En esta recta final del curso no sé muy bien qué comentar. Había pensado glosar las opiniones sobre educación del conseller de Cataluña del ramo Ernest Maragall. El máximo responsable de educación de la Generalitat declaraba recientemente que no es bueno ni deseable que treinta alumnos adolescentes mantengan la compostura en clase durante toda una hora escuchando a un profesor sabelotodo. Son cosas de otros tiempos, según él. También declaraba que muchos alumnos menosprecian a sus profesores porque saben menos de informática que ellos. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos, compañeros, y aceptar como “normal” que los chavales charlen entre ellos o se tiren cosas o hagan comentarios que no vienen al caso durante el desarrollo de la clase. El silencio es algo periclitado, impropio de estas vivaces y activas generaciones que estamos educando.
Quería comentar estas declaraciones pero antes de hacerlo me he cansado. No tengo ganas de perder el tiempo. Sólo sé que en los colegios de élite donde llevan sus hijos las clases acomodadas y poderosas, este silencio de los alumnos es una condición sine qua non para la transmisión del conocimiento. ¿Será que el conseller de Educación apuesta por una doble vía: la del pueblo, al que hay que tener entretenido y contenido con programas y actividades lúdicas, y una vía cualitativa, de donde surgirán las clases dominantes, para el que se la pueda pagar?
Quería comentar estas declaraciones pero antes de hacerlo me he cansado. No tengo ganas de perder el tiempo. Sólo sé que en los colegios de élite donde llevan sus hijos las clases acomodadas y poderosas, este silencio de los alumnos es una condición sine qua non para la transmisión del conocimiento. ¿Será que el conseller de Educación apuesta por una doble vía: la del pueblo, al que hay que tener entretenido y contenido con programas y actividades lúdicas, y una vía cualitativa, de donde surgirán las clases dominantes, para el que se la pueda pagar?