Educar/enseñar es enfrentarse a una de las tareas más hermosas y difíciles con que puede encontrarse el ser humano. Partimos de unos conocimientos previos que hemos adquirido en la universidad o a través de la experiencia de la vida, y hemos de transmitirlos a seres en estado de fosforescencia, de latidos inquietos, de miradas a veces reconfortantes o a veces esquivas. Entramos en el aula, llenos de ilusión y de inquietud. Nadie sabe cómo va a desenvolverse ese espacio de cincuenta y cinco minutos aproximadamente que constituye una clase. El primer acto es pasar lista y conseguir que los alumnos mantengan una cierta compostura. La tendencia al desorden es innata. El profesor es el principo ordenador y clarificador del proceso de aprendizaje. Ha de poner jerarquía donde todo se diluye en un caos primordial. Mira a los ojos de los alumnos. Algunos brillan y esperan crecer con lo que les aporte el aula; otros están demasiado alejados de lo académico y aguantan como pueden el embate de un montón diario de horas de enclaustramiento. Desearían volar, estar en la calle, desvanecerse del recinto cerrado, a modo de prisión, en que están recluidos. Esperan también ocasiones en que puedan desafiar la autoridad –ese principio tan frágil en que se funda la figura del profesor-. Éste tiene, para controlar la situación, su presencia, su asentamiento en la vida, sus manos, su voz, y sus palabras, ese reinado de lo efímero, que retumban como pájaros llenos de energía o como aves muertas. El profesor siente angustia aunque la disimule. Su poder es cristalino, se parece al poder del viento, del humo, del agua cuando crea formas evanescentes. El aula es un territorio sagrado y él es la figura taumatúrgica que es capaz de evocar el conocimiento si consigue que los jóvenes distraídos que tiene en frente de él, logren concentrarse. Un pase de manos, un truco de magia, y los tiene en el bolsillo. La función es un misterio. Otras veces es devorado por el azar, el horario, el cansancio, el calor, el ruido de la calle, la inquietud de esos muchachos que deberían estar abiertos a la sorpresa, pero están más a la velocidad y el tráfago del mundo contemporáneo. La figura del profesor es señera y melancólica a la vez. Aspira a mucho y a veces consigue bien poco. La entropía se adueña del aula y no logra centralizar los esfuerzos. Respira profundamente y mira el reloj. Minutos largos, eternos, cansinos. La magia no se ha producido. Sólo queda el reglamento y que pase el tiempo. El timbre llega, a modo de campana en el ring, para un boxeador noqueado que no ha sabido o no ha podido crear figuras en el aire. La función ha fracasado. Otras veces alguna fórmula funciona y el aula se convierte en dinámica, fresca, radiante, creativa, llena de tensión y de luz. El profesor es capaz de comunicar la fuerza y la energía del saber. Les hacemos falta, pero si pueden, prescinden de nosotros. Hemos de lograr, a ser posible con una sonrisa, alentarles e ir depositando piedrecitas de colores que construirán una figura armónica que formará parte de su ser. Quizás es ser demasiado ambicioso pensar que tendremos parte en alguna manera en su futuro, quizás nuestra función sea más burocrática… pero en alguna manera necesitamos creer que lo que hacemos tiene raíces y que dará frutos, aunque no sea exactamente así. Nuestro reinado es el reinado de lo leve, de la fragilidad, del tiempo en estado de ebullición y que no cesa. Entro en clase con paso todo lo firme que puedo y miro sus ojos. Pasar lista es saludarles uno a uno, hacerles partícipes de que has llegado allí y que estás dispuesto a quedarte, a intentarlo al menos.
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Comunión y desdén, complicidad y animadversión se reparten a medias en la atmósfera del aula. Como los adultos olvidan que un día fueron niños, algunos profesores no recuerdan cómo eran cuando fueron alumnos y ya no se imaginan al otro lado de la clase.
ResponderEliminarQuizás no se trate de tener la magia o no para ‘enganchar’ al alumno –de tener más o menos un día rutinario y desganado como en cualquier otro oficio que te hunde–, la cuestión es saber que habrá quien sea receptivo a esa función que ejecuta el profesor y habrá quien no se motivará ni le interesará entrar en el juego.
Es la gravedad del tiempo quien lo dirá.
Y al acabar, los ves ansiosos en sus marcas de salida y murmuras: 'Ite, missa est...'
ResponderEliminarMagnífica descripción de la liturgia docente.
Qué visión tan sincera y cierta...tan cierta...
ResponderEliminarSaludos desde Mérida,México.
gracias Joselu por tu descripción emotiva, cálida, sencilla y sincera. has descrito la hora clave por la que pasamos todos los profesores pero con una emoción contenida que no todos logramos hallar.
ResponderEliminaryo me preocupo mucho por el orden, por evitar la indisciplina pero también intento "atender" a todos y no dejar al buen alumno por el mal alumno. no abandonar a los 99 por ir a por 1. sino coger a los 100 y procurar indiviludalizar las atenciones.
te dejo una frase que no es mía, sino de un educador excelente, Don Bosco: "me basta ques eáis jóvnes, para amaros". yo me la repito invocando su ayuda porque fui adolescente y estudiante y porque tuve profesores estupendos que sí me han educado, formado y ayudado junto a mis padres.
He leído tus dos últimas entradas de un tirón. Esta última me ha emocionado. Has captado toda la magia, el miedo y la tensión de una hora de clase con palabras de gran belleza. Me he sentido identificada en todo, Joselu. Gracias por esa descripción llena de poesía. Y de veracidad.
ResponderEliminarVeo que tu iniciativa de los libros ha despertado interés. Ya nos irás contanto cómo marcha más adelante. Por ahora es un buen comienzo ¿no?
Un abrazo y ánimo con las primeras clases, que siempre cuestan tanto.
Has sabido captar el pulso a ese momento mágico que revivimos cada vez que entramos en clase.
ResponderEliminarTu descripción -poética, como ya se ha dicho- revela una sensibilidad especial para captar los detalles del entorno ¿Qué profesor se detiene a observar y a poner palabras a esos sentimientos?
Si lo haces tú es porque vives la docencia con una predisposición a flor de piel.
Recomendaré esta entrada a mis compañeros.
ResponderEliminarSaludos.
(siento las faltas en accentos y enye, pero el teclado frances no tiene ni lo uno ni lo otro)
ResponderEliminarCreo que al entrar en clase, lo bonito seria que el profesor preguntara a los alumnos que pueden ensenyarle hoy, asi les mostraria que esta al mismo nivel, que no es mejor que ellos y les muestra respeto. Despues, segun digan los alumnos, que el profesor los conduzca, porque no hay que negar que devido a la experiencia de los anyos el profesor sabe mas.
El problema es que no hay tiempo para hablar con los alumnos y ayudarles a desenvolverse en la vida, no hay tiempo para hacerles leer y saber que la cultura es lo mas importante. Sin embargo, si hay tiempo para ver durante anyos que la suma es algo + algo, lo otro, cuando nos lo podrian ensenyar con 12 anyos y esta demostrado que un ninyo a esa edad es capaz de aprender todas las matematicas que le han ensenyado hasta entonces en 3 meses. Sin embargo, se les hace perder el tiempo y no se les ensenya lenguas, cuando de pequenyo es como mejor se aprender... no sé, me hubiera gustado que algun dia un profesor me hubiera preguntado, que puedesensenyarme Eloi... yo le hubiera dicho que aprendi a decir te quiero en aleman y entonces le hubiera pedido que me ensenyara aleman, que las matematicas las dejaba de un lado por ahora, porque lo que me apetecia era aprender aleman.
Ah si, mis padres se podrian gastar, en el momento, un dineral en cursos de aleman y yo poner mas horas mas en los estudios y quitarlos de los juegos de ninyos, o ir a una escuela de idiomas que funcionaba (y funciona) muy mal.
Sinceramente, profesores como tu hacen falta y mucho, porque intentas cosas diferentes y se nota que respetas a todos tus alumnos... pero tambien debo decir que hay que cambiar la educacion de arriba a abajo y todo.
Mi profe de caste es mi modelo a seguir, me gustaría poder ser como ella ¡en todo!
ResponderEliminarEstos dia me decia una amiga, diso, valla lata xa ellos (los profes) y xa nosotros q tengan q pasarnos lista todos los dias a todas las horas... (empezamos un ciclo de diseño grafico en un instituto la semana pasada)
ResponderEliminarAunq ami me parecía normal, tp le expliqué nada mas lejos de q tenian q controlar la asistencia, y ahora lo veo de otra forma, mñn le enseñare tu perspectiva de lso hechos, q me ha sorprendido y me ha hecho "ver la luz", comprender algo q ya sabia, xo no me habia dado cuenta... y q va muxo mas alla de un deber y q se trata de algo q te hace sentir muy bien.
Me alegro de que la propuesta de la lectura haya tenido buena acogida, espero que vaya bien.
ResponderEliminarY sobre todo, espero que te vaya igual con ese grupo "especial" que te ha tocado, que consigas hacer unión en el grupo y que no tengas muchos problemas, pues supongo que tiene que ser difícil.
Suerte en tu nuevo curso, a mí aún me quedan 15 días, aunque estaré al otro lado de la barra ;)
Se abre el telón...y somos unos grandes actores, dominando la escena, viviendo la excitación de la trama,observando la platea, moviéndonos y captando la atención, el telón se levanta y se cierra.Disfruto, trasmito. Difrutan, aprenden. Me gusta. Me encanta.
ResponderEliminarqué maravilla leerte :-)
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