Utilizo con frecuencia una aplicación
llamada Kubbu que es formidable para
el ámbito lingüístico. Se pueden hacer todo tipo de ejercicios lingüísticos
relacionando pares de palabras (sinonimia, antonimia, frases hechas, refranes,
relacionar una palabra con su significado ... ) y se pueden crear crucigramas
con las palabras utilizadas. Es el profesor el que construye los ejercicios
creando asociaciones, algo que no lleva mucho tiempo. Es un tipo de ejercicios
que encantan a los chicos y les retan. El nivel de exigencia es modulable, por
supuesto, pero he observado desde que lo utilizo –es una aplicación gratuita
parcialmente, pero hay un pago de unos treinta y cinco euros anualmente para extenderlo a
doscientos alumnos y cien ejercicios- , he observado –digo- que hay
un perfil de chaval aparentemente desmotivado por la lengua al que le fascinan
los juegos de asociaciones lingüísticas. Lo he detectado en todos los niveles a
que doy clase. Y cuanto más difícil es el reto, más le motiva. Es una
aplicación que es muy motivadora, aunque austera en diseño, y que permite un seguimiento de los alumnos
exhaustivo. Sabemos su nivel de aciertos, el tiempo que ha tardado en
resolverlo, las veces que lo ha hecho, sus errores principales... Los
ejercicios se pueden imprimir en papel y se pueden hacer diversos ejercicios
con las mismas asociaciones de palabras.
Es un mecanismo para desatar la pasión
por la lengua, por el aprendizaje de nuevos términos o expresiones o para
resolver crucigramas, y se puede jugar con el tiempo para meter más presión. Es
un sistema diabólico para promover el
interés intenso por la lengua. Ya digo que chavales aparentemente desmotivados
por la misma se entusiasman y concentran en la búsqueda de palabras usuales,
raras o insólitas.
Como profesor de lengua me doy cuenta de
que hay herramientas extraordinarias que hacen avanzar prodigiosamente a los
alumnos, pero es imprescindible que tengan un portátil en el aula. Los libros
de texto son auténtica roña ante el poder generador de lenguaje que existe en
internet. No entiendo que pueda existir una polémica sobre si tener o no
portátiles en el aula. Un portátil es un instrumento prodigioso si se le sabe dar uso. El problema es que los portátiles
están siendo utilizados nefastamente como libros de texto digitales
sustituyendo a los libros de papel a los que anhelan volver algunos profesores
porque no entienden qué es internet, sus posibilidades ni qué es un portátil. Esta
es la polémica que existe actualmente en mi centro. Posiblemente recordarán que
hace unos seis o siete años hubo un programa de implementación de la tecnología
que en Cataluña con el gobierno
tripartito (¡qué tiempos aquellos! –y sin crisis económica-) supuso que la
administración ponía la mitad del importe de un portátil para la adquisición
por el alumnado. Aquel programa se llamó 1x1. Ya pasó a la historia. Mi centro
ha quedado aislado porque en él todavía se utilizan los portátiles cuando la
mayoría de centros han vuelto al libro de papel canónico, esas roñas mal
diseñadas, mal resueltas y llenas de errores, pero que facilitan al profesor el
hecho de dar clase cuando no quiere estrujarse demasiado la cabeza. Y así se
llega a clase se lee el libro de texto por parte de los alumnos siguiendo
indicaciones del profesor, se subrayan algunos conceptos, el profesor explica algo en la pizarra
y luego se hacen ejercicios que vienen en el libro de texto. Un panorama
realmente espeluznante, según mi punto de vista porque, como he dicho, los
libros de textos están hechos con apresuramiento y están repletos de errores y
tienen en común la falta de imaginación, en mi caso, en el ámbito de la lengua.
Hay tantas cosas que se pueden hacer en
clase de lengua, tantas que me doy cuenta de que no me llegan los días para
desarrollarlas, y ninguna pasa porque yo me ponga con un libro de texto a
leerlo y luego examinarlos de los elementos que intervienen en la comunicación
año tras año. La lengua es el mecanismo de comunicación. Bien utilizada como
instrumento de enseñanza fascina a los alumnos. Y crea verdaderos frikis del
lenguaje. Alumnos de bajo nivel –aparente-, con una letra horrorosa, son
verdaderos cracks del lenguaje si se aplican otros baremos de análisis y
consideración de su competencia lingüística. Esta es la conclusión que saco de
aplicar métodos de asociación de A y B en sus múltiples posibilidades. Me gusta
descubrir fanáticos del lenguaje, y hay muchos. Aunque parezca lo contrario.
Solo hay que utilizar Kubbu en las clases. El otro día se lo mostré a una
profesora del área lingüística –que ansía volver al libro de texto- y
me comentó ante la maravilla que le estaba enseñando que qué trabajazo ser el profesor el que tiene que relacionar A y B.
Con lo cómodos - añado yo- que son los
ejercicios que vienen en los libros con el correspondiente libro de respuestas
para el profesor. Hoy estoy ácido. Lo reconozco. Me di cuenta en seguida que no
lo iba a utilizar. ¡Vaya trabajazo echarle imaginación a la lengua!
Es una pena que los centros de enseñanza
se hayan retraído en la utilización de tecnología en el aula. Es una
catástrofe, pienso yo. La única explicación es que, como decía, no se comprende
qué es internet, qué hay en internet, ni qué es un ordenador, que como la misma
palabra indica sirve para ordenar el pensamiento. Y lanzarse hacia el infinito.
Kubbu.