Hoy he hecho un experimento con el dictado con mis alumnos de
tercero de ESO. Les había dicho que hoy trajeran auriculares a la clase. Tenía
el grupo clase dividido en dos partes en horas sucesivas. Tienen portátil lo
que es un gozo inenarrable.
Hay una plataforma que acabo de descubrir que ofrece interesantes
recursos. Se llama Educaplay. Una de sus funciones es el dictado. Los chavales
no tienen que registrarse. El profesor genera unos tickets con una clave que se
les da. Entran en Educaplay con esa clave y el profesor –pillín él- ha grabado
un texto compuesto por él de unas 100 palabras con dificultades habituales de
los alumnos. El texto se compone de nueve unidades sonoras correspondientes a
las oraciones que hay en el texto. El texto se puntúa sobre cien puntos y
cualquier tipo de error, incluidos los espaciados erróneos, se penaliza con
cuatro puntos. Tienen –les he dado- once minutos para escribir el texto, más
que suficiente. He grabado el texto con toda
mi gracia y salero. Ellos tiene que darle al play para escuchar la
primera unidad sonora y que deben copiar. Pueden oírla todas las veces que
quieran. Cuando acaban, le dan a “siguiente” y escuchan la segunda y así
sucesivamente hasta que completan el texto. Y es entonces cuando le dan a
comprobar que emite una puntuación. Pueden hacerlo todas las veces que quieran.
En la pizarra digital iban apareciendo sus puntuaciones. La reacción espontánea
era no conformarse con la puntuación y hacerlo otra vez. Pueden ver sus errores
pues aparece la corrección y la forma correcta del dictado. Así que lo hacían
de nuevo. Se han enterado que después de punto y de coma se pone un espacio. Es
algo que no suelen hacer. Han sudado tinta china para mejorar sus puntuaciones.
El clima de la clase era de intensísima concentración durante más de cuarenta
minutos. La exposición pública de sus nombres con la puntuación era motivadora
para ellos. Recuérdese que este dictado contenía errores clásicos suyos.
Mi reflexión sobre la actividad es muy positiva. Lógicamente
pueden hacerlo en casa. No hay ningún problema. Hemos trabajado varios niveles:
* La ortografía y la prosodia con un nivel de atención insólito.
* El espaciado correcto en los textos.
* La delimitación de un texto en oraciones. Cada unidad sonora era
una oración, algo que me servirá para hacer comprensible el próximo tema de
sintaxis que versa sobre el concepto de oración.
* Y, por último, y no menos importante, el contenido del texto era
un resumen sobre el último tema de literatura estudiado, El Lazarillo de Tormes. En él sintetizaba lo esencial de la unidad
de literatura que vieron en vídeo. Lo han escuchado tres y cuatro veces cada
uno. Ello supone un refuerzo importante sobre el contenido del tema anterior.
Esta actividad me ha recordado la deconstrucción culinaria de
Ferrán Adrià. Convertir un plato tradicional en nuevo y sorprendente. No es que
yo sea entusiasta del cocinero estrella catalán, pero sí que su concepto
deconstructivo me es valioso porque expresa la posibilidad de utilizar un
recurso tradicional que ha perdido buena parte de su eficacia en un potente
combinado de estímulos que exigen una atención plena. Y es que el desafío para
un profesor en el aula es conseguir y centrar la atención dispersa de los
alumnos en temas que no les suelen interesar de entrada. Si se logra la
atención es más fácil activar el mecanismo de recuerdo a corto y medio plazo.
La repetición sistemática de contenidos en forma de espiral recurrente puede
dar lugar a la memoria a largo plazo. En ningún caso planteo que mis alumnos
estudien algo para un examen. Sé que no lo van a hacer, al menos mis alumnos,
pero puedo conseguir que el tiempo en el aula sea productivo, intenso y de
profunda concentración. Ello unido al proyecto de clase invertida mediante la cual los temas son expuestos en casa
por el profesor mediante vídeos grabados por él y luego pasar dos test
sucesivos sobre ellos. A continuación han de realizar en parejas un mapa mental
–muy complejo- sobre el contenido expuesto. Cada unidad
enlaza con la anterior y las anteriores
a ella, reiterando conceptos. Todo se hace en un periodo corto y no dilatado
para reforzar la conexión de conceptos. Es como el boxeador que golpea
reiteradamente el hígado del contrario. Así concibo mi tarea como profesor:
como un estratega de la atención y de la memoria a corto, medio y largo plazo.