Utilizo con frecuencia una aplicación
llamada Kubbu que es formidable para
el ámbito lingüístico. Se pueden hacer todo tipo de ejercicios lingüísticos
relacionando pares de palabras (sinonimia, antonimia, frases hechas, refranes,
relacionar una palabra con su significado ... ) y se pueden crear crucigramas
con las palabras utilizadas. Es el profesor el que construye los ejercicios
creando asociaciones, algo que no lleva mucho tiempo. Es un tipo de ejercicios
que encantan a los chicos y les retan. El nivel de exigencia es modulable, por
supuesto, pero he observado desde que lo utilizo –es una aplicación gratuita
parcialmente, pero hay un pago de unos treinta y cinco euros anualmente para extenderlo a
doscientos alumnos y cien ejercicios- , he observado –digo- que hay
un perfil de chaval aparentemente desmotivado por la lengua al que le fascinan
los juegos de asociaciones lingüísticas. Lo he detectado en todos los niveles a
que doy clase. Y cuanto más difícil es el reto, más le motiva. Es una
aplicación que es muy motivadora, aunque austera en diseño, y que permite un seguimiento de los alumnos
exhaustivo. Sabemos su nivel de aciertos, el tiempo que ha tardado en
resolverlo, las veces que lo ha hecho, sus errores principales... Los
ejercicios se pueden imprimir en papel y se pueden hacer diversos ejercicios
con las mismas asociaciones de palabras.
Es un mecanismo para desatar la pasión
por la lengua, por el aprendizaje de nuevos términos o expresiones o para
resolver crucigramas, y se puede jugar con el tiempo para meter más presión. Es
un sistema diabólico para promover el
interés intenso por la lengua. Ya digo que chavales aparentemente desmotivados
por la misma se entusiasman y concentran en la búsqueda de palabras usuales,
raras o insólitas.
Como profesor de lengua me doy cuenta de
que hay herramientas extraordinarias que hacen avanzar prodigiosamente a los
alumnos, pero es imprescindible que tengan un portátil en el aula. Los libros
de texto son auténtica roña ante el poder generador de lenguaje que existe en
internet. No entiendo que pueda existir una polémica sobre si tener o no
portátiles en el aula. Un portátil es un instrumento prodigioso si se le sabe dar uso. El problema es que los portátiles
están siendo utilizados nefastamente como libros de texto digitales
sustituyendo a los libros de papel a los que anhelan volver algunos profesores
porque no entienden qué es internet, sus posibilidades ni qué es un portátil. Esta
es la polémica que existe actualmente en mi centro. Posiblemente recordarán que
hace unos seis o siete años hubo un programa de implementación de la tecnología
que en Cataluña con el gobierno
tripartito (¡qué tiempos aquellos! –y sin crisis económica-) supuso que la
administración ponía la mitad del importe de un portátil para la adquisición
por el alumnado. Aquel programa se llamó 1x1. Ya pasó a la historia. Mi centro
ha quedado aislado porque en él todavía se utilizan los portátiles cuando la
mayoría de centros han vuelto al libro de papel canónico, esas roñas mal
diseñadas, mal resueltas y llenas de errores, pero que facilitan al profesor el
hecho de dar clase cuando no quiere estrujarse demasiado la cabeza. Y así se
llega a clase se lee el libro de texto por parte de los alumnos siguiendo
indicaciones del profesor, se subrayan algunos conceptos, el profesor explica algo en la pizarra
y luego se hacen ejercicios que vienen en el libro de texto. Un panorama
realmente espeluznante, según mi punto de vista porque, como he dicho, los
libros de textos están hechos con apresuramiento y están repletos de errores y
tienen en común la falta de imaginación, en mi caso, en el ámbito de la lengua.
Hay tantas cosas que se pueden hacer en
clase de lengua, tantas que me doy cuenta de que no me llegan los días para
desarrollarlas, y ninguna pasa porque yo me ponga con un libro de texto a
leerlo y luego examinarlos de los elementos que intervienen en la comunicación
año tras año. La lengua es el mecanismo de comunicación. Bien utilizada como
instrumento de enseñanza fascina a los alumnos. Y crea verdaderos frikis del
lenguaje. Alumnos de bajo nivel –aparente-, con una letra horrorosa, son
verdaderos cracks del lenguaje si se aplican otros baremos de análisis y
consideración de su competencia lingüística. Esta es la conclusión que saco de
aplicar métodos de asociación de A y B en sus múltiples posibilidades. Me gusta
descubrir fanáticos del lenguaje, y hay muchos. Aunque parezca lo contrario.
Solo hay que utilizar Kubbu en las clases. El otro día se lo mostré a una
profesora del área lingüística –que ansía volver al libro de texto- y
me comentó ante la maravilla que le estaba enseñando que qué trabajazo ser el profesor el que tiene que relacionar A y B.
Con lo cómodos - añado yo- que son los
ejercicios que vienen en los libros con el correspondiente libro de respuestas
para el profesor. Hoy estoy ácido. Lo reconozco. Me di cuenta en seguida que no
lo iba a utilizar. ¡Vaya trabajazo echarle imaginación a la lengua!
Es una pena que los centros de enseñanza
se hayan retraído en la utilización de tecnología en el aula. Es una
catástrofe, pienso yo. La única explicación es que, como decía, no se comprende
qué es internet, qué hay en internet, ni qué es un ordenador, que como la misma
palabra indica sirve para ordenar el pensamiento. Y lanzarse hacia el infinito.
Kubbu.
Buenos días José Luis!
ResponderEliminarHemos visto vuestra web y hemos pensado que os interesaría conocer nuestro Centros Genios. Somos centros educativos tecnológicos basados en la enseñanza a través de las inteligencias múltiples de Howard Gardner. Se centra en metodologías de aprendizaje activo y en la enseñanza personalizada de cada alumno. Disponemos de cinco métodos innovadores en la educación con programaciones propias para el desarrollo integral de las capacidades cognitivas de los niños. Pero en vez de contarte todo te animo a que entres en la web www.centrosgenios.com y te informes de todo lo que hacemos.
Un saludo y gracias!
Hola, Laura, he entrado en vuestra web y he podido tener idea de en qué consiste vuestro proyecto y a quién se dirige. Soy profesor en un centro de barriada humilde con un alto nivel de niños de origen inmigrante. Es un centro de máxima complejidad social. Y me temo que vuestro proyecto no piensa en alumnos como los que tengo yo, que son los que me encantan. Te agradezco tu cordial sugerencia pero me temo que en la filosofía de fondo estamos muy alejados.
EliminarUn cordial saludo.
A las TIC no hay ni que demonizarlas ni que sacralizarlas. Déjame, que exponga un par de peros a tu escrito: el primero, que obvias casi por completo el hecho de que la falta de financiación ha sido razón principal por la que la movida del 1x1 ha fracasado; el segundo, que el motor principal de entusiasmo en el aula es el docente, desnudo o revestido de tecnología. Tu éxito es tuyo antes que del portátil.
ResponderEliminarUn abrazo, Joselu.
Hola, Juanjo, muchas gracias por tu comentario. Yo también tengo un par de peros a tus peros, jajajajaja: primero, en mi centro, en el corazón de una barriada de inmigración, se sigue con el programa de ordenadores portátiles para los alumnos porque en principio es más económico que lo que supondría la compra de libros durante cuatro años y que no podrían comprar muchos de los alumnos. A los alumnos que no pueden comprar el portátil, se les ofrece sistemas de financiación de hasta cinco euros (como mínimo) al mes o de préstamo durante las horas lectivas. Esto demuestra que los centros que han apostado por los portátiles pueden hacerlo y de hecho lo hacemos. Sin embargo, hay un movimiento de un sector del profesorado que pugna por volver al libro de texto. Dicho esto, los portátiles se usan mal, como decía porque solo se emplean como libro de texto digital.
EliminarLa mayoría de centros que han vuelto atrás del proyecto 1x1 ha sido por elección metodológica y tengo constancia de ello en varios institutos que conozco en que el claustro ha entendido que el portátil era una fuente de distracción, dependiente de la conexión a internet, dado a problemas técnicos como roturas, pérdidas, desconfiguraciones ... y que, evidentemente, para hacer lo que se hace con él, es mejor un libro de texto.
Por otro lado, a mí no me gusta hablar de las TIC. Es un término marcado, lleno de incomprensión y de tópicos. Prefiero llanamente hablar de tecnología y educación. Y yo te aseguro que yo no podría hacer lo que estoy haciendo sin el concurso de la tecnología. Soy el profesor que soy no porque sea bueno o malo sino porque utilizo masivamente la tecnología en mis clases. Lo hago con un nivel de sofisticación que es desconocido en el ámbito educativo. Hay aplicaciones sorprendentes (que son de pago, es cierto) que permiten hacer cosas inimaginables de un modo convencional. Pero para explicarme tendríamos que tener una conversación en profundidad sobre qué estoy haciendo. Mucho lo he explicado en el blog pero no es suficiente. Digamos que utilizar bien la tecnología, teniendo los chicos un portátil y conexión a internet, es conducir un ferrari mientras otros van en un seiscientos. Se puede hacer apología del seiscientos por muchas razones. Es simpático, conocido, familiar, pequeño, es duro ... pero no tiene comparación con algo totalmente desconocido en España, más que nada porque no se está habituado a la investigación educativa en su mayor parte. Por eso, la elección del libro de texto y el abandono de los portátiles. Simplemente no se los entendió. No se sabe qué es un portátil ni para qué puede servir. Y se utilizaron muy mal y se siguen utilizando mal.
Un abrazo, Juanjo. Me alegro de saber de ti. He eliminado mi cuenta de FB y eso me hace menos visible.
Hola Joselu.
ResponderEliminarParece muy interesante y atractiva la forma que tienes de dar las clases, utilizando potentes herramientas, con una profunda preparación de las clases. Me preguntaba si esto daria resultado ante los grupos formados por estudiantes sin interes, disruptivo y desafientes, objetores escolares...Tengo un muy buen amigo que lo esta pasando muy mal con un grupo que no cosigue dar ni cinco minutos de clase. Es posible verdaderamente funcionar en estos grupo. O solo caba la resignación antes un sistema educativo que no es capaz de solucionar este tipo de realidades.
Un saludo.
Ante un grupo disruptivo y desafiante, solo cabe armarse de paciencia y llevarlo cómo se pueda. Sin embargo, hay herramientas muy potentes que podrían atraerles, pero para ello sería necesario que ellos tuvieran ordenadores portátiles. Sin ellos todo este sistema se queda sin posibilidades prácticas de realización. Yo tengo tres alumnos en dos cursos que son absentistas y ante ellos no cabe ninguna estrategia constructiva. El resto está bastante implicado en el sistema implementado. Lo cierto es que logra serles atractivo y se enganchan mucho más que con sistemas convencionales.
EliminarSin embargo, ante un grupo como el que describes, me temo que sería poco viable. Me imagino que no funcionaría. Hace falta algo que los ligue con el sistema escolar.
Un saludo.
Joselu, el proyecto 1x1 se esfumó rápidamente en mi centro. Los alumnos ya no tienen ordenador, pero tampoco hay aulas de informática disponibles, por lo que no me queda otra que recurrir al móvil (aunque esté el centro lleno de carteles que prohíben su uso). Entiendo lo que explicas, porque es bastante habitual, pero hay algo que va en contra del uso de la tecnología en el aula y es el aumento de las ratios. ¿Cómo gestionar un aula con 35 fierecillas de 1.º de ESO? El libro de texto es la herramienta que neutraliza cualquier conato de desorden o alboroto. No es en sí mismo un objeto de aprendizaje, pero sí de control de masas. Ese es el argumento que esgrimen quienes se aferran a la defensa de su uso.
ResponderEliminarEn mi instituto, afortunadamente, la ratio no es tan elevada. De hecho acaban de abrir otra extensión en una escuela de primaria con una línea que nos detrae alumnado previendo un aumento de la población en periodo de escolarización en secundaria. En mi centro por unos azares del destino se ha mantenido el uso de portátiles con el argumento de su menor coste. Ahora ha habido un cambio de dirección que ha de recoger el debate de fondo de un sector del profesorado que quiere volver al libro de texto.
EliminarPuedo entender el argumento de los profesores de tu centro, parcialmente. Realmente 35 alumnos es un número muy difícil de controlar. Harían falta dos profesores en el aula. La idea del libro como instrumento de control de masas es terrible y ominosa. Pero, sin duda, extendida.
Al final de este curso podría jubilarme pero estoy barajando trabajar un año más para completar el ciclo con una promoción que asumí en primero de ESO. Si tuviera que volver al libro de texto lo vería como una regresión al paleolítico, algo profundamente estúpido, antipedagógico, absurdo y fundamentalmente estático. Lo que yo hago en clase es otra galaxia en el que no cabe el libro de texto. Aun con treinta y cinco niños me atrevería con portátiles pero no volvería a ese objeto del siglo XIX que es el libro de texto.
Me doy cuenta de que soy muy afortunado y mis alumnos también, aunque en buena parte solo se utiliza el portátil en diversas materias como soporte de libro digital, otra aberración.
La política de recortes presupuestarios, unida al conservadurismo de muchos profesores, va a conseguir devolver la escuela a la década de los años cincuenta del siglo pasado. No falta mucho.
A lo largo de 2014 cerraron sus puertas 912 librerías. La verdad es que son muy frágiles, se nota que están hechas de papel. Lugares que hacen que la ciudad sea más humana, más habitable. Comprar un libro va a resultar al paso que vamos un acto de fe. El libro nos obliga a la pausa, al sosiego , el espacio en el que nacen el pensamiento, la reflexión y la creación artística. La única forma humana de inmortalidad a salvo del olvido .Yo entro en una librería y echo un vistazo entre las mesas y los anaqueles. Miro los libros como los veía Borges antes de dejar de ver: cercanos y lejanos a un tiempo, secretos y visibles como los astros. Elijo uno, le doy una oportunidad y tengo cuidado puede ser adictivo.
ResponderEliminarHe sido consciente del cierre de diversas librerías que amaba, y ello me ha producido una intensa desazón, es cierto. Librerías en que el librero estimaba y conocía los libros que tenía, que en algún momento charlaba contigo y te ayudaba a escoger alguna lectura.
EliminarDicho esto, reconozco que yo mismo soy culpable del cierre de librerías. En mi casa hay miles y miles de libros de papel. No tengo más espacio para ellos. Desde hace cuatro o cinco años la mayoría de mis lecturas son digitales. Para mí el libro impreso ha dejado de tener un atractivo superior respecto al libro digital que leo en el aparato de mis sueños, un iPad. En él puedo leer, subrayar, tomar notas, buscar dudas lingüisticas en internet, profundizar en algunos aspectos del libro. Para mí el iPad tiene tal magnetismo que no me hace añorar el libro clásico. De todas maneras mi casa está llena de libros por todos lados, estoy rodeado por ellos. He dedicado mi vida a los libros, pero entiendo que estamos en otro tiempo en que es normal -aunque doloroso- que las librerías cierren, en que se sustituya el libro de texto por aportaciones mucho más audaces e imaginativas. Hubo un tiempo en que las mujeres iban a lavar al río y cantaban canciones tradicionales hermosísimas. La vida moderna y las lavadoras hicieron que se perdiera ese caudal tradicional interesantísimo, igual que han desaparecido para siempre las cartas de papel que se enviaban por correo -y que tanto me hicieron gozar a mí que era un corresponsal habitual con algunas muchachas que me interesaron en la vida-, igual que ha desaparecido casi por completo la fotografía analógica ... Es el precio del progreso para bien y para mal. Yo he he vivido la mitad de mi vida en una cultura de papel, pero me doy cuenta de que ya no pertenezco a ella. Ni siquiera tomo notas en papel. Tengo un lápiz especial para escribir en el iPad.
"El libro nos obliga a la pausa y al sosiego, al espacio en que nacen el pensamiento, la reflexión y la creación artística ..." es cierto, pero es indiferente a si es en papel o digital. Todo ello existe sin el soporte físico e incluso sin librerías al uso. Es terrible, sí. Pero este es el tiempo en que vivimos. Yo, afortunadamente, he vivido el tiempo anterior, pero no lo echo en falta para nada. Puedo escribir sobre él y me gusta pero no lo necesito. No siento una emoción especial por leer un libro de papel. Alguna vez lo hago.
Me encantan tus avances de este curso, Joselu. Durante muchos años he sufrido (y lo digo totalmente en serio) la creciente devaluación del lenguaje en todos los ámbitos. A casi nadie le preocupa hoy (si es que lo ven, que ésa es otra) el mal uso de la lengua. Basta echar un vistazo a cualquier publicación o escuchar a personajes públicos en radio y sobre todo en televisión, sea cual sea su trayectoria personal y profesional. A quien tenga un cierto conocimiento del español se le encienden todas las alarmas cuando tiene que soportar la mala dicción de no pocos hablantes a quienes se les supone una cierta formación, y no salvo a ministros, periodistas o artistas, por citar algunos ejemplos. El buen uso de la lengua, y no digamos de la ortografía, está tan menospreciado que si alguien dice "pasado" en lugar de "pasao" ya parece un bicho raro. Me duelen los ojos al leer comentarios serios o jocosos en Facebook, Twitter, chats y demás, llenos de faltas de ortografía y de expresión. La excusa "no tengo tiempo" no me vale. El mensaje debe ser bien emitido para que llegue correctamente al receptor. Los profesores ya no sabemos qué hacer para mejorar la expresión oral y escrita de los alumnos. Parece que tú has encontrado la forma de hacerlo, aleluya, lo que no comprendo es por qué tus colegas no te siguen en tus planteamientos. Comprendo que el libro de texto es cómodo, pero coincido en tu opinión sobre ellos. Los famosos libros de Lengua de 2ª Etapa de EGB supuestamente firmados por Lázaro Carreter eran unos ladrillos y contenían errores, como hice ver a su hijo, que me dio clase en la Universidad. Su respuesta fue: "Para eso están los profesores, para corregir los errores de los libros". Y se quedó tan ancho. He de decir, en descargo de los docentes que se resisten a usar las nuevas tecnologías, que es desesperante preparar una clase y tropezar de bruces con la falta de conexión, el volumen demasiado bajo, la mala calidad de la imagen y mil problemas más que dan al traste con la mejor de las intenciones. Pero tienes razón, los alumnos manejan y entienden sobre todo esas herramientas y hay que utilizarlas en el aula. Es inútil negarse a aceptar lo bueno que todo eso tiene, y recalco lo de bueno: hoy es Noche de Difuntos, por mal nombre Halloween, y gracias a internet puedo disfrutar de pasajes inmortales de "Don Juan Tenorio" en la voz de Fernando Guillén o Paco Rabal, por ejemplo, rodados en la época en la que era tradicional en España recordar este inmortal clásico. Hoy eso, como tantas otras cosas, ha desaparecido. Me cuesta entrar en la poesía moderna, pero tengo que conocerla mejor sin renunciar a todo lo anterior. Hoy nadie habla ni escribe como Góngora o Lope, ni pinta como Velázquez, claro, pero eso no significa que tengamos que dejar de valorar su calidad. Lo triste es que cada vez menos personas, de cualquier edad, son capaces de comprender un texto con una mínima complejidad, y se nos olvida que las ideas se sustentan en las palabras, de ahí que seamos tan fácilmente manipulables. Dicho en corto: un hábil orador puede confundir al oyente , a la vista está. ¿O no estamos comulgando con ruedas de molino sólo porque nos repiten una y otra vez argumentos torticeros? Nos creemos unos datos manipulados, unas mentiras del tamaño del Coliseo y unas promesas que hieden a kilómetros. ¿Por qué? ¿No entendemos o no queremos entender? Si en las aulas se diera más importancia al aprendizaje de la lengua de verdad, sin inútiles programas de mejora y otras estupideces, daríamos un gran paso para eliminar gran parte del fracaso escolar que pesa como un menhir sobre nuestro caótico sistema educativo.
ResponderEliminarComo siempre, me voy de un tema a otro. Y coincido con Rubén: es una pena y una vergüenza que desaparezcan tantas librerías. Ah, esos libreros auténticos, bien informados, amantes de los libros, grandes consejeros... ¿dónde están?
Si el lunes tienes fiesta, disfrútala. Un fuerte abrazo, colega.
Yolanda, temo haberme explicado mal. No puedo aspirar a creer que mis alumnos se hayan convertido en maestros de la lengua. Solo que mediante juegos de asociaciones de palabras en distintos sentidos, se logra interesarles por ellas. Ello no es poco pero no es suficiente. Hace falta que esto cale y les haga convertirse en aficionados al lenguaje, a su corrección. Es un buen punto de partida que chicos aparentemente desnortados gocen jugando con las palabras. Es algo que los aburridos ejercicios de lengua de los libros no podrán conseguir pues son muy cortos y estereotipados y no brillan por su agudeza. Están hechos en serie y con apresuramiento. Los libros de texto se redactan a tenor de las cambiantes leyes educativas y se elaboran con mucha prisa para salir a tiempo. Ello supone descuido y falta de reflexión, así como muchos ejercicios y explicaciones improvisadas. Yo soy partidario de elaborar yo mismo los materiales de lengua y literatura, de definir los contenidos y los ejercicios. Para ello es imprescindible que ellos tengan ordenador portátil y conexión a internet en casa, dos condiciones difíciles de cumplir porque los centros han desechado el uso de portátiles en el aula desde aquel impulso que dio el último gobierno socialista antes de la crisis. Y te preguntas por qué mis compañeros de lengua no me siguen en mis planteamientos. Primero porque sería muy pretencioso pensar que alguien me puede seguir. Segundo porque lo que yo hago requiere de una sobrededicación tremenda al seguimiento de las clases. Muchas, pero muchas, horas en casa dedicándome a investigar, a preparar, a seguir, a corregir (de otra manera porque son ejercicios digitales -mapas mentales-). Una compañera de departamente que quiere volver al libro de texto comentó, como digo, que vaya trabajazo, Ella es ama de casa, tiene que lavar y doblar ropa, hacer comidas, limpieza de la casa (su marido trabaja como el tuyo, con horario muy extenso)... Y no puede dedicarse a innovar. Por eso quiere un libro de texto que le facilite la tarea. Mi planteamiento está sustentado en una construcción creativa de la enseñanza de la lengua y la literatura. El tiempo que yo invierto (muchísimo) no lo veo como trabajo sino como la labor de un artista que dedica infinidad de horas a pintar o escribir. Mi esfuerzo es como una obra de arte (buena o mala). Pago de mi dinero para que mis alumnos puedan disfrutar de aplicaciones que son de pago. El instituto no se hace cargo de estos gastos bastante elevados. ¿Por qué lo hago? Porque me da la gana, porque me excita pensar que estos chicos de barriada humilde puedan tener a su alcance los sistemas más sofisticados y completos del mundo para el aprendizaje de la lengua. A ello uno imaginación que no me falta. ¿Los resultados? Se verán con el tiempo. Pienso que el planteamiento no es nada parecido a lo que han visto nunca. Ni verán. Es algo nuevo. Todo esto puede explicar por qué nadie me sigue (ni aspiro a que lo hagan), y por qué los profesores es un grupo profesional individualista, altivo y con poca o ninguna curiosidad por lo que se sale de sus constructos mentales. Hay excepciones, claro está. Hay muchos profesores (aunque minoría) que asisten a jornadas y encuentros para la renovación didáctica. Yo no lo he hecho nunca. Soy un anarquista incapaz de unirse a nadie (también soy individualista), pero he seguido desde la distancia progresos de algunos profesores en su tarea educativa. No en vano el blog lleva diez años de trayectoria en que he visto múltiples experiencias que me han interesado.
EliminarUn fuerte abrazo, Yolanda.
Permíteme discrepar, Joselu, no me parece que el ordenador, como tú dices, "sirva para ordenar el pensamiento". Tengo la convicción de que para sacar un buen partido del ordenador has de tener muy bien estructurado los mecanismos del razonamiento y la capacidad de discernimiento. El ordenador te facilita mucho el trabajo intelectual y te permite reescribir ciertas tareas académicas tradicionales desde la perspectiva del juego o de la participación como requisito sine qua non de las mismas; pero "ordenarte" el pensamiento me temo que lo ha de hacer cada cual mediante la ayuda de quienes a ello te enseñen desde diferentes perspectivas, materias y técnicas. Lo bueno que tiene el proceso de formación del pensamiento es que todas las disciplinas incluso las físicas y artísticas sirven para conformarlo; ahora bien, lo que conocemos como el pensamiento lógico, basado en los procesos de razonamiento que se han desarrollado formalmente desde la filosofía griega, en esa árida disciplina llamada lógica, no parece un objeto que se consiga fácilmente. Podemos acercarnos a un uso de la argumentación más o menos ajustado a fundamentos que conocemos desde la Antigüedad y que nos permiten establecer ciertas verdades que todos respetamos por la lógica interna que exhiben, pero el camino para llegar a él no siempre pasa, necesariamente, por el juego, sino por el rigor y la constancia en el aprendizaje. Hacerlo por libre, el clásico autodidactismo español, puede que reafirme las conquistas así obtenidas, pero no evita tener la sensación de haber desperdiciado un tiempo precioso.
ResponderEliminarSin duda tienes razón en lo que expones en un principio: el ordenador no ordena lo que previamente no está ordenado en la mente. Cierto. Yo estoy aplicando un programa experimental de uso de mapas mentales para desarrollar conocimientos complejos en tercero de ESO. Lo hago a un nivel casi propio de segundo de bachillerato para que te hagas una idea. El uso de mapas mentales permite potenciar el orden que se lleva dentro de una manera pragmática. O a la inversa, puede potenciar el desorden que se lleva dentro. Sin embargo, observo una mejora muy interesante en la realización de los mapas mentales que llevan haciendo los alumnos de catorce años. Hay algunos (as) que son verdaderos genios de la ordenación de conceptos, y lo hacen con rapidez. A otros les cuesta más. En bachillerato he obtenido resultados inferiores en la praxis con mapas mentales. Quiero decir que hay determinadas herramientas que ayudan a ordenar el pensamiento. Siempre que este esté minimamente ordenado. Creo que es esto lo que quiero decir. Y no sé si estoy dando la impresión de que el aula es una timba de juegos. Los juegos tienen un sentido y no superficial. Y las actividades en que se involucran son serias y rigurosas. No todos obtienen resultado espléndidos pero estoy muy contento del resultado en general y el grado de motivación que tienen. En cuanto a lo que dices de que puede ser una conquista anárquica, puede ser, yo soy bastante ácrata en todos los sentidos y no aspiro a ser Julián Marías ni José María Valverde, y, claro está, mis alumnos tampoco. No tengo nada en contra del autodidactismo anárquico español. Ni tengo impresión de tiempo desperdiciado. Creo que he aprovechado mi vida con arreglo a mis facultades, pocas o medianas. No creo que todo lo importante en la vida sea fruto del estudio sistemático. Mis etapas de viajes en solitario, mis temporadas de refugio en paisajes determinado, mis adicciones, mis lecturas sumamente desordenadas, mi caótica mente que se apasiona en vericuetos altamente no sistemáticos, mi niñez como universo paradigmático, mi desorden constitutivo, creo que son otra vía de acceso al conocimiento. Y no encuentro en el modo anárquico nada que objetar. Así que aplicado al aula en toda mi trayectoria ha dado lugar a algunos personajes que han visto potenciada su individualidad creativa. No soy Heidegger ni aspiro a serlo. De hecho me cae bastante gordo y demuestra que personalidades racionalistas y sistemáticas también pueden cometer errores terribles. James Joyce era pueril en su necesidad de continua adulación. Tal vez el prototipo en sistematismo sea Kant. Y tal vez no desperdició el tiempo en sus paseos de exactamente tantos minutos cada día que servían para que la gente pusiera sus relojes en hora cuando él pasaba. Me gustan los héroes asistemáticos, contradictorios, llenos de meandros paradójicos, que no se enamoran del conocimiento libresco sino de la savia de la vida gozosa y anárquica. No, no hay temor de perder el tiempo. Mis alumnos no lo pierden. Es posible que salgan algo asistemáticos pero en su deambular en la vida, creo que recordarán unas clases altamente nutricias impulsadas por un profesor de mediano entendimiento pero tan loco, tan loco, que les terminará por hacer gracia a pesar de que el que esto suscribe cree que no tiene ni miaja de sentido del humor. Ayer un cuñado me lo dijo: que era muy soso, eso seguido de que era un acomodado económico.
EliminarSer soso es una virtud que pocos alcanzan con empeño y que a una enorme legión les viene de cuna. Lo del juego me parece muy provechoso. De hecho, uno de los libros que mas me impresionaron fue el de Huizinga, Homo ludens, que me pareció lo mejorcito que habia leído nunca. Yo soy, esencialmente, como tú, aunque sin el factor viajero, por eso tampoco me reconozco yo exclusivamente en ese rigor que rara vez en mi vida he podido ejercer, pero sí reconozco que, cuando ha sido necesario, las oposiciones, por ejemplo, o el hecho de tener que ejercer como profesor, he puesto de mí todo el posible para ofrecer lo mejor que pudiera a mis alumnos. Quizás me he expresado mal, pero pienso que no son incompatibles la disciplina y el rigor con la creatividad, es más, estoy convencido de que se potencian mutuamente. Es lo que pienso, por ejemplo, de la rutina: que permite volar a la imaginación, de una manera tan acentuada que quizás la disipación vital (llamémosle provisionalmente así...) no pueda competir con ella. De lo que estoy seguro es de lo beneficiosas que serán tus clases para tus alumnos, porque no son clases propiamente dichas, sino experiencias vitales. Sí, también una clase que se tiene tres veces por semana durante nueve meses puede y debe ser una experiencia vital; de lo contrario, tenemos el humillante sistema que apea a tantos y tantos ninis, que, por otro lado, tampoco necesitan muchos empujones para apearse de él, claro está...
EliminarTe habías expresado muy bien, pero quise divagar para continuar la conversación. Claro que hace falta rigor para encauzar la creatividad, solo que el rigor no es esa actitud autoritaria decimonónica que propugnaba en la educación una visión de dureza. La exigencia viene dada hoy por otros parámetros en una sociedad democrática y tecnológica, y, para ello nos viene como anillo al dedo el conocimiento de los resortes cerebrales y cognitivos: ello nos llevan a conocer mejor el modo de aprender, el proceso de la atención, y el desarrollo de la voluntad.
EliminarLa rutina es buena porque nos permite encontrar espacios de libertad en ella. Nada hay más amorfo que una vida sin obligaciones y sin rutinas. Con ellas podemos desarrollar más nuestra creatividad buscando hilos de resistencia contra la grisura cotidiana. Lo que pasa es que no todos lo desarrollamos del mismo modo ese resistir contra lo impuesto. Yo ahora estoy empeñado en no trabajar. Y no trabajo. Creo. Y me pagan por ello. Me niego a desarrollar actividades grises que no enriquezcan mi bagaje intelectual y emocional. Y con ello, pienso, que también eniquezco el de mis alumnos. Exigencia modulada, rigor pero no mortis, creatividad, resortes cognitivos y homo ludens a tope. Un gozo para mí. Espero no caer en ningún pozo. Muchas gracias por darme conversación interesante.