Hoy en clase de tercero de ESO que había
tratado de métrica, han aparecido en algunas conversaciones con los alumnos
temas que nos han fascinado. El profesor había leído el artículo de El País sobre Inteligencia Artificial centrado en el neurocientífico computacional
y matemático Nick Bostrom que
coordina en Oxford un grupo de
filósofos, tecnólogos, físicos, economistas y matemáticos para especular sobre
el futuro inmediato de la humanidad y de los peligros que conlleva. Uno de
ellos, entre muchos otros, es el progreso de la AI (Inteligencia Artificial)
sobre la que Stephen Hawking ha
alertado. Porque, en efecto, es cuestión de décadas para que dicha inteligencia
iguale y supere a la humana que la ha programado y creado. No es ciencia ficción ya considerar que las
máquinas dominan el mundo y que, llegado un momento, tomen conciencia de sí
mismas y aprendan por sí solas. La mayor parte de los expertos mundiales en AI creen que esto pasará en torno a la
década de 2040-2050, el espacio de vida de los adolescentes que estaban
conversando conmigo y que se sentían implicados y fascinados por el tema. Ellos
lo vivirán. Nick Bostrom en su
charla en TED habla de que habrá que
inocular a las máquinas valores morales y éticos equivalentes a los humanos y
que aún tenemos tiempo de hacerlo. Esto me ha recordado las tres leyes de la
robótica que plasmó Isaac Asimov en Yo robot. Un alumno, Rodrigo, rápidamente las ha localizado
en su ordenador. Nerea y Andrés intervenían con pasión en la
conversación que les concernía directamente. Es su futuro, y no dedicamos ni un
segundo para hacerles reflexionar sobre el tiempo que ellos van a vivir y las
amenazas planetarias que existen sobre la humanidad.
Es increíble pensarme a mí con catorce
años e imaginar el futuro que iba a contemplar. Nadie podría haberlo imaginado.
Cuando comencé en la escuela acababan de incorporarse los bolígrafos como
instrumento de escritura. Todavía en el colegio al que fui había los agujeros
para los tinteros en que se mojaban las plumas para escribir. El progreso ha
sido vertiginoso. Igual que en aquel entonces era imposible imaginar el futuro,
del mismo modo imaginar el de estos chavales cuando tengan cincuenta años,
hacia el año 2050 aproximadamente es imposible, pero el avance de la
tecnología, que ya ha sido espectacular, se desarrollará a velocidad creciente,
de modo geométrico. El mundo de su futuro es inimaginable. Los progresos en
robótica, nanotecnología, biotecnología, genética ... son tan potencialmente
prodigiosos que en los próximos veinte años veremos dicha evolución a velocidad
acelerada. La mente humana se ha expandido con la red global que es internet y
actúa como un cerebro mundial que es cada vez más poderoso. A nuestros tres
cerebros se ha añadido el global, nuestra conciencia se ha expandido. Nada es
como era hace veinte años, cuando yo navegué por primera vez en internet.
Pero no solo es la tecnología lo que
pende sobre la humanidad, pensará alguno de los lectores, no. Es también el
proceso de degradación biológica y climática del planeta, el aumento de
enfermedades nuevas propagadas por agentes infecciosos, el peligro de guerra cibernética,
biológica y nuclear, el aumento de uso de drogas para el bienestar humano para
evitar el dolor...
¿Podremos controlar el mundo? ¿Somos
conscientes del futuro inmediato a todos los niveles? Los robots irán
desarrollando funciones propias de los seres humanos, de hecho ya lo están
haciendo. En veinte años habrán desaparecido centenares de millones de puestos
de trabajo. ¿Nos dirigimos a una sociedad envejecida y del ocio? ¿Cómo
afrontaremos la desigualdad económica del planeta? ¿Se creará una renta básica
universal para todos los seres humanos? ¿Podremos vivir sin trabajar cuando el
trabajo da sentido a tantas personas? ¿Podremos vivir en una sociedad del ocio?
¿La vida humana se extenderá más allá de los ciento diez años, tal vez ciento
veinte? ¿Las células cancerígenas que se autorreplican servirán de modelo para
retrasar o frenar el envejecimiento? ¿Cómo serán las estructuras de poder
democrático en un mundo globalizado? ¿Cómo es el futuro? ¿Qué sabemos de él?
Uno contempla el mundo y ve por un lado
el avance prodigioso de la tecnología y, por otro, los conflictos crecientes,
la pobreza, las migraciones, el cambio climático, la deforestación, el declive
de los mares, la dependencia de los artefactos móviles...
No tengo respuestas para nada, pero a estos muchachos que ahora tienen catorce años (por decir una edad a la que doy clase) nadie les habla del futuro, solo del pasado en una educación memorística y anticuada que no reconoce su condición de seres humanos que van a vivir una época terriblemente compleja y convulsa que no llegamos siquiera a imaginar. Los profesores entran en clase con su saber avejentado y hablan y hablan como si el futuro no estuviera ya aquí, como si ese todavía lejano 2050 en que las máquinas superarán a los seres humanos como conciencias pensantes no fuera un escenario posible y probable. Da igual si es cinco años antes o diez años después. El caso es que nadie habla del futuro. Hoy me he dado cuenta por la pasión con que han charlado conmigo fuera de la hora de clase unos muchachos que han visto el futuro que se cierne sobre ellos y sobre el que nadie, nadie, les está alertando como si viviéramos en una burbuja de aislamiento sensorial y no consideráramos para nada la evolución en que estamos a base de continuas revoluciones que van a transformar todo. Creo que tendría que tener derecho a saber, a que alguien les hablara del futuro. Pienso.