Cada vez es más frecuente que alumnos se ausenten durante el
curso para pasar un mes o dos en sus países de origen. La idea pedagógicamente
es nefasta y les perturba gravemente en su rendimiento escolar. Es una
situación que aparece anunciada en los pasillos como la de alumnos con larga
ausencia a los que hay que encargar algunas tareas a realizar.
Este año son varias las chicas de tercero de ESO (quince
años) que se han ido a Marruecos, a Pakistán, a Ecuador...
Una de ellas, Fátima, realizó por
encargo mío un trabajo que consistía en una crónica de los días pasados en Marruecos, un mes aproximadamente. Es
una alumna voluntariosa, alegre y entrañablemente correcta, aunque sus
deficiencias lingüísticas todavía son muy acusadas.
Hoy he recibido impresa su crónica de viaje. Se titula "Mi diario de vacaciones".
Son unas diez hojas correctamente
presentadas en letra pequeña. Recogen su estancia del mes de noviembre en Rachidia, una región al sur del Atlas Medio y al norte del desierto del
Sahara. Está en el Marruecos profundo y pertenece a una
zona bereber donde se habla el Tamazigh además
del oficial árabe.
En su crónica se van deslizando los días que comienzan con
la celebración de la fiesta del Cordero,
probablemente la más importante del calendario musulmán. En estos días, Fátima comparte con su familia las
celebraciones, los rezos, la matanza del cordero, ir a buscar hierba para los
animales, ordeñar a las vacas, estancias en casa de sus abuelos maternos y
paternos, una boda que dura cuatro días pasando por los distintos ritos en casa
de la novia y en casa del novio...Todo acompañado por música que tocan músicos
populares. Otra de las ceremonias en que participa es el de pintado de la henna en sus manos.
En el texto, lleno de incorrecciones, de Fátima, se adivinan
aunque no son expresos, sus profundos sentimientos hacia su tierra entre el
desierto y las montañas y las emociones que le suscitan el saberse formando
parte de una gran familia con tíos, abuelos y primos con los que se mantiene
una intensa relación desde la distancia. Destacan las vivencias en un medio
rural en contacto con los animales a los que se mata, se ordeña o se da de
comer... Es la ligazón con la tierra, con las costumbres, con la propia cultura
que da un quiebro fundamental cuando llega a la ciudad dormitorio donde vive y
se sitúa el instituto, una ciudad fea e inarmónica que carece de la belleza del
desierto y de la unidad de saberse formando parte de algo.
Entre los días de estancia en Marruecos destaca uno, el 24 de noviembre. Titula ese día Un día triste, pues es el que su padre
le comunica que en una semana volverán a España.
Ese mismo día yo le había sugerido que se conectara a internet para hacer un
examen on line sobre una lectura que
habíamos hecho. Durante la clase estuvimos atentos a ver si Fátima se conectaba, pero no sabíamos
que estaba en otras circunstancias muy distintas y que le llevaron a calificar
ese día de triste.
Acaba su relato el 29 de noviembre diciendo: Hoy ya llega casi el día que tenemos que
volver a España. ¡Qué mala suerte volver otra vez a estudiar y todo!
Subrayo ese "y todo", que queda vibrando.
Hay que decir que Fátima
es una alumna extraordinariamente positiva, trabajadora, optimista y sumamente
respetuosa con los profesores. En esta crónica de un mes se revelan muchas
cosas, ninguna trascendental se me podrá decir. Fátima es una adolescente normal que prefiere otras cosas a
estudiar, que sufre el desgarro de haber abandonado su tierra y su cultura, a su
familia extensa... pero que sigue profundamente ligada a otra forma de ver el
mundo difícilmente asimilable a la que le ofrecemos aquí donde, por
contrapartida, tiene el acceso a una
educación a la que no tendría probablemente en su país, y otras oportunidades
que le ayudan a abrir la mente a realidades más amplias y complejas. Quizás
mitifica su país y su región de Rachidía
en que todavía las cosas saben a pan recién hecho y se ordeña a las vacas y a
las cabras o se hacen tatuajes con henna,
y tal vez, como decíamos en un post reciente,
se intuye todavía la magia en un modo de vida más humano.
Su relato es objetivista. Se limita a describir día por día
lo que ha sucedido en ese mes de estancia en Marruecos. No detalla sentimientos salvo uno, el de la profunda tristeza
ante la vuelta. Los demás están en el subtexto que he rastreado para hacer este
apunte aquí. Me pregunto por qué Fátima
no ha dejado traslucir ningún sentimiento expresamente en su texto excepto ese
que ya he citado. Quizás era el mensaje lleno de hondura y delicadeza que me
quería hacer llegar.
Aquí os lo dejo.