Mi hija mayor -22 años- me comentaba
el otro día que estuvo jugando con unas amigas al Trivial pero que se
encontraron con un montón de preguntas de conocimientos generales cuyas respuestas
desconocían por completo, y ella estaba segura de que yo hubiera sabido la
mayoría. Reflexioné y le dije que el problema reside en una falta de cultura
general. No es el problema de que ella no haya estudiado, acaba una sólida
carrera científica este año. No, yo achaco este déficit cultural a que los
jóvenes –y no tan jóvenes- no han sido lectores de prensa. En nuestra casa
hasta hace dos años entraba siempre el periódico, a veces dos diarios, pero
nunca vi que mis hijas tuvieran el más mínimo interés en hojearlos. Yo fui
lector de prensa desde que recuerdo y reconozco que es una fuente de cultura
impresionante, no solo por lo que representa la información sobre la actualidad
sino por sus reportajes y crónicas sobre ciencia, historia, arte, cine, etc.
Probablemente buena parte de la cultura que poseo es debida a mi lectura
sistemática de la prensa y a la curiosidad que despierta ser conocedor de
claves interpretativas del mundo en general.
Ahora los jóvenes se alimentan de las
noticias sesgadas de las redes sociales, son noticias parciales y sin fuentes
de información solventes y muchas veces son totalmente manipuladas por los
difusores de las mismas. Carecen de un conocimiento del mundo y de la realidad,
y ya no digamos de la historia. La inmensa mayor parte de los jóvenes –y no tan
jóvenes, insisto- desconocen la historia del siglo XX, sus crisis, sus
conflictos, sus guerras en que murieron más de setenta millones de seres
humanos por decir algo. Desconocen qué fue el comunismo, su revolución
iniciática, la figura de Stalin, y su hundimiento en 1989. Se podría decir que es opaca
para ellos la mayor parte de la historia mundial porque no les atrae la
historia y, lógicamente, esto les lleva a desconocerla. El mundo está en manos
de la ignorancia más generalizada. Solo cuenta la actualidad más banal, las
series, las redes sociales estúpidas que absorben por completo las ansias de actividad
mental de los adolescentes, los jóvenes y de muchos adultos (o adulescentes).
¿Cómo enfrentarse al mundo que está
viniendo que es heredero del pasado? ¿Cómo entender los conflictos de nuestro
tiempo: las migraciones, el cambio climático, la Inteligencia Artificial, la robotización y la
automatización que dejará sin puestos de trabajo a millones y millones de jóvenes,
sin tener una curiosidad que lleve a conocer las claves de la historia?
La calidad de la información ha
descendido geométricamente con la crisis de la prensa: ya no se venden
periódicos, solo hay que ver los quioscos de prensa que siguen abiertos –que son
pocos-. No se puede sostener periódicos digitales alternativos solventes si
estos son gratuitos. Hace falta mucho dinero para mantener una empresa
informativa independiente que no termine en manos de los tiburones del Golfo Pérsico.
Habría que pagar la información seria, pero no se está por la tarea. La prensa
digital no puede mantenerse solo con los anuncios, esto va en detrimento de la
calidad de la información y de su independencia.
En Cataluña se reparte gratuitamente
La Vanguardia en centros de enseñanza y otros lugares públicos. Se reparte
gratuitamente porque recibe grandes subvenciones del poder político que paga
así una información sumisa y dependiente de dichas subvenciones y el poder las
paga, con dinero de todos, para tener una prensa obediente a su servicio. La
jugada perfecta para tener a una opinión pública manipulada sin medios
informativos realmente independientes.
La crisis de la información es
peligrosísima para el futuro de las sociedades modernas. Por un lado, los
jóvenes se alimentan solo de las redes sociales y sus tonterías, desconocen
totalmente la historia y las claves del futuro inmediato y a medio plazo; pero,
por otro lado, esto coincide con la crisis generalizada de los medios
informativos que se hacen dependientes de capital problemático que invierte en
ellos para manipular a la sociedad.
Cada vez habrá menos información
libre y esto es una espada de Damocles para la viabilidad de los grandes
debates del mundo actual, unido al desinterés generalizado por la cultura si no
es presentada en papel couché y de modo adulescente.
Cuando mi hija me explicaba que no
podían jugar al trivial porque era opaco para ellas, estudiantes
universitarias, se estaba evidenciando una situación que no me parece
tranquilizadora.