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jueves, 5 de enero de 2023

Nueva caminata hasta Sitges

                                 Cruz de la Morella, el mar en la distancia


Mi segunda caminata estas navidades, esta vez en solitario porque mi sobrino declinó mi invitación al saber que sería de treinta y seis kilómetros, y eso ya le superaba. En la anterior de diez menos acabó cansado y con agujetas. Pienso que se lo habría pasado bien. Me gusta poner el cuerpo a prueba porque es tanto un ejercicio físico como mental. Partí de Sant Boi a las ocho y media de la mañana y llegué a Sitges a las cinco y media de la tarde lo que hace un total de nueve horas menos las dos paradas para comer sendos bocatas en un cuarto de hora cada uno. 

 

El camino, guiado por el gps, tiene ascensos considerables en que mi respiración se  tensiona pero resistí bien. Hice, en alguno de los ascensos a la ermita de Bruguers, una parada para recuperar el resuello y dividió el camino en dos tramos. Luego en la ermita hay un restaurante y me tomé un café solo, pues no lo había tomado en casa, y es que soy bastante adicto al café. Allí empezaba el ascenso al castillo en ruinas que me llevó una media hora y un fuerte esfuerzo. 

 

La impresión de la caminata es que he resistido bien, he notado el cansancio más tarde que otras veces. A lo largo de la caminata iba pensando en cosas, aunque a medida que el cansancio iba haciendo mella, mi mente se desocupaba de pensamientos vanos. Pienso que caminar es una especie de ejercicio meditativo en movimiento. Hubo algún tema pendiente que me clavó las garras pero pude ponerle término dándome cuenta de que hay que parar los pensamientos negativos en su primer momento sin dejarlos crecer. 

 

Caminar, y más en solitario, es poner la mente en estado contemplativo, porque paso tras paso y más cuando son en ascenso, todo lo que hay en ti se concentra intensamente en el presente y solo existe la realidad de ese momento. Hice fotos abundantes y en algún momento escuché música de jazz, pasé por la cruz de la Morella desde la que hay un paisaje espléndido del Garraf y el Llobregat, y el mar en lontananza en un día soleado y alegre. El Garraf es un territorio áspero y agreste que me atrae porque tiene una vertiente metafísica muy profunda. Y desde la Morella ya todo es bajada, en la que soy bastante torpe, pero, paso a paso, voy consiguiendo descender por entre las rocas. Llego hasta la entrada del parque Natural y me como el segundo bocadillo viendo el mar en la lejanía. Huelo a tigre por el intenso sudor. Voy en manga corta, hace calor. Ahora quedan cuatro o cinco kilómetros de carretera que llevaría al monasterio budista de la Plana Novella y yo sigo hasta el desvío que me entra en una pista de tierra que, en dos tramos, me llevará hasta Sitges, son aproximadamente nueve o diez kilómetros. Voy oyendo algún podcast de viajeros. Soy muy aficionado el programa vasco Levando anclas que me lleva a experiencias viajeras alucinantes por todo el mundo. Yo me creí viajero un tiempo pero lo que se cuenta allí supera cualquier expectativa que yo pudiera llevar adelante hace tiempo. 

 

Sigo haciendo fotos, paso por zonas de viñedos, voy por pistas cómodas pero por las que no pasa nadie. No he encontrado a alma viviente por estos pagos. Pienso en que cuando llegue a Sitges me comeré un helado de tres bolas -vainilla, café y turrón-, y endulzo mi andar imaginando la textura del helado. Llego al desvió que conduce a Sitges directamente y sé que me queda poco más de una hora para llegar a buen paso. He pensado en mi sobrino y creo que se lo hubiera pasado bien. Es un trayecto por diversos tipos de paisaje que va desde las montañas del Llobregat a la aridez de  la sierra metafísica. Y de fondo el mar. Sitges es una ciudad muy estimada por mí. Habré estado allí docenas y docenas de veces, muchas llegando, caminando, porque ensayo diferentes vías para caminatas. En la familia, alguno ya me conoce por mis caminatas a Sitges que le parecen repetitivas. 

 

En los cuatro últimos kilómetros la pista se hace de cemento y empiezo a correr cuesta abajo dejándome llevar. Pienso en el helado y me aparecen alas en los pies. Sigo bajando, hasta que llego a la zona de almacenes por que entro a la ciudad que tiene el suelo más caro de España.

 

Para mi desolación, la heladería está cerrada. Las bolas de helado han volado. Me vuelvo en tren a casa. Ha sido un día muy especial. 

23 comentarios :

  1. Tu sobrino me recuerda a mi nieto que tiene ahora 15, cuando tenia 13 un dia me lo llevé abajo del rio, para ir andando hasta Castellar de Vallès. A medio camino dijo basta y ya no ha venido más.

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    1. Ser joven es un estado en la vida, igual que ser viejo. Condiciona la percepción y la visión de las cosas, aunque los viejos creen tener más perspectiva. Mi sobrino es un buen chaval, lleva a Cristo crucificado en un colgante grande igual que el pendiente que lleva es igualmente de Cristo. Viste a la manera siniestra, siempre de negro. Un día le pregunté qué significaba esa iconografía y no supo qué decirme. ¡Quién iba a decir que la imagen de la cruz volvería a estar de moda entre los jóvenes!

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  2. Una muy buena caminata, lástima no tener la recompensa de las 3, nada menos que tres, bolas de helado.
    Saludos.

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    1. La sustituí en mi barrio por una caña de cabello de ángel y un cortado, lo que es un lujo porque estoy haciendo dieta de mil quinientas calorías. Me supo a gloria. Este día había gastado más de dos mil calorías caminando. Saludos.

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  3. Ufff, ¡que bárbaro¡ es una caminata larga y hay que estar muy preparado. Garraf me encanta, sus palmeras endémicas son una preciosidad y me encanta la masía que está cerca del monasterio budista.
    Un abrazo y felicidades

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    1. Esas palmeras son los palmitos que son endémicos de la sierra y que se unen a otras plantas igualmente características del terreno. Hace tiempo que no paso por el monasterio budista -una de las rutas pasaba por allí-, y no visito a los monjes cuyo ejercicio de la compasión budista a mi juicio no es muy intenso. Dos veces he necesitado de ellos, una vez por una herida sangrante y otra por haberme quedado sin agua, y ninguna me han ayudado. Pero si vas con pasta gansa, sin duda se interesan por ti. Es un negocio con todas las letras.

      Un abrazo, Miquel, pero felicidades no las merezco. Lo hago muy a menudo y me gusta porque, como digo, me hace saber que estoy en forma.

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    2. Es que son budistas "profesionales", hombre...

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  4. Otra de las cosas que me confunden es, JOSELU, la masia que hoy ocupa lo que hoy es el monasterio budista.
    El recinto, vamos. En la parte posterior al monasterio hay un lago artificial de forma cuasi ovalada que debe tener su buenos metros de profundidad y de un radio relativamente grande.
    Allí caben barcas. ¿de dónde mana el agua?, siempre ha sido un interrogante para mi?
    Un abrazo

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    1. Cuando he estado allí, no he visto la masía que dices y tampoco el estanque pero ciertamente es una zona muy seca, tanto que no me dieron agua cuando les fui a pedir una vez que llegaba deshidratado. Si quería, que comprara un botellín de 200 cl. Un abrazo, Miquel 

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  5. La vez que estuve,en lo que ahora dices hay monjes budistas,había un restaurante con carne a la brasa ,un estanque con patos y una urbanización fracasada,hará de esto 30 años,no he vuelto más.El camino de Sitges a Vilanova,sí que lo he hecho muchas veces,por la montaña.
    Hay una cosa,que no entiendo y es que vayas solo.No te lo aconsejo,como dices que estás jubilado,no puedes arriesgarte.Estoy pagando errores,por exageraciones,como las que indicas,cuando me sentía fuerte.

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    1. Propuse a mi sobrino venir conmigo pero no quiso. Normalmente voy con un amigo, pero ahora tiene ciática, así que tuve que hacerlo solo. Conocía la ruta y tengo confianza en mí mismo. No es peligroso, sí que requiere esfuerzo pero son zonas por que pasa gente, tarde o temprano. No es tan fácil encontrar a gente para hacer caminatas y menos de esta magnitud.

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  6. Joselu, tú sí que sabes disfrutar de la vida. Caminar es un ejercicio maravilloso porque logramos combinar lo físico con lo emocional. Yo, también gusto de caminar en las zonas rurales. En la ciudad es agobiante por el ruido del transporte, de las gentes y porque todo es concreto, pero cuando tengo mis escapadas de finde semana o vacaciones me gusta caminar y sentir los aromas de las hierbas del camino, de los árboles y de toda la maravillosa naturaleza. Creo que caminar nos conecta los sentidos con la esencia de la vida.
    Abrazos Joselu

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    1. Desde los quince años, en que hice mis primeras caminatas, he sido fiel al ejercicio andariego. Puedes empezar una caminata -fuerte, quiero decir- hecho polvo anímicamente y la terminas lleno de energía aunque estés exhausto. Luego el cuerpo se queda en un estado de lasitud en que las angustias e inquietudes han desaparecido. Eso es importante porque soy de entrada susceptible a la ansiedad y a los estados negativos. Caminar me llena de energía. Es duro levantarse de buena mañana cuando todo el mundo está en la cama y salir con el frío de las primeras horas, pero luego es un estado tan interesante -a pesar del esfuerzo- que, sin duda, me repercute bien anímicamente. Un fuerte abrazo, Tatiana.

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  7. Andar tiene mucho de ejercicio mental aparte de físico. No se, proponer a alguien sin un mínimo de preparación física una marcha de 36 kms le va a asustar, aunque si va a lo mejor lo hace y ni se entera si es joven y esta en buen estado. Se puede hacer en unas seis horas y pico si no se para uno mucho., yo en su dia andaba a esa media, unos seis kms/hora, que es un ritmo alegre (claro que en aquel entonces corría el Km en 3:15-20 y ahora ni me acercaria). Con el tetrahidrocannabinol ya tuve mi experiencia, forestal o no, pero no es recomendable, o yo no lo veo recomendable para andar.

    Un saludo

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    1. Yo no voy a ritmo rápido, además el terreno es escarpado y rocoso y ando asegurándome cada paso. Hay corredores que galopan por dicho terreno, pero no es mi caso. No me fuerzo, un promedio de cuatro kilómetros por hora es ideal, no es competitivo pero no es una competición. Lo del tetrahidrocannabinol para el día en que -imaginariamente- duerma en la cumbre -si encuentro a alguien que me acompañe- será después del esfuerzo y la cena viendo el ocaso del día. Luego dormiremos en plena oscuridad y en el silencio mayúsculo de la noche bajo las estrellas -hace falta que sea un día despejado-, y así a la mañana siguiente, descansados ya y destetrahidrocannbinolizados, bajaremos hasta el coche. Todo depende de encontrar a alguien a quien le haga ilusión la idea. Solo no la haría, la noche me produce mucho respeto y algo más allá.

      Un saludo, Daniel.

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    2. Yo he dormido solo en el monte hace algunos años (bastantes) es una experiencia que recomiendo a todo el mundo. La primera vez pasas mucho miedo, (yo por lo menos lo pase) pero luego aprendes a escuchar y te sincronizas con el bosque y es una experiencia que ayuda a la gente a ser valiente y a dar la cara ante los problemas, creo yo.
      Pero la primera vez es dura, eso no lo niego.
      Un saludo.

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    3. Yo no me atrevo, Daniel, una vez pasé una noche solo en el bosque y menos cagarme, sentí de todo y no precisamente bonito. Uf.

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  8. Perdona,si insisto Joselu,pero a mi me dio un ictus hace años,mi hija se dio cuenta, porque no respondía con coherencia,me llevaron con urgencia y tuve la suerte que no me dejó secuela.
    Por otra parte, cuando voy en bici me cruzo(por distintos lugares,Esplugues,Sant Just...) ,grupo de personas(sobretodo jubilados),haciendo marcha con un monitor,van bien preparados,con calzado ,bastones telescópicos, supongo que pertenecen a algún club o asociación.Lo digo.porque puedes preguntar en Cornellat o pueblo cercano, por si te interesa, al final se trata de hacer un deporte apropiado a cada edad y salud.

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    1. Te dejo una noticia de hace poco tiempo, referente a Bill Hatfield, de 81 años, que dio la vuelta al mundo en velero y sin escalas en 259 días enfrentándose a mares turbulentos y vientos huracanados. Entiendo tus razones, pero si Bill Hatfield te hubiera hecho caso, estaría en un club de jubilados caminando con bastones en lugar de dar la vuelta al mundo. Pienso que cada uno tenemos nuestro destino y nos llegará cuando nos llegue. Y si uno muere dando la vuelta al mundo, glorioso final que será. El hombre mayor que ha dado la vuelta al mundo en solitario en velero Un fuerte abrazo.

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  9. Por esas cosas de la vida la mayoría de las veces que navego lo hago en solitario. Procuro no arriesgar y son salidas de día, con buen tiempo. El barco para uno solo es grande de más y en el confinamiento tuve un episodio de vértigo y no me recuperé completamente. Mis hijas me intentan advertir de que no vaya solo, pero les suelo decir que me moriré un día, pero no el día antes ... Entiendo y comparto tu actitud y la de Bill Hatfield la envidio. Le echo narices el hombre sobre todo después de 4 intentos fallidos. A me pilló un ciclón tropical -decadente- en el Atlántico y no me gustaría repetir la experiencia ...
    Este año cumplo 70 años y me da auténtico pánico una vida controlada bajo la orden de ¡Cuidado!
    Feliz año!!!

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    1. Soy de tierra adentro y nunca he tenido relación con el mar sino desde la orilla viendo atardeceres o yendo a la playa. Admiro tu posibilidad de navegar, teniendo en el mar a un compañero, un amigo -o una amiga si es la mar-. Mi única experiencia en este sentido de una cierta aventura es caminar. Pasarme el día solo caminando nueve horas en que fuerzo mi físico y la mente es para mí una experiencia espiritual, igual que lo es para ti navegar. Es tanto lo que recibo de ello que siento que evitar hipotéticos peligros no compensaría la pérdida que supondría. Todos estamos expuestos a morir en cualquier sitio y en cualquier momento. Y no en los lugares teóricamente más peligrosos, esa es la paradoja. Mientras viva y pueda, quiero vivir a tope, sin miedo, seguir caminando como un cómico de la legua. Lo que consigo como armonía personal no me lo da nada sino eso. Leo mucho, pero caminar por otra parte, me da vida, me hace sentirme vivo. No quiero renunciar a ello. Tú puedes entenderlo. Feliz año, J.J.

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  10. Menuda caminata, 36 km y con ascensos incluidos, es una forma de empezar el año con tremenda energía. Lo de apartar los pensamientos negativos creo que es una de las bondades de pegarte una buena caminata, pienso que se relativizan más las preocupaciones del día a día. Y por lo que comentas y la foto, ese paisaje que combina la aridez con el mar al fondo, tiene su encanto.
    Lástima lo del helado de tres bolas, aunque te sirvió para volar en el último tramo, era tu merecida recompensa.

    Un abrazo🌸

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    1. Lo más significativo es que la hice en solitario y me sentí bien. La mente es peligrosa cuando uno está solo. Es una suerte de ejercicio físico exigente pero también de meditación profunda. La sierra del Garraf me enamora, como bien dices, es árida y agreste, auténtica, pura.. Y eso me reconforta. Cuando llegas, sientes una suerte de satisfacción y piensas en el recorrido hecho, que al principio te parecía inabordable, y te dices "heme aquí, voy a comerme un helado de tres bolas". Nada más. Es hermoso. Un abraciño, Ana.

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