Hoy ha sido un día muy especial. Viernes,
último día de la semana. ¿Qué se puede hacer en viernes? Una mañana intensa
desde las ocho de la mañana hasta las dos y media. Detallo el día para que
alguien intuya qué es lo que he vivido hoy en esas seis horas. Tras una guardia
a primera hora, ha venido una amiga bloguera, Paz Montserrat, a ver una clase en directo planteada con la
estrategia de Flipped Classroom. Para
mí ha sido emocionante hacer una clase acompañado. Paz ha podido contemplar el desarrollo de una sesión. No sé qué
impresión ha podido sacar. Antes le había mostrado el control que tengo sobre
la realización de tareas, el visionado de los vídeos, las herramientas
digitales que utilizo, el iPad con las numerosísimas notas que tengo recogidas
de cada alumno. Los chavales se han portado muy bien, aunque ha habido un
conato de pelea a la que no he querido darle más importancia. Ambos tenían
responsabilidad. Supongo que otro profesor hubiera estimado mandarles a casa a
los dos durante unos días. Soy lento reaccionando porque normalmente estoy muy
abstraído en lo que estoy haciendo. En todo caso, la clase ha sido productiva e
interesante y un observador externo ha podido aquilatar lo que hacemos en el
aula. Gracias, Paz.
A la hora del patio tenía guardia. Un
muchacho de origen bereber ha venido a hablar conmigo y hemos estado charlando
animadamente todo el patio. Di clase a su hermana. Era muy inteligente y
trabajadora. Le di clase tres años hasta cuarto de ESO. Guardo muy buen
recuerdo de ella. Tenía unas posibilidades muy buenas para seguir estudiando,
pero no lo ha hecho. Me ha dolido. Son ocho hermanos y parecen estudiar solo
los varones. No sé qué será de su vida, si se habrá casado. Debe tener 18 o 19
años.
A la siguiente hora he tenido otra clase invertida con el mismo desarrollo
que ha visto Paz. Todos han
trabajado intensamente menos un grupo de niñas latinas que parecen estar más
por la diversión que por el estudio. Se lo he hecho saber. Forman un grupo de
cuatro. No me gusta presionar más que mediante las palabras suaves de un
profesor que les da algún consejo, pero sé que es inútil. Están pasando ese
sarampión que es la adolescencia. Y les va hacer el tonto. Creo que puede
peligrar el curso. Se pintan los labios de rojo y llevan ropas ajustadas. Hay
una que actúa como líder negativo. El resto se unen a su área de influencia. Me
he ocupado de ellas animándolas a trabajar. Sin embargo, tenía que ir revisando
los mapas conceptuales que hacían los chicos para corregírselos y darles el
visto bueno. Realmente hay algunos excelentes. Han captado en esencia qué es un
mapa mental. Creo que es muy
positivo, pero no sé qué posterior desarrollo puede tener esto. Es una
herramienta cognitiva muy interesante. Salgo del aula, recojo el ordenador tras
desconectarlo y los trabajos que me han entregado hoy.
Voy a continuación a bachillerato.
Estamos estudiando El Quijote. No
había preparado la clase. Pero una alumna estaba comentando el capítulo XXV de
la primera parte. He creído que merecía la pena detenernos durante toda la hora
en él. Dudo que lean los capítulos que tocan diariamente. El Quijote no les atrae. No captan el humor y la ironía de Cervantes. Y el lenguaje les resulta
muy difícil. Pero hoy hemos diseccionado frase a frase la parte final del
capítulo mencionado. Es cuando Don
Quijote está en Sierra Morena,
tras liberar a los galeotes. Ha decidido hacer penitencia al modo de Amadís de Gaula en la Peña Pobre. Quiere enviar un mensaje a Dulcinea y es Sancho quien tiene que llevarlo. Y aquí surge un momento
apasionante porque ha de revelarle quién es en realidad Dulcinea que no es otra que la labradora Aldonza Lorenzo. Sancho
se carcajea porque sabe que Aldonza
es machuna, robusta y muy cortesana con todos los hombres. ¿Esa es Dulcinea del Toboso? –dice Sancho-. La respuesta de don Quijote es genial. Le dice que se
la pinta en su imaginación como le da la
gana. Y que él decide y elige que Dulcinea
sea la más bella dama de la tierra. Como hacen todos los poetas que se inventan
a sus damas. Este momento de El Quijote
es bellísimo. ¿Acaso don Quijote está loco? Es capaz de distinguir fantasía de
realidad. Y sabe que él se inventa a Dulcinea,
imprescindible para ser caballero. Sonia
ha leído el capítulo y yo iba desmontado cada frase que van revelando el juego
cervantino. Me he levantado, he llenado la pizarra de frases, de firmas, de
gráficos, y me he sentido trasportado al mundo de don Quijote. Y ellos también. Creo que por primera vez han entrado
en la obra. No ha sido una clase preparada. Pero me sé el capítulo casi de
memoria. Y he hecho lo único que se puede hacer con El Quijote: leerlo. Y comprenderlo. No es fácil. Hace falta un
maestro de ceremonias como he sido yo hoy. Han quedado fascinados por el juego
de El Quijote. Como cualquiera que
entre en él. Sabiendo las claves, claro.
Última hora. Un curso de tercero de ESO
de adaptación curricular. Buenos chavales. Ninguno con mala intención. Para mi
sorpresa me propusieron ayer que les pasara alguna película. Recordaban que
hace dos años les había pasado dos películas. Y recordaban clarísimamente
cuáles eran. Me he dicho: tal vez estos chavales de ritmo lento lo único que
recuerdan de hace dos años en que fui su profesor son las películas que les
pasé (Cometas en el cielo, Sang Woo y su abuela). ¿Por qué no pasarles
otra que les sea inolvidable? Al fin y al cabo, ver cine es un extraordinario
ejercicio lingüístico y literario. La mayoría son de origen inmigrante y
algunos con importantes problemas con la lengua. ¿Quieren ver cine? Tienen que
reconstruir una trama, entender los diálogos, seguir los personajes que se van
haciendo poco a poco. ¿Qué película les puedo pasar? He pensado en una peli muy
lenta que han de ir reconstruyendo escena a escena, oscura, romántica, con
protagonistas de su edad, vampírica, de horror, de amistad, de acoso en la
escuela, literaria, difícil pero magnética... Y he llegado a la conclusión de
que Déjame entrar (Let me in) era una propuesta formidable.
Cuando han visto que les iba a poner una película han lanzado un rugido de
alegría y emoción. Tal vez lo único que recuerden de este curso sea esta
película, lo único que se salve al cabo del tiempo.
Cuando ha sonado el timbre estaban
absorbidos totalmente por la película, pero han reaccionado como si hubiera
explotado una bomba. Han salido corriendo. Tras colocar las sillas, claro.
Alguno me ha dicho que guarde el minuto en que está la película. Estaban
fascinados por ella.
Ser profesor es algo de esto.