Hoy ha sido un día muy especial. Viernes,
último día de la semana. ¿Qué se puede hacer en viernes? Una mañana intensa
desde las ocho de la mañana hasta las dos y media. Detallo el día para que
alguien intuya qué es lo que he vivido hoy en esas seis horas. Tras una guardia
a primera hora, ha venido una amiga bloguera, Paz Montserrat, a ver una clase en directo planteada con la
estrategia de Flipped Classroom. Para
mí ha sido emocionante hacer una clase acompañado. Paz ha podido contemplar el desarrollo de una sesión. No sé qué
impresión ha podido sacar. Antes le había mostrado el control que tengo sobre
la realización de tareas, el visionado de los vídeos, las herramientas
digitales que utilizo, el iPad con las numerosísimas notas que tengo recogidas
de cada alumno. Los chavales se han portado muy bien, aunque ha habido un
conato de pelea a la que no he querido darle más importancia. Ambos tenían
responsabilidad. Supongo que otro profesor hubiera estimado mandarles a casa a
los dos durante unos días. Soy lento reaccionando porque normalmente estoy muy
abstraído en lo que estoy haciendo. En todo caso, la clase ha sido productiva e
interesante y un observador externo ha podido aquilatar lo que hacemos en el
aula. Gracias, Paz.
A la hora del patio tenía guardia. Un
muchacho de origen bereber ha venido a hablar conmigo y hemos estado charlando
animadamente todo el patio. Di clase a su hermana. Era muy inteligente y
trabajadora. Le di clase tres años hasta cuarto de ESO. Guardo muy buen
recuerdo de ella. Tenía unas posibilidades muy buenas para seguir estudiando,
pero no lo ha hecho. Me ha dolido. Son ocho hermanos y parecen estudiar solo
los varones. No sé qué será de su vida, si se habrá casado. Debe tener 18 o 19
años.
A la siguiente hora he tenido otra clase invertida con el mismo desarrollo
que ha visto Paz. Todos han
trabajado intensamente menos un grupo de niñas latinas que parecen estar más
por la diversión que por el estudio. Se lo he hecho saber. Forman un grupo de
cuatro. No me gusta presionar más que mediante las palabras suaves de un
profesor que les da algún consejo, pero sé que es inútil. Están pasando ese
sarampión que es la adolescencia. Y les va hacer el tonto. Creo que puede
peligrar el curso. Se pintan los labios de rojo y llevan ropas ajustadas. Hay
una que actúa como líder negativo. El resto se unen a su área de influencia. Me
he ocupado de ellas animándolas a trabajar. Sin embargo, tenía que ir revisando
los mapas conceptuales que hacían los chicos para corregírselos y darles el
visto bueno. Realmente hay algunos excelentes. Han captado en esencia qué es un
mapa mental. Creo que es muy
positivo, pero no sé qué posterior desarrollo puede tener esto. Es una
herramienta cognitiva muy interesante. Salgo del aula, recojo el ordenador tras
desconectarlo y los trabajos que me han entregado hoy.
Voy a continuación a bachillerato.
Estamos estudiando El Quijote. No
había preparado la clase. Pero una alumna estaba comentando el capítulo XXV de
la primera parte. He creído que merecía la pena detenernos durante toda la hora
en él. Dudo que lean los capítulos que tocan diariamente. El Quijote no les atrae. No captan el humor y la ironía de Cervantes. Y el lenguaje les resulta
muy difícil. Pero hoy hemos diseccionado frase a frase la parte final del
capítulo mencionado. Es cuando Don
Quijote está en Sierra Morena,
tras liberar a los galeotes. Ha decidido hacer penitencia al modo de Amadís de Gaula en la Peña Pobre. Quiere enviar un mensaje a Dulcinea y es Sancho quien tiene que llevarlo. Y aquí surge un momento
apasionante porque ha de revelarle quién es en realidad Dulcinea que no es otra que la labradora Aldonza Lorenzo. Sancho
se carcajea porque sabe que Aldonza
es machuna, robusta y muy cortesana con todos los hombres. ¿Esa es Dulcinea del Toboso? –dice Sancho-. La respuesta de don Quijote es genial. Le dice que se
la pinta en su imaginación como le da la
gana. Y que él decide y elige que Dulcinea
sea la más bella dama de la tierra. Como hacen todos los poetas que se inventan
a sus damas. Este momento de El Quijote
es bellísimo. ¿Acaso don Quijote está loco? Es capaz de distinguir fantasía de
realidad. Y sabe que él se inventa a Dulcinea,
imprescindible para ser caballero. Sonia
ha leído el capítulo y yo iba desmontado cada frase que van revelando el juego
cervantino. Me he levantado, he llenado la pizarra de frases, de firmas, de
gráficos, y me he sentido trasportado al mundo de don Quijote. Y ellos también. Creo que por primera vez han entrado
en la obra. No ha sido una clase preparada. Pero me sé el capítulo casi de
memoria. Y he hecho lo único que se puede hacer con El Quijote: leerlo. Y comprenderlo. No es fácil. Hace falta un
maestro de ceremonias como he sido yo hoy. Han quedado fascinados por el juego
de El Quijote. Como cualquiera que
entre en él. Sabiendo las claves, claro.
Última hora. Un curso de tercero de ESO
de adaptación curricular. Buenos chavales. Ninguno con mala intención. Para mi
sorpresa me propusieron ayer que les pasara alguna película. Recordaban que
hace dos años les había pasado dos películas. Y recordaban clarísimamente
cuáles eran. Me he dicho: tal vez estos chavales de ritmo lento lo único que
recuerdan de hace dos años en que fui su profesor son las películas que les
pasé (Cometas en el cielo, Sang Woo y su abuela). ¿Por qué no pasarles
otra que les sea inolvidable? Al fin y al cabo, ver cine es un extraordinario
ejercicio lingüístico y literario. La mayoría son de origen inmigrante y
algunos con importantes problemas con la lengua. ¿Quieren ver cine? Tienen que
reconstruir una trama, entender los diálogos, seguir los personajes que se van
haciendo poco a poco. ¿Qué película les puedo pasar? He pensado en una peli muy
lenta que han de ir reconstruyendo escena a escena, oscura, romántica, con
protagonistas de su edad, vampírica, de horror, de amistad, de acoso en la
escuela, literaria, difícil pero magnética... Y he llegado a la conclusión de
que Déjame entrar (Let me in) era una propuesta formidable.
Cuando han visto que les iba a poner una película han lanzado un rugido de
alegría y emoción. Tal vez lo único que recuerden de este curso sea esta
película, lo único que se salve al cabo del tiempo.
Cuando ha sonado el timbre estaban
absorbidos totalmente por la película, pero han reaccionado como si hubiera
explotado una bomba. Han salido corriendo. Tras colocar las sillas, claro.
Alguno me ha dicho que guarde el minuto en que está la película. Estaban
fascinados por ella.
Ser profesor es algo de esto.
No conocía la película, parece interesante, al menos para adolescentes. Ya se lo comentaré a mi mujer que a veces a final de año también les pone alguna película. La Ola recuerdo que le puso una ves. Creo que no podría hacer de profe. Ufff, demasiada implicación, demasiado cabos sueltos, cada alumno es una variante que no controlas, nunca sabes por donde van a salir. Y además de eso la preocupación de que aprendan, de que les sirva de algo tu presencia, la relación con los compañeros que se por lo que me cuentas que no siempre son un camino de rosas, la dirección, el trabajo para casa, ufff, nunca acabáis de trabajar. Estas entradas del blog de este año, a mi que no soy del gremio me dejan un poco descolocado, por eso no intervengo más. Me quedo con el detalle de que haya compañeras blogueras supongo que con la misma profesión que acuden a tus clases a ver de primera fila el método y los resultados. Supongo que un poco la idea también es eso, crear escuela. Un abrazo Joselu.
ResponderEliminarHace dos días estaba muy desanimado y no tenía nada positivo que decir. Pensé en escribir un post sobre el pensador francés André Glucksmann, muerto recientemente. Lo empecé en dos ocasiones, escribí varios párrafos, y los borré. No sabía sobre él más que unos lugares comunes y no tenía ganas de ponerme a investigar más a fondo como hago en otras ocasiones. Era la evolución de un filósofo maoísta en el mayo francés y que había terminado apoyando a Sarkozy en las elecciones de hace unos años. Me pareció que era meter demasiado el dedo en la herida. No quise hacerlo. Me dije cuando tengas algo que decir sobre educación ya lo harás. El blog no son reflexiones brillantes y de altura intelectual. No. Es la vivencia de un profesor mediano de su profesión. No he pretendido otra cosa desde que comencé el blog. Ir desenrollando el hecho de vivir en un contexto determinado, asumiendo todas las contradicciones. Políticas y vitales. Podía entender a Glucksmann, por eso me atraía. Pero lo dejaremos para otra ocasión. Sí, la amiga bloguera es profesora. Tenía interés en ver en directo la función. Es posible que algo de lo que uno haga aparezca en otros lugares de modo totalmente distinto. Si algo le falta a esta profesión es intercambio y aprendizaje mutuo. Me ha gustado por eso, por esa apertura de pensar que todavía se puede aprender algo. Me ha encantado la presencia de Paz en la clase. A mí me gustaría dar clase con otro profesor en el aula. Con el que te llevaras bien, claro. Es una experiencia fantástica.
EliminarY sí, es una profesión muy compleja, y ciertamente no se acaba nunca de trabajar. Este fin de semana lo tengo muy apretado con un montón de tareas pendientes que me ocuparan más de diez o doce horas. Como mínimo.
Pero ahora me voy a la cama y veré un episodio de House of Cards.
Un abrazo, José Antonio.
Ayer fui la privilegiada observadora de una de tus clases, José Luís. Y me pasé el resto del día ( hasta que al volver de una cena con mis amigas la noticia de lo de París me hirió como un zarpazo) flotando en una nube, muy contenta por haberme atrevido a pedirte la posibilidad de ver en directo una de tus clases. Ha sido un "subidón" emocional a varios niveles: en primer lugar porque yo trabajé en ese centro durante un año hace trece años, y como te dije yo a ti te conocía ( de vista) mientras que naturalmente yo te pasé desapercibida porque era una de esas muchas personas que pasan por el centro antes de tener su destino definitivo.Recuerdo ese curso como una época bastante dura por varios motivos ( fue el curso del 11 S, tuve que llevar varios grupos muy complicados... y una serie de circunstancias personales).
ResponderEliminarVolver a esos pasillos fue como entrar en la máquina del tiempo.Esta vez ( y ahora dejo de escribir en segunda persona, para explicar mi experiencia a quien la quiera leer) tuve la gran suerte de que además de que me acogiera José Luís como si nos conociéramos de toda la vida, me encontré a Rafa Navarro, con el que había trabajado en mi instituto actual hace cinco años, con el que salí del instituto charlando y poniéndonos al día.
Pero vamos al asunto que nos interesa: Joselu me recibió con los Ipads, los programas y los brazos abiertos.Tuvimos un rato previo a la clase y otro posterior para explicarme la trastienda de lo que en la clase parecía algo natural y fluido. Durante la hora en el aula el tiempo voló. Joselu me presentó como si fuera lo más normal que yo estuviera allí e inmediatamente pasé a formar parte del paisaje intentando interferir lo mínimo y observar la clase con una extraña mezcla de integración y distancia. Se notaba que los chavales estaban muy acostumbrados a esta dinámica. Incluso en los momentos de más "emoción" y posible "estrés" ( cuando iban solucionando en conjunto las preguntas planteadas por el test inicial y salían los rankings de los que tenían menos fallos) no se llegaban a desmadrar.
( sigo en un segundo mensaje, porque me dice que he escrito demasiado)
Solamente hubo que parar un momento porque a uno de ellos no les funcionaba la aplicación del Kahoot ( la sincronización de lo que se ve en la pantalla y la aportación que hacen los alumnos desde sus ordenadores parece pura magia). Se terminó el "concurso" que parecía más bien una coreografía por el grado de coordinación con el que transcurría ( 20 preguntas multi-opción con 20 segundos para contestar cada una) y tras verse cada uno colocado en el listado general según sus aciertos, pasaron sin más a trabajar con los mapas mentales en parejas, cada una a su ritmo. El profesor atendía a medida que le llamaban, los alumnos hablaban pero sin llegar a molestar.Hubo un momento de rifi-rafe entre dos alumnos.Yo me entretuve observando y preguntando a varios grupitos sobre el funcionamiento del programa Mindomo en el cual estaban esquematizando un texto de dos páginas con una facilidad pasmosa.Me llamó la atención que el profesor en ningún momento diera información ( ya la había dado en el vídeo que los alumnos visualizaron el día anterior en su casa) ni tuviera que llamar la atención ( más que a nivel personal en la pelea del fondo de la clase) para que le escucharan ( algo tan desagradable y tan habitual en las aulas). Todo funcionaba sin aspavientos ni grandes gestos, en un cómodo y natural término medio energético, sin falsos respetos ni grandes desmadres.Teniendo en cuenta la multiculturalidad de la clase ( me contó Rafa que el 80% del alumnado de ese centro son de origen extranjero) y la aridez del tema, es para quitarse el sombrero.
ResponderEliminarAsí que procedo a quitármelo y ( vuelvo a la segunda persona) a agradecerte muchísimo la oportunidad que me has dado. Ya me he dado de alta y he empezado a manipular algunos de los programas que me recomendaste. Yo soy de ciencias, en mi instituto no hay tanta facilidad para trabajar constantemente con ordenadores, y por supuesto no tengo tanta determinación como tú para cambiarlo todo de una manera tan innovadora, pero la visita para saciar mi curiosidad ( no dejaba de preguntarte ¿ cómo debe ser eso que cuenta Joselu con tanta pasión?) fue una inyección de entusiasmo, y hasta que volví a casa a las doce de la noche en el tren una sensación de euforia y de agradecimiento recorría mis venas. Gracias, Joselu, por "dejarme entrar", como en la película.
El placer del encuentro fue mutuo. Para mí fue estimulante sentirte en el aula. Creo que la docencia compartida es una posibilidad excelente -si hay un espíritu común, claro- y el saber que estabas allí me hizo sentir bien. Me alegra lo que dices de que los chavales tenían unas pautas interiorizadas muy claras y que se aprestaron a elaborar sus diseños conceptuales con rapidez y habilidad. Esto es algo que me ha sorprendido. Lo rápido que han asimilado la destreza de elaborar estos mapas de ideas sobre los temas tratados. Generalmente son buenos o muy buenos. Hay algunos que llevan varios mapas de adelante sobre los demás. La realización de mapas supone una visualización espacial del tema y estimo que es importante para la comprensión global del mismo.
EliminarLo que me inquieta, aunque no vaya a experimentarlo, es que hay bastantes profesores que prefieren a una vuelta a los libros de texto clásicos en lugar del uso del portátil en el aula. Considero que es un retroceso lamentable. Es el retorno a un saber enlatado en lugar de un saber dinámico. Tú has podido verlo. El ordenador es un potente elemento de aprendizaje mientras que un libro es un producto cerrado y -generalmente- elaborado con premura y falta de cuidado.
Me encanta la alegría que te produjo. Para mí fue, como digo, un situación estimulante, porque en realidad, en el instituto prácticamente nadie se interesa por lo que estamos haciendo. Los profesores en general son poco proclives a aprender de otros profesores. Y no es que quiera decir que hayan de aprender de mí, pero sí que existen otros modos de aprendizaje fuera de la clase magistral, como pudiste observar.
Cada día es una aventura, como expreso en el post. Hay días mejores y peores pero en conjunto me siento como un navegante en busca del estrecho de Magallanes que me lleve a otro océano.
Magnífica la aplicación del título de la película a la experiencia que compartimos.
Gracias otra vez por el viaje y la aventura. Me olvidé de comentar que les pregunté a dos de las niñas con las que estuve interaccionando si les gustaba trabajar con esta metodología, y me contestaron afirmativamente argumentando que de esta manera trabajaban ellos todo el rato y no era solo escuchar al profe como en otras clases. Por si te sirve el dato. ¡Un abrazo y buena semana!
Eliminar( Ya he confeccionado un test con el Kahoot, a ver si lo puedo utilizar, aunque sea de manera puntual, ya te contaré)
Creo que con la llegada del chromebook que no es una tablet, ni un ordenador portátil, sino un “nuevo concepto” de dispositivo electrónico. Se arranca en solo siete segundos, tiene una autonomía de nueve horas, teclado; y permite conectarse a los contenidos almacenados en una nube de su colegio, interactuar en grupo a distancia a través de Google Drive, así como trabajar sin conexión y poder subir al día siguiente a la nube el trabajo realizado cuando no tenías Internet y hace a la vez las funciones de un libro y un cuaderno. Los sustituye a ambos. No hace falta tener las cosas en un pendrive. Cada alumno puede estar en su casa y a la vez estar desarrollando el mismo trabajo en equipo. Los alumnos utilizan estos dispositivos electrónicos en su vida normal y no puede ser que cuando pasan la puerta del colegio los tengan que abandonar y vuelvan al siglo XX. Los contenidos que estudiarán los alumnos no están en el dispositivo, sino en la nube y los alumnos pueden acceder a ellos a través de su chromebook. El docente tiene datos en tiempo real del esfuerzo y el rendimiento que saca cada alumno y esta es una fuente de información espectacular. Los chromebook, además se pueden configurar de tal manera que cada dispositivo solo permite el acceso al alumno y sus padres y tanto unos como otros tienen definidos y limitados en qué páginas de Internet pueden entrar. En el Pais Vasco hay algún colegio que los está ya utilizando y con resultados muy satisfactorios. Pero uno sabe que el libro en papel tiene los años contados. Pero yo, los de poesía, si huelen a aserradero, me los llevo a la cama y les pongo en un costado una nota a lápiz para hacerlos así, más de carne y de hueso para dejarles una llaga mía en el tiempo: a esos otros ojos que quizás aún no han nacido y una noche resbalen también sobre la suave duna de mis dos renglones y me remueva en el olvido.
ResponderEliminarMis alumnos tienen un portátil menos sofisticado que el chromebook, pero puede que ello tenga los días contados. Hay bastantes profesores que quieren volver al libro de texto y las editoriales están ofreciendo libros socializados a un precio muy asequible. Yo ya no puedo decidir sobre el futuro en mi instituto pero entiendo que es una vuelta, efectivamente, al siglo XX, a una enseñanza estática y no dinámica.
EliminarEn cuanto a los libros de poesía: yo no soy un buen lector de poesía. Me cuesta meterme en ella. Me falta paciencia. Tengo, eso sí, una buena colección de poesía clásica en papel. He observado que los libros de poesía raramente se publican en formato digital. Acaso sea por lo que dices sobre esa conexión del papel con la palabra poética para que se haga carne y hueso y así poder dejar una llaga en el tiempo. No sé.
Pues sí, Joselu, nuestras jornadas laborales nunca se sabe cómo van a ser, ni cómo te van a afectar. Creo que es de gran riqueza aprender de otros, en esta profesión nos metemos en nuestra clase y somos como islas, nadie sabe lo que pasa al lado, salvo excepciones.
ResponderEliminarLo que estás haciendo requiere mucha implicación y dedicación, tú mismo comentas todas las horas que necesitas de preparación, pero es tu decisión.
Mucho ánimo.
Un beso.
Sí, es mi decisión y no lo lamento porque alumbra otro modo de hacer las cosas en el aula. Intuyo que es mejor pero ¿quién me dice que el profesor tradicional no consigue mejores resultados -medidos no sé cómo- de sus alumnos? Es tan complicado evaluar los distintos procesos de aprendizaje. Depende de los modelos de evaluación que se utilicen. Y aquí aparece otra cuestión determinante que es la evaluación ¿cómo se utiliza? Es el gran quid de todo el proceso de aprendizaje. Una evaluación memorística (o copística) o una evaluación de destrezas, de esfuerzo, de tenacidad? Yo estoy más con esta última opción. No puedo suspender a un alumno de origen inmigrante por su menor dominio de la lengua si su esfuerzo es continuado y convincente. Es una de las cuestiones que he de decidir.
EliminarUn fuerte abrazo.
Tu día de trabajo suena realmente agotador. Cualquiera que haya pasado horas y días enteros inmerso en una institución educativa conoce de qué va eso. Hay un cansancio al final de la jornada que se asemeja a haber estado haciendo ejercicio físico. Termina uno el día transpirado y con olor "a aula" en el cuerpo y en la ropa. Hay también un agotamiento que proviene, creo yo, del compromiso emocional que conlleva enseñar. Todo eso que te sucede, y que aquí nos compartes, es muy intenso: la perplejidad ante lo que uno te cuenta, la alegría de que te dé charla, la rabia que te genera ese grupete que parece que arruinará todo, lo que les dices y lo que callas, lo que piensas acerca de su actitud, lo que haces frente a ella y lo que sientes ganas de hacer pero te guardas, todo eso cansa, Joselu. Trabajas duro. Espero que a pesar de lo horrendo de este fin de semana te hayas repuesto.
ResponderEliminarUn beso grande!
Fer
El fin de semana es un impasse necesario pero en el que he de trabajar mucho. No sé cuántas horas lo he hecho. El que quiera dedicarse a la docencia ha de saber que el tiempo supuestamente libre no lo es tal. Somos juzgados por él por muchas personas que ignoran todo acerca de qué signfica ser profesor. Y sí, las jornadas son agotadoras, pero si en ellas ha habido elementos positivos, que lleven a la esperanza, a la confirmación de que se están en un buen camino, son una excelente recompensa y lo sientes cuando sales del instituto todavía inmerso en el griterío y las emociones intensas como las de estos adolescentes inagotables.
EliminarEn cuanto a lo de París, no he escrito nada al respecto. Desde que eliminé mi cuenta en Facebook ya no tengo opción de opinar sobre cuestiones de actualidad -algo que me alivia profundamente-. Tengo la impresión de que estamos en una guerra global no declarada y que esto no ha hecho sino empezar. Los fanáticos que esperan dar un sentido a su vida haciéndose estallar en medio de la multitud son incontrolables. Y además es casi imposible hacerles frente pues lo que se necesita para perpetrar una matanza es bien simple. Estamos en el punto de mira. Terrible. Nuestras sociedaes creían estar al margen de las desdichas y conflctos de otros lugares del mundo, pero no es así.
Un beso, Fer.
Un día en un centro docente tiene una actividad que nadie ajeno al mismo sospecha. No es sólo el continuo ir y venir de alumnos, profesores, padres y demás, sino la trastienda, la verdadera actividad, lo que ocurre en cada clase antes y después del timbre, en los patios, en los pasillos, en los servicios, en el comedor... Es imposible reflejarlo todo, pero tú has contado con mucha claridad cómo fue ese viernes con la visita extraordinaria de alguien conocido. Los ajenos a la docencia no pueden comprender esos múltiples detalles que conforman nuestra tarea diaria, nunca rutinaria porque a la vuelta de la esquina surge un conflicto, una alteración del orden que teníamos previsto o un inconveniente no siempre fácil de solucionar. El profesor ha de saber improvisar para saltar el obstáculo de la forma más airosa posible. Me llama la atención que puedas poner a tus alumnos películas como "Cometas en el cielo" o "Déjame entrar", que a mí me encantaron pero que me parecen duras y difíciles para un adolescente, será porque yo no trato con ellos. Si después de verlas pueden criticarlas y analizarlas me parece fantástico. El cine es un vehículo estupendo para hablar de muchos temas. Defiendes y practicas una enseñanza dinámica y diferente, algo muy necesario ahora porque los alumnos necesitan ir mucho más allá de los normalmente penosos libros de texto, están viviendo su adolescencia en una época convulsa y difícil y es muy complicado motivarles y atraer su atención. Yo creo que vas por buen camino, aunque entiendo que estés cansado porque te supone un gran esfuerzo. Sé que estás satisfecho y me alegro por ti.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, colega.
He estado varios años desarrollando ciclos de cine en optativas. He proyectado series de terror -que no les impresionaban demasiado-, series de valores humanos... En general he visto que están habituados a ver por su cuenta películas mucho más duras de lo que yo les proyecto. Sin embargo, hubo una película que les desbordó, la que más de todas que yo recuerde. Fue Precious. Esta película les sumió en el más hondo de los estados de ánimo. Me dijeron que expresaba una desolación completa de la vida, a pesar de su final aparentemente estimulante. Les pareció muy dura. Creo que ellos están acostumbrados a ver series por su cuenta que ya les exponen a los temas más duros. En cuanto a Déjame entrar no deja de ser un cuento gótico precioso. He elegido la versión americana en lugar de la sueca pues es más directa, sin tramas secundarias que puedan confundir. Lo cierto es que, a pesar de su lentitud, les estaba fascinando, como digo en el post.
EliminarTienes razón, la trastiende de un proceso de enseñanza-aprendizaje puede llegar a ser muy laborioso. Y en este caso lo es ciertamente. La colega que me visitó el otro día pudo darse cuenta de la complejidad de este tipo de enseñanza basada en la idea de la clase invertida. No podía irme de aquí sin comprobar su eficacia. Supone riesgo, claro que sí, pero ¿hay algo en la vida que no sea peligroso? Espero este año quedar agotado, pero será un agotamiento distinto, un agotamiento sin retorno y eso me da ánimos a la vez aque me produce una íntima zozobra. Me he descargado un libro de Aurelio Arteta (profesor de filosofía) que se titula A pesar de los pesares empezado a escribir cuando cumplió sesenta o sesenta y un años. Lo subtitula Cuaderno de vejez, una idea a la que hay que empezar a acostumbrarse. El capítulo que he empezado se titula Para morir un poco menos.
Un fuerte abrazo, Yolanda.
Dignificas la profesión, desde luego. Sobre todo, por tus dudas.
ResponderEliminarLas dudas son consustanciales a cualquier actividad intelectual, más si esta tiene relación con seres humanos en periodo de formación. Enseñar implica una metodología pero también una evaluación, y en ella vemos los resultados de nuestra metodología y de las circunstancias del proceso. No podemos tener demasiadas seguridades puesto que nuestra materia es humana y, por tanto, incierta. Así que sí, hay dudas.
EliminarFrenética, intensa, variada, pero en absoluto aburrida: la jornada docente es parecido a lo que describes, pero siempre diferente. No entiendo a los compañeros que se aburren en clase, pues intuyo que su aburrimiento es producto de la rutina, algo en lo que un docente no puede caer, y menos en estos tiempos de cambio continuo. Me ha gustado también poder asomarme a un día en tu aula, ya que como dices no es fácil que alguien abra las puertas con libertad (sin embargo, yo no concibo que mi aula permanezca cerrada en ninguno de los sentidos). Dejar que otros miren nos hace mejores, a nosotros y a quienes miran, salvo que vengan a pontificar o a sancionar. Sinceramente, creo que debería exigirse un plan de docencia compartida en todos los centros, si no para todo un curso, al menos para periodos amplios, con un intercambio real de puntos de vista. Me niego a asumir que somos inmejorables o irrecuperables, todos tenemos algo que aprender de los demás y algo que ofrecer a cambio. Por eso es tan importante tu blog, por eso son necesarias las reflexiones en abierto, sean de quien sean, Un abrazo.
ResponderEliminarSolo una vez experimenté la docencia compartida y fue magnífico. La colaboración entre la otra profesora y yo fue excelente. Nos avinimos muy bien. Si algún día faltaba yo la echaba a faltar. Sé que hay otros profesores que rechazaron esta posibilidad, sea por principio, sea porque no les gustó la experiencia. Yo estoy a favor, siempre y cuando haya esa química necesaria entre uno y otro. El día que vino mi colega me sentí acompañado. Ella actuó como observadora. Me gustó abrir el aula al exterior, de igual modo que en el blog también lo hago. Hay quien ha sostenido que parece un ejercicio pueril, pero entiendo que es importante. Compartir, aprender de otros, intercambiar experiencias, reflexionar en voz alta, dar salida a nuestras dudas ... Que, vamos, estoy de acuerdo con lo que dices. Hay que orear las aula.
EliminarUn abrazo.
Un día cualquiera lleno de cotidianidad docente pero también de esperanza en algo que debe fructificar. Todo normal hasta que a las pocas saltan las alarmas la normalidad parece que se esconde y vuelve el miedo, el sentimiento de desesperanza, la inestabilidad de las certezas, la duda... Solo especulo, no lo sé pero quizás tus alumnos magrebíes no llegaron el lunes a clase con la tranquilidad con que empezaron el fin de semana el viernes.
ResponderEliminarEs toda tan efímero, que la cotidianidad parece ya una meta y no una línea de salida.
Un abrazo
No, Dr. Krapp, no pienso que mis alumnos magrebíes se hayan sentido señalados al menos en la vida del instituto. El lunes ha sido igual que el viernes. Están muy bien integrados. En el instituto hay más de 50 por ciento de alumnos marroquíes pero existe un buen equilibrio y una efectiva integración en las aulas. Son juguetones, adolescentes, viven tranquilamente su realidad y no perciben que haya un atisbo de peligro a su estatus. Aunque me pregunto -eso sí- ¿qué será de ellos cuando salgan de las instituciones integradoras del sistema educativo? Estas alumnas que cursan bachillerato con velo ¿qué será de ellas? Solo la educación puede promocionarlas pero no sé si se encontrarán en el mundo laboral un muro invisible. Esta es la incógnita. En Francia son los hijos y nietos de inmigrantes los que están basculando hacia el yihadismo. No son la mayoría pero basta con que sea un cinco por ciento para tener un número muy elevado de potenciales outsiders que pueden sentirse atraídos por el nihilismo islámico en forma de paraíso que los espera al otro lado del cinturón de explosivos. Tengo muy buena relación con los alumnos musulmanes. En cierta manera tienen más valores del espíritu que los connacionales. Viven una adolescencia igualmente conflictiva. Les gusta jugar, pelearse, escuchar música... Espero que tengan suerte. Creo que vivimos un mundo encerrado en una cápsula de aislamiento en el sistema educativo donde reina la flexibilidad y la tolerancia, pero no será luego así. De momento vivimos la cotidianidad.
EliminarUn abrazo.