La inmensa mayor parte de la sociedad es mediocre; este concepto se refiere al individuo medio, una especie de promedio social, que no destaca por abajo ni por arriba. No es un criminal o un bandido pero tampoco es un genio. Yo no soy ni un vándalo destructor ni un genio, así que entro perfectamente en la consideración de mediocre que no es despectiva, solo es un diagnóstico del estado medio de los individuos. Las personas mediocres, casi todos, son fácilmente previsibles. La publicidad se dirige a ellos porque son los consumidores, los partidos políticos apelan al ciudadano medio, los medios de comunicación los tienen esencialmente en cuenta, las redes sociales están conformadas por masas mediocres donde expresan las ideas copiadas de otros sitios –porque los mediocres no tienen ideas propias- y las aliñan con sucesivos estados de ánimo que son excitados por líderes que conocen bien la psicología de la mediocridad. No es tan difícil conducir a las masas. La psicología ha diagnosticado bien sus características, sus pulsiones, sus miedos, los motivos que las llevan al conformismo o a la ira o, esencialmente al consumismo de bienes y productos de todo tipo, desde ropa, tecnología, series, coches, viajes, comida y restaurantes fashion… No somos tan complicados, caramba. Y ello condicionado por una tecnología de la Inteligencia Artificial que nos conoce perfectamente porque nosotros continuamente estamos dando datos que nos identifican en todos los sentidos. Somos transparentes y nuestras motivaciones son programables y dirigibles con toda seguridad.
Sin embargo, una de las genialidades de la psicología de las masas es que sabe que tiene que hacer creer a cada individuo que es único, que es singular, que es capaz de tomar decisiones por sí mismo, que sus estados de ánimo son radicalmente originales, que sus pulsiones de ira, rabia, odio o de adhesión son ideadas por él mismo, convencerlo de que es el creador de su propia vida y que toma las decisiones por sí mismo, que cuando elige algo representa algo así como al héroe existencialista de las tragedias de Sartre pero sin consecuencias que era la segunda parte de la libertad. El individuo masa es el elegido y se siente diferente, aunque vaya en una manifestación vestido exactamente como cientos de miles de personas únicas como él, que gritan lo mismo que él, que exhiben miles de banderas todas idénticas o que compran como él los mismos productos. Todos somos especiales, cada uno lo siente profundamente en su vida y somos los protagonistas de ella.
La primera pulsión que nos es inducida es el deseo de placer. Nos atrae todo lo que nos procura placer, sean likes, comidas, productos, halagos, emociones gratificantes y satisfactorias. Nuestro ego crece con el placer y ese globo hinchado del ego es fácilmente manipulable. Nos puede llevar a vibrar con un grupo de música, con una serie, con una ideología, con la comida, con emociones arriba y abajo, de enardecimiento o de odio. Nada hay más manipulable que el odio. Hitler era un fenomenal conocedor de las masas a las que consideraba esencialmente estúpidas y a las que había que mentir continuamente y de manera masiva. Una mentira repetida miles y miles de veces cala profundamente en la psicología de las masas que no quieren complejidad –eso nunca-, se adhieren a lo sencillo a lo esquemático, a las tautologías y evidencias. La dicotomía de blanco y negro es la mejor para condicionarlas. Mal enfrentado al bien. Y, claro el hombre masa elige ser el bien, los creadores de ideologías lo saben y simplifican los mensajes a modo de eslóganes y consignas, y que nadie se ría de esta esquematización porque funciona por burda que sea.
Así las masas están compuestas de hombres/mujeres mediocres que se creen especiales y que sienten que eligen singularmente su destino, y alguien en otro lugar se ríe agarrándose la barriga por esta convicción tan sabiamente inducida en el hombre masa.
"La cuestión aquí no es defender las cualidades del introvertido, sino señalar que el ascenso del tipo extrovertido responde en realidad a la positividad neoliberal con su divisa «me gusta». Como señala Byung-Chul Han, la psicopolítica neoliberal está dominada por el rendimiento y la positividad. La libertad no es la decisión libre, sino la elección entre distintas ofertas. No hay poder ni coacción. Todo tiene apariencia libre y amable. El poder inteligente se ejerce como seducción. «El botón de me gusta es su signo. Uno se somete al entramado de poder consumiendo y comunicándose, incluso haciendo clic en el botón de me gusta. El neoliberalismo es el capitalismo del me gusta» (Han, 2014: 30). Si no eres positivo, peor que introvertido puede que seas «tóxico». Aquí entra en escena esa nueva clase de predicadores y oradores motivacionales: el coaching, con su promesa de optimización personal e incremento de la eficacia. Ya no te explota el sistema o el empresario. Ahora uno se explota a sí mismo: es empresario de sí mismo. Uno se explota de forma voluntaria y apasionada. Todo lo que se necesita es tener confianza en uno mismo". Me cuadra más esta explicación de la publicación 'La vida real en tiempos de la felicidad' que esa otra teoría sobre la mediocridad, aunque quizás solo se trate de una cuestión de enfoque.
ResponderEliminarEstá claro que el poder funciona más como seducción que como autoritarismo y que su mecanismo de funcionamiento hace que el sujeto se sienta a gusto con lo que cree que ha elegido. Y es tanto que, al identificarse con el sistema de una forma apasionada, se termina explotando a sí mismo. Es el modo de seducción de la publicidad y de las ideologías. Es difícil protegerse frente a eso porque el bombardeo es masivo e inteligente y penetra en nuestras psiques moldeables. Y estoy totalmente conforme con que el neoliberalismo es el capitalismo del me gusta. Y en el campo político se añade fundamentalmente el "no me gusta". Lo vemos claramente en Cataluña donde durante cuarenta años se ha inyectado masivamente en la población el "no me gusta" ante la idea de España en cualquiera de sus vertientes, y ha calado. Es una de las operaciones de marketing más exitosas que conozco. Muchas gracias por la aportación que ha sido muy interesante.
EliminarLas masas funcionan como los bancos de sardinas, o como el cardumen, mal que nos pese.
ResponderEliminarPuede que para la mayoría alimentar la falacia implique cierto bienestar al tiempo que mucho y gustoso morbo. Te imaginas unas mayorías mediocres desengañadas? Sería un trágico final de las sociedades. Los más exigentes se auto aniquilarían y los más conformistas se ahogarían en la desesperación. Quizás de dicha herida inconsciente surgieran filosofías religiones, consuelos, falacias y mentiras bienintencionadas de lo más diverso, para visto lo visto, tener un mediocre pasar vital. Hasta quienes ven la realidad de frente entornan los ojos buscando un óptimo pasar dentro de su circunstancia. Parece algo tan definitoriamente humano. !
Personalmente lo puedo confirmar, pues aunque nacida con tendencias filosóficas innatas, cuando fui joven y en plenitud debí plantearme inconscientemente algo parecido al “yaqueando” = “ ya que ando por aquí aprovechemos lo que la vida nos ofrece sin perjudicar ni ser perjudicada. Hale guapa ponte a correr lo más posible con las cartas que te han tocado en esta feria”
Sin embargo siempre sentí que antes de disolverme pasaría por donde me encuentro ahora!: Una vida tranquila y solitaria, pero siempre a mi aire hasta donde resulte posible.
Pero qué es cualquier monte, cordillera, cualquier persona cargada de experiencias y sabiduría o de tonterías, cualquier cardumen u hormiga en el universo conocido? La respuesta me parece que va implícita. Confundir fines con medios nunca resulta conveniente a largo plazo. Plazos o ciclos y aleatoriedad forman parte del juego de la vida y haber pasado la cincuentena ya es todo un éxito vital! por más que la vida siga, se repita o nos sobrepase.
Mayorías mediocres desengañadas es algo más frecuente de lo que parece y está sucediendo continuamente con los sistemas políticos, con los partidos. Las masas se sienten profundamente desengañadas y que es todo una mierda... De ahí, los planteamientos populistas antisistema. La culminación del proceso es cuando un partido o un candidato alcanza el poder y ejerce de antistema desde el gobierno, lanzando a las masas contra el poder. Es un mecanismo tan sofisticado como exitoso en la historia de los populismos. Solo hay que encontrar un enemigo, el diablo, y lanzar todo el marketing político contra él. Ahora es la monarquía, el estado, España, el poder judicial, el déficit democrático, la Transición, el bipartidismo... Es difícil no ser masa que conforma el rebaño de los mediocres porque los sistemas de penetración ideológica son sumamente refinados y pensamos como tienen programado que pensemos y creemos que lo hemos elegido nosotros.
EliminarCreo que para hablar de las masas, en las que alguna vez estamos incluidos porque formamos, guste o no, parte de ellas, hay una serie de libros que podrían sacarnos de dudas.
ResponderEliminarSolemos pesar que lo sabemos todo de ellas (las masas), pero no es así.
Les dejo un muestrario:
Psicología de las masas, de Gustave le Bon (PDF)
Mi gran religión, de Nietzsche
La rebelión de las masas, de Ortega
Masa y poder, Canetti (PDF)
Los intelectuales y las masas, de Carey
El imperio de lo efímero, de Lipovetsky
De estos hay tres básicos , el primero, el cuarto y el último, porque se dedican al estudio de las masas en general y al comportamiento del individuo en particular.
Deberíamos de tener en cuenta que de mediocridad también hay niveles, pues no podemos decir que el 10 es el sabio y el 1 el tonto, mientras que del 2 al 9 son mediocres.
Hay mediocres que saben apartarse de la masa, que utilizan cosas de la masa porque son inevitables, pero que no comulgan necesariamente con ella.
Un abrazo
salut
En la masa de la mediocridad hay niveles, está claro. Cuanto más personal es uno, cuanto más piensa, cuanto más lee, es más probable que puede eludir su condición de masa domesticable aunque hay una pulsión que funciona muy bien a todos los niveles: la crítica al poder, el ser antisistema, la teoría de las conspiraciones... y eso termina permeando a los menos dóciles que piensan que porque se rebelan contra el poder son menos manipulables. Hay verdaderos ejércitos de masas que detestan al poder, sea autonómico o regional, sea nacional o estatal, sea europeo, sea americano, sea judío, sea el neoliberalismo, sea la estructura económica internacional, sean los laboratorios farmacéuticos, sea Soros o Bill Gates, sean las redes sociales... El mundo está lleno de antisistema más que nunca y paradójicamente se perfila de nuevo la lucha ideológica entre un neomarxismo floreciente y un populismo nostálgico de lo que hemos perdido en el camino, sea el poder blanco, el poder de los hombres, sea el poder de los estados nacionales -América, Francia, Alemania (no menciono a España pero está claro que en la pugna entre el neomarxismo y la idea de España representada por algún populismo cada vez hay más virulencia que seguirá aumentando)...
EliminarY sí, ciertamente, hay mediocres que buscan apartarse de la masa, que utilizan cosas de ella pero que no comulgan necesariamente con ella. Puede ser que esto sea cierto y puede que uno sea nuevamente manipulado para que crea esta ficción... En tu caso, siento verdaderamente que es así, pero el paradigma de la edad es decisivo para marcar una visión de las cosas de la que no podemos evadirnos... Es muy difícil estar fuera de una marea general que nos arrastra en direcciones a veces contrapuestas. Un abrazo, Miquel.
"... pero el paradigma de la edad es decisivo para marcar una visión de las cosas de la que no podemos evadirnos..." Este es un buen argumento contra el que no tengo respuesta.
EliminarTouché¡
Un abrazo
Las empresas funcionan bien gracias a la excelencia de sus trabajadores.
ResponderEliminarLa genialidad viene dada biológicamente: conozco un niño con un CI elevado, y el sist.educativo no da respuestas adecuadas. Nadie quiere problemas, entonces, no nos quejemos de la mediocridad porque a los profesores es lo que les gusta, que nadie se salga de los límites.
Adriana
Adriana, he sido profesor durante varias décadas y conozco el sistema público en el que todos los recursos están orientados a los alumnos conflictivos, con problemas de conducta o aprendizaje. Absorben toda la energía y la administración penaliza a los profesores que no se dedican totalmente a las dificultades. Se puede decir que si hay algún alumno con CI elevado no se le puede dedicar más tiempo porque no lo hay, es imposible. He conocido a alguno que era especialmente gamberro -tal vez porque se aburría en las clases: no es raro que los alumnos superdotados fracasen en el sistema convencional que no está adaptado para ellos-, y dejó de estudiar a pesar de haber tenido la ilusión de haber sido neurocirujano. Encontró a una chica guapa, eso y sus contradicciones hicieron que dejara de estudiar. Por otra parte, pienso que la extracción de los profesores no es especialmente selecta en cuanto a CI, son personas normalitas que no está preparados para acompañar a alumnos superdotados.
EliminarHay, no obstante, una polémica que he visto en alguna película muy bien planteado. ¿Es conveniente que los alumnos de CI elevado sean educados en ambientes selectos de alumnos también con CI elevado o es mejor que conozcan la realidad de la sociedad cuyo nivel de inteligencia es medio-bajo? Dan lugar a educaciones totalmente diferentes. No sé qué harías si tuvieras un hijo con altas capacidades intelectuales. ¿Llevarlo a una escuela especial o al instituto del barrio?
Los alumnos superdotados pueden ser especialmente frágiles. Una cosa es tener un CI muy alto y otra poseer inteligencia emocional o ser capaz de ser un hijo de puta para poder subir en un ambiente de mediocres que te van a intentar hundir. He conocido la hija de unos amigos que era ya desde niña inteligentísima, pero que no ha podido adaptarse a la universidad donde le hicieron la vida imposible pese a su enorme talento. Ha optado por ser profesora de instituto ante mi sorpresa absoluta porque sé que allí los conocimientos de un profesor importan muy poco ya que lo importante es adaptarse a un sistema que premia la mediocridad y no la excelencia a tenor de todas las corrientes pedagógica vigentes. La superdotación afecta a un número muy reducido de personas en el mundo pero son los que crean nuevos sistemas, los que hacen los descubrimientos en el terreno de la ciencia, la tecnología, las ciencias humanas, son los creadores. La mayor parte de la población del mundo tiene una inteligencia normalita tirando a baja y, según dicen, está disminuyendo. Hay muchas cosas implicadas en tu intervención. Y sí, al poder -y a los partidos políticos- les interesa más el individuo medio que el inteligente.
El fundamento del "american way of life" no solo es esa unicidad exclusiva de cada uno, sino que, además, se ha venido al mundo a cumplir una "misión", y que nuestro objetivo en la vida ha de ser descubrir cuál sea y llevarla a cabo. Por otro lado, la biología nos impone la individualidad de una manera radical, salvo en el caso de los siameses y de los gemelos univitelinos, de los que bien puede hablarse como de una sola personalidad y dos cuerpos, aunque estos sean exactamente idénticos. Está claro que la tensión individuo-masa es uno de los grandes retos de nuestro tiempo, sobre todo porque la desaparición de la "intimidad" está creando una sociedad no tanto uniforme y mediocre, cuanto banal y vulgar. ¿De qué modo puede escaparse de esa "mediocridad" forzosa a la que contribuimos con nuestro entusiasmo comunicativo en las redes? Pues a través del arte. Por eso ahora todos, sin distinción, hemos pasado de ser seres mediocres a ser "artistas" (y ahí están los violentos raperos que no me dejarán mentir...), con lo que ello supone del rasgo "individualidad", que nos separa radicalmente de la masa y nos convierte en seres "únicos". Así pues, hablar hoy de mediocridad es hacerlo también de "arte" y, sobre todo, de "artistas". Cada cual en lo suyo, todos lo somos: cantantes, escritores, modistos, cocineros, comiqueros, faranduleros, arquitectos... La sociedad es ya, en estos tiempos, hipostasis del arte, y Unamuno, un artista de la cocotología, un avanzado a su tiempo...
ResponderEliminarHablas del "american way of life" que se ha impuesto merced al cine y su estilo de vida. Sin embargo, este estilo no predomina en el oriente sea China, Japón, Corea, Taiwan y no sé si otros países como Vietnam, Indonesia, Camboya, Singapur, donde existe una visión mucho más colectivista frente a la creación del western americano de Solo ante el peligro. Allí el individuo no es ese personaje solitario que se enfrenta él solo a los pistoleros, sino que forma parte de una sociedad que es más importante que él y es de mal gusto buscar destacarse de ella. Algo concomitante sucede en los países escandinavos marcados por la imaginaria ley de Jante en que se plantea que el grupo, que la gente siempre está por encima del individuo. Creo que alguna vez he hablado contigo de la ley de Jante. Si no es así, échale una ojeada porque es interesante.
EliminarLa tensión del individuo en relación a la masa, como dices, es medular y uno de nuestros grandes desafíos. Creo que tienes razón cuando dices que esa desaparición de la intimidad está creando una sociedad banal y vulgar porque cuando los sujetos muestran lo que hay en realidad dentro de ellos y nos muestran su intimidad en las redes sociales, es fácil ver que no hay para tanto. Cuando no conocíamos los pensamientos y sentimientos de la colectividad, podíamos pensar que eran mucho más elevados, pero ahora los podemos ver en vivo y en directo. No hay pensamiento afortunado que surja en la red que no sea aplastado por cientos de mediocres que lo desintegran.
En cuanto a esa interpretación irónica sobre que nos estamos convirtiendo todos en artistas de diferentes artes, puede que sea cierta en el intento de hacernos únicos: ahí tienes a un individuo mediocre como el rapero que logra movilizar a lo peor de la sociedad, por lo menos a lo más violento y desalmado -aunque luego llegan los sacerdotes y convierten a los que desvalijan tiendas en antifascistas en un ejercicio de prestidigitación singular-. Me ha gustado tu ironía. Ya me hubiera gustado ser artista pero hoy esa palabra se ha devaluado y mucho, sobre todo viendo opinar a los ciento cincuenta que han apoyado a Hasél y la libertad de expresión.
Agradezco mucho tu respuesta. Gracias.
ResponderEliminarLa posibilidad de hundimiento que apuntas produce escalofríos.
Adriana
No cabe duda, que esta sociedad de consumo esta sacando mucho rédito de las masas.Los que manejan el Marketing son unos buenos observadores.
ResponderEliminarVamos a tener que hacernos esas preguntas de encuesta.¿como saber si tienes una mente mediocre?-Porque lo que esta claro, que desde que el mundo es habitable : se ha ido evolucionando a una manera de vivir en grupo, pero marcando clases ,por una minoría que consideran que son privilegiados como seres humanos y no se diferencia en nada de los mediocres o corrientes. Siempre ha existido esta mediocridad.En el caso de las mujeres en una època en casa siendo el paño de lagrimas de todos y aguantando lo que se les echara, o virgen o monja.Hoy pensamos que hemos superado a nuestras abuelas o madres : diría que estamos atrapadas en un sistema que nos esta ahogando.No hay conciliación familiar y esto produce desencanto.Y estos vacios los llenan muchas veces esta sociedad de consumo.Por eso es tan facíl caer en esa diyuntiva.Se agraba más en jovenes de piel fina: como ahora se les llama a los que por nada estallan.
En una época muy complicada para todos, porque dentro de tanta información lo que se genera es más confusión y sobre todo mucho descontento.Por eso hoy manda don dinero porque todo se puede comprar o casi todo...-QUE TRISTE PERO ES ASÍ:(
Un abrazo
La mayoría somos mediocres, no es un término peyorativo pero sí sociológicamente hablando muy interesante para todos los que quieren vendernos algo. Y añadiría que hemos sido educados para la mediocridad por nuestra clase social, por nuestro nivel de cultura e inteligencia. Somos un segmento sociológico real aunque ello no quiere decir que no estemos libres de valores y de importancia. Hay muchas personas que se sacrifican por los demás en sus trabajos o en los hogares. Probablemente sean más mujeres que hombres, al menos en generaciones anteriores. Las personas normales son las que mantienen un mundo a escala humana... Los extraordinarios, generalmente por inteligencia, son los grandes creadores en todos los campos de la ciencia o de las artes, pero eso no quiere decir que en ellos no haya también su parte mediocre. Pienso que a la mayoría le atrae un hogar feliz, con afecto, con cosas normales, con armonía... Eso es un logro de la mediocridad, no siempre es posible ni deseable cosas sorprendentes o extraordinarias... Eso lo saben los que quieren manipularnos y condicionarnos y nos venden felicidad doméstica, ideales políticos de estabilidad. A nadie o a casi nadie le gustan las guerras a pesar de que en ellas la vida sea mucho más intensa y se viva el presente a una escala infinitamente más abrasadora. La mayoría anhela el "aurea mediocritas" clásica porque en ella reside el equilibrio y la felicidad. Los periodos de excepción no son demasiado deseables salvo las vacaciones en que te prometen ilusoriamente todo tipo de aventuras durante cuatro o cinco días pero, tras ellos, se vuelve a la cotidianidad. Los vendedores y los expertos en marketing saben mucho -todo- de nosotros y saben nuestras pulsiones a la perfección. Somos esencialmente conservadores y nos gusta que nuestras aventuras sean provisionales y que acaben pronto. Lo terrible es cuando una sociedad se desploma buscando lo imposible, lo arriesgado, lo insospechadamente vertiginoso prefiriendo veinte años de pobreza e inestabilidad a lo gris y conocido. Yo amo mucho la cotidianidad, en ella puedo escribir y leer. Me sé absolutamente mediocre y objeto de campañas para captarme y venderme cosas, desde artefactos tecnológicos a paraísos independentistas...
EliminarUn abrazo y gracias por estar ahí.
Has señalado un matiz muy importante, la mediocridad como una característica que no supone algo negativo per se, esa puntualización es muy relevante.
ResponderEliminarEs inteligente no demonizar siempre la mediocridad.
Estamos inmersos en la masa, nos movemos con su fluir seamos conscientes o no, y sin embargo nuestra mediocridad posibilita el equilibrio vital, un contrapeso efectivo.
Si todos fuésemos genios moriríamos de éxito, o nos ocurriría lo que a las partículas atómicas (protones y neutrones) del mismo signo (o todas positivas o todas negativas), se repelen.
La mediocridad, aunque en nuestro fuero interno cada uno vaya a su bola y, por qué no, tengo sus pensamientos trascendentales más allá del rebaño, es un factor de cohesión, tiene su mecanismo, oculto a la vista como el de un reloj.
Por mi forma de ser me resulta provechosa mi mediocridad (hay que sacar partido a lo que en principio parece fútil), me permite refugiarme en el ANONIMATO de la masa, pasar desapercibido en su grisura.
El rey Felipe VI no es una persona corriente, por tanto no lleva una vida mediocre; ceremonias protocolarias por aquí, sofisticadas reuniones sociales por allá, viajes de Estado, encuentros con figuras relevantes del país, etc, etc.
Una agenda protocolaria que a nosotros, corrientes ciudadanos, se nos antoja fuera de toda mediocridad (entendida ésta como la vida del ciudadano anónimo, porque hay muchos escalas de mediocridad, lo que apuntaba sensatamente Miquel, uu rey puede ser mediocre en su forma de expresarse, el rey emérito me lo parecía).
Me consta que el rey Felipe VI ha soñado alguna vez ser una persona del montón, mediocre, emulando aquel maravilloso cuento de Mark Twain, “El príncipe y el mendigo”, y apuesto que le dio rabia despertar, porque lejos de ser una pesadilla, tendría que ser un hermoso sueño.
Pablo Hasél también es otro ejemplo en la periferia de lo corriente, en la medida que ha intentado (y conseguido de la peor manera posible, por ser la menos inteligente) zafarse de la mediocridad con la que no parece encontrarse cómodo, dadas sus ínfulas de profeta revolucionario que manifiesta vía rap o dejando reflexiones lunáticas en cuanto tiene un altavoz a mano.
Le causa pavor que la masa anónima lo engulla en la grisura, él ha nacido para llamar poderosamente la atención, y no le importan los medios, solo el fin, estar en el púlpito, es megalómano patológico.
Yo huyo de llamar la atención, el anonimato me reconforta y clarifica más mi mente fuera del barullo.
Ignoro como estaría en la piel de un genio, pero no estoy nada incómodo con mi mediocridad, no sé si será resignación… creo que no.
Pasear por la calle sin padecer las miradas escrutadoras, tomarme un café en una terraza mientras leo un libro sin sentirme objeto de interés público, es algo que no tiene precio para mí.
Me quedo con mi mediocridad. Al fin y al cabo es lo menos malo que conozco.
Un fuerte abrazo, apreciado Joselu.
Asiento con vehemencia a tu alegato pro “aurea mediocritas”. A mí también me gusta ser un ciudadano anónimo y normalito y no envidio para nada la fama en ninguna de sus formas. Esta mediocridad es tranquilizadora. Bien traído los ejemplos del rey y de ese bocazas narcisista de Hasél al que pronto indultarán y podrá cobrar los réditos de los escasos días en la cácel con fama internacional que subirá meteóricamente sus ingresos.
EliminarNo obstante, el ciudadano anónimo y medio es escrutado sistemáticamente no como individuo sino como parte de tendencias sociales, estéticas, financieras, de consumo, políticas, como espectador, etc. Vivimos en una especie de pecera transparente en que nos observan con suma atención. Pienso que en mi perspectiva de vida, esta es la que supone mayor control sobre el individuo al que se sigue por sus elecciones en las redes sociales, las cookies, y toda la huella digital que inevitablemente dejamos a nuestro paso.
Hoy he viajado de Barcelon a Zaragoza en el AVE. En mi trayecto por el metro y la estación de Sants me he dedicado a mirar los carteles a mi paso y me he dado cuenta de que todos me daban instrucciones sobre mi comportamiento y mi pensamiento animándome incluso a denunciar. Todos eran admonitorios o pretendían indicarme modos de ser o de pensar. Esto es un detalle pero es evidente que hay un gran proyecto de modelar a los ciudadanos en cuanto a patrones que alguien ha decidido, sean buenos o malos. Nos están modelando. Yo puedo evadirme mediante la literatura, especialmente de otros tiempos, pero la inmensa mayor parte de la población solo recibe mensajes de modelado mediante los medios de comunicación, las series, la publicidad, las redes sociales... El ciudadano anónimo es especialmente objeto de observación y de modelado político y social.
Quizás haga de esto el centro de mi nuevo post. Gracias por hacerme pensar.
Un fuerte abrazo, amigo, saludos mañicos.
Hemos pasado de la obediencia al control, JOSELU
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