
La Carta al padre de Kafka es un poderoso alegato, salvado del fuego por Max Brod y que se publicó póstumamente. Un alegato contra la educación que había recibido Kafka de su padre. Los críticos han encontrado en esa tremenda carta: el miedo que le causaba su padre que le hacía sentirse inferior continuamente, que le hacía despreciarse a sí mismo, que le hacía sentir una profunda sensación de fracaso íntimo en todo lo que emprendía, sentimiento de esclavitud respecto a su padre y ante sus castigos, no físicos pero sí psicológicos. El hijo, Franz, no entendía esos terribles enfados en que su padre, rojo de ira, le recriminaba cualquier nimiedad. No entendía que pudiera enfadarse así. Además el niño se insensibilizó ante cualquier amenaza porque el padre nunca le golpeaba. Se acostumbró a la constante amenaza y terminó por no respetar a su padre. El resultado es esta carta edípica que le dirige.
Es curioso porque hubo un tiempo que recomendé mucho este libro en el antiguo BUP. Y solía gustar. Recuerdo el comentario que me hizo una muchacha de dieciséis años sobre él como si lo estuviera leyendo ahora mismo: Me habían dicho que este libro era muy impresionante, pero después de leerlo, tengo la impresión de que padres como éste hay la tira.
Años después -en plena era Logse- he vuelto a recomendar este libro casi olvidado por las jóvenes generaciones. Mi primera sorpresa ha sido encontrarme este comentario por parte de un alumno. Dicho alumno -latinoamericano- ayer me confesaba que no podía comprarse un diccionario porque en su casa no había dinero para comer y que pasaba hambre. Hoy le he visto en conserjería con un descenso térmico tiritando de frío y esperando a la ambulancia a la que hemos llamado ante su estado de hipotermia.
Su opinión sobre el libro no puede ser más contraria a la posición de Kafka. Este muchacho no tiene padre y no entiende que un hijo pueda dedicarle semejantes reproches a la figura que él no ha tenido. Dice así su crítica que pueden leer en Lengua en movimiento en la sección de comentarios:
“La verdad es que me habría gustado leer Crónica de una muerte anunciada de García Márquez. De todos modos el libro que estoy leyendo, Carta al padre, no me ha inspirado mucho, ya que es un texto totalmente opuesto a mí y a mi forma de pensar respecto a las cosas. En Carta al padre he podido apreciar a un chico mimado que no sabe valorar el trabajo y el esfuerzo de la persona que más le quiere, que ha dado mucho por él y que le dio todo lo que podía. En Carta al padre sólo se ve un pequeño rencor pero que poco a poco se va convirtiendo en desprecio. Tal vez sea lo que no me gusta. Yo he vivido una vida totalmente opuesta a la del narrador y aún así, vivo dando gracias a la gente por darme lo poco que tengo. Puede que no haya comprendido bien el libro y su contenido pero definitivamente es un polo opuesto a mí y ni logro entrar en él”.
Me fascinan las opiniones sobre este libro. La del muchacho de la crítica es bien explícita. Hay otra muchacha que también lo está leyendo y de la que estoy esperando su juicio crítico. Cada lector es un mundo y tiene todas las razones para extraer unas conclusiones u otras. Es el lector quien cierra el círculo de la literatura. La literatura contemporánea es ambigua, evasiva. Quizás un lector más avisado y habitual aprendería a distanciarse más de los textos y ser capaz de entender por qué el escritor escribió lo que escribió, pero a esta edad y con esta generación, esto no funciona así. Las cosas son como son. No hay matices. La crítica de este muchacho es demoledora y llena de verdad. No puedo ponerle mala nota. Al contrario, creo que ha hecho un excelente juicio crítico desde su punto de vista.
Lamento no disponer de más opiniones sobre Carta al padre. La literatura de Kafka no nos deja indiferentes. Nos fascina y nos atrae, o abiertamente nos repugna. El mundo de Kafka es magnético. No en vano, ha sido considerado como una de las figuras más señeras en la literatura del siglo XX, que ha abierto caminos no explorados. Hoy ha llegado su literatura hasta la España de 2007 y alguien ha sentido verdadera rechazo ante lo que él escribió. Sus razones expuestas quedan, sus circunstancias a grandes rasgos también. Espero impaciente nuevas críticas de este libro y nuevamente me felicito por dar a estos adolescentes inquietos literatura con mayúscula, aunque les desagrade.
Es curioso porque hubo un tiempo que recomendé mucho este libro en el antiguo BUP. Y solía gustar. Recuerdo el comentario que me hizo una muchacha de dieciséis años sobre él como si lo estuviera leyendo ahora mismo: Me habían dicho que este libro era muy impresionante, pero después de leerlo, tengo la impresión de que padres como éste hay la tira.
Años después -en plena era Logse- he vuelto a recomendar este libro casi olvidado por las jóvenes generaciones. Mi primera sorpresa ha sido encontrarme este comentario por parte de un alumno. Dicho alumno -latinoamericano- ayer me confesaba que no podía comprarse un diccionario porque en su casa no había dinero para comer y que pasaba hambre. Hoy le he visto en conserjería con un descenso térmico tiritando de frío y esperando a la ambulancia a la que hemos llamado ante su estado de hipotermia.
Su opinión sobre el libro no puede ser más contraria a la posición de Kafka. Este muchacho no tiene padre y no entiende que un hijo pueda dedicarle semejantes reproches a la figura que él no ha tenido. Dice así su crítica que pueden leer en Lengua en movimiento en la sección de comentarios:
“La verdad es que me habría gustado leer Crónica de una muerte anunciada de García Márquez. De todos modos el libro que estoy leyendo, Carta al padre, no me ha inspirado mucho, ya que es un texto totalmente opuesto a mí y a mi forma de pensar respecto a las cosas. En Carta al padre he podido apreciar a un chico mimado que no sabe valorar el trabajo y el esfuerzo de la persona que más le quiere, que ha dado mucho por él y que le dio todo lo que podía. En Carta al padre sólo se ve un pequeño rencor pero que poco a poco se va convirtiendo en desprecio. Tal vez sea lo que no me gusta. Yo he vivido una vida totalmente opuesta a la del narrador y aún así, vivo dando gracias a la gente por darme lo poco que tengo. Puede que no haya comprendido bien el libro y su contenido pero definitivamente es un polo opuesto a mí y ni logro entrar en él”.
Me fascinan las opiniones sobre este libro. La del muchacho de la crítica es bien explícita. Hay otra muchacha que también lo está leyendo y de la que estoy esperando su juicio crítico. Cada lector es un mundo y tiene todas las razones para extraer unas conclusiones u otras. Es el lector quien cierra el círculo de la literatura. La literatura contemporánea es ambigua, evasiva. Quizás un lector más avisado y habitual aprendería a distanciarse más de los textos y ser capaz de entender por qué el escritor escribió lo que escribió, pero a esta edad y con esta generación, esto no funciona así. Las cosas son como son. No hay matices. La crítica de este muchacho es demoledora y llena de verdad. No puedo ponerle mala nota. Al contrario, creo que ha hecho un excelente juicio crítico desde su punto de vista.
Lamento no disponer de más opiniones sobre Carta al padre. La literatura de Kafka no nos deja indiferentes. Nos fascina y nos atrae, o abiertamente nos repugna. El mundo de Kafka es magnético. No en vano, ha sido considerado como una de las figuras más señeras en la literatura del siglo XX, que ha abierto caminos no explorados. Hoy ha llegado su literatura hasta la España de 2007 y alguien ha sentido verdadera rechazo ante lo que él escribió. Sus razones expuestas quedan, sus circunstancias a grandes rasgos también. Espero impaciente nuevas críticas de este libro y nuevamente me felicito por dar a estos adolescentes inquietos literatura con mayúscula, aunque les desagrade.