Blog poliédrico que no cree que haya una versión canónica de la realidad y que asume la contradicción flagrante como sistema de interpretación del mundo.
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miércoles, 7 de abril de 2010
Orgullo perico
Reconozco que no soy futbolero entendido ni tengo unos colores que me entusiasmen, pero me gusta estar cerca de amigos que sí los tengan para que me transmitan sus emociones y poder compartir con ellos una buena merienda, una botella de vino y unas conversaciones ricas en complicidad. Siempre he lamentado mi nula capacidad para el fúbol cuando era niño y mi falta de afición por unos colores que hubiera heredado o que me hubieran reclamado.
Albert Camus, que fue un gran aficionado al fútbol como jugador (portero) y como espectador, dijo en un artículo lo siguiente: “después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”. Esta frase me ha hecho pensar mucho y me ha permitido desterrar algunos tópicos sobre este deporte al que acostumbraba a mirar con cierta displicencia.
Edgar Morin califica este deporte de "poesía colectiva"; a Françoise Sagan le recordaba a antiguos amores, pues en pocos sitios como en un estadio se puede querer u odiar tanto a alguien; Camus también decía que "no hay un lugar de mayor felicidad que un estadio de fútbol lleno."
Sin embargo, pocas veces he estado en un campo de fútbol. La última fue viendo un partido del Espanyol de Barcelona contra el Deportivo de La Coruña. Fue el 14 de febrero de este año, y el lugar, el nuevo estadio del Espanyol situado en Cornellá-El Prat. Acompañaba a tres pericos -Iván, Marcial y Edu- que son socios y entusiastas de su equipo. Hacía mucho frío, pero el ambiente era festivo. Yo me dediqué a hacer fotografías y a dejarme contagiar de las emociones del estadio. Mi cuñado, perico por excelencia desde que era muy niño, suele acompañarme en largas caminatas por la montaña, y el tema estrella es la filosofía perica, el orgullo de ser perico en una Catalunya y una Barcelona donde lo normal es ser del Barça. La inmensa mayoría siente los colores del Barça como propios, pero de repente en cada clase en la escuela o en el instituto surge una anomalía porque hay algún muchacho que es perico y lo es con verdadera convicción y devoción, sabiendo que su destino, a diferencia del Barça, es el sufrimiento, el estar siempre al borde del descenso, el salvarse en el último minuto, gozar por el hecho de mantener la categoría. Los de Barça, según Iván, son una especie de secta prepotente que está en todas partes y que miran con claro desprecio a los seguidores del Espanyol. Con desprecio o con suficiencia: “pobres” –dicen-. ¿Cómo se puede ser perico cuando se puede ser del Barça? La moral del Espanyol es la de la resistencia frente a la adversidad.Tienen la piel curtida y están siempre con su equipo, llueva, truene o granice. En cambio los barcelonistas se muestran pletóricos en la victoria pero no saben digerir las derrotas, se desmoronan, las achacan a factores externos, a conspiraciones o a injusticias. Están obsesionados en ser más que un club, en ser la esencia y única representación de Catalunya y no conocen la humildad ni el sufrimiento por la supervivencia. En seguida que las cosas van mal se desentienden de su equipo al que sólo quieren como vencedor eterno.
Estas son conversaciones con Iván que me resultan gustosas por la épica que demuestran. Les hice un reportaje fotográfico que he colgado arriba en un vídeo de Youtube. El fondo musical es el himno del Espanyol. Sus rostros lo dicen todo: la camaradería, la emoción de estar en el nuevo estadio, el orgullo perico, la tensión contenida durante el encuentro, el estallido de la alegría cuando el equipo marcó en dos ocasiones, el alborozo de la situación, la compenetración con el equipo, los sentimientos compartidos, el orgullo de la hija también simpatizante de los pericos… Me pareció hermoso. No sé qué os parecerá el vídeo.
Un planteamiento del debate que se puede iniciar es sobre la importancia de los valores que genera el deporte (la competitividad, la deportividad, el compañerismo...) y en especial el fútbol a partir de vuestra experiencia, la frase de Camus, el vídeo colgado o la moral de resistencia del Espanyol de Barcelona, un club que reclama también para él la catalanidad aunque muchos se la nieguen.
Decir fútbol si me lo permites, amigo Joselu, es como decir amor, como decir dios, como decir mar. Es decir muchas cosas y nada. El fútbol se puede mirar desde muchas ópticas y sentir con muchas latencias. Soy de los que piensan que para saber de fútbol hay que haber jugado al fútbol desde niño. Sólo así se sabe de qué se habla, del puro goce del juego y de los mejores ratos compartidos entre amigos. El resto es espectáculo que veo lejano y especulación que detesto. En la práctica de ese deporte se dan un épica y una lírica que sólo se entiende cuando se sueña con un balón en los pies. Da igual que sea en un estadio abarrotado o en una placeta. Qué niño no se ha sentido un héroe y marcando un bello gol por la escuadra, regateando a los defensas o parando un penalti. Entiendo pues a Camus y a Edgar Morin porque después de muchos años sigo encontrando momentos de felicidad y de complicidad entre amigos, ensanchados los pulmones en una sudorosa tarde de primavera, risueños porque el juego te hace olvidar lo efímero que es la vida.
He jugado poquísimo al fútbol y se me da fatal, sin embargo me considero futbolera y forofa, y aunque a lo mejor no queda muy bien decirlo aquí, por ser una entrada para pericos, soy culé, culé por influencia paterna, que se hizo seguidor del Barça siendo andaluz cuando vio jugar a Cruiff. Yo por cierto, soy culé desde la era Gaspart (para aquellos que digan que ahora es muy fácil seguir al Barça). He vivido la segunda Champions y las Seis Copas, y todo eso, pero a mi quien me va es mi "Puyi" ;)
De eso se trataba, Friko, de cargar las tintas... con elegancia pero con contundencia si es necesario. No haberte cortado. Ése es el debate interesante.
Me encanta venir y leer tus post Joselu, es un verdadero placer ser sorprendida siempre con tus articulos... sin embargo este dia -y con perdon de los presentes- no me sorprendio tu post, al contrario me invita, me desafia a decir lo que siento.
Que es lo percibo, solo 11 o 22 hombres detras de una pelota, en la cual solo usan sus piernas, eh! no empiezen con una sarta de letanias futbolisticas para hacerme aceptar al futbol como el deporte por excelencia... porque ni los mas sagaces enamorados pudieron hacerme retractar de mi herejia.
Y aqui la paro para no caer en los brazos de la inquisicion.
Veo que, con tus últimas entradas, te has tomado en serio lo de la penitencia pascual: Toros, religión y fútbol, los grandes temas por los que suele sufrir (y mortificar a los demás) el español medio. Tres temas ante los que me muevo entre la indiferencia y la indignación, según la dosis que me administren a la fuerza los medios de comunicación. No niego ninguno de los valores que puedan aportar los amantes del fútbol (excepto la violencia), pero lo que me parece abusivo es el modo en que el fútbol y su mundo se apoderan de la vida cotidiana del resto de los mortales: Horas y horas de retransmisiones futboleras, casi un tercio de los telediarios y de los periódicos generalistas, calles y aceras ocupadas cada vez que hay partido, conversaciones monotemáticas todos los lunes... Ya me gustaría a mí poder disfrutar de cine o teatro de estreno, de novedades literarias o musicales, con la facilidad e intensidad que lo hacen los aficionados al fútbol.
Silvia, bienvenida sea la disensión, y no caes en absoluto en manos de la inquisición. Me encanta saberte por aquí.
Antonio, yo no soy aficionado al fútbol en absoluto. No veo partidos salvo alguno de la selección española, pero pienso que merece la pena pensar sobre algo que es capaz de catalizar tantas emociones. Ni Sartre, ni Camus, ni Sófocles ni Cervantes, ni Lorca ni Miguel Hernández son capaces de movilizar ni a una centésima parte de seguidores que tiene el fútbol. ¿Qué hay de fascinante en ello? En el vídeo que he colgado hay algunas respuestas aunque hasta ahora nadie ha parado en pensarlas. Hay una buena reflexión filosófica en el asunto del fútbol si se mira con distanciamiento, pues el fútbol puede mover sentimientos como ninguna otra actividad conocida. Yo he mirado el fútbol con verdadero desprecio y a veces me he encontrado con alumnos que eran entusiastas del mismo y no he sabido apreciar su pasión, y, por lo tanto, no he podido acercarme a ellos desde el único punto que podía haberlo hecho. Ahora lo lamento.
¿Por qué Messi suscita muchas más pasiones que Pirandello o Maiakovski?
Como dijo Terencio "Homo sum, humani a me alienum puto".
Mira el vídeo sin prejuicios. Hay literatura, poesía, épica y dramática en él.
Lo he intentado mirar sin prejuicios, te lo aseguro, pero sigo sin entender por qué esa épica se lleva al extremo en el fútbol, cuando debería ser la misma que para un partido de hockey, de balonmano, etc. Creo que se mezcla en ello un sentimiento de pertenencia "patriótica" que tampoco entiendo muy bien, de modo que me resulta extraño, como si fuese un marciano. No sé.
para empezar te diré, que el fútbol me parece un tostón insufrible y sólo me refiero a él, como deporte. Demasiado terreno y tiempo, en el que a penas ocurre nada.
Mira, yo jugué hasta los 17 años en un equipo de baloncesto y para mi, le emoción que se siente con este deporte, por lo trepidante de la velocidad a la que sucede todo, no tiene, pero nada que ver, con el ritmo lento y cansino del fútbol, pero bueno, a mi aquí, también me puede la pasión jajaja.
Por otro lado, te diré que entiendo muy bien el sentimiento de tu cuñado y compañía.
Mira, mi padre acudía cada domingo al estadio de la Ponferradina, con la misma devoción que lo hacía cuando iba a ver a alguien muy querido jajaja, es que podía llover, nevar, se podía caer el mundo que a su Ponferradina no la abandonaba jamás (sólo cuando jugaba en casa, fuera nunca iba) y fíjate, que te hablo de un equipo que al menos la veces que yo le acompañé al campo, porque a veces le acompañaba, sólo para ver el ambiente y estar con él, claro, no pasaba de tercera regional.
Recuerdo que se enfadaba muchísimo con la gente, que jamás acudía al campo de la Ponferradina y sin embargo, se iban a Madrid o Barcelona, a seguir como impenitentes a esos equipos. Él decía, como dice Francisco, que el fútbol hay que sentirlo en los pies y en el corazón y que si tu corazón, no apoya a los de tu pueblo, eras un mal nacido, así de rotundo era. La verdad es que siempre fue un romántico, en el sentido estricto de la palabra, de defender a capa y espada las causas perdidas, al débil y desde luego a los suyos. Y supongo que en el fútbol, le ocurría igual. Nunca comprendió y criticó muchísimo como los equipos en lugar de apoyar su propia cantera, se dedicaban a fichar jugadores de todo el mundo que para nada sentían los colores del equipo, porque ese sentido épico era lo único que hacía grande a este deporte, lo demás era mero mercantilismo, negocio y espectáculo, al más puro estilo janky.
A mi siempre me han inspirado mucha más simpatía, los sufridores de los equipos pequeños o no tan buenos ( tus pericos o los colchoneros del Atlético de Madrid) , por aquello de la lucha tipo David y Goliat, que los energúmenos esos que se desmelenan atiborrados de cerveza hasta arriba, siguiendo como locos a los equipos grandes...
Lo siento, pero son personajes que siempre asocio con los extremismos de todo tipo y por eso, no me gustan ni un pelo, ni les entiendo en absoluto.
Personalmente, seguro que injustamente, sólo los concibo desde el fanatismo, que a veces a unos les entra por el fútbol, a otros por la religión y a otros por los nacionalismos, para mi todos tienen el mismo perfil, la obcecación y punto.
Bueno, pues mira tu por donde para no gustarme nada, de nada el fútbol, para variar ya me he enrollado lo mío. ;-)
Muchos besos JOSELU y feliz día.
PD. ¡¡Estás hecho todo un artista con la cámara, vaya caritas les has sacado a tus tres pericos...Me encanta el niño que sale todo pintado, esos, siempre me encanta!! ;-)
Yo creo que no hay que poner la sagrada llama del entusiasmo que cada uno tenga en nada que uno mismo no pueda controlar. Da igual si es la fe de la iglesia, el partido, la patria o el club de fútbol, en el fondo son lo mismo: montajes de gente que colecta ese valioso entusiasmo irracional de mucha gente y lo emplea en beneficio propio. Después, los matices de si es uno u otro equipo son casi lo de menos, el mecanismo básico es el de pertenencia a un clan y derramar la pasión en una copa que otros van a beberse o a usar para fregar el suelo, según les convenga. Cuanta gente al ver que los cardenales son corruptos, los políticos son corruptos, los fichajes se hacen para generar comisiones dirán: si, pero la Iglesia no son esos cardenales repulsivos, el Partido no son las purgas de Stalin, el Madrid no son los tejemanejes de Florentino.. es algo más, algo inefable. Es una especie de platonismo, en definitiva el resultado de haber regalado el alma. Algo hay en el ser humano que predispone a eso y hay que autocontrolarse. Yo he creido en pocas cosas de este tipo, pero me arrepiento de todas ellas, no me han hecho más que obrar en interés de otros. Terminaría con una blasfemia poderosa pero no quisiera ofender a nadie. Pongan aquí su propia maldición: __________________________ _______________________________
A mí me encanta el futbol aunque ahora prefiera el tenis. Toda mi vida de casada fuí a ver al Hercules de Alicante y no sabes lo que he sufrido con él. Cuando subió a primera lo seguimos por toda España para verlo perder siempre. Cuando eres forofo de un equipo lo vives como si fuera algo tuyo, muy tuyo. Ries y lloras con él. Con el tenis no siento lo mísmo pero casi lo prefiero pues no me apetece nada pasarlo mal nunca más en mi vida. Con todo esto te quiero decir que entiendo muy bien estas sensaciones de los pericos y los admiro por su tesón, igual que admiro al Atletico de Madrid por los mísmos motivos. Son los David y los Goliat. Me gustaría que te pasaras por mi blog y leyeras algunos comentarios sobre los profesores. Dime algo por favor y me encantaría, si tienes tiempo y quieres, que opinaras aunque ya lo hiciste. Un abrazo Lola
Antonio, no entiendo tampoco la magia que ejerce el fútbol. En Estados Unidos es el béisbol, en otros lugares puede ser el hockey... Pero lo cierto es que en nuestro mundo el deporte rey es el fútbol. Sirve para unir a los pueblos y para enfrentarlos, sirve al poder y lo pone en cuestión (recuerda los pitidos al rey en la última final de copa), concita voluntades, sirve como vehículo de comunicación, alienta emociones. Para mí es un misterio porque soy agnóstico en ese sentido. Mi mirada es una mirada maravillada ante algo que no acaba de entender, pero que está ahí. Una vez encargué un ejercicio de descripción a los alumnos de la clase y les puse el proceso de freír un huevo. Para algunos fue inabordable. Uno de ellos me contestó que no sabía. Le repliqué que ello era imposible, que todo el mundo sabía cómo se freía un huevo. Fue inútil. Tuve un fuerte enfrentamiento porque se nego. Luego supe que era jugador de equipo regional o local, que su vida era el fútbol y que nada le interesaba salvo aquello. Podía haberle encargado describir cómo era un fuera de juego o cómo se tira un penalti. Pero no lo hice. Y lo lamento. El fútbol es cierto que nos abre puertas que para mí están cerradas, pues no soy aficionado. Y no es cierto que sólo interese a las masas. Como hemos visto en el caso de Camus, hay importantes intelectuales que descubren en él extraordinarios valores. Pero no quería intentarte convencer de algo que no estoy convencido. Un abrazo.
Basseta, bienvenido al blog. Este es un espacio que se regocija con las visitas inesperadas. Un cordial saludo.
María, pienso que el fútbol alienta bajas pasiones, vulgaridad, fanatismo, pero también todo lo contrario: épica, esfuerzo, pundonor, comunicación, compañerismo, deportividad... La frase de Camus es significativa. Se puede saber mucho acerca de los hombres (incluidas las mujeres)tomándolo como elemento de referencia. Me ha gustado el ejemplo de tu padre y la Ponferradina. Hace una semana estuve en un pueblecito de Asturias llamado Tapia de Casariego y en todos los bares tenían la foto de su equipo local, y sus jugadores eran populares en el pueblo. Éste es un misterio del que nunca podré participar pues no soy aficionado y cuando era chico, me mantuve alejado del fútbol pues nunca me llamó. No sé por qué. Pero me hubiera gustado. Un abrazo.
Frikosal, bienvenido tu exabrupto no expresado. Te entiendo perfectamente. Sin duda tú tampoco sentiste cuando niño la llamada del fútbol. Yo era un bicho raro (no digo que tú lo fueras) y en algún sentido me hubiera gustado serlo menos, y que mi padre me hubiera llevado a ver jugar al Zaragoza. Creo que toda mi vida estoy luchando contra molinos de viento(de lo cual no me arrepiento) cuando me hubiera gustado ser menos singular y haber jugado al fútbol y animado al equipo de mi ciudad. Esa es mi mirada. Igual que también siento alguna nostalgia de no ser de algún lugar o tener alguna fe. No poseo ninguna. Y eso es bueno, pero también tremendamente costoso. Todo podría haber empezado si yo hubiera cantado con mis compañeros a los cinco años "Alirón, alirón, Zaragoza campeón". De todas maneras, no sé.
Lola, me encanta que reconozcas tu afición por unos colores. Ello muestra que la sensibilidad y la comprensión tampoco están enfrentadas con este deporte. Cuando estoy con aficionados del Barça o del Madrid o del Espanyol, me encanta compartir sus emociones, la merienda y una botellita de vino. Yo que no tengo fe, me gusta participar con aquellos que sí la tienen. Un abrazo.
Javier Marías dijo que "el fútbol es la recuperación semanal de la infancia" El checo Milan Kundera escribía que "tal vez los jugadores tengan la hermosura y la tragedia de las mariposas, que vuelan tan alto y tan bello pero que jamás pueden apreciar y admirarse en la belleza de su vuelo". Y Pasolini dejó la mejor definición que la literatura pudo hacer de este deporte que remite a los juegos circenses de la Roma antigua: "El fútbol es un sistema de signos, por lo tanto es un lenguaje. Hay momentos que son puramente poéticos: se trata de los momentos de gol. Cada gol es siempre una invención, es siempre una subversión del código: es una ineluctabilidad, fulguración, estupor, irreversibilidad. Igual que la palabra poética. El goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año. El fútbol que produce más goles es el más poético. Incluso el dribbling es de por sí poético (aunque no siempre como la acción del gol). En los hechos, el sueño de cada jugador (compartido por cada espectador) es partir de la mitad del campo, driblar a todos y marcar el gol. Si dentro de los límites consentidos, se puede imaginar en el fútbol una cosa sublime, es ésa. Pero no sucede nunca. Es un sueño". Pasolini, obviamente, no había visto jugar a Messi. Saludos
Joselu, como imaginarás, yo sí soy aficionado al futbol -aunque solo consumo el paquete básico: grandes choques de la champions y de la liga -como el del sábado- y campeonatos mundiales y europeos de selecciones.
Pero de momento no me ha dado por darle forma reflexiva, ni literaria, me limito a ponerme delante del televisor con unas latas de cerveza, aceitunas, papas... espero seguir de esta guisa, y mantener a justa distancia el futbol de la poética
Dos cuestiones: el fútbol es sencillo de practicar. Allá donde viajé, por muy lejos que estuve, siempre me llamó la atención que hubiera un puñado de niños dándole patadas a una pelota. El fútbol es como el ajedrez pero a mucha velocidad. Cuando se juega al fútbol y se corre con una pelota conducida por los pies, la mente debe imaginar en una fracción de segundo cuáles son las posibilidades de dibujar una trayectoria, la más inverosímil o la más imaginativa para conseguir el propósito del gol. Eso lo sabe quien juega al fútbol.
Francisco, no te había respondido puesto que tu comentario hablaba por sí mismo y no necesitaba que resaltara mi conformidad, pero ahora tengo que decir que es cierto lo que dices. Si fuéramos por cualquier país africano en los que no hay nada superfluo, siempre encontraríamos a unos muchachos dándole a una pelota aunque estuviera hecha con unos trapos. Has apuntado un aspecto fundamental y es su simplicidad combinada con una extraordinaria complejidad, y allí es donde interviene el arte, la intuición y la habilidad de cada uno. Lamento no haber tenido ninguna disposición para el fútbol. Ni de pequeño me llamaba la atención. Una pena.
Serenus, las veces que he visto con amigos un partido de fútbol han sido antológicas. Me lo he pasado genial con embutido, pan con tomate, patatas, vino... Es una lástima que no tenga compañeros para compartir el partido del sábado que no sé si siquiera lo veré. Seguro que no, creo que iremos al cine. Una pena. De todas maneras no tengo claro quién quiero que gane. Por un lado el arte del Barça es insuperable, pero a la vez me gustaría que también fuera humano, pero tampoco quiero asistir a la euforia merengue. En fin. Te dejo la poética de ese encuentro para ti, si la encuentras.
Qué duda cabe que la mistica del perdedor se lleva tooda nuestras simpatías. Incluso un Barça triomfant acaba volviéndose antipático a fuerza de ganar. Parece que lo humano esté más en relación con la derrota quue con el triunfo. Pericos, atléticos(de Madrid), béticos, etc., se llevan todas las simpatías de los aficionados, poorque ellos son los amantes de lo imposible.
Me gusta el fútbol (más aún si gana el Barça o pierde el Madrid; no digamos ya si ambos resultados suceden al alimón, como este sábado).
Soy culé desde muy niño, es decir, desde siempre. No sé si porque mi padre lo era o porque nací en Barcelona... Lo que sí me queda claro es que hasta hace relativamente poco había desarrollado también, y aunque menor, una simpatía perica basada en la lógica, más emocional que intelectual, de "primero el Barça y luego el de aquí" (o sea el Español, y, en los partidos internacionales, el español, salvo el Madrid, claro). Desde que vivo en Lloret, frente al local de la Peña Blanquiazul, la cosa se ha complicado un pelín. Y la verdad es que con nueva rivalidad, mayor pasión.
Decir fútbol si me lo permites, amigo Joselu, es como decir amor, como decir dios, como decir mar. Es decir muchas cosas y nada. El fútbol se puede mirar desde muchas ópticas y sentir con muchas latencias.
ResponderEliminarSoy de los que piensan que para saber de fútbol hay que haber jugado al fútbol desde niño. Sólo así se sabe de qué se habla, del puro goce del juego y de los mejores ratos compartidos entre amigos. El resto es espectáculo que veo lejano y especulación que detesto.
En la práctica de ese deporte se dan un épica y una lírica que sólo se entiende cuando se sueña con un balón en los pies. Da igual que sea en un estadio abarrotado o en una placeta. Qué niño no se ha sentido un héroe y marcando un bello gol por la escuadra, regateando a los defensas o parando un penalti.
Entiendo pues a Camus y a Edgar Morin porque después de muchos años sigo encontrando momentos de felicidad y de complicidad entre amigos, ensanchados los pulmones en una sudorosa tarde de primavera, risueños porque el juego te hace olvidar lo efímero que es la vida.
Bueno, yo no se que decir porque la verdad es que el futbol no me gusta y no quisiera cargar demasiado las tintas.
ResponderEliminarHe jugado poquísimo al fútbol y se me da fatal, sin embargo me considero futbolera y forofa, y aunque a lo mejor no queda muy bien decirlo aquí, por ser una entrada para pericos, soy culé, culé por influencia paterna, que se hizo seguidor del Barça siendo andaluz cuando vio jugar a Cruiff. Yo por cierto, soy culé desde la era Gaspart (para aquellos que digan que ahora es muy fácil seguir al Barça). He vivido la segunda Champions y las Seis Copas, y todo eso, pero a mi quien me va es mi "Puyi" ;)
ResponderEliminarDe eso se trataba, Friko, de cargar las tintas... con elegancia pero con contundencia si es necesario. No haberte cortado. Ése es el debate interesante.
ResponderEliminarBienvenidos cules, madridistas, españolistas, sevillistas... etc. Yo no soy futbolero pero puede ser un debate interesante. Gracias Rukia.
ResponderEliminarMe encanta venir y leer tus post Joselu, es un verdadero placer ser sorprendida siempre con tus articulos... sin embargo este dia -y con perdon de los presentes- no me sorprendio tu post, al contrario me invita, me desafia a decir lo que siento.
ResponderEliminarQue es lo percibo, solo 11 o 22 hombres detras de una pelota, en la cual solo usan sus piernas, eh! no empiezen con una sarta de letanias futbolisticas para hacerme aceptar al futbol como el deporte por excelencia... porque ni los mas sagaces enamorados pudieron hacerme retractar de mi herejia.
Y aqui la paro para no caer en los brazos de la inquisicion.
Veo que, con tus últimas entradas, te has tomado en serio lo de la penitencia pascual: Toros, religión y fútbol, los grandes temas por los que suele sufrir (y mortificar a los demás) el español medio. Tres temas ante los que me muevo entre la indiferencia y la indignación, según la dosis que me administren a la fuerza los medios de comunicación. No niego ninguno de los valores que puedan aportar los amantes del fútbol (excepto la violencia), pero lo que me parece abusivo es el modo en que el fútbol y su mundo se apoderan de la vida cotidiana del resto de los mortales: Horas y horas de retransmisiones futboleras, casi un tercio de los telediarios y de los periódicos generalistas, calles y aceras ocupadas cada vez que hay partido, conversaciones monotemáticas todos los lunes...
ResponderEliminarYa me gustaría a mí poder disfrutar de cine o teatro de estreno, de novedades literarias o musicales, con la facilidad e intensidad que lo hacen los aficionados al fútbol.
Silvia, bienvenida sea la disensión, y no caes en absoluto en manos de la inquisición. Me encanta saberte por aquí.
ResponderEliminarAntonio, yo no soy aficionado al fútbol en absoluto. No veo partidos salvo alguno de la selección española, pero pienso que merece la pena pensar sobre algo que es capaz de catalizar tantas emociones. Ni Sartre, ni Camus, ni Sófocles ni Cervantes, ni Lorca ni Miguel Hernández son capaces de movilizar ni a una centésima parte de seguidores que tiene el fútbol. ¿Qué hay de fascinante en ello? En el vídeo que he colgado hay algunas respuestas aunque hasta ahora nadie ha parado en pensarlas. Hay una buena reflexión filosófica en el asunto del fútbol si se mira con distanciamiento, pues el fútbol puede mover sentimientos como ninguna otra actividad conocida. Yo he mirado el fútbol con verdadero desprecio y a veces me he encontrado con alumnos que eran entusiastas del mismo y no he sabido apreciar su pasión, y, por lo tanto, no he podido acercarme a ellos desde el único punto que podía haberlo hecho. Ahora lo lamento.
¿Por qué Messi suscita muchas más pasiones que Pirandello o Maiakovski?
Como dijo Terencio "Homo sum, humani a me alienum puto".
Mira el vídeo sin prejuicios. Hay literatura, poesía, épica y dramática en él.
Un abrazo.
Lo he intentado mirar sin prejuicios, te lo aseguro, pero sigo sin entender por qué esa épica se lleva al extremo en el fútbol, cuando debería ser la misma que para un partido de hockey, de balonmano, etc. Creo que se mezcla en ello un sentimiento de pertenencia "patriótica" que tampoco entiendo muy bien, de modo que me resulta extraño, como si fuese un marciano. No sé.
ResponderEliminarNo conocía este blog, al que me ha conducido un comentario de un colega tuyo ibense. Lo enlazo al mío y te invito a la recíproca.
ResponderEliminarSaludos desde la montaña alicantina.
Hola JOSELU,
ResponderEliminarpara empezar te diré, que el fútbol me parece un tostón insufrible y sólo me refiero a él, como deporte. Demasiado terreno y tiempo, en el que a penas ocurre nada.
Mira, yo jugué hasta los 17 años en un equipo de baloncesto y para mi, le emoción que se siente con este deporte, por lo trepidante de la velocidad a la que sucede todo, no tiene, pero nada que ver, con el ritmo lento y cansino del fútbol, pero bueno, a mi aquí, también me puede la pasión jajaja.
Por otro lado, te diré que entiendo muy bien el sentimiento de tu cuñado y compañía.
Mira, mi padre acudía cada domingo al estadio de la Ponferradina, con la misma devoción que lo hacía cuando iba a ver a alguien muy querido jajaja, es que podía llover, nevar, se podía caer el mundo que a su Ponferradina no la abandonaba jamás (sólo cuando jugaba en casa, fuera nunca iba) y fíjate, que te hablo de un equipo que al menos la veces que yo le acompañé al campo, porque a veces le acompañaba, sólo para ver el ambiente y estar con él, claro, no pasaba de tercera regional.
Recuerdo que se enfadaba muchísimo con la gente, que jamás acudía al campo de la Ponferradina y sin embargo, se iban a Madrid o Barcelona, a seguir como impenitentes a esos equipos. Él decía, como dice Francisco, que el fútbol hay que sentirlo en los pies y en el corazón y que si tu corazón, no apoya a los de tu pueblo, eras un mal nacido, así de rotundo era. La verdad es que siempre fue un romántico, en el sentido estricto de la palabra, de defender a capa y espada las causas perdidas, al débil y desde luego a los suyos. Y supongo que en el fútbol, le ocurría igual. Nunca comprendió y criticó muchísimo como los equipos en lugar de apoyar su propia cantera, se dedicaban a fichar jugadores de todo el mundo que para nada sentían los colores del equipo, porque ese sentido épico era lo único que hacía grande a este deporte, lo demás era mero mercantilismo, negocio y espectáculo, al más puro estilo janky.
A mi siempre me han inspirado mucha más simpatía, los sufridores de los equipos pequeños o no tan buenos ( tus pericos o los colchoneros del Atlético de Madrid) , por aquello de la lucha tipo David y Goliat, que los energúmenos esos que se desmelenan atiborrados de cerveza hasta arriba, siguiendo como locos a los equipos grandes...
Lo siento, pero son personajes que siempre asocio con los extremismos de todo tipo y por eso, no me gustan ni un pelo, ni les entiendo en absoluto.
Personalmente, seguro que injustamente, sólo los concibo desde el fanatismo, que a veces a unos les entra por el fútbol, a otros por la religión y a otros por los nacionalismos, para mi todos tienen el mismo perfil, la obcecación y punto.
Bueno, pues mira tu por donde para no gustarme nada, de nada el fútbol, para variar ya me he enrollado lo mío. ;-)
Muchos besos JOSELU y feliz día.
PD. ¡¡Estás hecho todo un artista con la cámara, vaya caritas les has sacado a tus tres pericos...Me encanta el niño que sale todo pintado, esos, siempre me encanta!! ;-)
Yo creo que no hay que poner la sagrada llama del entusiasmo que cada uno tenga en nada que uno mismo no pueda controlar. Da igual si es la fe de la iglesia, el partido, la patria o el club de fútbol, en el fondo son lo mismo: montajes de gente que colecta ese valioso entusiasmo irracional de mucha gente y lo emplea en beneficio propio. Después, los matices de si es uno u otro equipo son casi lo de menos, el mecanismo básico es el de pertenencia a un clan y derramar la pasión en una copa que otros van a beberse o a usar para fregar el suelo, según les convenga. Cuanta gente al ver que los cardenales son corruptos, los políticos son corruptos, los fichajes se hacen para generar comisiones dirán: si, pero la Iglesia no son esos cardenales repulsivos, el Partido no son las purgas de Stalin, el Madrid no son los tejemanejes de Florentino.. es algo más, algo inefable. Es una especie de platonismo, en definitiva el resultado de haber regalado el alma. Algo hay en el ser humano que predispone a eso y hay que autocontrolarse. Yo he creido en pocas cosas de este tipo, pero me arrepiento de todas ellas, no me han hecho más que obrar en interés de otros. Terminaría con una blasfemia poderosa pero no quisiera ofender a nadie. Pongan aquí su propia maldición: __________________________ _______________________________
ResponderEliminarA mí me encanta el futbol aunque ahora prefiera el tenis. Toda mi vida de casada fuí a ver al Hercules de Alicante y no sabes lo que he sufrido con él. Cuando subió a primera lo seguimos por toda España para verlo perder siempre. Cuando eres forofo de un equipo lo vives como si fuera algo tuyo, muy tuyo. Ries y lloras con él. Con el tenis no siento lo mísmo pero casi lo prefiero pues no me apetece nada pasarlo mal nunca más en mi vida.
ResponderEliminarCon todo esto te quiero decir que entiendo muy bien estas sensaciones de los pericos y los admiro por su tesón, igual que admiro al Atletico de Madrid por los mísmos motivos. Son los David y los Goliat.
Me gustaría que te pasaras por mi blog y leyeras algunos comentarios sobre los profesores. Dime algo por favor y me encantaría, si tienes tiempo y quieres, que opinaras aunque ya lo hiciste.
Un abrazo Lola
Antonio, no entiendo tampoco la magia que ejerce el fútbol. En Estados Unidos es el béisbol, en otros lugares puede ser el hockey... Pero lo cierto es que en nuestro mundo el deporte rey es el fútbol. Sirve para unir a los pueblos y para enfrentarlos, sirve al poder y lo pone en cuestión (recuerda los pitidos al rey en la última final de copa), concita voluntades, sirve como vehículo de comunicación, alienta emociones. Para mí es un misterio porque soy agnóstico en ese sentido. Mi mirada es una mirada maravillada ante algo que no acaba de entender, pero que está ahí. Una vez encargué un ejercicio de descripción a los alumnos de la clase y les puse el proceso de freír un huevo. Para algunos fue inabordable. Uno de ellos me contestó que no sabía. Le repliqué que ello era imposible, que todo el mundo sabía cómo se freía un huevo. Fue inútil. Tuve un fuerte enfrentamiento porque se nego. Luego supe que era jugador de equipo regional o local, que su vida era el fútbol y que nada le interesaba salvo aquello. Podía haberle encargado describir cómo era un fuera de juego o cómo se tira un penalti. Pero no lo hice. Y lo lamento. El fútbol es cierto que nos abre puertas que para mí están cerradas, pues no soy aficionado. Y no es cierto que sólo interese a las masas. Como hemos visto en el caso de Camus, hay importantes intelectuales que descubren en él extraordinarios valores. Pero no quería intentarte convencer de algo que no estoy convencido. Un abrazo.
ResponderEliminarBasseta, bienvenido al blog. Este es un espacio que se regocija con las visitas inesperadas. Un cordial saludo.
ResponderEliminarMaría, pienso que el fútbol alienta bajas pasiones, vulgaridad, fanatismo, pero también todo lo contrario: épica, esfuerzo, pundonor, comunicación, compañerismo, deportividad... La frase de Camus es significativa. Se puede saber mucho acerca de los hombres (incluidas las mujeres)tomándolo como elemento de referencia. Me ha gustado el ejemplo de tu padre y la Ponferradina. Hace una semana estuve en un pueblecito de Asturias llamado Tapia de Casariego y en todos los bares tenían la foto de su equipo local, y sus jugadores eran populares en el pueblo. Éste es un misterio del que nunca podré participar pues no soy aficionado y cuando era chico, me mantuve alejado del fútbol pues nunca me llamó. No sé por qué. Pero me hubiera gustado. Un abrazo.
Frikosal, bienvenido tu exabrupto no expresado. Te entiendo perfectamente. Sin duda tú tampoco sentiste cuando niño la llamada del fútbol. Yo era un bicho raro (no digo que tú lo fueras) y en algún sentido me hubiera gustado serlo menos, y que mi padre me hubiera llevado a ver jugar al Zaragoza. Creo que toda mi vida estoy luchando contra molinos de viento(de lo cual no me arrepiento) cuando me hubiera gustado ser menos singular y haber jugado al fútbol y animado al equipo de mi ciudad. Esa es mi mirada. Igual que también siento alguna nostalgia de no ser de algún lugar o tener alguna fe. No poseo ninguna. Y eso es bueno, pero también tremendamente costoso. Todo podría haber empezado si yo hubiera cantado con mis compañeros a los cinco años "Alirón, alirón, Zaragoza campeón". De todas maneras, no sé.
ResponderEliminarLola, me encanta que reconozcas tu afición por unos colores. Ello muestra que la sensibilidad y la comprensión tampoco están enfrentadas con este deporte. Cuando estoy con aficionados del Barça o del Madrid o del Espanyol, me encanta compartir sus emociones, la merienda y una botellita de vino. Yo que no tengo fe, me gusta participar con aquellos que sí la tienen. Un abrazo.
ResponderEliminarJavier Marías dijo que "el fútbol es la recuperación semanal de la infancia" El checo Milan Kundera escribía que "tal vez los jugadores tengan la hermosura y la tragedia de las mariposas, que vuelan tan alto y tan bello pero que jamás pueden apreciar y admirarse en la belleza de su vuelo". Y Pasolini dejó la mejor definición que la literatura pudo hacer de este deporte que remite a los juegos circenses de la Roma antigua: "El fútbol es un sistema de signos, por lo tanto es un lenguaje. Hay momentos que son puramente poéticos: se trata de los momentos de gol. Cada gol es siempre una invención, es siempre una subversión del código: es una ineluctabilidad, fulguración, estupor, irreversibilidad. Igual que la palabra poética. El goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año. El fútbol que produce más goles es el más poético. Incluso el dribbling es de por sí poético (aunque no siempre como la acción del gol). En los hechos, el sueño de cada jugador (compartido por cada espectador) es partir de la mitad del campo, driblar a todos y marcar el gol. Si dentro de los límites consentidos, se puede imaginar en el fútbol una cosa sublime, es ésa. Pero no sucede nunca. Es un sueño".
ResponderEliminarPasolini, obviamente, no había visto jugar a Messi.
Saludos
Rubén, no podías haberlo expresado más poéticamente. No tengo nada que añadir, salvo manisfestarte mi placer por tu intervención.
ResponderEliminarJoselu, como imaginarás, yo sí soy aficionado al futbol -aunque solo consumo el paquete básico: grandes choques de la champions y de la liga -como el del sábado- y campeonatos mundiales y europeos de selecciones.
ResponderEliminarPero de momento no me ha dado por darle forma reflexiva, ni literaria, me limito a ponerme delante del televisor con unas latas de cerveza, aceitunas, papas... espero seguir de esta guisa, y mantener a justa distancia el futbol de la poética
Saludos.
Dos cuestiones: el fútbol es sencillo de practicar. Allá donde viajé, por muy lejos que estuve, siempre me llamó la atención que hubiera un puñado de niños dándole patadas a una pelota. El fútbol es como el ajedrez pero a mucha velocidad. Cuando se juega al fútbol y se corre con una pelota conducida por los pies, la mente debe imaginar en una fracción de segundo cuáles son las posibilidades de dibujar una trayectoria, la más inverosímil o la más imaginativa para conseguir el propósito del gol. Eso lo sabe quien juega al fútbol.
ResponderEliminarFrancisco, no te había respondido puesto que tu comentario hablaba por sí mismo y no necesitaba que resaltara mi conformidad, pero ahora tengo que decir que es cierto lo que dices. Si fuéramos por cualquier país africano en los que no hay nada superfluo, siempre encontraríamos a unos muchachos dándole a una pelota aunque estuviera hecha con unos trapos. Has apuntado un aspecto fundamental y es su simplicidad combinada con una extraordinaria complejidad, y allí es donde interviene el arte, la intuición y la habilidad de cada uno. Lamento no haber tenido ninguna disposición para el fútbol. Ni de pequeño me llamaba la atención. Una pena.
ResponderEliminarSerenus, las veces que he visto con amigos un partido de fútbol han sido antológicas. Me lo he pasado genial con embutido, pan con tomate, patatas, vino... Es una lástima que no tenga compañeros para compartir el partido del sábado que no sé si siquiera lo veré. Seguro que no, creo que iremos al cine. Una pena. De todas maneras no tengo claro quién quiero que gane. Por un lado el arte del Barça es insuperable, pero a la vez me gustaría que también fuera humano, pero tampoco quiero asistir a la euforia merengue. En fin. Te dejo la poética de ese encuentro para ti, si la encuentras.
ResponderEliminarQué duda cabe que la mistica del perdedor se lleva tooda nuestras simpatías. Incluso un Barça triomfant acaba volviéndose antipático a fuerza de ganar. Parece que lo humano esté más en relación con la derrota quue con el triunfo. Pericos, atléticos(de Madrid), béticos, etc., se llevan todas las simpatías de los aficionados, poorque ellos son los amantes de lo imposible.
ResponderEliminarMe gusta el fútbol (más aún si gana el Barça o pierde el Madrid; no digamos ya si ambos resultados suceden al alimón, como este sábado).
ResponderEliminarSoy culé desde muy niño, es decir, desde siempre. No sé si porque mi padre lo era o porque nací en Barcelona... Lo que sí me queda claro es que hasta hace relativamente poco había desarrollado también, y aunque menor, una simpatía perica basada en la lógica, más emocional que intelectual, de "primero el Barça y luego el de aquí" (o sea el Español, y, en los partidos internacionales, el español, salvo el Madrid, claro). Desde que vivo en Lloret, frente al local de la Peña Blanquiazul, la cosa se ha complicado un pelín. Y la verdad es que con nueva rivalidad, mayor pasión.