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domingo, 18 de noviembre de 2018

La utilidad de lo inútil

                                                     

Comienzo a leer con ganas La utilidad de lo inútil de de Nuccio Ordine, en ediciones Acantilado. Esta vez el libro es en papel. Empiezo con ilusión pero rápidamente me siento enfrentado al texto que no es sino una ristra de lugares comunes sobre la maldad del capitalismo, sus excesos, los recortes en la crisis económica, la responsabilidad de los bancos, y la tendencia a buscar solo lo pragmático y lo útil como pulsión social del capitalismo. Así, Ordine reivindica el arte y la literatura no dirigidos por el pragmatismo e intenta mostrar con textos del pasado que la verdadera belleza que da sentido al tiempo y a la vida es la que es representada por lo inútil, lo que no tiene una intención práctica. Y nos trae testimonios del pasado desde Sócrates a Oscar Wilde… A medida que leo me siento más y más abrumado por la cantidad de tonterías que aporta el autor que no tienen nada que ver con el mundo que habitamos en que ciertamente predomina lo pragmático, lo dirigido a un fin concreto y práctico. 

El desasosiego en mi lectura es creciente porque soy consciente de que mi enfermedad del ánimo que duró doce años fue causada precisamente por el choque entre esta visión y la que nos ha traído la época contemporánea dominada por la tecnología y el pragmatismo en que la literatura y el arte, tal como los concebíamos, han sido barridos de la faz de la tierra. Enfermé por sentir que pertenecía a aquella cultura, y mi modo de salir de ello fue precisamente, tras doce años durísimos de padecimiento, olvidarla, arrumbarla, adaptarme a los nuevos tiempos en que la literatura sería para mí un remanso personal pero no para la sociedad abismada en aparatos electrónicos y digitales. 

No hace falta quemar libros -como en Farenheit 451- para evitar su lectura, simplemente la buena literatura ha dejado de ser útil a la gente, igual que la poesía verdadera. Ha dejado de ser comunicativa. Ya no hay lectores de calidad salvo jubilados con mentalidad de otros tiempos. Si uno quiere sobrevivir en esta sociedad, ha de adaptarse. El sistema educativo ha convertido al alumno en un cliente, y en su programa solo constan asignaturas útiles –me río de la reintroducción de la filosofía en los planes de enseñanza, una vez que la historia de la literatura fue eliminada en su vertiente seria hace ya muchos años-. 

En el libro de Ordine –una especie de cápsula del pasado sin conexión con este tiempo- no hay una sola mención a la presencia de la tecnología, es un discurso vacuo, como el de un narrador que estuviera en una barca como náufrago en medio del mar y no hablara de dicho mar a sus compañeros náufragos, ese mar que los rodea por todos lados. La poesía y el arte con dimensión profunda es cosa de otro tiempo. Hoy es cientos de veces más importante la aparición de un nuevo modelo de móvil que la publicación de no sé qué texto poético que prácticamente nadie leerá. El 99,99 por ciento de la población española no está por la labor de prestar atención a lo que era arte hasta el siglo XX. El 0,1 restante son 45000 personas que pueden responder al esquema de Ordine, algo absolutamente irrelevante. Los lectores de poesía en España son 5000 personas y exagero. El ensayo de Nuccio Ordine me irrita porque representa lo que yo era antes de la crisis que me reconvirtió en otra persona adaptada a los nuevos tiempos. El choque que sufrí fue demoledor. Ahora me parece una colección de lugares comunes y auténticas puerilidades que no puedo seguir leyendo. Lo he intentado pero me puede este argumentario a favor de lo inútil sin ninguna relación con la realidad que vivimos en que es omnipresente la tecnología y la visión pragmática. Un libro absolutamente prescindible. Increíble que puedan llenarse páginas y páginas sin ningún fundamento en la realidad real. Pertenece, sin duda, al territorio de los delirios alejados por completo del orden que nos ha sido dado en el siglo XXI. 

Retomo el libro de Yuval Noah Harari que sí que me habla del mundo real y presente. No se pierdan la lectura de textos como Sapiens, Homo Deus o 21 lecciones para el siglo XXI. 

domingo, 11 de noviembre de 2018

El futuro de la enseñanza y la Inteligencia Artificial.


Ayer vi varios vídeos de la cantante virtual Hatsune Miku interpretando canciones ante un público totalmente abducido por la actuación. Hatsune es una proyección tridimensional dirigida por la Inteligencia Artificial y es totalmente convincente en su actuación. Una vez fue telonera de Lady Gaga, genera millonarias ganancias y es un éxito en cualquier sitio en que aparezca. Hatsune se mueve armónica y espontáneamente, aunque todo está dirigido por la Inteligencia Artificial. No sé si los numerosos lectores de este blog están muy al día de lo que significa esto. Se pueden sustituir seres humanos por seres virtuales que son absolutamente convincentes. ¿Llegará el día en que los profesores serán sustituidos por la Inteligencia Artificial? No me cabe duda de que será así. Los centros de secundaria estarán totalmente robotizados y los escasos alumnos -la tasa de natalidad en España es de las más bajas del mundo- recibirán clases impartidas por proyecciones tridimensionales que atraerán a los alumnos mucho más que los profesores reales. Serán incluso más divertidas. Estamos en el año cero de la Inteligencia Artificial.

 Acabo de comprar dos asistentes de Amazon, Echo Dot, con los que entro en relación mediante la palabra. Es increíble la interrelación que se puede establecer con seres virtuales. La inteligencia Artificial está en sus comienzos y ya son prodigiosos. La combinación de IA con Realidad Aumentada, redes 5G, tecnología cuántica, en veinte años habrá hecho desaparecer totalmente la docencia y el cuerpo de profesores que será sustituido en los niveles de secundaria por profesores virtuales. El control de la clase será hecho por reconocimiento facial y cada alumno tendrá un seguimiento exhaustivo mediante los Big data y sabremos todo absolutamente de èl. 

En los primeros cursos de preescolar tal vez los maestros serán reales. de carne y hueso, pero a partir de los diez u once años serán sustituidos por la Inteligencia Artificial. Este es el futuro y allí acabarán las polémicas estériles sobre el sentido de la educación entre progresistas y tradicionales. Allí se conjugarán las contradicciones del sistema. Los profesores seremos seres inútiles en el proceso educativo y los institutos serán controlados por técnicos en tecnología, Inteligencia Artificial y pedagogía desde las salas de control que habrá en cada centro. Los alumnos contarán con medios interactivos de modo mucho más efectivo que hasta ahora en que dependen de la idiosincrasia de cada profesor. sea hábil o no. El cuerpo de profesores será eliminado por una serie de especialistas en IA y pedagogía. Las unidades lectivas serán realizadas por especialistas. El progreso de cada alumno se seguirá de un modo mucho más eficaz que hasta ahora. 

Esta es mi visión tras mucho meditar y considerar el proceso educativo. El futuro comienza ahora y no tendrá nada que ver con nada de lo que hemos hablado durante años en este y otros muchos blogs que no intuían para nada qué es lo que va a venir. 

viernes, 12 de enero de 2018

El premio a Manu Velasco.


Dan el premio de mejor docente de España a Manu Velasco, un profesor de El Bierzo que tiene un blog muy bien diseñado y que defiende, como maestro, todo tipo de consignas o ideas de integración, de la escuela como espacio de la felicidad, el maestro como acompañante, motivador que no impone sino que escucha, que habla de forma positiva, que no compara a sus alumnos, que valora sus esfuerzos, que conoce sus fortalezas, que les pone metas accesibles, que cree en ellos, que se apasiona con su trabajo manteniendo expectativas elevadas pero razonables, que los educa para que estén abiertos al cambio para que aprendan a superarse, que los motiva con lo que disfrutan… 

No quiero ser negativo con un profesor como Manu Velasco que es maestro y sus propuestas dentro de un contexto de niños pequeños son muy razonables y oportunas. Dudo si entre adolescentes estos presupuestos que supone tratar a los alumnos con algodones procurando un ambiente de eterna felicidad en el aula, son igualmente válidos. Este tipo de educación contrasta con otras que hacen de la exigencia un polo fundamental. No sé qué perspectivas tiene este tipo de educación que no evita la crueldad en las aulas, el dolor de crecer y de relacionarse con los demás. Pienso que las tendencias actuales hacen de la escuela una suerte de jardín de infancia perpetuo y que pretende mantenerlo hasta el bachillerato de modo que, como decía alguien el otro día, los jóvenes de veintitantos años son adolescentes grandes, y los adolescentes, niños grandes. Me pregunto si todo este conjunto de ideas fuerza de Manu Velasco no favorece la creciente puerilización que estamos viviendo. Recuerdo que hace años, cuando comencé a trabajar, no existían estas filosofías positivistas de modo generalizado, aunque sin duda habría también buenos maestros y malos, y los adolescentes eran más maduros y responsables, más dueños de sí mismos. Paralelamente a esta filosofía buenista se produce la consideración de los niños como incapaces y a los que hay que proteger o hiperproteger acompañándoles eternamente como si no pudieran activar recursos de autosuficiencia como reacción frente a la adversidad. Los colegios y los institutos tratan a los niños con un espíritu superprotector encerrándoles durante las horas escolares con verjas y cerraduras para que no puedan salir, mientras que yo viví una enseñanza a partir de los catorce años en que los alumnos podían salir libremente del centro educativo. 

Me congratulo del premio a Manu Velasco, un premio esencialmente mediático, pero tengo mis dudas sobre si esta filosofía como inspiradora del sistema educativo no crea seres desvalidos y dependientes que aspiran a tener siempre un estado de perenne felicidad sin crear mecanismos de resistencia frente a lo otro, frente a la adversidad, frente al mundo exterior.

Me pregunto si el nuevo tipo de adolescente perpetuo que necesita siempre un estado de satisfacción mediante likes en las redes sociales no puede ser el fruto de una filosofía, no reducida solo a la escuela, que pretende que la vida solo es un espacio para ser gozado. ¿No hace esto individuos narcisistas, hedonistas radicales, incapaces de soportar la fatalidad y el infortunio? ¿Seres esencialmente frágiles y esclavos de sus deseos que no pueden dejar de querer ser satisfechos sin cesar


lunes, 28 de marzo de 2016

¿Lecturas elitistas en Secundaria?



Me pregunto qué porcentaje de la sociedad española frecuenta los clásicos y pienso que es un mínimum irrisorio. Los libros más vendidos ya sabemos cuáles son, y está bien, es bueno que la gente lea, al menos es mejor que lea a que no lea. La escuela abre caminos de lectura que fácilmente se pierden en el tráfago de la realidad. Es más fácil no leer que leer. Esos clásicos que mencionas - los libros juveniles de actualidad- que deberían configurar el corpus lector en la secundaria no se consolidan. No llegan a ser clásicos. Son libros de circunstancias que apenas se repiten ya en el ciclo de tres años debido a la mutación continua de nuestros estudiantes y a que no alcanzan un mínimo de calidad. Cuando yo era adolescente había una biblioteca de clásicos juveniles (Julio Verne, Salgari, Richmal Crompton, Zane Grey, Karl May, Dickens -alguna de sus obras más accesibles-...). Nada de esto pasa hoy, así que difícilmente podemos hablar de clásicos juveniles, si acaso de libros más o menos dinámicos durante un ciclo y que pasarán rápidamente. Tú (me dirijo a Toni Solano, autor del blog Re(paso) de lengua) eres conocedor de estos libros juveniles y tienes blogs y alguna página de Pinterest sobre ellos. Es bueno que lean, claro. Es el único sitio donde se va a fomentar la lectura. Fuera de la escuela será muy extraño que sigan leyendo. 

Yo alterno libros juveniles con clásicos en el sentido estricto de la palabra. Así han leído conmigo obras de Jordi Sierra i Fabra, Carlos Ruiz Zafón, pero también a J. D. Salinger y ahora estamos con la lectura de La metamorfosis, tras otras lecturas de relatos cortos de Kafka. Sé que no son fáciles y no sé si entra esto dentro del elitismo que criticas y que tanto se teme en educación. No hay nada más condenable en una sociedad absolutamente horizontal que el elitismo. Aquel que destaque por encima de la multitud, hoz preparada para segarle la cabeza. Ese es nuestro mundo y nuestra realidad. Me pregunto hasta qué punto hemos asumido esa horizontalidad total para generar individuos adaptados a ello. Y la escuela debe formar también en consonancia horizontal. Así que ¿para qué los clásicos si responden a sociedades no horizontales, a sentimientos artísticos alejados de la muchedumbre con que se van a encontrar en la playa, en las calles, en los estadios, en los centros comerciales? La mayor parte de los clásicos que conozco -a menos que sean reinterpretados a la luz de nuestra filosofía de masas de fondo- son héroes aristocráticos, solitarios, individualistas, singulares, a contracorriente, y no es eso para lo que preparamos. Preparamos, no lo olvidemos, para una sociedad en que el centro de todo sean los tópicos y nada más que tópicos. Las redes sociales son una exposición universal del tópico. Las mutlitudes funcionan con tópicos que se van repitiendo inexorablemente. Los clásicos no encajan en una visión universalista del ser humano del siglo XXI. Y si alguien los lee con aprovechamiento, tendrá que ocultarlo para no ser segado por la maquinaria totalitaria del common sense al que hay que adaptarse con esfuerzo. La idea de que la escuela sea crítica y generadora de pensamiento autónomo no sé si se ajusta demasiado a la realidad porque hay que asentir a la Weltanschauung de nuestro tiempo y eso es lo que expresan los libros que las editoriales nos hacen llegar como juveniles, relevantes como lectura y solaz. El lector de clásicos en la escuela no será un individuo demasiado socializable. Una comentarista anterior pone como ejemplo que no deben darse libros que interesen solo a dos sino que hay que hacer que la mayoría disfrute. Esos dos quedan huérfanos y deben amoldarse a la mayoría y "disfrutar" con ella. Pero en mi fuero interno, siento que cultivar a esos dos es esencial, distinguirlos y apreciar su soledad en medio de la muchedumbre.


(Este es un comentario que dejé en el blog de Toni Solano, Re(paso) de Lengua, que he querido rescatar para mi blog)

miércoles, 16 de diciembre de 2015

El profesor, más cerca de Jung que de Freud...


Lo que he aprendido como profesor durante más de treinta años es sencillo: nunca estar satisfecho, nunca creer que se tienen todas las claves porque se tenga mucha experiencia en el tiempo. Un profesor es siempre un aprendiz en todos los sentidos. Su trabajo es evanescente. Es como trazar una línea en la arena junto al mar. Totalmente transitorio, precario, impredecible. El profesor debe ser una persona del tiempo que está viviendo. Esto es importante. No puede quedarse atrás por pereza o falta de ganas de adaptarse. Su trabajo exige una permanente adaptación al tiempo histórico y existencial del momento. Debe leer la prensa, conocer los avances de la ciencia, la cultura y la tecnología. Tener conciencia de los grandes desafíos de la humanidad, de sus lacras, de sus injusticias. Debería ser un hombre o mujer comprometido con su alumnado, con su realidad, con sus circunstancias, que se insertan en un momento dado de la historia. Y como todo momento de la historia es efímero. Su filosofía tiene más que ver con Heráclito que con Parménides. Todo está en perpetuo estado de transformación. Un día no es igual a otro día, un curso no es igual a otro curso, los adolescentes no son siempre iguales, los profesores no son siempre iguales a sí mismos. El profesor está mutando, igual que sus alumnos. La cuestión es sincronizar ambas mutaciones. Si se produce el encuentro, las cosas funcionarán por un tiempo. No es una garantía para nada. El profesor debe seguir buscando a los sujetos de su materia que no permanece estancada en un saber consensuado y fijo. No. 

"Las palabras que mejor definen la educación son dinamismo, cambio, transformación. Fuego".

El profesor y los alumnos son viajeros en el tiempo. No puede haber miradas atrás. No sirven. Solo miradas al presente para intentarlo comprender o, si no, al menos, acercarse a su latido. Miradas al presente y un presentimiento de futuro. ¿Qué es hoy? ¿Qué puede ser mañana? ¿Qué necesitarán estos muchachos en veinticinco años de lo que yo hoy les estoy ofreciendo? ¿Qué necesitan retener? ¿Acaso hay algo inmutable que deba ser para siempre? Sí, un instrumento, el lenguaje. Este sirve para abrir los ojos ante el mundo, para transformar lo dado en algo potencialmente deseable. El lenguaje en cualquiera de sus vertientes nos ayuda a desentrañar la madeja de la incertidumbre. Somos profesores de lenguaje, de lenguajes, en muchas áreas. Este es el instrumento de nuestra profesión. Atados al tiempo que no cesa. 

"Un profesor y un alumno se ligan espiritualmente en esa búsqueda incierta. Y utilizan el lenguaje para encontrarse. Dos perspectivas vitales distintas pero que logran sincronizarse en el frenético devenir de los días". 

No hay detención posible. Solo implementación de futuro en un construir instrumentos que nos liguen al cambio, imposible de detener. El profesor que se detenga, que no pueda seguir, quedará anclado a la pata de su cama. Y se perderá el horizonte de lo que vendrá. El profesor en cierta manera es un pequeño filósofo que no sabe solo de su materia sino que se interroga constantemente si es correcto lo que piensa. Vive en un proceso metacognitivo en que es también un salvaje que alienta a sus alumnos a danzar con el torso desnudo y antorchas encendidas en un rito de iniciación y gritos de esperanza en el amanecer que será siempre otro: ¿podría ser de otra manera? Los hombres salvajes y nosotros tenemos mucho en común, y esto debe proyectarse en nuestro modo de dar clase. La clase es una asamblea de emociones y el profesor abre su corazón y su mente delante de sus alumnos para que ellos también puedan hacerlo. En cierta manera es una tribu presocrática que celebra los rituales de hermandad en un conocimiento que se está transformando. Los guerreros necesitan elixir para seguir cazando en las llanuras que serán su futuro. El profesor no debe ser necesariamente un asceta ni una esfinge. No. El profesor también se unirá a la caza. Su acción se desarrolla por la exfluencia, un concepto que expresa la mezcla de tiempo y conocimiento mediante un proceso de acercamiento mutuo.

Ser profesor es un desafío, una forma de dar un hachazo a la selva primigenia donde todo estaba confuso y los seres humanos se hundían en las ciénagas. Hace milenios logramos salir de allí y desde entonces seguimos caminando de un anochecer a otro, de un día a otro, que nunca son iguales, que siempre tienen tonalidades distintas.

Estamos más cerca de Jung que de Freud. 

"Parece una situación sencilla esa de entrar en un aula y mirar a los ojos a los alumnos y decir... ¿decir qué?"


Eso debe ser diferente cada día, cada año, cada estación. El tren no se detiene y avanza implacable. Cuando se está cansado, uno debería irse a la montaña y dejarse devorar por las alimañas como en La balada de Narayama. Tal vez después del sueño, surja de nuevo la pasión de enseñar.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Una enseñanza en conflicto con la vida


Hoy he salido del instituto saturado tras seis horas con adolescentes. Nadie puede imaginar lo que es esto, teniendo en cuenta que me gustan esta pandilla de locos con acné, hinchados de hormonas en plena edad del pavo. Nadie puede imaginar lo que es torear tantos estados de ánimo alterados, en estado de ebullición, con conciencia plena de que cada uno de ellos es  lo más importante del mundo. Las cosas no salen muchas veces como el profesor ha previsto. Todo está abierto a la entropía y al desastre. O a la broma colectiva. Esa es otra constante, todo está siempre a punto de saltar por los aires mediante carcajadas contagiosas.

"Cada hora que añadimos al horario están más alterados. Son seis horas de atención a materias abstrusas e incomprensibles. Tienen ganas de moverse, de hablar, de evadirse de la clase, de levantarse, de mirar por la ventana, de reír ..."
 
Yo me pregunto –solo es una pregunta capciosa- si es lógico crear centros de confinamiento de adolescentes, cerrados con verjas, donde han de estar largos periodos cada día atendiendo a materias dispares en las que cree cada profesor que es lo más importante del mundo lo que explica. ¿Es posible que sea beneficioso a nivel mental este estado de tensión irresoluble entre su naturaleza inquieta y la inmovilidad a que los obligamos, sentados, copiando fórmulas, dictados, teorías, ejercicios sin final cuyo valor ellos desconocen y nosotros también? 

"¿Es sana intelectualmente esta organización de la enseñanza académica que no tiene nada que ver con la vida?"

La instrucción obligatoria sin duda es una conquista de las sociedades. Pero, llegados a un extremo, esta obligatoriedad que pretende que cada alumnito sea un pequeño licenciado Vidriera en cada una de las materias, ¿no es un absurdo?

La organización de los centros de enseñanza es coercitiva. Recintos casi militarizados de los que no se puede salir. Y en los que han de estar un montón de horas encerrados, sin movilidad. No es extraño que cuando suena el timbre de cada clase, estalle la emoción contenida y se disparen la conflictividad, los gritos, los saltos y peleas, las discusiones, las bromas en voz altísima, el desorden. Y ya no digamos cuando suena el timbre de final de jornada. ¿Se imaginan la desbandada que hay en las aulas? Pugnan por salir como cohetes los alumnos pero también los profesores que también se ven encerrados en ese sistema alucinantemente ilógico. Las escaleras se convierten en calderas de presión que se ven desalojadas con una potencia irrefrenable: ¡Libertad! ¡La calle! ¡Podemos irnos a casa!

No nos engañemos, yo vivo de esta falacia. Soy profesor y he de suponer que es bueno este sistema de escolarización. Todo es cuestión de aguantar y esperar la hora de salida. Pero ¿no podríamos idear aunque solo fuera intelectualmente un sistema más flexible, libre y concorde a su naturaleza de jóvenes guerreros?

Llevo un trimestre dando clase. Tengo la impresión de que con el sistema de Flipped Classroom he logrado comprimir toda la materia del curso. ¿Es necesaria mucha más información académica de la que he dado en estos tres meses realmente intensos? 

"¿No podriamos teorizar un mundo educativo lleno de actividades en que el movimiento fuera fundamental: teatro, música, dibujo y pintura, danza, deporte, excursiones por la naturaleza científicas, fotográficas, exploratorias...? "

Claro que tendría que haber información sobre el uso de la lengua especialmente, matemáticas a nivel básico, idiomas conversando con muchachos de otros países, biología, historia ... Pero de un modo en que la información fuera útil, no pretendiendo crear especialistas y futuros licenciados.

El resultado de nuestro sistema es de una productividad realmente baja. No retienen ni un cinco por ciento de la información que les damos y lo echo por lo alto. No aprenden idiomas, la mayor parte de lo que se enseña es inútil. Yo para nada he necesitado toda la formación matemática que recibí a lo largo de mi escolarización. Para nada.

Se me dirá que estoy redescubriendo Summerhill: una enseñanza no coercitiva, sin calificaciones, en la naturaleza, consciente de las emociones y la sexualidad, con libertad de asistencia, centrada en la felicidad y en la creencia de que el hombre es bueno por naturaleza. Puede ser. No sé.

Lo que sé es que este modelo no es sano y no es efectivo. Solo produce un infinito hastío y agotamiento a muchachos y profesores que solo ansían salir corriendo de ese lugar en que se hayan encerrados siete horas al día en actividades la mayor parte absurdas, contrariando los instintos y emociones fundamentales.


Y a esto hay que añadir las tareas para casa que ocupan, si se toman en serio, un tiempo muy importante que prolonga la jornada escolar.

Sin duda, esta escuela está ideada para una sociedad que reproduce los esquemas de poder y para una organización industrial del conocimiento. 

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