La llegada del fin de jornada del viernes
para un profesor es un momento de repliegue de velas. En su mente resuenan las
clases de la mañana y la semana y no es difícil hacer una especie de evaluación
emocional por el estado de ánimo que le domina. En la última clase ha cometido
un error serio. La planificación y la estrategia de cada clase son esenciales
para que funcionen fluidamente. Una conversación familiar ayer sobre el nivel
de un ejercicio ha confundido al profesor y ha sobrestimado el de sus alumnos,
mayoría de marroquíes, cuyo dominio de la lengua es escaso. Eso ha dilatado el
ejercicio y lo ha hecho pesado y cansado.
Una clase debe ser variada, dinámica,
con cambios de ritmo. Las otras clases de tercero de ESO han tenido una buena
dosis de emoción. Los alumnos ven en casa los vídeos que ha grabado el
profesor, hacen un resumen y contestan a las preguntas insertas en el vídeo.
Así, el profesor puede ver antes de entrar en clase quién ha hecho los deberes
y quién no. Una aplicación educativa lo permite (Educanon). El nivel de
cumplimiento de las tareas es de un 95 por ciento. Solo un alumno, máximo dos,
no cumplen con lo estipulado que es ver el vídeo y contestar las preguntas.
La clase comienza. El profesor escribe en
la pizarra las tareas para los próximos días, todo cuidadosamente planificado.
Y luego comienza una sesión de Kahoot que los alumnos esperan con entusiasmo.
Imaginaos a 27 adolescentes con sus ordenadores o sus móviles esperando
conectarse con el código que genera Kahoot, acompañado de la música que ya
induce la tensión. Son 22 preguntas las que ha diseñado el profesor y que
aparecen en la pizarra una detrás de otra. Los chavales han de contestar desde
sus dispositivos móviles a una de las cuatro opciones. Dependiendo de la
corrección de la respuesta y la velocidad de reacción se crea una lista en que
aparecen clasificados. Hay veinte segundos para contestar, pero en diez ya han
contestado todos. Son preguntas hoy tipo test sobre el Mester de juglaría, el tema
que han visto en casa en el vídeo. La tensión y la emoción es máxima. La lucha
entre las chicas es muy apretada. Va variando la clasificación, hasta que llega la
pregunta final. Esto dura unos veinte minutos. El resto de la clase es para
trabajar sobre mapas mentales. Hoy toca sobre la Lírica tradicional medieval.
Han de crear y elaborar en Mindomo un mapa mental sobre el concepto de Lírica
tradicional, su historia, sus géneros, las celebraciones en que se daba. Los
más aventajados añaden poemillas el mapa mental. La realización de mapas mentales
es muy reveladora. Expresa su comprensión del tema pero también su
interpretación de las relaciones entre conceptos, las ramas y las subramas que
se derivan de los nodos principales. Pueden poner dibujos y fotos, vídeos,
cambiar los colores, distribuir gráficamente el mapa mental. No es fácil.
Realizar un mapa mental requiere de
orden y capacidad de reconocer las jerarquías de conceptos así como percepción
del espacio, claridad visual y compositiva. Y no debe faltar el buen gusto.
Como profesor puedo entrar en sus mapas mentales y ver el resultado pero
también asistir al proceso de creación en parejas. Hay una función en que puedo
ver cómo está hecho el mapa de ideas y las secuencias que lo han conformado.
No tienen apenas papel. Todo lo que
hacemos es vía tecnología. Exceptuamos los ejercicios de resumen que hacen cada
semana. Han de resumir un texto de cien líneas a diez. Las clases son dinámicas
y son de trabajo. El profesor va de grupo en grupo intentándoles orientar. No
explica a todo el grupo. Esto ya se da en los vídeos que ven en casa.
Mi teoría es la del aprendizaje en
espiral. Llevamos apenas un mes de clases y nos hemos sumergido en la Edad
Media y los géneros literarios medievales. Además, a través de otras
aplicaciones como Nearpod nos hemos adentrado en la sociedad medieval en todos
sus aspectos. No hay apuntes. No hay copia, esa que tan cara les resulta a los
profesores. Todo es esencial. Utilizamos la tecnología inteligentemente. La
próxima semana les haré un examen de cultura medieval exhaustivo para el que no
habrá que estudiar. Quiero ver lo que recuerdan después de esta inmersión a
través del juego, la tecnología y los vídeos en casa. No me interesa que
estudien. Quiero observar lo que retienen en su cabeza a través de todas las
actividades que hemos hecho, unido a la generación de mapas mentales que están
llevando a cabo.
Es una intuición, pero espero que su
nivel de memorización va a ser muy superior respecto a cualquier otro sistema
de trabajo. Hemos utilizado las emociones para aprender. Las emociones y el
subrayado de conocimientos sobre los que hemos vuelto desde varias aplicaciones
simultáneamente. Una espiral cognitiva. Es otro modo de aprender.
Los veo motivados. Se sienten orgullosos
de cumplir las tareas en casa donde ven al profesor hablándoles en la intimidad
del hogar. Han de concentrarse intensamente en los vídeos en los que el
profesor les hace preguntas sobre lo visto. Han de estar con los cinco
sentidos. Ayer había cometido un error en la respuesta de una pregunta sobre el Poema de Mío Cid y rápidamente recibí mensajes sobre el error con un lenguaje
sumamente técnico. La mayoría se habían dado cuenta.
Coste humano de esto. Que el profesor ha
de ser profesor veinte horas al día al estar permanentemente conectado a las
aplicaciones que conforman el sistema tecnológico. El profesor sabe que ha de
establecer lazos con sus alumnos. Saber perfectamente quiénes son, cuáles son
sus problemas, estimularles, felicitarles, animarles, reconocer sus esfuerzos,
sonreírles, darles un apretón en el brazo, dedicarles tiempo, conocer el
sistema tecnológico muy complejo para poder resolver cualquier problema que
surja. Dominar un montón de aplicaciones educativas, que son prodigiosas, para
estimular su trabajo, su comprensión y su avance cognitivo.
Sinceramente, creo que van a aprender
mucho más y lo hacen contentos con un grado de implicación y complicidad muy
superior a cualquier otra vía. El profesor se desgasta, pero entiende que esto
no es ser profesor. Es un arte creativo. La pedagogía es creación intelectual.
Como lo puede ser la pintura, la fotografía, el cine, la escritura... En la
pedagogía se conjugan todos los niveles de creatividad humana. El profesor así
se convierte no en un personaje polivalente a disgusto sino que es un artista.
Un artista que goza con la creación y contagia a sus alumnos para participar en
una obra colectiva apasionante.