Hace unos días una lectora de El País escribía desde Estados Unidos una carta en la que reivindicaba para la enseñanza universitaria en España la evaluación de los profesores por parte de los alumnos ya que son los que mejor conocen la calidad de la enseñanza ofrecida. Son sus clientes y no son nada tontos para no reconocer el valor del producto o servicio que están recibiendo. En base a su evaluación secreta se confirmaría o se apartaría a los profesores de la docencia. Dicha evaluación debería llevarse a cabo antes de las notas finales para que no hubiera compraventa de votos.
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viernes, 5 de marzo de 2010
El alumno como cliente
martes, 2 de marzo de 2010
No future
- Falta de confianza en el debate, en el intercambio de ideas para acceder a una realidad más compleja. Nadie escucha a nadie. Los diálogos se basan en sensaciones y no se presta atención a las raíces profundas de las cosas.
- Creencia generalizada en que el conocimiento es algo ininteresante, inútil y aburrido. La cultura, en consecuencia, pierde su atractivo y se convierte en un lastre. Lo que tiene más de cinco años se convierte en irremediablemente antiguo e inservible.
Quizás tengamos que reinventarlo todo.
sábado, 27 de febrero de 2010
¿Tendrían que rebelarse los jóvenes?
¿Es necesario, como dice Ramoneda, que una sociedad genere su propia negatividad para no terminar condenada a muerte o a la indiferencia? ¿Es necesaria terapéuticamente la rebelión de los jóvenes? ¿Por motivos puramente individualistas y de acceso al bienestar o por razones más amplias y profundas?
El otro día hablaba mediante el chat con un exalumno en paro que colabora con una ONG de ayuda a Centroamérica. Me decía que las cosas no podían continuar así, que había que hacer algo. Intuyo en los jóvenes, como él, el inicio de una conciencia que va más allá del propio individualismo. Creo que es muy incipiente, pero algún atisbo me llega y me hace albergar confianza. Si uno navega un poco en las páginas como facebook, fotologs, myspace... detecto leves indicios de una toma de conciencia de que el mundo exterior empieza a existir a propósito de hechos como la catástrofe de Haití... ¿Deberían implicarse los jóvenes en la realidad del planeta? ¿Defender causas justas en un mundo en donde más de mil millones de personas están en la pobreza más absoluta? ¿Sería útil su participación en la construcción del mundo del futuro? ¿Quién, si no ellos, deberían estar interesados en ese futuro?
El año pasado una parte de los estudiantes universitarios salió a la calle por su protesta contra la aplicación del plan de Bolonia. Vi en manifestaciones a miles de estudiantes planteándose su futuro y todos los inconvenientes que se derivan de este plan que por lo que vemos es todavía peor de lo que se esperaba, cumpliéndose así los peores vaticinios. La protesta de los estudiantes fue vista por la prensa con displicencia, como inútil, propia de niños bien que no querían trabajar. Y la planificación europea, hecha al margen de la realidad y la universidad, se impuso inexorablemente. No hubo nada que hacer y fue indiferente la protesta multitudinaria. Eso me lleva a la reflexión sobre si hay algo que hacer al margen de los cauces políticos que percibo totalmente deteriorados e insatisfactorios. No basta votar en listas cerradas a las opciones oficiales y consagradas que se ven como válidas pero que no suscitan actualmente ninguna confianza. Que no haya alternativas ni otros cauces de participación genera un alto nivel de frustración entre la población que asiste atónita al desarrollo de una crisis en la que parece no haber conductor de la locomotora. ¿Cabría hacer algo como ciudadanos? ¿Y los jóvenes tendrían o deberían tener algo que decir sobre el mundo que se está construyendo? ¿Hay motivos para poder salir de ese estado apático y resignado en que no se vislumbra ninguna utopía?
Hace algún tiempo que llevamos adelante la llamada educación en valores y se imparten clases de Educación para la Ciudadanía, todo cargado con dosis de enorme buena intención y propósitos tolerantes, pero el resultado de no sé muy bien qué son unas generaciones apáticas y hedonistas que no ven -en general- más allá de sí mismos. ¿Era esto lo que se pretendía veladamente? ¿Crear ciudadanos consumistas y conformistas? Ignoro si tiene alguna relación causal, pero desde que les damos a nuestros alumnos literatura moral -adecuada a su nivel cognitivo- y les impartimos materias desde lo políticamente correcto nunca ha habido menor capacidad de respuesta. Quizás sea toda la sociedad la que esté anestesiada y los jóvenes sean la manifestación de ese estado de cosas. Está claro que no podemos dar clases que alienten a la rebelión. Esta ha de idearse al margen de nosotros, que somos parte del sistema y estamos totalmente integrados.
¿Habrá rebelión? ¿Donde se incubará esa rebelión? ¿En qué sentido? ¿Qué modelo debería seguir dicha rebelión? ¿O estamos condenados al conformismo sin ningún aguijón joven que nos espolee para hacer cambiar un mundo próximo al desastre en muchos sentidos? ¿O ya admitimos que no puede haber ningún cambio? ¿De dónde vendrá el fermento que nos haga saber que queda poco tiempo? ¿O es inútil todo? ¿Al menos empezarán a luchar los jóvenes por su situación inmediata? ¿Habrá algo que les lleve más allá?
Sería altamente interesante que participaran jóvenes en este debate que aquí se plantea, y en todo caso los amigos de este blog estáis invitados a reflexionar en este tema sugerido por la pregunta inicial y que da título al post, aunque hay otras muchas preguntas lanzadas. Que cada uno lo tome por el lado que más le interese. Lo importante es abrir un tiempo de reflexión y discusión.
miércoles, 24 de febrero de 2010
Elogio de la fragilidad
lunes, 22 de febrero de 2010
La fascinación del islam
En un viaje a Indonesia durante todo el verano de 1986, conocí en Malasia a una intrépida arqueóloga italiana que trabajaba varios meses al año en el Irak de antes de las guerras del Golfo. Tuvimos ocasión de conocernos y hablar sobre su trabajo en el mundo musulmán hacia el que se sentía profundamente atraída. Le seducía –a ella mujer intelectual, libre e independiente- convertirse en la segunda mujer de un beduino, vivir en su jaima e ir conquistando poco a poco su amor para terminar siendo la preferida. Afirmaba que una mujer tiene que tener la libertad de decidir si quiere ser dominada por un hombre. Y a ella le atraía serlo, al menos como imagen erótica en medio de la desnudez del desierto. Este punto de vista me sorprendía y llenaba de confusión en aquel contexto islámico en que estábamos y en el que éramos despertados de madrugada por la voz del muecín, recitando suras del Corán. Y lo cierto es que ese canto armónico a las cuatro de la mañana tenía, en medio del sueño, una extraordinaria fuerza magnética. Tanto es así que en nuestras conversaciones, aquella mujer y yo, fantaseábamos sobre la posibilidad de convertirnos al islam. Me explicaba F. que el acto era sencillo. Sólo había que aceptar delante de un imán que el único dios es Alá y que Mahoma es su profeta. Es la única verdad revelada que hay que saber y es la columna central del islam. El hombre somete su racionalidad ante la omnipotencia de dios y todo cuanto acontece lo hace según su voluntad. En cierto sentido este sometimiento al poder de dios calma la incertidumbre del ser humano, sus dudas agónicas acerca del sentido de la vida y el ansia de perduración en un más allá. El islam es radicalmente simple, no tiene la complicación teológica del cristianismo acerca del sentido de la Trinidad en ese galimatías de tres dioses que son uno solo. Esta concepción, igual que el culto a la Virgen o a los santos, es considerado como politeísta por parte del islam.
jueves, 18 de febrero de 2010
Palabras de colores
Los profesores de lengua hemos de referirnos con frecuencia a las figuras retóricas. Dentro de éstas están los tropos que hacen referencia a los cambios semánticos cuando tienen rendimiento estético. Uno de ellos es la sinestesia que el DRAE la define como: tropo que consiste en unir dos imágenes o sensaciones procedentes de diferentes dominios sensoriales: Soledad sonora. Verde chillón. Esta figura se extendió a partir del Modernismo y fue maestro en su uso Juan Ramón Jiménez y la generación de 1927. Así escribe en algunos versos: “en el cénit azul, una caricia rosa” o “Por el verdor teñido de melodiosos oros”.
¿Habéis detectado alguna vez algo de esto en vosotros? Y los profesores que frecuentan este blog ¿habéis sospechado en alguna ocasión de ciertos alumnos que podrían tener un cerebro sinestésico y padecer dificultades para la comprensión lectora provocada por la mezcla de percepciones sensoriales? Si las estadísticas son ciertas y parece ser que 1% de la población es sinestésica, en un instituto de quinientos alumnos podría haber cuatro o cinco escolares que estuvieran afectados y nadie se lo detecta ya que ellos piensan que su percepción es normal.
lunes, 15 de febrero de 2010
El enigma Larsson
Sospecho que no habrá entre los lectores del blog nadie que no haya oído hablar de Stieg Larsson (1954-2004), así que evito las presentaciones. El autor nórdico lleva vendidos en el mundo veinticinco millones de ejemplares de su trilogía que tiene como protagonistas a Michael Blomkvist y la hacker Lisbeth Sallander que ha pasado a convertirse en un personaje literario que ha enraizado en nuestro imaginario colectivo.
Parece que Larsson, cuya estela ha abierto el camino a la literatura nórdica, se inspiró en el personaje de Pipi Calzaslargas para crear a Lisbeth preguntándose cómo habría sido la niña de mayor. Algún crítico literario opina que la pareja de investigadores son los nuevos Sherlock Holmes y el doctor Watson, con lo que me reafirmo en la idea de que la historia de la literatura es una sucesión de modelos que se imitan, se copian, se recrean o se contradicen.
jueves, 11 de febrero de 2010
Historia de un bufón
Reconozco que Albert Boadella (Barcelona, 1943) es uno de mis héroes. Para los que no lo conozcan diremos que es un hombre de teatro provocador y polémico que fundó en 1962 con otros compañeros (Carlota Soldevila y Antoni Font) el grupo Els Joglars en que ha participado como director, actor y dramaturgo a lo largo de más de cuatro décadas. Esta compañía siempre ha tenido una relación crítica y satírica con el poder establecido. Su obra La torna (1977) le supuso un encarcelamiento, tras un consejo de guerra, por injurias al ejército. Se fugó de la cárcel y huyó a Francia donde se refugió durante un tiempo.
martes, 9 de febrero de 2010
Literatura negra y jazz
Me atraen las conciencias sucias y tortuosas. Son más atractivas, literariamente hablando, que las conciencias limpias que no tienen nada de qué arrepentirse. En la vida es mejor encontrarse con buenas personas, no cabe duda, pero en la literatura, los malvados, los locos, los sinvergüenzas, los estafadores, los seres contradictorios y con pliegues ocultos, los criminales o psicópatas son sujetos mucho más interesantes para adentrarnos en los meandros de su personalidad. La madre Teresa de Calcuta fue una persona en muchos sentidos admirable, igual que lo fue Vicente Ferrer por su acción extraordinariamente generosa con los parias de la India. Merecen ambos el premio Nobel de la Paz y nuestra admiración sin ningún resquicio de duda. Pero ninguno de ellos hubiera sido un buen protagonista de una novela. Nos fascinan las conciencias oscuras y turbias, los personajes que arrastran un pasado lleno de lodos. Nos atraen los perdedores que se toman un buen vaso de bourbon fumando un cigarrillo mientras todavía la chica rubia se sienta en el borde de la cama tras el último polvo. Nos magnetizan los triunfadores que caen de su pedestal y al final son derrotados. Una buena derrota es muy literaria. Ascenso y decadencia. Y en la decadencia se excitan nuestros sentimientos más tiernos como lectores. Alguien que fue un héroe y la realidad lo deja reducido a un perdedor sobre el que sobrevuelan los buitres que se abalanzan para corroerle las entrañas. Alguien que triunfó y luego llega a un triste y solitario final. Pero es necesario un narrador. No basta con fracasar. Es necesario que alguien lo cuente como una pequeña epopeya. Por eso es tan necesaria la literatura. Convierte la gris realidad, la rutina cotidiana, el fracaso infinito, que se extiende por todo el mundo sin que nadie lo reivindique, en una narración llena de matices y atractivos.
Llueve.
sábado, 6 de febrero de 2010
¿Qué es este señor?
La verdad es que me he quedado mirando la foto y no sé exactamente qué pensar. Veo en su rostro una conciencia tranquila, quizás un orgullo profesional de haber sabido llegar hasta la cumbre de la banca en España, tal vez algo de cansancio en las bolsas que tiene debajo de los ojos y la mirada algo extraviada. Pero no encuentro la imagen del sinvergüenza –aunque tal vez no sea esta la palabra- que parece sugerir la noticia que da la prensa sobre la cantidad que cobrará como jubilación Francisco González (presidente del BBVA) al cumplir los sesenta y cinco años. Supongo que la conocen. Son ochenta millones de euros. El equivalente a trece mil doscientos millones de las antiguas pesetas. Su sueldo no estaba mal tampoco. Según la prensa, cobró casi dos millones de euros de sueldo fijo en 2009 (lo mismo que el año anterior, al pobre no le habían subido el sueldo) más 3’4 millones de bono variable (un 1 por ciento menos que el año anterior).
Estoy admirado. ¡Qué tío más listo y avispado! Desde luego para haber llegado a donde ha llegado, cobrar lo que ha cobrado y va a llevarse como modesta cantidad de jubilación, hay que ser muy inteligente. Quizás lo que me corroa es la envidia. Algún lector podrá considerarlo así, y piense que estoy siendo demagogo e injusto. Pero considero que no hay nadie que se merezca por un ejercicio profesional honrado una retribución de esta magnitud. ¿Qué puede pensar un maestro que dedica toda su vida e ilusión a mejorar la vida de sus alumnos mediante el conocimiento? ¿Qué pueden pensar una enfermera, un médico en prácticas, un peón de albañil, un minero, un administrativo… sobre esta noticia? ¿Qué enseñanza práctica sobre la justicia distributiva podemos dar a nuestros alumnos cuando se lo expliquemos ? ¿Es una radiografía del mundo? ¿No son estos señores y otros semejantes en Estados Unidos los que han llevado al mundo a una recesión peligrosísima y de la que España tardará mucho en salir, y que costará sangre, sudor y lágrimas a los de abajo. Pero el señor Francisco González, presidente del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, puede ver con tranquilidad su futuro, se lo ha ganado por su honrado trabajo, por su dedicación y su talento. De momento para otros menos afortunados se está debatiendo retrasar la edad de jubilación, disminuir dicha cantidad con otros cálculos, reducir los gastos salariales, aumentar los impuestos directos e indirectos, abaratar el despido...
¿Qué explicaremos mañana a nuestros alumnos sobre la estructura del mundo y del poder? ¿Cómo explicar la lógica del sistema capitalista? ¿Cómo explicar que hay gente en la cárcel por robar cantidades mínimas mientras que otros de guante blanco, como este señor, se embolsa trece mil doscientos millones de pesetas después de contribuir al desastre financiero y haber hundido la economía por su voracidad y latrocinio?
Mi padre me decía que todo lo que se puede aprender en la vida es mediante un código civil o penal. Si conoces las leyes, puedes robar impunemente y pasar por ser alguien honorable y justo. No te faltarán apoyos de ningún tipo. Y además la iglesia siempre dedicará numerosas misas por tu alma. Pero Francisco González, por si no existe la vida eterna, se lleva un buen pellizquito para pasar en paz y tranquilidad su vejez.
Desgraciadamente, el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, que no ha comentado la noticia, no tiene los arrestos necesarios para meter en cintura a la banca como hizo al menos verbalmente Obama. Tampoco el líder de la oposición por razones obvias dirá tampoco nada. Es uno de los suyos.
Me gustaría que los lectores si son enseñantes, escribieran cómo se lo contarían a sus alumnos, y si no son del gremio de la tiza, cómo se lo explicarían a sus hijos o simplemente lo que piensan sobre ello.
jueves, 4 de febrero de 2010
El séptimo sello
Ya no se habla de Haití. Durante semana y media afluyeron a la isla caribeña corresponsales de todo el mundo para ofrecer carnaza informativa cuanto más impactante mejor. Pero tras dos semanas de rastrear entre las desgracias de la isla y ofrecerla en todos los noticiarios, el filón se agota. Es un problema de oferta y demanda. Los telespectadores de todo el mundo asistieron sobrecogidos a las imágenes de la devastación, pero contemplar las desventuras del mundo termina por saturar y el sufrido hombre occidental se cansa. Ya no quiere ver más sufrimiento. Los corresponsales vuelven a sus países de origen y Haití queda fuera del foco informativo. Ahora toca concentrarse en lo nuestro, en nuestra propia crisis. Y el mundo anda revuelto. Hace unas semanas había un cierto optimismo sobre la situación que parecía estar recuperándose tras la inyección de centenares de miles de millones de dólares o euros en los bancos. Pero Estados Unidos, nuestra referencia y factor de estabilidad, no acaba de sentirse recuperado. El déficit americano es colosal. La primera economía del mundo tiene los pies de barro con un aumento considerable del paro (10%) y el declive de las clases medias. Además mantiene dos costosísimas guerras en el exterior que no ofrecen perspectivas halagüeñas y claramente se están perdiendo (Irak y Afghanistán), a la vez que el desafío nuclear iraní cada vez es más amenazador. El poder de Estados Unidos ha entrado en una fase de descenso. Y surge China con un crecimiento económico del 10% anual invadiendo el mundo con sus productos. Además está en manos del gobierno chino buena parte de los pagarés del tesoro americanos. En algún sentido USA está a merced de China. Europa no sabe o no contesta. Ni hay unión política ni política exterior. Somos veintisiete países que no tienen sentimiento de unidad y cada uno vamos a lo nuestro. La idea inicial de Europa ha desaparecido. Ya no hay ningún romanticismo en ella. Sólo una pesada burocracia en Bruselas que no interesa a nadie.
lunes, 1 de febrero de 2010
Literatura moral
Cabría reflexionar sobre la importancia de la transmisión de valores que se hace a través de la literatura infantil y juvenil. Es un lugar comúnmente aceptado que los libros de lectura que recomendamos o seleccionamos para nuestros alumnos deben ser un elemento de refuerzo de los valores humanistas y democráticos -favorecedores de la convivencia, de la tolerancia y del diálogo- que fomenten la integración social y que les hagan sensibles a cuestiones sociales (el racismo, el sida, la homosexualidad, la pobreza, la delincuencia, la anorexia…). La lectura en tal caso tiene una importante función de moldeamiento de las conciencias y las actitudes de los adolescentes con arreglo a los valores que entendemos que son válidos en una sociedad como la nuestra. Para ello, el mensaje de estos textos, normalmente narrativos, debe ser claro y no dejar ningún resquicio a la ambigüedad, y si lo hubiera, rápidamente habría protestas y críticas desde el ángulo de lo políticamente correcto. Podemos concluir que la función predominante de la llamada literatura infantil y juvenil es claramente moralizadora, es la predicación de una enseñanza de acuerdo a los valores entendidos como válidos y entronca con la publicidad o los sermones desde los púlpitos.
viernes, 29 de enero de 2010
J.D.SALINGER
Los 59 años pasados desde su publicación no han disminuido el impacto y la sacudida que provoca esta narración en los lectores, más si estos son adolescentes. He tenido ocasión de comprobarlo proponiéndola como libro de lectura en cuarto de la ESO y la mayoría de los alumnos lo consideraron como la mejor novela que habían leído ese curso y algunos sostenían que era la mejor que habían leído o leerían jamás. Muchos se sintieron identificados con ese personaje y disfrutaron de sus fobias y su lenguaje soez. El fluir del habla de Holden atrapa porque es totalmente diferente a la de cualquier héroe literario, y más de los de esas babosas novelas para adolescentes políticamente correctas, moralizadoras y educativas en valores. Porque El guardián entre el centeno no es una novela convencional. Es corrosiva y potencialmente peligrosa. Algunos críticos y profesores en Estados Unidos alertan sobre el efecto disolvente de este relato. Y es que Salinger en algún sentido se ha convertido en una religión y sus lectores en devotos seguidores de un misterio. Recordemos que el asesino de John Lennon llevaba encima esta novela.
Pero ¿quién era su autor? Sólo disponemos de dos fotografías de él porque se encerró y ocultó para protegerse del mundo en su cabaña de Cornish ya en 1952, abrumado por el éxito de su novela. No publicó nada más e impidió legalmente que se publicaran biografías sobre su figura e incluso que un autor sueco continuara la historia de su protagonista Holden. Su hija publicó, no obstante, un libro titulado El guardián de los sueños en el que presentaba una imagen terrible de su padre. Egocéntrico, cruel, autoritario, machista, diabólico, extremadamente susceptible, despreciativo de cualquier debilidad humana, seguidor de religiones en busca de la iluminación como la de la Cienciología, la Dianética, la Ciencia cristiana o el budismo. Se sometía a ritos de purificación incluso bebiendo orina. Aprovechó su fama y mito creado dejándose querer por muchachas de dieciocho años (cuando él tenía 53) a las cuales destruía psicológicamente y abandonaba. En muchos sentidos podemos decir -y es la imagen que da su hija de él- que fue un hijo de puta en el peor sentido de la palabra, pero los juicios morales no nos ayudan a descifrar el misterio y el hechizo que sigue emanando de su novela que camina por el filo del precipicio y se incluye dentro de la literatura maldita.
Salinger se ha ido pero el personaje que encarnó sigue sumido en el misterio.