Las pruebas de Evaluación
Diagnóstica realizadas en toda Cataluña
a alumnos de tercero de ESO ofrecen
en mi centro un perfil próximo al desastre más absoluto en el área de Lengua Castellana, sin ser tampoco
mucho mejores en el área de Lengua
Catalana o Matemáticas que eran
las tres áreas evaluadas.
Las pruebas lingüísticas realizadas tenían como eje las competencias básicas: comprensión lectora y expresión escrita. Los textos eran
largos, sin excesiva dificultad, pero advertí que ofrecerían dificultades graves
para el tipo de alumnado que tenemos, en un 60 o 65 % de origen inmigrante y
con una deficitaria competencia lingüística. Doy clase a dos cursos de tercero
de ESO, los de niveles más precarios.
Los resultados han sido los siguientes: en el grupo C, sólo
un 25,53 % han conseguido pasar la prueba en sus niveles básicos; en el grupo
D, baja a un 10%, lo que quiere decir, en consecuencia, que el 90% no pasa la
prueba.
Desglosado, en el grupo C pasan un 47,06% el área de comprensión lectora; en el grupo D, sólo un 20%.
En el apartado de expresión
escrita en el que se valoraba la coherencia,
cohesión, y adecuación de sus textos, así como riqueza del léxico, estructuras
morfosintácticas y ortografía, los resultados han sido demoledores en conjunto,
pero en los niveles a los que doy clase yo, son los siguientes:
Grupo C, sólo pasan el nivel mínimo un 5,88 %; grupo D, no
lo pasa ninguno, 0%.
Esta es la radiografía lingüística de mis alumnos. Los
resultados no me sorprenden, pero no dejan de ofrecer reflexiones fundamentales
para el planteamiento de la asignatura de lengua castellana.
Estos muchachos no comprenden un texto elemental sin
especiales dificultades, referente a un campo concreto sin ningún nivel de
abstracción. No quiero pensar si hubiera habido que adentrarse en algún
ejercicio de abstracción. Y, sobre todo, y lo más grave, son incapaces de
escribir un texto de diez líneas con alguna coherencia y un mínimo de
organización de ideas o variedad de léxico. En un curso sólo un 6% ha pasado la
prueba, y en el otro grupo no la ha pasado ninguno.
¿Y ahora qué?
Me pregunto por las razones de los resultados de esta
evaluación. Sé que muchos de estos muchachos son de origen inmigrante del área
magrebí, pero lo sorprendente es que entre quienes pasaron la prueba había
varios de ellos, y los reconozco como alumnos de los más esforzados y
trabajadores. Lo grave es que muchos de ellos son castellanohablantes
(latinoamericanos o españoles) y su nivel no es mínimamente aceptable.
Perfil de estos muchachos: inmigración en su inmensa mayoría, hogar sin estímulos
intelectuales, sin hábitos lectores, poco propensos al esfuerzo, hijos de familias golpeadas fuertemente por la crisis, habituados a las redes sociales como
facebook o Messenger donde se emiten mensajes esquemáticos en un lenguaje
desarticulado, que no es sólo una posibilidad sino la única que conocen. Le cuesta a la inmensa mayoría escribir un texto de diez líneas con algún sentido,
y lo hacen con una sintaxis de una pobreza devastadora, lleno de errores de
ortografía, de confusión con el catalán, con un sentido caótico de la organización del
texto por medio de la puntuación, una pobreza y simpleza de léxico
difícil de concebir, y sobre todo, lo más estremecedor, es la pobreza de ideas
que sustenta estos textos, si es que hay alguna que no pase del tópico más
elemental.
No entienden lo que leen a pesar de su elementalidad y son
incapaces de expresar unas ideas de forma mínimamente adecuada. Creo que
estamos casi en la defición de lo que es "analfabetismo funcional".
¿Estos son los ciudadanos que votarán y que han de comprender la Constitución
Europea o entender los términos de una hipoteca?
¿Qué podemos hacer desde la escuela? ¿Qué podemos hacer que
no estemos haciendo ya? ¿De qué modo podemos cambiar esta radiografía
devastadora en que el lenguaje es un instrumento que sólo sirve para mensajes
de una simplicidad comunicativa desoladora? Y con este nivel de lenguaje, ¿qué
pueden comprender estos muchachos de los conflictos del mundo contemporáneo, de
la complejidad del presente? ¿A qué están destinados socialmente estos
muchachos? ¿Es la radiografía del hombre fruto de la sociedad democrática y de
un determinado tipo de educación?
¿Qué puedo hacer para invertir esta tendencia? ¿Qué puedo
hacer que no esté haciendo ya? La respuesta parece obvia: reforzar estas áreas,
multiplicar los textos ofrecidos para su comprensión, debatir sobre ellos,
extender los ejercicios de expresión oral y escrita, corregirlos
colectivamente… Leer, escribir, hablar...
Esta es la radiografía del presente.