Soy un hombre que vive fascinado por las posibilidades del futuro y le gustaría ser testigo de los próximos veinte años en que se producirán transformaciones prodigiosas en nuestro modo de ver las cosas en el campo de la tecnología.
La tecnología me hace percibir algo muy poderoso, algo próximo a la inmortalidad. Probablemente los que leáis esto os reiréis, pero es algo muy real en mí. En mi relación con la tecnología percibo algo de aliento que me proyecta más allá de mí mismo. Me gustaría convertirme en un ciborg fusionando mi cuerpo con la tecnología; que me instalaran un chip en mi cerebro para conectarme a internet; mover objetos con el pensamiento; guardar el contenido de mi cerebro en un disco duro como sugirió el otro día Elon Musk…
La humanidad experimentará cambios alucinantes en los próximos años con la implementación masiva de la Inteligencia Artificial a todos los niveles. Pronto tendremos máquinas que servirán las bebidas en bares tecnológicos, los robots realizarán la mayor parte de las faenas a niveles intermedios que es donde más puestos de trabajo sustraerán a los seres humanos. Muñecas con Inteligencia artificial serán compañeras amorosas y sexuales de muchos hombres que sientan miedo hacia las mujeres reales y se sentirán mucho más seguros con ellas. Nuestra identidad se transformará profundamente porque seremos penetrados por los big data que sabrán absolutamente todo de nosotros: nuestras tendencias políticas, sexuales, nuestros gustos, nuestros rechazos, lecturas y tendencias musicales. Nada habrá que escape a la penetración de las redes sociales. Dicha identidad podrá ser modelada en todos los sentidos: podremos elegir múltiples vidas como juego experimentador. Seremos indistintamente varones o mujeres, y podremos vivir una eterna juventud, la vida se prolongará varias décadas más allá de las expectativas actuales.
Los libros se convertirán en reliquias del pasado. No se leerá, pero se vivirán videojuegos en tres dimensiones con realidad aumentada y virtual que serán más reales que la realidad tradicional. Se podrá asumir que la realidad ha dejado de existir como concepto primario porque la viviremos exclusivamente a través de la tecnología, pantallas y simulaciones que nos serán más estimulantes que una dosis de la antigua realidad real. Viviremos dentro de burbujas de realidades que elegiremos más o menos libremente. Nos fusionaremos con las máquinas y nuestro cerebro sobrevivirá a nuestra muerte física.
Probablemente pase mucho más tiempo para que las máquinas adquieran conciencia o tal vez eso no pase nunca, pero las expectativas de que ello suceda serán importantes.
La medicina avanzará prodigiosamente con la manipulación de los códigos genéticos. Los niños nacerán elegidos por sus padres con sus características principales que determinarán tanto su grado de inteligencia, como la inmunidad frente a enfermedades como el cáncer o el alzhéimer o degenerativas que causan hoy terribles devastaciones personales.
Viviremos una especie de vida controlada totalmente: la libertad y la conciencia se convertirán en rastros de un pasado liberal en que se creyó en el mito del individuo que elige libremente su destino. Viviremos una realidad diseñada, pero en la que seremos felices con las drogas psicoactivas más potentes. No sentiremos la tentación de querer cambiar el mundo porque estaremos adaptados a él. No tendremos utopías que lo único que traen son terribles tragedias como nos ha demostrado la historia. El mundo feliz de Huxley, probablemente la novela de anticipación más importante del siglo XX, será realidad. Viviremos felices transitando entre realidades virtuales y juegos de identidad. Nadie querrá imponerse a nadie porque todos estaremos determinados y sabremos nuestro papel y no querremos aspirar a más que a esa felicidad eterna que nos proporcionará la tecnología masiva y las drogas para equilibrar nuestro modo de vida. Se acabarán las grandes pasiones y las hondas tragedias. En la historia el hombre ha sido esencialmente infeliz. El futuro exigirá que entreguemos la libertad a cambio de nuestra felicidad. Nos adaptaremos y viviremos en equilibrio. Ya no existirán Homeros o Shakespeares o Cervantes: el espíritu humano será reconducido hacia las estrellas que será nuestro hábitat necesario para sobrevivir como especie.
Si alguien piensa que el precio será demasiado alto para pagar por la felicidad, le pido que considere la historia humana desapasionadamente. Son siglos o milenios de infortunio, de conflictos sin fin, de guerras de crueldad espantosa, de dilemas morales a los que no hemos sabido darles solución, de dolor y sufrimiento en todas sus vertientes. El mito del hombre libre es eso, un mito que no tiene por qué mantenerse en el futuro.
Si hubiera en este futuro algún salvaje que no quisiera adaptarse, lo pagaría siendo profundamente infeliz y además fracasaría porque los hombres se sentirían satisfechos con su existencia, vivirían equilibrados y felices sin utopías o ansiedad de querer transformar la historia o la realidad.
Yo no viviré esto. En el pasado fui profesor de literatura, profesor de ficciones que llevaban a la insatisfacción. Me gustaba cultivar la insatisfacción de mis alumnos para que quisieran transformar su vida y luego el mundo. Ahora, abjuro de ello. No les daría nunca ya a leer libros peligrosos que desarrollaran conflictos inútiles que los hombres tejieron porque eran infelices. Walt Whitman ya no será necesario. Cantaremos la plenitud del individuo del futuro, esencialmente conforme a su realidad, a su designio biológico libre de enfermedades y desdichas. Me reiré de cuando fui profesor de literatura y quería que mis alumnos pensarán por sí mismos y crearan en ellos conflictos que eran puramente imaginarios. La belleza es algo que se transformó a lo largo del tiempo: de una visión exquisita, clásica o romántica, al arte del siglo XX en que una lata llena de yeso fue etiquetada con el título de Mierda de artista como si fueran excrementos de su autor, Piero Manzoni. La belleza y el arte son eso mitos que perderán su vigencia. Arte es cualquier cosa mirada de una forma determinada. Y arte será la vida del futuro, sin libertad, pero bondadosa para el individuo que vivirá armónico y feliz. Aunque esto solo será posible para una parte de la humanidad, la otra sobrará. Considero que esto es un problema sobre el que hay que pensar.