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domingo, 7 de marzo de 2021

La policía del pensamiento


Acabo de tener un pequeño rifirrafe con mis dos hijas durante la cena, nada grave pero que da una idea de por dónde van las cosas. Ambas son feministas convencidas con lecturas muy dirigidas sobre el tema y un modo de razonar que a un hombre solo en casa con suegra, mujer, y dos hijas feministas le deja poco espacio salvo el de mi intimidad y mi blog. Y mis lecturas. Mis hijas son como la mayoría de los jóvenes de hoy día, no son diferentes, es por eso que reflexiono sobre ello. El motivo del problema ha sido un comentario mío sobre la gala de los Goya que, según he leído, ha sido de las mejores por su menor duración y buen punto de los animadores. No la vi. Sí que he visto la película Las niñas que ha recibido los más importantes goyas. Una de mis hijas conecta inesperadamente que el éxito de la gala de los goya se puede haber debido a una conversación que cazaron de fondo entre unos trabajadores en el parking. Yo no tenía ni idea pero parece que ha sido viral y algunos de los lectores probablemente la conoce. Era una conversación entre dos currantes hablando de mujeres y su aspecto físico, que si una está buena, que si otras parecen esqueletos o berberechos… A mí me ha parecido hilarante y realmente representativa de comentarios machistas, pero era una conversación privada entre dos personas que fueron grabadas sin su consentimiento y que se ha difundido para ridiculizarlos y aplastarlos en la víspera de una fecha que parece que es más importante que las religiosas. 

 

Era una conversación privada. Pero me temo que vivimos en tal estado de sitio que se entiende que se puede difundir todo que se grabe sin conocimiento de los que intervienen, sea una charla ocasional o una publicación privada de whatsapp que se difunde igualmente en los medios de comunicación. Esto es lo que me preocupa, que ya la intimidad sea tenida en tan poco que se juzga que todo lo que sale por la boca de uno tiene consecuencias irreversibles si hay una grabadora o un vídeo que lo registre. Por un lado, se quiere proteger la intimidad de los menores, pero los padres se hinchan de publicar fotos de sus bebés en todas las fases de su crecimiento. Se admite que conversaciones o mensajes privados sean multidifundidos lo que consigue que personas sean objeto de odio, de ira o de asco por centenares de miles de receptores que los juzgan sin lugar a ninguna remisión. 

 

¿Qué será lo próximo? ¿Unos sensores por medio de microchips que detecten los pensamientos inapropiados que serán igualmente publicados por las redes sociales?

 

A mi hija le he argumentado que eran comentarios ciertamente machistas pero que estoy seguro de que muchas mujeres cuando hablan de los hombres lo hacen con mayor desparpajo aún y con mayores dosis corrosivas sobre la masculinidad. Se ha levantado ofendida y me ha dicho que qué comentario más desafortunado. Es posible que vosotras no lo hagáis pero las mujeres, o algunas mujeres, no son santas, y hablan desahogadamente sobre la masculinidad con mayor capacidad agresiva que la charla insustancial de estos dos hombres que hoy son objeto viral de decenas de miles de reproducciones ridiculizándolos. 

 

Temo esta sociedad en que no se puede decir nada sospechoso en ningún sentido como hombres, como no nacionalistas, como sospechosos de homofobia - ¿No se pueden elegir libremente las fobias? -, como sospechosos de algo. Hoy en un blog he dejado un comentario con alguna soltura y después de verlo publicado me ha venido a la mente que podría ser lapidado y machacado porque uno cada vez tiene que tener más cuidado de que no le oigan, que no lo graben, que no llegue su comentario a algún sitio peligroso de la policía del pensamiento. Se ha dicho que 1984 de Orwell es la distopía más adecuada para intepretar nuestro mundo actual. Pues en ella tiene un lugar destacado la policía del pensamiento y ya todos hemos interiorizado un policía que nos controla totalmente. Pienso que ha penetrado incluso en los sueños. ¿Cómo conciliar el mensaje libertario de los años sesenta en que se pedía que se liberara el inconsciente y los impulsos reprimidos en el sexo y la imaginación con este mundo policíaco y represivo que ahora estamos viviendo? En mi perspectiva de vida creo que esta es la época más represiva de todas las que he conocido. La Transición sería ahora en su desahogo libertario de impulsos reprimidos totalmente condenada. Recuerdo cosas de aquellos años, que ahora se juzgan como cobardes, infinitamente más libres que el tiempo actual en que uno ha de respirar hondo cada vez que tiene que hablar o escribir porque hay un policía interior y muchos exteriores. 

miércoles, 3 de marzo de 2021

El secreto para vivir con la persona amada es...

 


Esta imagen ha aparecido en un perfil de Instagram que se denomina Literlandweb. Normalmente publica citas literarias que leo con interés variable, pero esta cuando la vi, pensé que daba en la diana totalmente. Y yo añadiría además no intentar saber demasiado de ella, que pueda seguir manteniendo sus secretos...

lunes, 1 de marzo de 2021

La ansiedad en los centros educativos


Hace mucho tiempo que no escribo sobre educación, concretamente desde que dejé de ser profesor en activo. No obstante, sigo con interés la vida académica de un instituto del Baix Llobregat a través de un vínculo familiar. No dejo de estar conectado con el mundo de la educación aunque sea indirectamente. 

 

Unas alumnas de bachillerato han planteado hacer un Treball de Recerca -Trabajo de investigación- sobre la ansiedad en los institutos. Ha sido un tema que me ha motivado porque he visto la evolución de los alumnos y los centros educativos a lo largo de varias décadas. Hace treinta años no era un asunto que tuviera ninguna relevancia. La mayoría de conceptos educativos no eran operativos en un contexto prerreforma educativa. Los profesores eran especialistas en determinadas materias e impartían clases sobre ellas. Todo esto cambió radicalmente y hoy día se puede decir que la menor función que tiene un profesor es su especialidad. Ahora el profesor en un instituto es un acompañante que se adapta a las características de cada uno de sus alumnos, que es consciente de sus problemas y dificultades, de sus características familiares y personales. Es una especie de coaching de seguimiento personal, no un especialista en la materia. Y una de las realidades más claras es que el nivel de ansiedad es cada vez mayor entre los adolescentes. Intuyo que el trabajo de estas alumnas puede ser muy interesante si logran encauzarlo bien. Los adolescentes -ahora se los llama “niños”- son cada vez más frágiles y vulnerables. Muchos acuden sistemáticamente a gabinetes psicológicos derivados a veces por el propio instituto. Y no son raros los alumnos que son medicados por sus problemas. No resisten un nivel de exigencia académica. Los exámenes y los trabajos les generan ansiedad que no pueden soportar y necesitan ayuda profesional. 

 

Los psicopedagogos de los centros tienen una abultada agenda con todo tipo de problemas y a veces tienen que acompañar a alumnos o alumnas que cambian de género por decisión personal. Pasan de ser Albert a ser Ada o al revés. Los profesionales asisten con frecuencia a problemas de anorexia que pueden llegar a ser muy graves. Los problemas sociales son múltiples en entornos de familias desestructuradas y con problemas económicos, más en una situación con la que ha generado la Covid en que muchos trabajadores se han quedado sin trabajo. La ansiedad y la depresión no son raras entre ellos, unidos, por supuesto, a los problemas disruptivos que tienen como eje a alumnos desafiantes y provocadores ante los que no hay ningún recurso de defensa por parte del centro. Un alumno puede desmontar todas las clases y no se puede hacer nada al respecto. Se redactarán informes interminables pero los recursos para enfrentarse a la indisciplina son claramente inhábiles, más si los padres protegen a sus vástagos y dicen que son objeto de persecución en el centro por parte de los profesores. 

 

Otro problema añadido es la doble identidad que se posee, la física y la virtual. Los adolescentes son muy vulnerables por su presencia en las redes sociales, las más famosas y otras menos conocidas donde pueden ser objeto de ataques y acoso que producen fuertes estados de ansiedad y miedo. Los conflictos entre iguales son de extrema crueldad. No solo tienen miedo a ir al centro algunos sino que viven atemorizados por las redes sociales. Allí dependen emocionalmente de su éxito en ellas, de los likes que reciben o no. La identidad virtual cada vez es más potente y es tan real o más que la física. 

 

La conclusión de esta entrada es que nunca la realidad adolescente ha sido tan frágil y vulnerable. Nunca han estado tan a la orden del día los problemas de ansiedad y autoestima. Y como complemento, la realidad de algunos profesores empieza a ser igualmente problemática ante el aumento de carga profesional que abruma por no tener nada que ver con lo que estudió en la universidad y sí de hacerse cargo de un componente psicológico y comportamental a lo que no es fácil darle salida. 

 

La pregunta del millón es que con el estado de la juventud actual y el conjunto de la sociedad cada vez más dependiente de antidepresivos y ansiolíticos, ¿cómo podemos enfrentarnos a los desafíos del presente y del futuro? Somos una sociedad esencialmente lábil. Cuando los inmigrantes arriesgan su vida para llegar a Europa, sea chuzando el mar o de cualquier otro modo, se encuentran a sociedades incapaces de afrontar las adversidades, miedosas, medicalizadas, y a la vez  muy débiles. Casi se puede decir que nuestro mundo es extremadamente quebradizo. La humanidad era mucho más fuerte psicológicamente antes. No quedaba otro remedio. Nuestros adolescentes son la punta del iceberg de sociedades que viven abrumadas por los miedos. 

sábado, 27 de febrero de 2021

El cumpleaños de Rubén

Salgo a tomarme algo a Els arcs, un bar popular de Calafell.  Dos cervezas mientras leo un capítulo de El segundo asesino.  El bar abre de 13.00 a 16.30 y tiene que dar menús a los pocos clientes que vienen, dos grupos y un hombre solitario –italiano que pide solo un plato de albóndigas-. Mientras estoy leyendo, llegan unos conocidos a los que dediqué una entrada hace dos años. El padre -pelo blanco, cincuenta y tantos años- de un joven deficiente que ríe o aúlla, que solloza o alza su rostro en un padecimiento terrible si él es consciente. Miro sus manos y sus dedos extraviados como garfios dislocados. Estas dos figuras vienen con unos amigos, lindando los cuarenta, con moño él y ella, morena. Llevan un perrito al que dan de comer en una bandeja amarilla. El muchacho deficiente da alaridos con sus dientes amarillentos a la vista todo el rato como una risa maléfica. El camarero los atiende. El padre cuida con cariño a su hijo de veintitantos años, le da de comer pasta con tomate como se da a los niños pequeños, el mismo gesto con que yo lo hacía a mis hijas para que les entrara la comida en la boca y no se saliera. El amigo los fotografía o es el mismo padre con su hijo el que se hace selfis. Parece que es el cumpleaños de Rubén, el hijo, pero él no es consciente. Admiro a este hombre ante su adversidad. Los que tenemos todo a favor nos quejamos de pequeñas cosas, pero esta persona con su hijo se ha ganado una buena reencarnación tras el bardo, pienso. Me hallo totalmente imbécil ante el ejemplo de este hombre. Es, junto a su madre, a la que describí hace algún tiempo, los seres más sublimes –el adjetivo sublime implica el horror- que he visto hace mucho tiempo. Los que llevamos una existencia convencional no sospechamos los límites de la misma.

jueves, 25 de febrero de 2021

La superioridad moral a examen


He dudado mucho antes de ponerme a escribir esta entrada que sin duda no gustará a algunos. Parece que uno cuando tiene un blog tiene que dirigirse a un grupo social concreto para identificarse con su cosmovisión. Es complicado decir cosas que alteren ese pacto. En mi reciente experiencia he sentido el rechazo plasmado de personas que sienten hostilidad hacia reflexiones caracterizadas por la libertad de pensar y de expresión, como si estas fueran patrimonio de solo algunos. La razón moral es solamente progresista porque los progresistas luchan contra la injusticia y la desigualdad. Me atemoriza este razonamiento porque el hecho de que algunos se arroguen la superioridad moral es muy peligroso. Mucho. La historia del siglo XX ofrece muchos ejemplos de partidos y tendencias políticas que se han arrogado la superioridad moral en nombre del progresismo que han sido inicuos asesinos sin ningún tipo de constricción porque la historia estaba de su lado. ¿Qué importa asesinar a seis millones de campesinos, matándolos de hambre horrorosa si tenemos la razón histórica de nuestro lado? Pienso en el Holomodor en Ucrania pero podríamos hablar de cientos de casos, el que quiera entender que entienda. Ayer la prensa publicaba una noticia extraordinariamente preocupante. El escritor israelí Amos Oz, icono de la cultura progresista de aquel país y novelista admirado en todo el mundo, muerto en 2018, ha sido denunciado por su hija, tres años después de su muerte, como un hombre que fue para ella un maltratador y torturador físico y psicológico cuando era niña. Su testimonio es desgarrador y no lo veo explicable si no es cierto lo que cuenta. Amos Oz, a pesar de su discurso a favor de la convivencia entre judíos y palestinos, fue un hijo de puta con su hija. Hoy se hila muy fino al respecto, especialmente si la víctima es mujer. Mi primera reacción fue de rechazo a la denuncia de su hija. Luego me pregunté si se puede ser un hijo de puta progresista. Se ha escrito mucho sobre los hijos de puta en el bando contrario, pero está menos estudiado –y asimilado- la realidad de ellos dentro del progresismo, de los que se identifican con la razón moral y de la historia. 

 

Albert Camus se enfrentó a Sartre y a otros estalinistas cuando estos defendían el sistema soviético y fue tachado de reaccionario y fascista. De igual modo, el principal escritor político del siglo XX, Georges Orwell, fue condenado en vida por la vertiente estalinista, y nuestros estalinistas como Manuel Vázquez Montalban y Eduardo Haro Teglén condenaron esa obra fundamental sobre parte de nuestra historia que es Homenaje a Cataluña que animo a leer a los que no la conozcan. 

 

Arrogarse la razón moral como hizo ETA en su momento en defensa del pueblo vasco y en nombre de la izquierda es algo que se pasa de puntillas en nuestra historiografía en que se condena a Tejero que no cometió ningún crimen físico mientras ETA asesinaba a casi cien personas al año. No se trata de exonerar a aquel teniente coronel que entró en el Congreso pero sí darnos cuenta de que ETA y el GRAPO intentaban provocar precisamente un golpe de estado para lograr la insurrección armada del pueblo vasco y español. Cuanto peor, mejor, parece ser una estrategia de cierta visión de la izquierda. Y ETA luchaba para crear contradicciones en el aparato represivo que justificara una insurrección del pueblo aunque eso supusiera asesinar a cientos de personas –porque eran personas aunque a los sospechosos que cayeron en manos de ETA siempre se les consideró culpables de alguna manera porque algo habrían hecho-. 

 

Arrogarse la razón moral e histórica es muy peligroso y supone una versión sesgada de la historia que justifica cualquier cosa que se haga desde algo que vaya a favor de la historia. 

 

No digo que ser conservador sea signo de inocencia. Tampoco es eso. En nuestro país los hemos visto propensos al latrocinio –como a los del PSOE, por otra parte- y al crimen en muchas latitudes incluida la nuestra en la guerra civil y tras ella.  Solo quiero expresar que cuando alguien se identifique con la razón moral tenga en cuenta lo terrible que es, pero cada vez es más frecuente que líderes de izquierda miren despectivamente el mundo desde su atalaya superior que les permite juzgar todo según parámetros en los que inequívocamente están en lo verdadero. Cuando hay personas que elogian la duda y a la vez elogian la razón moral de la izquierda sin lugar a dudas, empiezo a ver su impostura, su claudicación ante la duda que proclaman como eje de su cosmovisión. Parece increíble que los partidarios de la duda no la apliquen a lo que con tanta convicción defienden. 

 

¿Y yo qué soy? Un disidente que a muchos no gusta porque para gustar hay que halagar ciertos convencimientos y principios inequívocos, pero para mí principios inequívocos y razón son dos cosas diferentes. Siento que personas cercanas a mí sientan mi discordancia y mi desazón ante cualquier ideología que se pretenda la verdadera  y única porque tiene la razón moral de su parte. 

martes, 23 de febrero de 2021

La mirada de la Mona Lisa

La Mona Lisa es una de las pinturas más reproducidas de la historia y se han escrito cientos de interpretaciones sobre ella, sobre todo de su mirada. Es difícil no caer en el hechizo de ella cuando uno fija un buen rato la contemplación en esa expresión ambigua. Hoy he encontrado otra interpretación que se me ha hecho evidente cuando la he mirado de nuevo. 

 

Kane S. Smith en una conferencia sobre Belleza y moralidad en la universidad de Londres en 1913 llamó a la Mona Lisa de Leonardo una de las pinturas más activamente malvadas jamás pintadas. Representa la encarnación de la maldad del pintor expuesta del modo más atractivo que se pudiera idear.

 

Si uno la mira el tiempo suficiente para adentrarse en su atmósfera, se siente uno poseído por su maligna influencia. Concluía que tiene una atmósfera de maldad indefinible. 

 

La he mirado durante buen rato, centrándome en esos ojos que no miran directamente al espectador y esa expresión de la boca… y me he quedado fascinado. 

 

¿Qué opina el visitante ocasional de este blog poliédrico?

lunes, 22 de febrero de 2021

No pegarás a tus padres...


Hoy he viajado en AVE de Barcelona a Zaragoza y he vuelto en el mismo día. Me he ido fijando en los grandes carteles del metro que reclamaban mi atención. Todos eran mensajes instructivos para formarme ética y socialmente. Los carteles políticos de la última campaña ya no están presentes. Los anuncios apelan a mi solidaridad con los mayores y su soledad, con los enfermos de ciertas dolencias, con las víctimas de abusos sexuales y micromachismos, con los miembros de esa asociación omnipresente de LGTBi e incluso se me insta a denunciar cualquier rasgo de homofobia y se me da un teléfono para hacerlo; se me insta a mantener la distancia social, a guardar silencio en los trenes, a no comer ni beber, a lavarme las manos con frecuencia, a rechazar cualquier signo de racismo y xenofobia, a ser solidario con otros países africanos y las ONGs que trabajan allí, a apoyar la difusión de las vacunas… 

 

Está claro que solo tiene uno que pasar por el metro para recibir un curso de pedagogía social para modelarme como buen ciudadano. Son mensajes para promover cambios o la concienciación solidaria en diversos campos todos muy estimables, no lo voy a negar, pero pienso que es algo propio de este tiempo. Si miro al pasado no recuerdo esta proliferación de mensajes de contenido social para influirme positivamente y modelar un ciudadano solidario, justo, igualitario, antirracista, no homófobo. Uno pasea por los pasillos del metro y le es impartido un verdadero libro de urbanidad adaptado a los nuevos tiempos. Esto tiene una clara intencionalidad política y son promovidos por instituciones administrativas o sociales que compran espacio público para influirnos. 

 

No digo que esté mal, pero observo que esta buenísima intención de los responsables de campañas que están generalmente en manos de partidos que ocupan el poder en las distintas administraciones pertenecen a un elenco de formaciones políticas que en su praxis diaria practican el canibalismo, las cuchilladas, el insulto, el desprecio, las trampas, la violencia promovida directa o indirectamente, la insolidaridad, la corrupción, el engaño y la mentira, y sobre todo, los malos modos que terminan muchas veces en la grosería. Solo hay que ver debates en las distintas cámaras de nuestro país donde domina todo menos la armonía y la solidaridad y la supeditación a los intereses comunes que deberían estar por encima de la lucha de clanes y partidos. 

 

Durante el periodo escolar pretendemos imbuir a los alumnos de valores como el respeto, la negociación, los buenos modos, la igualdad, la solidaridad frente a los impulsos primarios que surgen de ellos que son en muchos sentidos contrario a lo que por precepto legal les enseñamos no sé si con mucho o poco convencimiento, porque luego en la realidad que observamos entre los padres de la patria o de los políticos que pugnan como fieras por el poder, no hay nada de eso. Y ahora solo falta Hasél como icono social, símbolo de respeto y pacifismo. 

 

Pienso que en ese modelado social del ciudadano medio en torno a una serie de valores responde a patrones que se reflejan en la publicidad, en los medios informativos, en las series, en las redes sociales –aunque estas suelen ser muchas veces vehículo de odios y salvajismo que revela el estado interior de sectores de la población-, en las publicaciones institucionales, en la escuela…

 

Es como un doble mundo, el de los deseos de un mundo acorde con los patrones armónicos de época y una realidad profunda política y social que no corresponden en absoluto con lo que se difunde masivamente. En esa doble realidad vivimos. Cada tiempo intenta modelar a los ciudadanos en torno a ciertos valores, pero creo que en el pasado era la familia la que era transmisora de la mayor parte de los mismos. Ahora son los carteles y la propaganda institucional. Entretanto miramos alucinados el mensaje violento de las calles de Barcelona, la suciedad creciente de la ciudad, la pasividad de los partidos ante lo que está pasando si no es que se promueve, las larguísimas colas de los que no tienen que comer y van a instituciones caritativas por un plato de comida. Por otra parte, el violento ambiente del congreso de los diputados, las declaraciones llenas de desprecio e insultos, el navajeo, la mala educación, la violencia soterrada o evidente con que vivimos... Pero quieren buenos ciudadanos... 

 

Para terminar, leía hoy en la prensa de Zaragoza que han aumentado considerablemente los casos de malos tratos de los hijos hacia los padres. Las razones, sería largo de explicar aquí. Tal vez pronto veamos en las marquesinas algo relativo a no pegar a los padres… 

sábado, 20 de febrero de 2021

El hombre mediocre (o la mujer)


La inmensa mayor parte de la sociedad es mediocre; este concepto se refiere al individuo medio, una especie de promedio social, que no destaca por abajo ni por arriba. No es un criminal o un bandido pero tampoco es un genio. Yo no soy ni un vándalo destructor ni un genio, así que entro perfectamente en la consideración de mediocre que no es despectiva, solo es un diagnóstico del estado medio de los individuos. Las personas mediocres, casi todos, son fácilmente previsibles. La publicidad se dirige a ellos porque son los consumidores, los partidos políticos apelan al ciudadano medio, los medios de comunicación los tienen esencialmente en cuenta, las redes sociales están conformadas por masas mediocres donde expresan las ideas copiadas de otros sitios –porque los mediocres no tienen ideas propias- y las aliñan con sucesivos estados de ánimo que son excitados por líderes que conocen bien la psicología de la mediocridad. No es tan difícil conducir a  las masas. La psicología ha diagnosticado bien sus características, sus pulsiones, sus miedos, los motivos que las llevan al conformismo o a la ira o, esencialmente al consumismo de bienes y productos de todo tipo, desde ropa, tecnología, series, coches, viajes, comida y restaurantes fashion… No somos tan complicados, caramba. Y ello condicionado por una tecnología de la Inteligencia Artificial que nos conoce perfectamente porque nosotros continuamente estamos dando datos que nos identifican en todos los sentidos. Somos transparentes y nuestras motivaciones son programables y dirigibles con toda seguridad. 

 

Sin embargo, una de las genialidades de la psicología de las masas es que sabe que tiene que hacer creer a cada individuo que es único, que es singular, que es capaz de tomar decisiones por sí mismo, que sus estados de ánimo son radicalmente originales, que sus pulsiones de ira, rabia, odio o de adhesión son ideadas por él mismo, convencerlo de que es el creador de su propia vida y que toma las decisiones por sí mismo, que cuando elige algo representa algo así como al héroe existencialista de las tragedias de Sartre pero sin consecuencias que era la segunda parte de la libertad. El individuo masa es el elegido y se siente diferente, aunque vaya en una manifestación vestido exactamente como cientos de miles de personas únicas como él, que gritan lo mismo que él, que exhiben miles de banderas todas idénticas o que compran como él los mismos productos. Todos somos especiales, cada uno lo siente profundamente en su vida y somos los protagonistas de ella.

 

La primera pulsión que nos es inducida es el deseo de placer. Nos atrae todo lo que nos procura placer, sean likes, comidas, productos, halagos, emociones gratificantes y satisfactorias. Nuestro ego crece con el placer y ese globo hinchado del ego es fácilmente manipulable. Nos puede llevar a vibrar con un grupo de música, con una serie, con una ideología, con la comida, con emociones arriba y abajo, de enardecimiento o de odio. Nada hay más manipulable que el odio. Hitler era un fenomenal conocedor de las masas a las que consideraba esencialmente estúpidas y a las que había que mentir continuamente y de manera masiva. Una mentira repetida miles y miles de veces cala profundamente en la psicología de las masas que no quieren complejidad –eso nunca-, se adhieren a lo sencillo a lo esquemático, a las tautologías y evidencias. La dicotomía de blanco y negro es la mejor para condicionarlas. Mal enfrentado al bien. Y, claro el hombre masa elige ser el bien, los creadores de ideologías lo saben y simplifican los mensajes a modo de eslóganes y consignas, y que nadie se ría de esta esquematización porque funciona por burda que sea. 

 

Así las masas están compuestas de hombres/mujeres mediocres que se creen especiales y que sienten que eligen singularmente su destino, y alguien en otro lugar se ríe agarrándose la barriga por esta convicción tan sabiamente inducida en el hombre masa. 

viernes, 19 de febrero de 2021

Elogio de la mierda (manifiesto)

                    


Está claro que la sociedad ansía la horizontalidad y rechaza la verticalidad. Esto se proyecta en una cultura de época que ha trasmutado totalmente los valores de otros tiempos en que las personas y las cosas se ordenaban según criterios jerárquicos. Había antes valores superiores –Dios, la patria, el conocimiento, la sabiduría, la edad, el Arte, la Literatura, el genio, los profesores, los médicos, el Estado, los imperios, el Ser-. Todo eso ha periclitado en un movimiento revolucionario de masas que ha igualado todo en una marea imparable. Nada es superior a nada, nada es intocable, nada es sagrado, nada es digno de verdadero respeto si no se allana a la horizontalidad ambiental. Antes había en los pueblos un edificio que era más alto que todos los demás. Era la iglesia que corona todos los pueblos de España como restos de un mundo diferente. Ahora los centros de culto no son las iglesias ni los teatros ni las tertulias literarias, no, ahora son los centros comerciales, las plazas, los campos de fútbol y, sobre todo, las redes sociales… Antes los monumentos representaban a héroes a caballo pero ahora todas las estatuas están a nivel del ciudadano medio sea Fernando Pessoa en Lisboa o John Lennon. Odiamos que alguien se eleve con coturnos sobre la estatura media y eso incluye conceptos que antes se valoraban como el mérito, el esfuerzo, la inteligencia, el saber, la experiencia… No necesitamos ya para nada a los viejos sino como acompañamiento de fotos y de ternura. No nos pueden aportar nada, su visión del mundo está periclitada. Los profesores son cuestionables porque no está depositado ya en ellos el saber que en realidad está en manos de google e internet. Los libros nos interesan si halagan nuestra horizontalidad, si se ponen a nuestra altura, si no nos desdeñan con florituras y estilos elevados. Los criterios literarios de Harold Bloom con su canon occidental que ponía a Shakespeare, a Dante y a Cervantes arriba en la cúspide nos son risibles… Cualquiera por mediocre que sea puede ser un héroe, cualquier rapero grosero puede convertirse en eje de una avalancha mundial de solidaridad universal, los reyes son tan inocuos e inicuos que no merecen ni una brizna de compasión, abiertamente los despreciamos, nos encanta la medianía, elevarla a concepto muldimensional, nos atraen las hogueras en las ciudades más que las películas de arte y ensayo, y la mierda hace tiempo que fue enlatada por Piero Manzoni con gran éxito por su parte. Amamos la mierda, su olor es democrático y representa en estado puro la libertad de expresión frente a otros tiempos en que la consideraban vulgar. La juventud es la medida de todas las cosas, el sexo es algo relativo, uno es mujer si lo decide libremente y no por una biología predeterminada tan sospechosa como los bandos del ayuntamiento de principios de siglo XX… El ego se eleva a categoría absoluta y mis deseos imperan por encima de cualquier otra consideración. El mundo es una pasarela de la moda en que solo existe lo que yo deseo que exista, mi placer es la medida de todo, el pasado es culpable, lo juzgamos cada día como estúpido o abiertamente despreciable. Nosotros juzgamos y no seremos juzgados porque somos tan mediocres que nadie se atreverá a cuestionarnos, el futuro nos pertenece, quemamos ciudades, rapeamos sin límite y hasta Amnistía Internacional nos proclama como héroes, somos lo máximo, en nosotros anida un resentimiento universal contra el orden, un rencor sin límite contra las jerarquías y elevamos nuestra plegaria hasta la taza del váter donde reside la clave de todo porque somos mierda y en mierda hemos de convertirnos… Quememos ciudades, arrasemos todo en nombre de la horizontalidad, nuestro verdadero dios, que surjan mil Hasél en cada país, en cada comarca, su luz nos inspira para la labor de creación de un nuevo orden sin orden en que todo nos esté permitido (a nosotros).

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