
Tengo dos hijas, una de diez años y otra de trece. Me gusta ver cine clásico con ellas. La mayor no está abierta a mis propuestas y tiene sus propias ideas sobre qué ver y qué leer, lo que le lleva abiertamente a la cultura de masas dominante. Nada que objetar. Cada uno tiene su propio camino y un padre no debe buscar que sus hijos sean necesariamente receptores de lo que se cree sinceramente una buena educación estética. El tiempo va construyendo el perfil y el alma de nuestros hijos. Nosotros somos una influencia importante, pero no la única. El conjunto de intereses que tiene cada uno son fruto de su libre elección, y sobre eso no hay nada que decir.
Sin embargo, mi hija pequeña es receptiva y disfrutamos enormemente viendo filmes clásicos desde hace ya varios años. Quiero dejar constancia de que es posible ver películas clásicas a una temprana edad, películas que educan la sensibilidad y la asimilación del sentido estético.
Estas películas las he visto con Lucía y las recomiendo vivamente a los padres de niños de edades semejantes. Tienen intensidad sentimental, a veces niños como protagonistas -un ingrediente esencial- y reflexión sobre la vida. Son hermosas películas llenas de densidad humana y cinematográfica.
- El mago de Oz (1939) de Víctor Fleming.
- Capitanes intrépidos (1937) de Víctor Fleming.
- King Kong (1933) de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack.
- Películas de Charles Chaplin del cine mudo.
- Películas de Stan Laurel y Oliver Hardy (El gordo y el flaco), en cine mudo o sonoras.
- King Kong (2005) de Peter Jackson.
- Cantando bajo la lluvia (1952) de Stanley Donen y Gene Kelly.
- Matar a un ruiseñor (1962) de Robert Mulligan.
- El pequeño salvaje (1969) de François Truffaut.
- The man of Aran (1934) de Robert J. Flaherty.
- Los pájaros (1963) de Alfred Hitchcock.
- Sonrisas y lágrimas (1965) de Robert Wise.
- Amarcord (1973) de Federico Fellini.
- Ginger y Fred (1986) de Federico Fellini.
- El diario de Ana Frank (1959) de Georges Stevens.
- La noche del cazador (1955) de Charles Laughton.
- Imitación a la vida (1959) de Douglas Sirk
- El ladrón de bicicletas (1948) de Vittorio de Sica.
- Fanny y Alexander (1982) de Ingmar Bergman.
- Una noche en la ópera (1935) de San Wood.
- El gran dictador (1940) de Charles Chaplin.
- Cinema Paradiso (1988) de Giuseppe Tornatore.
- Ana de las tejas verdes (1985) de Kevin Sullivan.
- Días de radio (1987) de Woody Allen.
- La vida es bella (1997) de Roberto Benigni.
- Derzu Uzala (1974) de Akira Kurosawa.
- Mi pie izquierdo (1989) de Jim Sheridan.
- En América (2002) de Jim Sheridan.
- Gorilas en la niebla (1988) de Michael Apted.
- Eduardo Manostijeras (1990) de Tim Burton.
- Los niños del coro (2004) de Cristophe Barratier.
- El viaje de Chihiro (2001) de Hayao Miyazaki.
- El castillo ambulante (2004) de Hayao Miyazaki.
- El espíritu de la colmena (1973) de Víctor Erice.
- El camino (1964) de Ana Mariscal.
- Secretos del corazón (1997) de Montxo Armendáriz.
- Tasio (1984) de Montxo Armendáriz.
- Planta cuarta (2003) de Antonio Mercero.
Son películas bellísimas que hemos de ver con ellos. La televisión es altamente deformante del sentido estético. Sin embargo, existe buen cine, cine extraordinario a nuestro alcance, y que será inolvidable para nuestros hijos. Nunca se olvida una buena película vista con papá o mamá, y serán referencias maravillosas en su historia sentimental. Algunas de ellas son tristes como
El ladrón de bicicletas de
Vittorio de Sica o
La vida es bella de
Roberto Benigni o
Capitanes intrépidos de
Víctor Fleming, pero ¿quién ha dicho que haya de pintarse la vida de color de rosa? No despreciemos a nuestros hijos. También saben que existe el dolor y la tristeza formando parte de todas las tonalidades de la vida.
Si queréis añadir alguna película a esta lista, será bienvenida e incorporada a nuestra filmoteca.