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martes, 27 de diciembre de 2022
sábado, 24 de diciembre de 2022
miércoles, 21 de diciembre de 2022
Convicciones
Me encanta conversar con otras personas, sean hombres o mujeres, sobre lo divino y lo humano. Son sesiones de conversación largas sea por escrito o en persona. Me agrada observarme a mí y observar a los demás. No soy novelista pero tengo algo que tienen los novelistas que es la capacidad de observación...
Los seres humanos tienen necesidad de explicarse, de dar cuenta de su modo de ver el mundo, de justificar su modo de vida o de ser lo que se traduce en monólogos sucesivos en que se expresan razones, juicios, opiniones, recuerdos que construyen una personalidad y explican cómo es uno (o una). Es como un armazón dialéctico fruto de la elaboración de muchos años para dar consistencia a una personalidad. Para cada uno, es vital esta estructura de ideas o de pensamientos o creencias. Son suyas y hay una tendencia a considerarlas universales aplicables al resto de seres humanos. Es una especie de lógica a modo de mecano que sirve para interpretar el mundo. Uno intenta explicar por qué es ateo, por ejemplo; otro por qué es creyente; otro por qué adopta determinadas posiciones políticas a un lado u otro del espectro posible; otro por qué ama esto o lo otro; otro muestra su desesperanza y su desapego a base de cinismo; otro da razones para expresar su concepción de la vida; otro basa su vida en buena parte en los colores de un equipo y eso le confirma existencialmente; otro muestra su impotencia y su tristeza basándose en su concepción de la existencia; otro cuenta su historia repetidamente para mostrar las razones de su lógica implacable; otro cuenta por qué es feliz, y otro por qué es desdichado, otro por qué es amante del dinero -que da la felicidad-, mientras que otro basa su vida en la moralidad alejada del dinero... Todos somos diferentes pero todos anhelamos comprender la vida y expresar un modo de hacerlo que sirva universalmente.
Yo lo observo y me doy cuenta de que todo eso son creencias de una forma u otra. Es como si se necesitaran creencias para mantenerse en pie. Y esas creencias se reiteran indefinidamente. Los blogs son eso precisamente. Manifestaciones de unas determinadas formas de entender el mundo. A fuerza de leer a los blogueros uno sabe con bastante fidelidad cuáles son los ejes de ese armazón dialéctico que no deja de repetirse. Todos nos repetimos hasta la saciedad. A los blogueros nos gustan los monólogos en que manifestamos nuestra posición en la vida y en el mundo. Cada blog es una ventana al interior del autor que nos explica reiteradamente su percepción y sus razones. Los hay más obsesivos, los hay más generosos, los hay más sectarios, los hay escorados a la izquierda -como única posición lógica en la realidad-, los hay escorados hacia posiciones conservadoras que cuestionan el supuesto absolutismo progresista... No sé, hay una gama de posiciones que resulta interesante observar para contemplar el paisaje íntimo de alguien que se está abriendo en canal. Algunos son estetas y exquisitos, otros son audaces y provocadores, otros cínicos, otros son como campanas de navidad sonando para convencer del colorido alegre de la vida, otros son egoicos y narcisistas, otros son escépticos e irónicos, otros son idealistas, muchos pesimistas -en esto la edad influye poderosamente-... pero todos en general anhelan que su cosmovisión sea compartida por otros, convencer de alguna manera de algo a cualquier nivel. Aspiran a que su percepción sea comprendida y asumida, en cierta manera se ejerce un claro proselitismo ideológico casi inevitable. Se escribe para expresar pero también para convencer de que nuestras razones son valiosas e inobjetables.
Los lectores de blogs se adaptan así a la cosmovisión del autor -o no, y entonces surgen los debates que si se mantienen desencadenan conflictos-. Todo consiste en un cruce de cosmovisiones que necesitan acercarse para comprenderse mutuamente en un diálogo generalmente afable, aunque a veces hay quienes tiran la piedra y esconden la mano. Todo es posible en un mundo que es la expresión de egos muy potentes y narcisistas. A la vez es muy peligroso y el carácter de cada uno influye poderosamente en las relaciones a distancia. Hay blogueros bondadosos y blogueros taimados aunque siempre a través de las palabras se intenta dar la imagen más favorable de uno mismo y así aparecemos siempre como mejores de lo que somos en realidad. Es una imagen la que se vende de uno mismo, una imagen elaborada y diseñada para convencer para transmitir convicciones aunque Cioran escribió que quien posee convicciones es que no ha profundizado en nada.
domingo, 18 de diciembre de 2022
Va de pasiones, vicios y tabúes...
La final ha sido de infarto. No he visto el partido pero he seguido el resultado desde la prensa digital. Había escrito una primera versión del post en el minuto 80 cuando Argentina ganaba por 2.0 y colgué la entrada pero luego la cosa se complicó y ya saben ustedes lo que ha pasado. Ha ganado Argentina su tercer mundial con el último gol de Montiel. Una vez tuve una amante argentina, hace muchos años, nos encontramos en la otra punta del mundo y pasamos juntos una semana prodigiosa y no hablamos de fútbol pero sí que nos bebimos una noche una botella de Marqués de Cáceres que compramos en una Liquor Store en la ciudad de Winnipeg. Aquellla noche nos reímos mucho. Éramos jóvenes y ambos éramos de signo cáncer lo que terminó por ser un problema. El fútbol no ha sido una de las pasiones de mi vida, lo reconozco. Mi padre no era futbolero y no fomentó la afición hacia el C.D.Zaragoza que era lo más próximo. Y luego en mi vida diaria la política ocupó un lugar fundamental en mis tiempos de marxista leninista pensamiento Mao Tse Tung. No recuerdo que mis camaradas tuvieran en mucho al fútbol. Nunca hablábamos de ello. Sí que leíamos El estado y la revolución de Lenin pero nada de nada de fútbol. Cuando me vine a Barcelona, vi que el fútbol y la pasión por el Barça era algo más de lo que estaba acostumbrado a ver en Zaragoza, pero nunca tuve un equipo que me tirara del corazón. De hecho, conviví con dos apasionados culés en una masía cerca de Berga y celebrábamos los partidos con una merendola de embutidos, quesos y buen vino. Y yo iba con el Barça y expresaba mi emoción cuando metía un gol o nos lo metían a nosotros. Era muy divertido, pero más adelante intimé con un amigo que era madridista y del mismo modo nos hacíamos un pica pica y yo iba con el Madrid con igual entusiasmo que cuando me había juntado con culés. De este modo, no se puede decir que yo sea ejemplo de fiel seguidor de ningún equipo, pues sin el ambiente propicio, soy totalmente ajeno a la emoción de este deporte. Sí que me gustó que ganara España el Mundial de 2010 pero no vi el partido de la final aunque luego pasaron escenas una y otra vez de este y sentía hasta algo parecido a la emoción. Iba con España -España es una palabra que en buena parte está proscrita en cierta visión del mundo que no me atrevo a calificar-. Hablamos de estado o de país, pero no de España. Es una reflexión que hace Sergio del Molino en su último libro Contra la España vacía en que precisa mejor su posición política ante el debate que suscitó su libro primero La España vacía que fue un puntazo por la serie de debates a que dio lugar. Sergio del Molino esperaba fomentar el patriotismo constitucional con su apelación a la solidaridad interregional pero las derivaciones que tuvo su concepto fueron totalmente desviadas de su origen solidario. España o, si quieren, este país o este estado español tiene algo que lo une profundamente y es la pasión por la comida. No sé si hay países que hagan un culto semejante de la buena comida como el nuestro. Sabemos que no hay dios, sabemos que la monarquía no pasa por un buen momento, sabemos que los ideales políticos son transitorios -a pesar de lo que sucede estos días-, sabemos que la metafísica es banal, sabemos que el dinero da la felicidad -según un familiar mío- pero la felicidad que da es para ocuparla fundamentalmente comiendo como vamos a comer estos días en que nos vamos a poner morados de ágapes navideños tales como si estuviéramos compensando los años del hambre. Esta es la explicación que se me ocurre. En España se pasó mucha hambre en la guerra y en la posguerra y no queremos volver a ello. Antes hartarse por si vuelve el hambre de nuevo. Y comemos sin tino y sin freno. La palabra frugalidad no es muy española ni de este país ni de este estado español. Frugales eran los santos que nos enseñaba la santa Iglesia Católica cuando el estado nacional-católico de los años cuarenta o cincuenta y ya en los sesenta se jodió el invento porque apostamos de nuevo por el placer de vivir y entre los placeres máximos, mucho más que el sexo, está el comer. El sexo se acaba pero no un menú de carne a la brasa con buenos acompañamientos, patatas asadas y verduras a la parrilla. Y no permitimos que nadie nos sugiera que deberíamos comer menos o mejor. La gula es nuestro pecado capital junto con la envidia. Imaginamos el paraíso como una sucesión de platos sin final que nunca nos sacian y así eternamente...
He dado vueltas porque he ido del fútbol al yantar, pero en un zigzag de ideas todo es posible, todo se mezcla, son pasiones nacionales o estatales o de país. Nos movemos por pulsiones “como el golpe temido de un corazón no resuelto” que escribió Gabriel Celaya en su poema España en marcha.
La final épica se ha decidido en los penaltis. La de asados que van a hacerse en Argentina a cuenta de este resultado... Les felicito de todo corazón, me gustaría vivir la euforia que va a desatarse en Buenos Aires y Ciudad de la Plata así como en todas las ciudades argentinas. Tal vez escriba a mi antigua amante para felicitarle la efeméride que habrá visto...
jueves, 15 de diciembre de 2022
La píldora de la vida o de la muerte
En febrero de 2020 una noticia incendió las redes y la prensa. Según esta noticia infundada, en Holanda se estaba preparando una ley orientada para el suicidio asistido de modo que, según la idea de hace cuarenta años del jurista y ensayista holandés Huib Drion, se proporcionaría a los mayores de setenta años una píldora para que pudieran elegir el momento de su muerte si no deseaban seguir viviendo. No se trataba de la eutanasia que aborda el caso de enfermos incurables o de condiciones de vida terribles que eligen morir asistidos por el sistema nacional de salud. No, la píldora de que se hablaba y que finalmente fue un bulo, según La Vanguardia de esos días, era para personas sanas que por las razones que fueran no deseaban seguir viviendo. Se hizo una encuesta entre mayores de 55 años con una base estadística de 21000 participantes sobre si ellos, llegados a una edad y completadas sus expectativas de vida, querrían tener acceso a esta forma de eutanasia y diez mil respondieron que sí, lo que no es baladí en cuanto a número.
En España se suicidan once personas diariamente, el triple de varones que de mujeres, y la cantidad de suicidios anuales se está incrementando. Los sistemas para suicidarse son muy precarios porque van desde cócteles farmacológicos, cortarse las venas, ahorcarse, tirarse al tren, arrojarse de un edificio, envenenamiento, estrellarse con el coche... En el mundo son ochocientas mil personas las que se suicidan anualmente.
Por cierto, cuando buscaba información sobre este tema en diversos medios periodísticos, Google y ChapGPT, me ha saltado un banner advirtiéndome que estaban muy preocupados por la búsqueda que estaba haciendo de sistemas para suicidarse y que había medios para encarar esta situación para recuperar el gusto por la vida y me daba un teléfono de asistencia a potenciales suicidas.
Ciertamente, mucha gente piensa en el suicidio en algún momento de su vida porque la considera inaceptable o el sufrimiento psíquico que conlleva no compensa el hecho de seguir viviendo. Esto no depende de la edad porque suicidas los hay en todas las franjas de edad e incluso entre los más jóvenes. Es una pulsión humana universal que se da en todas las culturas que abordan el suicidio de forma diferente. En Japón era una muerte honrosa, en los países cristianos era un pecado mortal que conllevaba la condenación eterna para los suicidas por haber violado la ley de Dios que establece que él solo puede dar y quitar la vida. Los suicidas no podían ser enterrados en terreno sagrado, y tenían que ser inhumados fuera del recinto cristiano.
Nosotros somos una sociedad postcristiana que en general descree de Dios y de la vida trascendente. Ignoro que principios democráticos puede haber para que el estado se arrogue como norma el impedimento del suicidio asistido. ¿No es legítimo que una persona adulta pueda poner sin traumas violentos final a su vida? ¿Por qué me tendrían que proteger de esa manifestación de mi voluntad? Pienso en personas mayores que consideran que ya la vida no tiene sentido para ellos, tal vez viviendo, lejos de la familia y el calor de los suyos en una residencia donde les tienen que limpiar el culo cada día tras cagarse en el pañal porque no se deja ir al váter cuando se quiere por comodidad de las asistentas. Pienso en enfermos que saben de sobra que padecen alzhéimer y en una fase todavía para poder tomar decisiones, desearían elegir la muerte digna. Conozco varios casos de padres o madres con esta terrible enfermedad que vegetan en residencias y que por razones equis sobreviven en unas condiciones que no son humanitarias. Pienso en ancianos solitarios que mueren en sus casas y nadie se entera de que han muerto. Sé que en Japón es todo un fenómeno social creciente, el de ancianos que se dejan morir en casa aislados totalmente de todo, y especialmente de su familia.
Se habla de que a las personas que piensan en el suicidio habría que darles motivos para vivir, como si eso fuera tan sencillo y aplicable. Como si el mundo a su alrededor fuera a cambiar para hacerles confortable y deseable la vida adaptándose a él. Todos sabemos que eso es imposible o, por lo menos muy difícil. Que cada palo aguante su vela, se dice. Pocos o nadie están para aguantar sostenidamente la negativa a vivir de alguien que por las razones que sean decide poner final a su vida. Se dice, según las estadísticas, que se suicidan en España once personas al día, pero hay muchos más intentos de suicidio no consumado sobre los que muchas veces se piensa que es una forma de llamar la atención.
Si yo hubiera sido uno de los veintiún mil encuestados en Holanda a la pregunta de si en un caso extremo de mi vida, avanzada la edad, yo quisiera ponerle fin, hubiera contestado que sí, sin lugar a duda. Y tal vez la posesión de esa píldora me ayudara a vivir sin la angustia de pensar en un suicidio violento y traumático. El poder pensar que se puede poner fin a la vida por libre elección puede estimular el deseo de vivir.
martes, 13 de diciembre de 2022
Criaturas del aire
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