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viernes, 9 de septiembre de 2022

¿God save the King Charles III?

El reciente fallecimiento de la reina Isabel II a los noventa y seis años es ocasión para plantear algunas cuestiones que suscita su figura y su relevancia en la vida británica. Para un español medio es difícil concebir tal fervor del pueblo británico -y no británico- hacia su personaje que encarna a una reina en pleno siglo XXI. Es increíble la adhesión que revela. ¿Cómo es posible que una sociedad tan pragmática como la inglesa tenga en la institución monárquica un eje vertebral de su forma de ser?

 

Todo el mundo ha sabido de la reina por películas tremendamente populares como The Queen dirigida por Stephen Frears e interpretada magníficamente por Helen Mirren, o más recientemente la serie británica The Crown, todavía en proceso de grabación de su última etapa, creación de Peter Morgan y dirigida por varios directores. El cine, la prensa, las revistas, han convertido la monarquía británica en un mundo lleno de glamour pese a los más disparatados escándalos que han suscitado el mundo de los Windsor. Pese a quien pese, la monarquía goza de buena salud en el imaginario popular, y la reina era muy querida por su pueblo para el que era una especie de icono histórico con toques de pop por sus multicolores vestidos y sombreros.

 

La pregunta es si el heredero conseguirá una mínima parte de adhesión cuando juega en su contra su actitud con la que fue otro icono, la archifamosa Lady Di. La que será reina consorte, Camila Parker de Cornualles, no suscita ningún entusiasmo entre la gente, y su marido, el nuevo rey y su personalidad son todavía una incógnita como tal. Si quiere ser original y marcar un sello personal, esto jugará en su contra pues la principal virtud de Isabel II ha sido precisamente su presencia anodina y neutra que no se ha definido en ningún caso y ha ofrecido siempre un porte gris, salvo sus trajes. Si quiere ser colorido en su personaje, pretender ser especial y creativo se hundirán él y la institución real. Lo importante es la institución y no la personalidad del monarca parece ser el mensaje que le deja Isabel II. Que se deje de ideas u ocurrencias y que se limite a ser un hombre al servicio de la institución. 

 

Visto desde otro país monárquico como España en que la mayoría no somos ni siquiera una miaja de entusiastas hacia la corona, el caso británico nos deslumbra y desconcierta. Los republicanos jacobinos no conciben que esto pueda ser posible y piensan que es un atavismo anacrónico de la historia que contradice cualquier lógica racional. Nuestro rey Juan Carlos no ha sido ejemplar y más bien ha sido un bribón y un botarate que por él solo ha sido capaz de cargarse la institución monárquica que pende de un hilo. Él era pobre a diferencia de los Windsor cuya reina es una de las mujeres más ricas del mundo con una fortuna personal cifrada en 370 millones de libras y las propiedades de la corona en castillos, mansiones, extensos campos y joyas superan los miles de millones de libras. Juan Carlos nos deslumbró durante un tiempo, pero, desvelado el misterio de su vida, se nos reveló como un casquivano idiota y un hombre con complejo de pobre que ansiaba el dinero como si tuviera miedo de no poder comer al día siguiente. 

 

El misterio de la corona británica es significativo porque la institución goza de un prestigio que no parece acorde con un mundo moderno para desesperación de todo tipo de progresistas, pero uno desde la distancia siente envidia de un país reconciliado en buena parte con una institución atávica pero eficaz como representación simbólica del pasado imperial del Reino Unido. 

lunes, 5 de septiembre de 2022

Mi descubrimiento de Francisco Umbral


Me he reencontrado con un escritor al que he tenido siempre cierta manía desde que leía en los años setenta sus provocadores artículos periodísticos, estilo que me repelía. Me refiero a Francisco Umbral (1932-2007), escritor cuya pose de dandy o esnob creó reacciones encontradas y polémicas no siempre felices. Sin embargo, tras la lectura de ese libro magnífico que es Mortal y rosa (1975) me he encontrado con un hombre de una profunda sensibilidad, totalmente devastado por la enfermedad -leucemia- y muerte de su hijo Francisco, “Pincho”, de seis años. El libro es una suerte de diario lírico en que va expresando una sinfonía de estados de ánimo a lo largo del tiempo de la enfermedad, la muerte y el luto posterior. No obstante, en Mortal y rosa -imagen poética tomada de Pedro Salinas- hay asimismo un retrato poético de él como artista y escritor, de las relaciones con su público, de estética literaria, de sus relaciones con las mujeres entre las que hay un gusto rayando lo obsesivo por las ninfas, de su pose como escritor ajeno al escaparate literario que no busca la fama porque sabe que la fama es una forma de engullir al escritor para luego asesinarle, de su rechazo de la solemnidad porque él se reivindica como golfo y gamberro frente a otros escritores solemnes -me he dado cuenta de que hay escritores solemnes como Antonio Muñoz Molina cuyos artículos parecen sermones, y escritores como Fernando Savater que, expresando cuestiones muy profundas, huye del estilo envarado y falsamente moral-, observaciones sobre la niñez -los niños son pequeños soles que no dudan un momento-, sus pensamientos eróticos… Es un flujo de conciencia constante en que el lector ha de leer lentamente para aquilatar la calidad de la prosa poética. Mi libro está totalmente subrayado porque buena parte de este es un verdadero prodigio literario. 

 

El tono de este es sobrio y contenido pero en algunos momentos se desata la terrible devastación que le produce la enfermedad y la muerte de Pincho: “Estamos todos en el fondo de un infierno cada uno de cuyos instantes es un milagro”. Pero un milagro sórdido, añadiría yo. El universo no tiene otro argumento que la crueldad ni otra lógica que la estupidez. El artista se ve devorado por el frío terrible de la muerte: “Estoy viviendo muerte, porque la muerte hay que vivirla en la vida. Luego, en la muerte ya no hay muerte. Desvelado, dolorido, cansado, cobarde, solo, enfermo, herido, estoy entre tus cosas, hijo, ni vivo ni muerto, sin decidirme por ninguna de las soledades que me esperan, dudoso entre tantas ausencias, horrorizado del sol que hoy ha salido en el cielo, y que nada significa y solo es como un inmenso estorbo entre tú y yo”.

 

El libro, que no es un ensayo ni una novela, es una especie de diario lírico sui generis que nos abre en canal al escritor en una parte de su vida en que no hay pose literaria ni equilibrismo esnob. El dandy que fue Umbral aquí está herido de muerte y el final de ese diario que queda abierto nos ha permitido entrar en su alma más honda, en su rechazo de lo trascendente, de Dios, de la metafísica, y a la vez la consideración, en aquel momento, del fracaso y amargura de la vida, ciertamente una realidad que va mucho más allá del articulista provocador que creó una imagen de sí mismo algo conflictiva. Recibió todos los premios literarios más importantes, incluido el Cervantes en el año 2000. 


Quince años tras su muerte se reaviva el interés por su figura y su literatura en la estela de Larra, Ramón Gómez de la Serna y Valle Inclán. 

miércoles, 31 de agosto de 2022

Fes a prueba de bombas nucleares


¿Los seres humanos son de una sola pieza, monolíticos, con nítidas convicciones, que no cambian a través del tiempo o los seres humanos son complejos y contradictorios, y evolucionan profundamente con el discurrir de los años? Me refiero a posiciones sociales, políticas, humanas…, además de las sagradas del club de fútbol al que uno venera. Hay quien las fija de una vez para siempre y se queda tan pancho.  He conocido a algunos entre mis alumnos que me afirmaron mirándome sin pestañear a mis ojos parpadeantes que desde los dieciséis años hasta los cuarenta y pico, no había variado un milímetro en sus parámetros políticos, que era esencialmente igual al joven radical, comunista y antifascista que había sido y lo seguía siendo como abogado. Un día hablando con este abnegado creyente, poseedor de una fe a prueba de bombas, le miré a los ojos y le vi un brillo que me desconcertó y a la vez me intimidó. Me dieron ganas de salir corriendo para ver una película de anime japonés. 

 

Fernando Savater, uno de mis mitos en mi juventud por libros como La infancia recuperada y otros, sostiene, con sentido del humor, en cambio que la vida transforma profundamente en todos los terrenos, como si pasara un bulldozer sobre nuestras vértebras mentales ¿Cómo va a ser igual uno a los sesenta años a como fue en sus años anarquistas iniciales? ¿Adónde habrían ido si no, todas las lecturas que han extendido el mundo mental de cada uno y que han puesto en cuestión todo el entramado que con tanta voluntad erguimos? ¿Quién sería Guillermo, el líder de los Proscritos, peinando canas?

 

La vida y las lecturas, la experiencia, los contactos humanos, la historia, la evolución del mundo... para Savater nos van erosionando y transformando sutilmente. Cuando uno es joven -añado- todo se ve de perfil, se aman ciertas utopías -pienso- que parecen salidas de un mundo lineal donde los hombres fueran reconocibles y esquemáticos. La vida va ofreciendo nuevas perspectivas que muestran a los hombres -y mujeres- como seres en tránsito, que van cambiando permanentemente, a la vez que se nos evidencian como turbios, contradictorios y confusos en los que entran en conflicto los supuestos ideales con la realidad personal. La vida como terremoto existencial. 

 

Quiero hacer hincapié asimismo en el nivel de lecturas. Uno a los veinte años, si uno es lector -se supone-, ha leído equis libros, y a los cuarenta muchos más, tal vez cuatro veces más, y ya no digo en etapas posteriores. Su percepción del mundo a través de las palabras de la literatura, de la historia, de la filosofía, de la poesía, han dinamitado todo lo que uno creía saber sin lugar a duda, salvo que uno se haya blindado  y solo lea libros que refuerzan lo que uno cree y haya eludido totalmente todo lo que lo cuestione. Es posible leer solo cosas unidireccionales, estética, política y socialmente homogéneas. Personalmente, cuando era marxista leninista a mis veintipocos años, militaba en un partido de férreas convicciones, pero yo en la sombra, clandestinamente, sin que se enteraran mis ásperos responsables políticos, leía libros de historia troskista y cristianos, los que eran nuestros enemigos más encarnizados a batir. Leer fuera de mis lindes ha sido una de mis vocaciones. Pero eso no es universal. 

 

Y por otra parte, no sé si esto es muy conocido, uno puede sentir como plausibles tesis aparentemente contradictorias. Uno puede estar con el corazón en un lado y con la cabeza en el otro. Como el “corazón loco” de la canción. Uno puede amparar dentro de su arco mental posiciones divergentes que para otros serían motivo de una guerra civil a garrotazos goyescos.  Uno puede estar simultáneamente en los dos lados de las barricadas, y esto ha dejado de ser un problema para mí. A veces me dan ganas de bailar un tango con mis fantasmas enemigos. Políticamente se puede estar con A, pero también con B, y a la vez con C, en parte, y a la vez no estar con ninguno. Y eso bloquea el voto que lo convierte en blanco. Por otro lado, los núcleos inflexibles que se exponen a través de la palabra me llevan a desconfiar profundamente. Creo que me gustan las personas que pueden estar en varios sitios a la vez, se los siente más divertidos, como gatos, animal que nunca aburre. Se pueden comprender los motivos de A y simultáneamente, entender que B es lo mejor aunque no sea popular. Pero ser incapaz de decidir, como la princesa del cuento. 


No puedo hablar más claro y a la vez creo que he oscurecido el debate. 

viernes, 26 de agosto de 2022

La jaula de cristal


Nos interesa cada vez más saber de los demás y que los demás sepan de nosotros. Ciertamente vivimos un mundo que es como una jaula de cristal en que, dentro de ella, mostramos y exhibimos mucho de lo que somos nosotros mismos: lo que comemos, cómo nos lo pasamos, lo que pensamos, lo que hacemos, lo que leemos, lo que amamos u odiamos; e igualmente exigimos de alguna manera que otras jaulas de cristal se muestren en su transparencia para que nosotros podamos saber de los personajes que hay dentro de ellas. La intimidad se ha visto desbordada como un botijo viejo y ahora todo es extimidad, la versión de la realidad que muestra todo en tiempo real. Así conocemos lo que hacen nuestros amigos y conocidos en todos sus viajes por lejanos y exóticos que sean, lo que comen y donde se divierten, nos muestran sus sonrisas de que se lo están pasando muy bien… Y el mundo se convierte en una revista de papel couché donde los hombres y mujeres privados y, por supuesto, famosos, sea en el ámbito de la política o del deporte o de la cultura, por decir algo, nos muestran aspectos que consideran relevantes de su vida. Siempre hay un móvil que puede tomar una foto para compartir con nosotros ese fragmento 

 

No hay aspecto de la realidad por lejana que sea que no sea escrutada cuidadosamente aunque sea una fiesta íntima de la primera ministra de Finlandia. Acechamos sobre la noticia como aves rapaces ansiosas de botín. Seguimos con entusiasmo el estado de la vida de un joven que padece cáncer y cuenta su experiencia hasta el último momento poco antes de morir. Nos emociona saber y nunca ha habido tanta tecnología para que cientos de millones de sujetos muestren su presencia o su conocimiento de las cosas. Ser cotillas forma parte de nuestra forma de estar en el mundo, y a la vez ser exhibicionistas es también parte de nuestra entraña más íntima. No digo que sea absolutamente universal porque sigue habiendo personas muy pudorosas de su intimidad, pero sí que marca una tendencia intensiva a convertirnos en devoradores de imágenes ajenas, de circunstancias ajenas para así dar salida a sentimientos encontrados, algunos afilados y negros, y otros de excitante curiosidad. Ser observador nos convierte, como no, en productores de sentimientos y no todos son claros como el agua de un arroyuelo; los hay -sentimientos- turbios y malévolos si no malignos, aunque estos últimos los escondamos en nuestra psique más secreta. 

 

Por si acaso, cuando aparecemos en una foto o en un selfi, sonreímos en una pose forzada para así sostener la imagen que se cae si alguno sale con un rostro serio o grave. Dar la impresión de que se es feliz, a pesar de todo, es parte del juego de apariencias de la jaula universal en que todo se transparenta para regocijo y curiosidad cruel o generosa de propios y ajenos. 

sábado, 20 de agosto de 2022

El principio antrópico


¿Cuál es el color de una rosa si no hay nadie que la vea, una rosa que nace, vive y muere sin ningún observador? No sería roja puesto que el color es fruto de una percepción subjetiva del espectador. Del mismo modo, ¿cómo sería un universo sin ninguna conciencia que pudiera observarlo, comprenderlo y admirarlo? A partir de preguntas como esta, se desarrolla el llamado principio “antrópico” que viene a ser, sintetizando, la constatación de que el universo existe para que nosotros, seres con conciencia, podamos admirarlo e intentarlo comprender. Y más allá todavía, según la idea de John D. Barrow y Frank J. Tipler, el universo existe para producir seres como nosotros. Está hecho a nuestra medida. Está adaptado a nosotros. No puede ser de otra manera porque, evidentemente, al considerar el cosmos solo podemos suponer que es la clase de cosmos capaz de producir seres pensantes como nosotros. Es una tautología.

 

El origen del universo hace 13.600 millones de años comenzó con el big bang y se puso en marcha un proceso cosmológico que tuvo como consecuencia que surgiera la vida. Dicho proceso produjo infinidad de constantes físicas a lo largo de eones de tiempo, pero si alguna de estas constantes hubiera sido diferente, no hubiera surgido la vida ni nosotros, seres humanos y entes biológicos basados en el carbono. Animo a investigar este aspecto a los curiosos que quieran profundizar en el principio antrópico. El surgimiento de la vida era altísimamente improbable. Necesitaba billones de coincidencias que se produjeron. Se ha señalado a que es como iniciar un viaje alrededor del mundo y parar en muchas ciudades en las que en cada una se compra un número de lotería. No sería extraño que uno de esos números fuera premiado, pero el caso es que lo fue en todas las ciudades por que pasó el viajero. Igualmente sería lo mismo que disparar una flecha desde alguna galaxia lejana que acertara en la tierra en un blanco de un milímetro de espesor. 

 

Una versión moderna de la teoría del Caos sostiene que la configuración del universo en sus múltiples detalles es condición necesaria para la aparición de un planeta como el nuestro, anómalo totalmente en el universo que conocemos, 

 

Barrow y Tipler en su libro The Anthropic Cosmological Principle (1986) sostienen que tal vez la información sea una propiedad innata del universo y, por consiguiente tienen que llegar a existir seres conscientes. La idea sería que “nosotros como especie seríamos el instrumento del que se valdría el cosmos para explicarse a sí mismo”. “Cabe entonces afirmar que el propósito del cosmos es producir y mantener vida inteligente.”

 

De esta constatación, llamada principio antrópico fuerte, se deriva que, después de todo, la humanidad sí que tiene un lugar especial en el Universo. Brandon Carter en 1973 afirmó que “Aunque nuestra posición no es necesariamente central, es inevitablemente privilegiada en cierto sentido”. 

 

Por tanto, el objetivo de este universo es producir mentes pensantes. Y esto solo se ha producido, que sepamos nosotros, en este frágil planeta al que hemos llamado Tierra, aunque mejor hubiera sido llamarlo Océano. Puede que eso nos tendría que suponer cierto orgullo, pero no es solo eso, sino que supone que con ello va una enorme responsabilidad. James Lovelock del que he tomado ideas concluye con que “Nuestra recompensa es la oportunidad de comprender algo del universo y de nosotros mismos”. 


Hemos hablado del Principio Antrópico fuerte, pero quedan en el aire el llamado Principio Antrópico débil que presupone la existencia de infinidad de universos, el llamado Multiverso, pero que dejamos para el debate, igual que el llamado "Diseño inteligente", la visión religiosa del principio, la posición de Stephen Hawking, etc. 

 

Animo a ver el vídeo, pero tras leer el post si alguno se interesa. 

 

martes, 16 de agosto de 2022

Arne Naess y la ecología profunda


Recientemente me he hecho socio de Greenpeace, motivado por la gran inquietud que me produce el estado de la salud del planeta, como he expresado en los dos últimos posts. Ello me ha llevado a intentar conocer el ecologismo y leer libros e información que me aclare qué es exactamente. He leído Seis grados de Mark Lynas y, a partir de este, llegué a la figura de James Lovelock del que estoy leyendo un segundo libro titulado Novaceno, concepto del que hablaremos en otro momento. 

 

El ecologismo -son impresiones rápidas todavía- es un movimiento plural en el que caben interpretaciones muy diferentes e incluso antitéticas. Hay implícitas filosofías -ecosofías- muy distantes, algo que me ha sorprendido. 

 

El punto central es el papel otorgado a la naturaleza en relación con el ser humano. Hay conservacionistas basados en una visión antropocéntrica que defienden que la naturaleza debe ser usada y protegida al mismo tiempo para servir a los intereses humanos. Otros incluso, además de luchar contra la contaminación y la crisis del planeta, lo hacen desde un enfoque pragmático y llegan a ver incluso como una oportunidad de mercado para el capitalismo. Valoran las oportunidades estatales y financieras del sistema, aunque las critiquen, para llevar adelante sus propuestas ecológicas de protección de la naturaleza. 

 

Sin embargo, hay otra corriente llamada “ecología profunda”, término creado por el filósofo noruego Arne Naess (1912-2009) en 1973 que es sensiblemente diferente porque no es antropocéntrica ni pragmática, no pone a la naturaleza al servicio de los seres humanos sino que defiende que el ser humano tiene que estar en armonía con ella, ni por encima, sobre o fuera de esta. Defiende la igualdad de todas las cosas naturales, los ecosistemas y la vida -los animales, por supuesto-, que tienen derecho a existir. El ser humano es un elemento más dentro de una red de relaciones en que no tiene el papel central. Nuestro deber es pensar a largo plazo, trascender enfoques superficiales hacia los problemas ecológicos y sociales que vivimos. Sin duda, es un planteamiento espiritual en que el ser humano se hace consciente de su lugar en la tierra así como de su responsabilidad ante ello. Arne Naess se vio influido en su pensamiento por el estilo de vida de pueblos amerindios y animistas. No somos simplemente individuos sino que formamos parte de una red de seres vivos y formas de expresión de la naturaleza. 

 

La ecología profunda plantea la integración total del ser humano en la naturaleza, lo que le lleva a cuestionar el capitalismo y su afán depredador que revela el ansia humana por dominar, conquistar, someter, aprovechar, explotar… El mundo no está para ser libremente explotado por los seres humanos sino para servir a su desarrollo. El ser humano es parte de la biosfera y depende de los sistemas que le dan soporte. Cabría volver a conectar a los ciudadanos que viven en ciudades con esa naturaleza de la que forman parte. Estamos unidos al destino de la biosfera, al ser parte de ella. Es una concepción monista y holística que conecta al ser humano con la conciencia ecológica y dirigida a la autorrealización. Arne Naess propugna el valor propio de cada ser, de cada paisaje y de cada ecosistema, al margen de su utilidad. Todo está interconectado. Los límites ontológicos entre los seres vivos son ilusorios, así que los intereses de la biosfera son los nuestros, formamos parte de algo más grande que nosotros. 

 

La ecología profunda conecta con el pensamiento de Baruch Spinoza -siglo XVII- y su igualitarismo biocéntrico, así como su visión panteísta, con Rousseau, Aldous Huxley, Lev Tolstoi, Henry Thoreau y John Muir, Alain Gisberg, Gandhi, el budismo, el taoísmo, los místicos cristianos y los sufíes. 

 

Naess criticó el neoliberalismo, así como las soluciones comunistas para aumentar la producción y el consumo, así como su centralismo. Era anarquista y pacifista, y partidario de la desobediencia civil. 

 

Las ideas de la ecología profunda han penetrado en el pensamiento verde de alguna manera aunque conviven con planteamientos más pragmáticos y antropocéntricos. 

 

Un defensor y admirador de Naess era James Lovelock del que hemos hablado en posts anteriores. Lovelock, creador de la hipótesis de Gaia, conforma y reúne todos los planteamientos de la ecología profunda al considerar al planeta como una unidad compleja de interdependencias, que se autorregula, en las que el ser humano es un eslabón más. 

 

Ignoro los planteamientos de Naess respecto a los grandes debates de nuestro tiempo sobre la devastación de la naturaleza por el cambio climático, sobre la indiferencia de los seres humanos en general por el estado de esta -la inmensa mayoría viven en ciudades y no la conocen-, sobre la crisis de las fuentes de energía, el tema de las renovables, la energía nuclear… Parece que Naess creó un marco ético profundo y holístico para comprender la relación de los seres humanos con la biosfera, pero no acabo de ver de qué modo, sin ese cambio sustancial que debería operarse en nosotros, podríamos encarar la crisis formidable en que nos hallamos. En alguna manera los “ecologistas profundos”, de origen humanista, desprecian la tecnología porque prefieren una tecnología y medicina alternativas y dejarían que la Naturaleza siguiera su curso porque, según ellos, los males iatrogénicos, causados por el tratamiento de la enfermedad son muy comunes. 

 

Hay negacionistas que sostienen que no pasa nada, que son ciclos de la tierra, y, en alguna manera coinciden con los ambientalistas profundos, aunque con visiones totalmente contrarias, en dejar que la naturaleza siga su curso. 

 

¿Qué hacer? 

martes, 9 de agosto de 2022

Gaia: de la mitología a la ciencia


El pasado 26 de julio moría James Lovelock, médico, investigador y científico, a los 103 años. Es popularmente conocido por haber formulado una teoría hacia finales de los años sesenta que se encontró con el rechazo de la ciencia oficial pero a medida que ha pasado el tiempo y se ha confirmado, se puede decir que la hipótesis de Gaia es aceptada en sus líneas generales por la ciencia. Gaia era la diosa de la Tierra en la mitología griega. ¿Qué es Gaia? Es el sistema complejo de todos los ecosistemas de la Tierra que funcionan interrelacionados física-química-biológicamente como una unidad y dan lugar a un organismo, Gaia, que es un ser vivoque se autorregula para mantener la vida en un estado frío y bajo en CO2 porque es el más adecuado para el florecimiento de esta. Gaia tiene identidad y es una metáfora. Los científicos rechazaron esta personalización de Gaia como ser vivo porque eran herederos de la idea de un planeta inerte donde surge la vida, entre ella la humana. El cristianismo tuvo la concepción de que Dios había creado la tierra para disfrute del hombre pero un pecado original rompió este pacto. En todo caso, se pensaba que el hombre era el rey de la creación y tenía el planeta a su servicio, algo que coincidía con la concepción humanista que hacía al hombre el centro del universo. 

 

Para la teoría de Gaia y el ambientalismo profundo el ser humano solo es un elemento más, desde las células más simples a cualquier elemento sea físico, químico o biológico. Todo forma parte del ecosistema de Gaia que mantiene unas constantes para dar lugar a la vida y mantenerla. La concepción del ser humano solo puede ser vista desde la humildad por formar parte de la cadena de la vida. 

 

Gaia es un planeta viejo, ha pasado en sus cuatro mil quinientos millones de años de historia por diversas etapas de calentamientos -de elevado CO2 y metano-, y glaciales en que estos han disminuido. La diferencia de esta interglacial con otras etapas de hace millones de años es que uno de los elementos de su ecosistema, el ser humano, está calentando peligrosamente la biosfera con emisión de gases tipo invernadero, fruto de la quema de combustibles fósiles, para mantener su civilización. La temperatura media del planeta se está elevando rapidísimamente. Lo que antes era producto de ciclos de cientos de miles o millones de años, ahora se ha producido en menos de doscientos años con la economía de la carbonización y Gaia, un ser vivo, se resiente y entra en fase crítica lo que puede llevar a que la vida humana, si sigue el proceso, sea eliminada en su mayor parte. Sería la venganza de Gaia, una madre amorosa pero severa. Estamos alterando el ciclo de Gaia en un contexto en que seremos pronto ocho mil millones de habitantes en el mundo. Estamos arrasando la naturaleza -bosques, mares, formaciones de coral, glaciares...- para alimentar y mantener un nivel de vida, fuera de toda medida para la supervivencia de todas las especies. Seguimos emitiendo CO2 y metano a la atmósfera en cantidades colosales y puede que el ecosistema entre en retroalimentación automática y multiplique dichas emisiones. El ecologismo y el sentido común nos están reclamando un cambio radical del sistema y una filosofía diferente de vida, pero no tenemos fuentes de energía alternativas que sean viables. Faltan décadas para que sea posible utilizar la energía de la fusión del átomo. Las energías llamadas renovables son un pequeño parche que no cubre ni de lejos la energía necesaria para mantener el planeta. La misma eólica es agresiva porque supone cubrir todo el mundo de aerogeneradores, que dependen del viento, y que afean los paisajes más hermosos. La energía fotovoltaica está en fase de expansión muy tímidamente, pero no podrá cubrir a este ritmo el peligro de cortocircuito del sistema de Gaia. 


En cuanto a filosofía diferente de vida, todo intento por generoso que sea es arrumbado por una práctica depredadora y consumista a la que no son ajenos los jóvenes que serán quienes hereden un planeta en estado de shock. 

 

Gaia se autorregula y puede terminar expulsando la vida humana de su ecosistema. Solo es cuestión de tiempo. Ya hablé el otro día de los cambios profundos que están ocurriendo y ocurrirán en breve en el planeta, si seguimos quemando hidrocarburos sin límite. 

 

Hay quien concibe Gaia como una especie de religión pues una mirada serena tiene que considerar que el mantenimiento de Gaia está por encima de la conservación de la vida humana porque si Gaia quiere, desapareceremos como especie. 

 

De esto no se habla en las escuelas. 

viernes, 5 de agosto de 2022

Un verano muy caliente


Estamos viviendo un verano terriblemente caluroso que siguió a una primavera igualmente que acogió olas de calor sorprendentes. La gente ha oído hablar del cambio climático pero vive en general sin indagar demasiado en lo que esto significa y sobrevive a las olas de calor a base de aire acondicionado y baños en la playa o en las pozas de los ríos. Claro que sabemos que hace calor pero no se va más allá. No he oído en las conversaciones a mi alcance mayores inquisiciones al respecto. Lejos quedan los discursos airados de Greta Thunberg. Nosotros seguimos como si no fuera con nosotros el problema y apenas nos damos cuenta de que tengamos un problema. El nivel de inconsciencia de la humanidad es tan sorprendente que uno se queda estupefacto. 

 

Estoy en el transcurso de lectura de dos libros relevantes: Seis grados de Mark Lynas y La venganza de Gaia de James Lovelock donde se explicitan las claves del llamado cambio climático como un proceso analizado por enormes ordenadores que predicen modelos matemáticos de desarrollo del planeta en las próximas décadas, además de haber sistemas de medición ubicuos: mares y océanos, corales, glaciares, el Ártico y el Antártico, desiertos, ríos, etc, etc. Hay un consenso prácticamente universal por parte de los climatólogos de que la temperatura media de la Tierra está subiendo imparablemente. Ya hemos sobrepasado un grado de temperatura media respecto a épocas anteriores y el proceso sigue en ascenso por las enormes cantidades de dióxido de carbono y metano que estamos emitiendo la humanidad a la atmósfera que hace que el calor se quede en nuestro planeta en ese efecto terrible que es el invernadero que todos sabemos en qué consiste. Cuando lleguemos a dos grados, algo que puede pasar en muy poco tiempo, la península ibérica se convertirá en un desierto parecido a Marruecos aquejado de insuperables sequías. Se prevé incluso que toda la cuenca mediterránea ya no será acogedora de turistas por las tórridas temperaturas que habrá y estos se irán a latitudes más nórdicas para tener algo de tiempo más fresco. Paralelamente los glaciares de todo el mundo se irán fundiendo, desaparecerá progresivamente el Ártico, el nivel de los océanos subirá, el permafrost se descongelará y desencadenará un nuevo proceso de emisión de dióxido de carbono, igual que los mares recalentados serán emisores de ello y metano, lo que supondrá una retroalimentación que no podrá ser frenada y que escapará a los medios humanos que ya serán ineficaces. Se irán alcanzando progresivamente dos grados de ascenso, tres, cuatro, lo que supondrá que las selvas tropicales como la Amazonía se conviertan en un desierto calcinado por el sol -cada vez más caliente- y ello será para llevar a la atmósfera más y más dióxido de carbono y metano. Es un proceso imparable. Además, estos procesos de desertificación de continentes como el norte de África y Centroamérica llevarán a millones de personas a emigrar hacia el norte, algo que ya está pasando. Hoy leía que en Libia hay seiscientos mil africanos desesperados por llegar a Europa, y eso solo es el comienzo. Son los migrantes climáticos que irán subiendo geométricamente en número imparable y no vendrán sumisos sino que vendrán con un resentimiento trágico por haber sido nosotros quienes hemos destruido el planeta. La civilización occidental se ha enriquecido y creado el progreso pero hemos arrasado el equilibrio de Gaia, la Tierra, que se autorregula climáticamente para hacernos desaparecer como especie. 

 

¿Y qué estamos haciendo para intentar revertir en parte este proceso? Prácticamente nada, nadie quiere renunciar a una parte de bienestar, al nivel de vida que tenemos. No lo quieren los países desarrollados ni lo quieren otros de gigantescas poblaciones que quieren desarrollarse -China, India, Brasil…-. Seguimos emitiendo cantidades gigantescas de CO2 y metano activando una progresión en la retroalimentación porque los mares y los bosques llegados a una determinada temperatura no absorben el dióxido de carbono sino que lo emiten. El futuro de la humanidad es más bien incierto. No sé si saldremos del presente siglo si la temperatura media del planeta alcanza los tres, cuatro o cinco grados. La vida será destruida en medio de conflictos bélicos de alcance terrorífico en pugna por las zonas más frías del planeta. 

 

Ahora por ejemplo tenemos una guerra absurda y estúpida, la de Ucrania, en que nadie es inocente. La UE, la OTAN, Rusia y los propios ucranianos han cometido errores de dimensiones gigantescas lo que hace que el mundo se divida en bloques enemigos cuando todos tendríamos que unirnos porque el cambio climático que estamos experimentando es casi irreversible. Hacia 2005 se decía que teníamos una década para intentar revertir en lo posible dicho cambio y no hemos hecho nada, aunque es difícil saber qué hacer si no queremos colapsar el desarrollo económico de nuestras sociedades. No basta con parques eólicos y placas solares ni con el reciclado voluntarioso, ni con el supuesto coche eléctrico, eso supondría poner tiritas en la herida que es mucho más grande. James Lovelock, el creador de la cada vez más aceptada teoría de Gaia, propuso que se construyeran cientos y cientos de centrales nucleares como única solución para seguir produciendo energía sin emisiones de CO2. Los ecologistas lo rechazan totalmente por varias razones, pero no hay alternativa porque con buena voluntad y acciones bienintencionadas no pararemos la puesta en marcha de la Sexta extinción. El planeta Tierra es ya viejo, ha pasado por diversas eras glaciales, bajas en dióxido de carbono, y eras cálidas de elevados índices de dicho elemento. Pero desde hace dos siglos en un tiempo minúsculo el ser humano ha emitido cantidades ingentes de dióxido de carbono para crear sociedades prósperas y ricas en derechos humanos. Ahora estamos en una era interglaciar, pero las predicciones matemáticas e informáticas nos alertan de que ya no tenemos tiempo para revertir lo que está pasando. 

lunes, 1 de agosto de 2022

Abajo las estéticas sexistas



Tras un largo silencio bloguero quiero aparecer inopinadamente en pantalla para explicar en que estoy ahora. Probablemente os habéis sorprendido por la foto que hay arriba pero tiene su explicación. El ministerio de Igualdad que dirige mi amiga Irene Montero quiere lograr la visibilidad de los cuerpos femeninos en cualquiera de sus morfologías sin que exista de base un cuerpo perfecto, esos que llamamos diez y que solo son logrados con Photoshop. En base a esto, y dándole la razón, yo he propuesto una campaña colateral para la reivindicación asimismo del cuerpo masculino en cualquiera de sus también morfologías. Aquí hay unas bellas y estéticas barrigas que se pueden ver como la plasmación del cuerpo del hombre en su maravillosa multiplicidad. Se acabó satirizar a viejos calvos y barrigones, cuarentones o cincuentones o incluso sesentones. Aquí los traemos como una propuesta asertiva porque no hay criterios uniformes de belleza, ni cuerpos diez tampoco en los hombres. Tener barriga es bello. Dejemos ya de depreciar a los que tienen un torso no olímpico y desdeñemos cualquier criterio de belleza que haga de menos a cuerpos que aspiran a su visibilidad. No hay hombres gordos, ni bajos, ni calvos, ni sebosos, ni que tengan un solo huevo -otro tipo de belleza- que no puedan ser admirados en su estética por unos ojos desprejuiciados y justos. La belleza de la mujer es múltiple así como la del hombre, y ambos son promovidos por el ministerio de Igualdad. Yo por lo menos he enviado la propuesta a Irene y espero su aprobación para que aparezca en campaña esta imagen que sí que está libre de derechos de autor y autorizada la publicación. Ya no hay “viejos verdes” ni gordos sebáceos. Propongo que se haga un póster al respecto para reivindicar la diversidad de la belleza que estalla en su prodigiosa alteridad en hombres y mujeres. Cualquier mujer o trans puede aspirar a gozar con el cuerpo de estas maravillosas formaciones ventrales fruto del buen yantar o de la cerveza. Se acabó bromear con clichés de poco gusto sobre las formas masculinas. Cualquier mujer puede sentirse orgullosa de admirar esta polifacética gallardía y apostura si es capaz de revisar sus prejuicios, y es que ligar con un hombre gordo, calvo y bajo debe ser reivindicado como algo gozoso y multicolor. ¡Abajo los prejuicios y las bromas sexistas!

domingo, 30 de mayo de 2021

Vino barato y conversación abundante

Leo lentamente El infinito viajar de Claudio Magris y me sorprenden los primeros capítulos centrados en España, concretamente en La Mancha, con sus reflexiones sobre El Quijote, fruto de una España concreta y también filosófica, y en Madrid en los albores del siglo XXI. Me siento como español tan olvidado por las corrientes modernas de pensamiento que me asombra que alguien hable bien de nuestro país y estime su riqueza literaria, vital y artística. Me gustaría ser ducho en la ironía cervantina para expresar mi profunda desazón sin excesiva amargura ni recurrir al sarcasmo hiriente. Claudio Magris realiza hacia principios de siglo un recorrido por la España cervantina en un tiempo equivalente al que lo realicé yo, en la primavera de 1999. Tal vez coincidimos en nuestras estancias en las localidades manchegas y en las reflexiones cuando yo iba releyendo El Quijote en una edición de Francisco Rico y  a Unamuno y Azorín en sus reflexiones sobre el camino del héroe.  

Dostoievski pensaba que este libro podía bastar por sí solo para justificar ante los ojos de Dios la odisea de la humanidad. Y tenía razón, porque el requesón maloliente que se desliza por la cara de don Quijote, heroico, ridículo y escarnecido, se parece al sudor de sangre de Cristo (Magris).

Soy aficionado a los diarios, en los viajes siempre escribo unas cuantas páginas que expresan mis impresiones del viaje en las que pongo pasión y sentimiento de cercanía al país o región visitada. En mi visita a La Mancha de 1999, tuve ocasión de encontrarme con un trocito de España que es esencialmente literario. Visité todas las localidades cervantinas además de Almagro, Valdepeñas, Villanueva de los Infantes y Tembleque, pueblo que tiene una de las plazas porticadas más hermosas de España.

El viaje me infundió una inmensa melancolía, coincidiendo con la guerra de los Balcanes y la intervención de la OTAN contra el ejército serbio.

Ser español es una de las peores condenas que existen en el mundo mundial. Especialmente si uno ama, a pesar suyo, la distopía de este país que nunca está reconciliado consigo mismo. Suerte que tenemos los bares, la principal institución cultural de nuestra forma de ser. No es casual que Don Quijote se pasara buena parte de su periplo en ventas del camino, con vino barato y conversación abundante.

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