Me he reencontrado con un escritor al que he tenido siempre cierta manía desde que leía en los años setenta sus provocadores artículos periodísticos, estilo que me repelía. Me refiero a Francisco Umbral (1932-2007), escritor cuya pose de dandy o esnob creó reacciones encontradas y polémicas no siempre felices. Sin embargo, tras la lectura de ese libro magnífico que es Mortal y rosa (1975) me he encontrado con un hombre de una profunda sensibilidad, totalmente devastado por la enfermedad -leucemia- y muerte de su hijo Francisco, “Pincho”, de seis años. El libro es una suerte de diario lírico en que va expresando una sinfonía de estados de ánimo a lo largo del tiempo de la enfermedad, la muerte y el luto posterior. No obstante, en Mortal y rosa -imagen poética tomada de Pedro Salinas- hay asimismo un retrato poético de él como artista y escritor, de las relaciones con su público, de estética literaria, de sus relaciones con las mujeres entre las que hay un gusto rayando lo obsesivo por las ninfas, de su pose como escritor ajeno al escaparate literario que no busca la fama porque sabe que la fama es una forma de engullir al escritor para luego asesinarle, de su rechazo de la solemnidad porque él se reivindica como golfo y gamberro frente a otros escritores solemnes -me he dado cuenta de que hay escritores solemnes como Antonio Muñoz Molina cuyos artículos parecen sermones, y escritores como Fernando Savater que, expresando cuestiones muy profundas, huye del estilo envarado y falsamente moral-, observaciones sobre la niñez -los niños son pequeños soles que no dudan un momento-, sus pensamientos eróticos… Es un flujo de conciencia constante en que el lector ha de leer lentamente para aquilatar la calidad de la prosa poética. Mi libro está totalmente subrayado porque buena parte de este es un verdadero prodigio literario.
El tono de este es sobrio y contenido pero en algunos momentos se desata la terrible devastación que le produce la enfermedad y la muerte de Pincho: “Estamos todos en el fondo de un infierno cada uno de cuyos instantes es un milagro”. Pero un milagro sórdido, añadiría yo. El universo no tiene otro argumento que la crueldad ni otra lógica que la estupidez. El artista se ve devorado por el frío terrible de la muerte: “Estoy viviendo muerte, porque la muerte hay que vivirla en la vida. Luego, en la muerte ya no hay muerte. Desvelado, dolorido, cansado, cobarde, solo, enfermo, herido, estoy entre tus cosas, hijo, ni vivo ni muerto, sin decidirme por ninguna de las soledades que me esperan, dudoso entre tantas ausencias, horrorizado del sol que hoy ha salido en el cielo, y que nada significa y solo es como un inmenso estorbo entre tú y yo”.
El libro, que no es un ensayo ni una novela, es una especie de diario lírico sui generis que nos abre en canal al escritor en una parte de su vida en que no hay pose literaria ni equilibrismo esnob. El dandy que fue Umbral aquí está herido de muerte y el final de ese diario que queda abierto nos ha permitido entrar en su alma más honda, en su rechazo de lo trascendente, de Dios, de la metafísica, y a la vez la consideración, en aquel momento, del fracaso y amargura de la vida, ciertamente una realidad que va mucho más allá del articulista provocador que creó una imagen de sí mismo algo conflictiva. Recibió todos los premios literarios más importantes, incluido el Cervantes en el año 2000.
Quince años tras su muerte se reaviva el interés por su figura y su literatura en la estela de Larra, Ramón Gómez de la Serna y Valle Inclán.
Comentar sobre lo que uno no conoce no me gusta Trae problemas Disfruto lo que qe escribes y me parece muy bueno saludos desde Miami
ResponderEliminarHas abordado a Francisco Umbral desde una perspectiva sumamente interesante; la persona (esposo y padre de familia) detrás del personaje (el literato famoso y mediático).
ResponderEliminarSupongo que nunca conoceremos en profundidad las razones íntimas que le llevaron a exhibir esa fachada mediática, de personaje público polémico mostrada en varias ocasiones.
Como articulista no se cortaba un pelo a la hora de lanzar dardos, y obviamente los recibía en la misma medida (Umbral versus Pérez-Reverte, por ejemplo).
Sin duda era plenamente consciente de que su proceder le generaba antipatías entre colegas de profesión, y en un amplio elenco de público lector… pero se mantenía incólume en su actitud.
Abordar la muerte de un ser querido (acaso la de un hijo sea la más traumática) mediante una catarsis literaria no es un ejercicio nuevo, pero siempre es inquietante para el lector enfrentarse a un texto así… difícil imaginar lo que habrá supuesto escribirlo desde esa experiencia atroz (similar fue el caso de Sergio del Molino, pero de un modo más novelado con “La hora violeta”).
Está claro que el autor era un sibarita con la expresión escrita, muy exigente con la palabra, manejaba un vocabulario muy culto, fue un gran lector de Nietzsche, Kant, Camus, Hegel, Schopenhauer… de éste último admitió cierta influencia en su pesimismo existencial, y que certeramente reflejas en tu entrada, Joselu.
Y ni que decir tiene la poesía, que era su alimento vital.
¿Qué escritor joven y moderno de hoy, tiene ese bagaje intelectual, como lo tuvo un joven Umbral u otros escritores de su tiempo?
Uno de los mejores prólogos que he leído fue a Umbral, a propósito de un libro de Larra; Antología fugaz… el prólogo es una joya literaria en sí mismo.
También es cierto que la humildad, al menos de puertas hacia fuera, no era una de sus virtudes… pero esa es la imagen que el quería cultivar; ¿por qué se entregaba a ese juego de máscaras, a esa ficción de cara a la galería? Quien sabe el por qué de esa ambigüedad, solo él lo sabría en profundidad, nosotros solo podemos conjeturar desde la superficie.
El Umbral persona (que no personaje) dicen que era persona solitaria, retraída, introvertido… pero muy amigo de sus pocos amigos.
A mí lo que me ha atraído de Umbral es que en cada una de sus creaciones, concitaba todos los géneros; poesía (él se identificaba como poeta, por encima de todo), prosa, ensayo, filosofía, periodismo… mezclando todo en un cóctel peculiar, y con sorprendente facilidad. Algo que también se le atribuye a Vila-Matas, no sé si con igual fortuna… a mí éste último también me gusta mucho.
En cualquier caso ahí está la trayectoria literaria de Umbral, una obra de gran nivel a la mano de cualquier lector.
Parto de mi relativo conocimiento de Umbral porque apenas lo he leído, salvo hace muchos años Memorias de un niño de derechas que apenas me caló, no llegó en su momento o no era lo que yo podía esperar. Hay que conocer la faceta más íntima, más trágica del ser humano para poder aquilatar su hondura existencial. Y, ciertamente, escribir sobre la muerte de un hijo de seis años, es un escenario de un dolor inimaginable para un padre y para una madre. Digo inimaginable porque desde fuera podemos acercarnos pero no sentirlo de igual manera a ese sufrimiento lacerante e inabarcable. Haber entrado en Umbral por su lado menos esnob, menos teatral -porque aquí no hay nada de eso- puede hacer percibir qué hay al otro lado de la máscara y de la simulación cínica. Este es el primero pero no será el último. Me han recomendado -y lo tengo- La leyenda del César visionario sobre el Caudillo Franco. Es significativo que Marco Ottaiano, crítico italiano, recupere a Umbral en su reciente libro El tiempo parado donde hace hace un balance de la década prodigiosa de Umbral (1965-1975) y expresa que "Fue, sobre todo, un escritor desgarrado, un hombre solo arañando en la máquina de escribir una explicación para sí mismo. Lo disfrazó todo, menos el dolor". En Mortal y rosa he visto a ese hombre hondo y complejo, a la vez que gigantesco artista. Siento una íntima desazón en haber tardado tanto en haber entrado en esta literatura en que prometo seguir indagando.
EliminarTu comentario resume bien su textura polémica que le ganó tantos enemigos y algunos entusiastas. Es curioso que cuando un escritor muere suele entrar en el olvido, pienso en Cela, también un hombre singularmente polémico, pero en el caso de Umbral, su literatura vuelve y se nos hace presente de nuevo para los jóvenes pero también para los que no lo descubrimos velados por su pose pública. Tengo también pendiente leer el libro Montevideo de Vila-Matas que acaba de publicarse.
Guardo un recorte de Umbral de los publicados en El País en los años 80, al principio, en una columna que tenía a la derecha, que se llamaba "Los placeres y los días". La columna se titula "los comunistas",y es tan bueno el escrito que algún día lo colgaré para deleite del lector.
ResponderEliminarDe él sólo he leído columnas como eso, columnista, y siempre me han agradado. No puedo opinar sobre ningún libro, pero este que citas lo tendré en cuenta.
No sabía nada de lo de su hijo, y ahora no me extraña esa postura tan lejana versus los lectores que tenía siempre.
Iré a por el libro, sin duda alguna.
Gracias
Escribe Umbral en Mortal y rosa: Has conseguido que miles de cabezas se vuelvan hacia ti y no tienes nada que decirles. Es como si fueran a hacer presa en ti, en un momento, iracundos por el engaño, y a destrozarte. El sueño ideal que portaba el niño, no es sino una sucia necesidad de dominio. Triunfar, lo que se dice triunfar, es sojuzgar. Todo éxito es agresivo. La gloria es un homicidio, la fama una violencia, la popularidad es una agresión. Imponer un yo a otro yo, entrar en él, violentarlo, torcerlo, hacer que él se torne en mí. (...) La relación que establece la fama es falsa, monstruosa, sucia. Hay un sojuzgamiento. Veo cabezas rubias, grises, la forma alabeada de la juventud y la ceniza de la madurez. Nunca me acostumbré a esta multitud ante mí.
EliminarY continúa, Miquel: Toda veneración duradera necesita una levadura de culpa. Han venido a escucharme en multitud, y en multitud podrían lapidarme porque hay un apetito humano por lo humano que solo se sacia con el delirio o con la sangre. Provocar el delirio de la multitud es defenderse de ella. Cuando cese el delirio me matarán. El domador entra con una antorcha en la jaula de las fieras. Su vida durará lo que dure la antorcha. El fuego fascina a los leones. Luego necesitarán devorar esa fascinación, devorar al domador. La relación del hombre público con sus seguidores es de est orden...
EliminarJooo, creo que hay que leerlo integramente, y que me estoy perdiendo algo bueno sino lo hago
ResponderEliminarGracias, Joselu
La enfermedad y muerte de un hijo posiblemente es lo más doloroso que un ser humano pueda afrontar. No es natural sobrevivir a un hijo y más aún siendo un niño, por lo que comentas y por pura lógica el relato de esos sentimientos tiene que ser muy desgarrador. No me extraña, ahora que sé de esa pérdida personal, que fuera tan intenso en todo lo que abordaba.
ResponderEliminarMe has hecho ver el lado humano de un escritor al que no he prestado mucho atención, gracias.
Un abrazo!!
Umbral es uno de esos escritores "raros" que sigue creciendo tras su muerte. Era un excelente prosista y poeta, mucho mejor que la mayoría, pero era provocador y muchas veces desagradable en sus declaraciones públicas por su prepotencia y no sé si llamarlo cinismo. La otra cara de la moneda era que en su alma interna era un hombre devastado por el dolor, no solo el de la muerte de su hijo, por supuesto, que compartió con su mujer, sino también por su concepción de la vida y de las cosas. Era exhibicionista y petulante pero en su cara interna era tímido y profundo. Está claro que la muerte de su hijo Francisco lo golpeó terriblemente y explica muchas cosas que vivió con su esposa. Es uno de los mejores escritores españoles aunque a él se la repateaba la fama, como he dejado en algún texto a Tot Barcelona. Un abrazo, Ana.
EliminarNo conozco la obra de Umbral, pero cuando mucha gente no lee su obra y se limita a criticar al escritor por sus declaraciones o su postura sobre algo me parece que siempre se equivocaran y si aciertan será como en una lotería. Lo veo como juzgar un libro por la encuadernación o un guiso por el plato en que se sirve. Y más en este mundo de inquisidores con ínfulas.
ResponderEliminarUn saludo.
Tienes razón, tras la máscara de Umbral había un corazón dolido que no se revelaba en sus declaraciones altivas y petulantes que alejaron a mucha gente de él, entre ellos a mí. La imagen pública puede contribuir a la vigencia de un autor en su tiempo, aunque él gano los principales premios literarios pese a su pose maldita y esnob.
EliminarNo obstante, quería hacerte considerar a una escritora puesta en los altares por la izquierda, me refiero a Almudena Grandes. Esta mujer declaró en la cumbre de su fama literaria que qué placer sentirían las monjas en la guerra civil cuando eran violadas por milicianos jóvenes y sudorosos. Lo siento, Daniel, esto es suficiente para que yo me niegue a leerla, igual que cuando dijo que ella fusilaría a unos cuantos periodistas de derecha. La imagen pública es importante, pese a que a Almudena Grandes, por ser de izquierda, no le han pasado factura sus declaraciones. ¿Te imaginas que un escritor de derechas hubiera dicho que qué placer sentirían las obreras al ser violadas por jóvenes falangistas sudorosos? La imagen pública en cierto sentido dice mucho de un artista, pero en el caso de Umbral no era así porque si uno lee Mortal y rosa te das cuenta de su terrible dolor sin máscaras de ningún tipo, su dolor y extrema sensibilidad. Un saludo.
Creo que sólo podemos o deberíamos escribir una novela, una única novela. Mortal y rosa es la que le toco a Umbral. Poco le seguí como escritor y si con pasión casi enfermiza como articulista, con su lenguaje barroco, culto y provocador, leerle era un placer.
ResponderEliminarPerdona que no me haya pasado antes por aquí, no sabia que tenias un blog, pero gracias a Miquel de Tot Barcelona, ahora ya lo se y ya lo he referenciado en el mío.
Saludos.
Saludos.
Yo no seguí demasiado sus artículos, pero estoy muy interesado en su literatura. Los artículos eran para él unos ingresos necesarios y escribió miles de ellos y creo que para él, según escribe, eran una suerte de autodestrucción "necesaria". Es un prodigio haberme encontrado la escritura transparente de Mortal y rosa sin carga ideológica -nos divide tanto dicha carga a los seres humanos...-, solo profundamente humana sin más adjetivos. "Más que irnos barroquizando, el tiempo nos va desnudando. Todo es un ir retornando a la niñez, a la sencillez, porque la muerte no crece en nuestras condecoraciones de vida y dolor. La muerte nos toma niños, puros, solos, y pienso que es en estos momentos cuando puedo morir.
EliminarSaludos, muchas gracias, Francesc, por tu comentario.
Es una pena que el espectáculo de los medios de comunicación nos muestren unas imágenes grotescas de Umbral eclipsaron al magnífico escritor, el mismo, sin embargo contribuyó con alguna anécdota. Hay que leer a Umbral sin prejuicios adocenados y darse cuenta de la gran calidad de su literatura. Leía sus artículos de prensa y leí "Mortal y rosa" que ahora me has hecho recordar, pues se me había borrado de la memoria. Lo que sí recuerdo es el rigor del lenguaje y una buena adjetivación.
ResponderEliminarSaludos.
Ciertamente, Mortal y rosa, merece una relectura. Es un libro extraordinariamente bien escrito en que el escritor se queda desnudo íntimamente ante nosotros como lectores. No es un ejercicio exhibicionista sino de despojamiento de cualquier tipo de hojarasca... Pienso que es una de las más importantes obras de la literatura española del siglo XX y sigue siendo rabiosamente actual. Dicen que Umbral era un hombre tímido e introvertido a nivel cercano, frente a una imagen pública arrogante y polémica. A mí me interesa ese hombre, ese hombre que latía y seguía siendo un niño, porque él odiaba la adultez como Peter Pan o Holden Caulfield.
EliminarSaludos y muchas gracias por el comentario.
Paco Umbral quiso ser un Larra, pero nunca lo vi tan incisivo y de calidad literaria como Larra, ni como Gómez de la Serna y no te digo como Valle Inclán. En mi modestia y seguramente prejuiciosa opinión.
ResponderEliminarEn todo caso, la obra de Umbral está por revisar, ya es que se siga hablando de él cuando de Cela ya no se habla. Pienso que el estudio de su obra será materia para los departamentos de literatura de las universidades, tesis doctorales, tesinas, y estudios críticos... Hay escritores que son descubiertos después de su muerte cuando se les aborda con menos prejuicios que en vida. Valle tampoco triunfó en vida, ha sido la posteridad quien lo ha retomado y revalorizado. Su Luces de bohemia tardó cuarenta años en subir a un escenario. En todo caso, Mortal y rosa bien merece una relectura.
EliminarCon diecisiete años leí 'Las ninfas'. La novela me dejó impactado. Su lectura me descubrió un mundo inesperado y sorprendente que me sumió en un ensueño literario. Después intenté leer 'España cañí', pero no pude terminar de leer ese libro. El personaje público me alejó del escritor Umbral.
ResponderEliminarHe visto estos días varios vídeos de entrevistas suyas en televisión desde que era muy joven -Un A fondo de Joaquín Soler Serrano-, hasta que ya entrado el siglo XXI estaba muy viejecito y había perdido esa arrogancia suya aunque no su lengua viperina. Pienso que, tras ver siete u ocho entrevistas en televisión, y su discurso por la recepción del Premio Cervantes en el año 2001, él construyó un personaje gamberro y "terrorista" para escandalizar -hecho sí con extraordinaria inteligencia, agudeza e ingenio- al personal. Era un auténtico personaje en la estirpe de Valle y Ramón. Faltan tipos así actualmente. Todos son controlados y reprimidos. Nadie se atrevería con los desplantes que hacía Umbral en su tiempo porque vivimos una época muy puritana y moralista. Él que aseguraba que lo que más le interesaba era la política y las señoras, pero especialmente las ninfas de diecisiete años. Hoy sería imposible, tenía ingenio y frescura y da medida del tiempo tan autorreprimido que vivimos. Entiendo que el personajes nos espantara a ti y a mí, pero visto en perspectiva era muy original y extraordinariamente libre, algo que no es posible ya. Te recomiendo Mortal y rosa vivamente para alejar la imagen que tienes de él. Era un gran escritor.
EliminarEs uno de esos casos en los que el personaje, al menos para mi, se comió a la persona. Sólo he leído algunas de sus columnas y creo que nada de sus libros. Me has recordado que debería arreglar ese error, gracias.
ResponderEliminarEra un personaje teatral que él construyó y que no deberíamos tomarnos demasiado en serio. Él reconocía no tomarse en serio nunca. Tenía mucho de pose, pero debajo de esa pose irritante, había un hombre complejo y profundo. Mortal y rosa es una buena forma de entrar en él para darse cuenta de su hondura aunque pueda no estarse de acuerdo con algunas de las cosas que dice.
EliminarCreo que su puesta en escena, le perjudicó a tomarlo en la consideración, que su obra se merece.
ResponderEliminarla pérdida de un hijo ha de marcarte de una forma brutal.
Saludos.
Se convirtió en un personaje entre histriónico y corrosivo y eso, en cierta medida, le alejó de mucha gente. No obstante, en Mortal y rosa habla del público y el éxito porque él consideraba que la admiración de la gente es previa a defenestración y el cortar la cabeza del admirado. No hay nada que satisfaga tanto como asesinar al que previamente se ha idolatrado, desde su perspectiva. Se quiso convertir en un artista gamberro y disolvente. No obstante, consiguió todos los premios literarios de este país lo que da idea de su calidad, aunque esta solo se puede evaluar leyéndolo. Umbral sigue vivo y ahora no tenemos su histrionismo para alejarnos de él. Él se contentaba con ser leído y que alguien dijera "pues no está mal" .
EliminarMortal y Rosa es el único libro que he leído de Umbral, pero me llego profundamente. Supongo que cuando uno de la muerte de un hijo, tiene que dejar atrás el personaje y dejar salir la humanidad, y en este caso, Umbral demuestra tenerla a raudales.
ResponderEliminarDesde que me comentaste que lo habías leído, me quedé con ganas de leerlo yo. Lo compré y para mi sorpresa, me ha maravillado. Compartimos la impresión de que la humanidad de Umbral es enorme, pese a la que fue su imagen pública provocadora y polemista que alejó a tanta gente de su literatura. Quiero leer más cosas de él. Si tienes alguna sugerencia... Tengo Memorias de un niño de derechas y La leyenda del César visionario.
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