articulado,
pero analizar las piezas que lo componen parece extremadamente difícil. Yo
recuerdo las dificultades que tenía cuando lo sufría a los doce y trece años.
Puedo comprenderlos. No son chavales que estudien. Fuera de la clase es un
hábito que no se da. Tareas sí, pero estudio, no. Mis compañeros de
departamento anhelan volver al libro de texto de papel, frente al uso de
ordenadores y libros digitales que utilizan ahora. Yo soy un firme partidario
del ordenador como instrumento prodigioso y creo mis propios materiales no
utilizando el libro digital. En cierta manera me he inspirado en las pedagogías
avanzadas que he conocido en internet donde he debatido abundantemente durante
más de once años. Mi blog me ha permitido conocer enfoques novedosos aunque no
he asistido a jornadas tipo EABE, NOVADORS, TELEFÓNICA...
Supongo que la pregunta es qué deberían
saber estos muchachos al acabar la ESO. En mi departamento se da mucha
importancia a la morfología y la sintaxis. Yo lo asumo aunque tenga mis reparos
al respecto. Pienso que para ellos será mucho más relevante el escribir una
novela, uno de los proyectos del año, que todo el análisis gramatical que hemos
hecho. Solo en la práctica se puede aprender. No se trata solo de explicarles
cómo se escribe una novela corta sino de animarles a hacerlo. El desafío es
mayúsculo. Ahí sí que hay que utilizar todos los resortes de la lengua. Aunque
desconozcan que lo que están utilizando son verbos copulativos, perífrasis
verbales, complementos predicativos... Se enfrentan a sus registros léxicos más
o menos precarios, a las técnicas narrativas, a la lógica del relato, a la
relación con obras literarias que han conocido, a la coherencia textual, al
dominio de la ortografía...
Ser profesor de lengua ha sido una salida
que jamás hubiera imaginado cuando tenía trece o catorce años y sudaba con las
oraciones subordinadas de complemento directo o de sujeto. Si me lo hubieran
dicho entonces, no lo habría creído en absoluto. Supongo que todo es un
problema de madurez. La morfología y la sintaxis se van adquiriendo
intuitivamente hasta el momento en que uno es capaz de razonar y comprender los
mecanismos de la lengua.
Pero no he de negar que mi sensación cuando
corregía los exámenes era de desolación. Voy a tener a sensacionales novelistas
pero a desastrosos analizadores sintácticos. El problema es común por lo que
veo y tiene algo de conexión con las dificultades que tienen con las
matemáticas, es decir, el aprendizaje de un lenguaje lógico minucioso y
analítico. En mi experiencia este año, he de decir que solo un muchacho de 54
es un crack sintáctico. Y el nivel de fracaso es altísimo.
Hay que decir que un profesor sufre
problemas de autoestima cuando ve esto y no lo comprende. Hay países cuyos habitantes
son muy hábiles para las matemáticas. Por ejemplo, la India. Su sistema de
pensamiento los hace formidables para la informática, la abstracción y las
matemáticas. En España no somos hábiles con las matemáticas a tenor de lo que
yo conozco. Y en mi barrio, desde luego, tampoco con el análisis sintáctico.
¿En qué nos estamos equivocando?