No me gusta que el velatorio de Mario Benedetti haya sido en el lujoso y marmóreo salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los diputados uruguayo, ni me resulta estimulante que su tumba vaya a estar en el Panteón Nacional de uruguayos ilustres. Benedetti era un escritor del pueblo, sus palabras estaban escritas y pensadas en la cercanía al lector de la calle. No pensaba que la poesía hubiera de estar escrita con un lenguaje alejado de la cotidianidad. Benedetti era el hombre con el que me hubiera gustado estar departiendo toda la noche sobre poesía, política y literatura con unos vasos palmeros de whisky y un paquete de cigarros sobre la mesa.
Tuve una experiencia intensa con Benedetti. En los años 1986-87-88 disfruté de la magnífica ocasión de interpretar a uno de sus personajes dramáticos más populares. La obra era Pedro y el capitán y yo interpretaba la figura del torturador que interrogaba al preso político Pedro en una de tantas dictaduras latinoamericanas que hubo en el cono sur. La obra constaba de cuatro densos actos en que los dos personajes se enfrentaban en circunstancias dramáticas. Pedro era un detenido político al que era esencial extraer información sobre sus compañeros de partido. El capitán era un coronel del ejército, culto y refinado, que recibía al preso tras el paso por otros interrogadores menos dialogantes. Porque el capitán era el “bueno” en ese juego infernal de la tortura. El capitán le advertía de lo brutos y bestiales que eran los otros, que lamentaría mucho que le hicieran daño, que él era diferente y que le convenía hablar. Pero Pedro no hablaba sobre lo que le interesaba al capitán y el enfrentamiento entre ellos era cada vez más tenso tanto que el militar termina desmoronándose ante las respuestas dialécticas del prisionero. La obra marca una relación cambiante entre los dos personajes. Primero el capitán está arriba ante un prisionero indefenso que lleva una capucha negra que le impide ver. Cuando le quita la capucha, sintiéndose seguro, es el mismo capitán el que se expone a la mirada y las palabras de Pedro. De nada valen sus amenazas de que van a violar a su mujer y van a golpear y matar a su hijo. Pedro resiste todo y sabiéndose ya al final de la obra, roto físicamente, que va a morir, manda a su hijo un último mensaje de que no traicione, de que sea fiel a sus ideas. El capitán está destruido moralmente. Su personaje presenta un declive y es él quien suplica a Pedro que diga algo para justificar tanta violencia, tanto dolor.
Representamos esta obra frente al público en el pequeño teatro de la Riereta en el Raval barcelonés durante dos meses, la llevamos por institutos de bachillerato y formación profesional donde tuvo una aceptación magnífica, y también la representamos en la prisión Modelo de Barcelona ante los presos de la sexta galería. La obra no hacía concesiones al espectáculo. Solamente era diálogo entre dos personajes, sin efectos especiales. Duraba una hora y cincuenta minutos de toma y daca dialéctico marcado por la iluminación plana y cenital de los focos. Los alumnos de dieciséis años se sentían cautivados por ella y el aplauso que recibía la obra era de lo más gratificante y emocionante. Recuerdo en Sant Boi en un centro de Formación Profesional donde la representamos ante cuatrocientos alumnos dispuestos a cargársela. Todo eran gritos y risas cuando salimos a escena. Cinco minutos después el silencio era absoluto y se podía cortar con una hoja de afeitar. La tensión subía cuando el capitán le daba una fuerte bofetada y lo tiraba al suelo. Ciento diez minutos ininterrumpidos de bla-bla que tenían a aquellos adolescentes terribles prendidos de la obra, del debate que suscitaba: fidelidad a unos ideales, sentimiento moral, abyección del torturador frente a la dignidad del Pedro, la victoria final del prisionero antes de morir sin haber dicho nada de sus camaradas. El aplauso final era rotundo y sentido. La obra les había entusiasmado.
Y es que Benedetti conectaba con el público por su sentido del dramatismo y de lo poético. Tenía esa cualidad de hablar de cosas importantes con el lenguaje de las personas sencillas, igual que su poesía densa y humana, comprometida con la vida, con los hombres, con la sociedad, con su tiempo. El poeta Antonio Gamoneda ayer, tras su muerte, lo vino a calificar de poeta menor y facilón por su lenguaje coloquial y carente de artificiosidad; lo puso al mismo nivel que el habla de los periódicos y la publicidad. Sin embargo, sin entrar en la polémica, no me cabe duda de que Mario Benedetti llenaba teatros para escucharle y sus versos caminan llenos de luz por la calle entre los transeúntes y los viajeros del metro o el autobús. Es de los pocos poetas que ha logrado romper el aislamiento de la poesía encerrada en una torre de marfil. Pienso que hay lugar para ambas tendencias de la poesía y que necesitamos, sin embargo, más que nunca, a poetas que lleguen a las calles, a los institutos, al metro, a las cárceles, a los auditorios, a los blogs… ¿Podemos, Antonio Solano, hacerle un pequeño homenaje como el que hicimos a Ángel González? ¿Se apuntaría alguien más a la idea?
No me interesa el Benedetti de los panteones sino el poeta de la calle, de los blogs, de las prisiones, allá donde haya hombres y mujeres hambrientos de poesía.
Petición y súplica formal...( Si hace falta recogemos firmas o nos arrodillamos ante quien haga falta)...
ResponderEliminar¿ Por qué no se incluye desde ya, a Benedetti,
como autor de lectura obligatoria para TODO el alumnado de secundaria de este país?
Un abrazo.
Me compré Pedro y el capitán a raíz de una entrada tuya.
ResponderEliminarNo doy crédito a Gamoneda ni a los artistas para sí mismos.
Yo ya le he dado mi ridículo homenajito en mi blog, ¿de qué se trata tu petición?
el lanzador de botellas, a Ángel González le hicimos un homenaje poniendo nuestra voz a sus poemas partiendo de un wiki que creó Antonio Solano. Yo no sé si sabría hacerlo. Lo tienes en HOMENAJE A ÁNGEL GONZÁLEZ. Algo así propongo. Falta por ver si hay bastante gente que se apunta para poner su voz. Un cordial saludo.
ResponderEliminarMario Benedetti es el primer poeta, el que lees con 15 años y empiezas a amar la poesía; el que relees de adulto y te sigue tocando la fibra. Quizás no sea el mejor de los poetas, pero si no hubiera leído sus versos, no habría leído ningún otro después.
ResponderEliminarMe apunto a ese homenaje.
El comentario anterior es mío (caperucitazul), me confundí con el disfraz ;)
ResponderEliminarYo vi al obra el año pasado aquí en Lloret. La obra tenía escenas realmente intensas y logró cautivarnos a todos.
ResponderEliminarA Mario lo conocí por casualidad como a muchos otros poetas. En él descubrí una poesía sencilla pero cargada de sentimientos y de verdades. Me conquistó para siempre.
Por cierto Joselu, yo me apunto a poner mi voz.
Hasta pronto
No conocía esa obra de Benedetti. Interesante también tu experiencia con ella. No comparto la opinión de Gamoneda. La poesía de Bendetti estremece precisamente por su sencillez: conmueve desde lo anodino y lo cotidiano. ¡Ah!¡Me apunto al homenaje!
ResponderEliminarNo tengo nada que decir. No he tenido ocasión de cruzarme con este hombre; ni para bien ni para mal. Quizás me he perdido algo.
ResponderEliminarLos pocos poemas de Benedetti que he leído me encantaron. No se trataba de que imprimiera en ellos su ideología política. Nada de "patriotismo", nada de "comunismo" o pretensiones anti-yankees. Simplemente las cosas como son.
ResponderEliminarSi Antonio coordina el homenaje y éste se hace realidad, contad conmigo.
ResponderEliminarSi hay un poeta que no falta en nuestras antologías, éste es Benedetti. Sentimos verdadera admiración por su obra.
Joselu, dirigid la orquesta Toni y tú. Yo interpretaré -encantado- con mi instrumento una pieza del maestro Benedetti. ¡Que suene la música y la palabra!
ResponderEliminarPor cierto, ¿tenemos que esperar a que nuestros poetas, nuestros autores desaparezcan para hacer estos homenajes? Hummmm...
La grandeza de la sencillez, la humildad hecha poesía. todos sus versos parecen algo sencillo, después de haberlos escrito el gran poeta, cuando ya forman parte del recuerdo popular. La magia hecha poesía: su aparente sencillez.
ResponderEliminarAporto toda mi veneración a Benedetti, agradezco profundamente la exposición sobre esta puesta en escena de "Pedro y el capitán" y recuerdo también "La tregua" , una maravilla narrativa, creo yo.
Un saludo.
Contad también conmigo para cualquier cosa. Ayer, al escuchar la noticia, me di cuenta de que Benedetti me ha acompañado casi desde siempre. Y en ese momento sentí un vacío incómodo en mi interior.
ResponderEliminarYo vi esa obra y se me olvidó comentarla en el post de homenaje de Benedetti. Fue el descubrimiento que hice de él en el teatro.
ResponderEliminarA mí siempre me ha gustado más escuchar a Benedetti que leerlo. Era tanto escritor como filósofo. Tal como has dicho, un poeta de la calle, de la gente que llenaba teatros donde florecían conversaciones de temas sencillos y cuotidianos.
No sabía que fuera a enterrarse en el lugar que dices ni nada de eso, pero no me importa, para mi Benedetti está en una cinta de casete vieja.
saludos
No pude participar en el homenaje a Ángel González pero ahora sí puedo hacerlo en el de Benedetti.
ResponderEliminarY además propongo que hagamos esto con cierta periodicidad, sin esperar a que se nos mueran los poetas.
Joselu: Acabo de ver tu ofrecimiento. Me gustaría ponerme a ello, pero ya sabes cómo son los finales de curso. Además, repetir la experiencia me da un poco de miedo; quizá habría que plantear un proyecto más ambicioso, una especie de "wiki de los poetas muertos" en el que ir haciendo periódicos homenajes (lo digo en serio). Por otro lado, creo que Benedetti se hubiese conformado con un alboroto menor. En estos días, sólo me viene a la cabeza su novela La tregua, y trato de entender el estupor ante la muerte esperada; o mejor aún, la conciencia de una muerte inesperada.
ResponderEliminarA ver si se anima alguien con la tarea, que los viejos blogueros estamos ya con las esquinas rotas.
Excelente, JL. Qué gusto leer de esta experiencia personal --en carne y hueso-- de la obra de Benedetti. Yo favorezco estos escritores de lenguaje sencillo, porque los siento cerca. El escrito con el que asocio a Benedetti no es la poesía ni el teatro, sino un cuento de lo más jovial y humano: La noche de los feos. Ejemplo de esa sencillez que se acerca tanto a la verdad de la belleza.
ResponderEliminarAmigo Joselu, hay que comprender que cuando un hombre es público, aunque é como ser humano siga siendo el mismo, ya no se pertenece, ni a sí ni a nadie en particular, ni a un grupo ni a una etnia, ni siquiera a una nación. Sobre su persona ha nacido un nuevo ser que es de todos y es de nadie. Sin embargo, una vez que se ha ido, los que lo vieron nacer se apropian de su universalidad con orgullo, y me parece legítimo, y le rinden los honoeres mejores que saben y tienen. A mí me escandalizaría que Uruguay no lo hubiera ensalzado con aquello que tiene: un gran salón, un gran funeral de estado, por ejemplo. No te preocupes por eso, sigue siendo del pueblo, porque todos esos honores se rinden a otro ser diferente que no es él mismo, sino su imagen. Que es poeta de la gente, lo puedes ver en todos los blogs del mundo hispano, pues su nombre no falta en ningún sitio.
ResponderEliminarLo que diga Gamoneda o quien sea a mi no me preocupa tampoco. Los poetas dicen muchas cosas transitorias y banales. Es el tiempo y las generaciones que no lo han vivido directamente quienes hablarán definitivamente, sobre Gamoneda y sobre Benedetti y sobre todos los que se agitan y se mueven en el mundo como seres pequeños y precarios.
Yo me uniría al homenaje con mucho gusto, pero como tú lo propones, tú dices lo que hay que hacer. Esperamos instrucciones. Un abrazo
Recien termino de enterarme que al maestro le gustaban y componía Aikus. Este lo he copiado de un blog boliviano amigo.
ResponderEliminar“Después de todo
la muerte es sólo un síntoma
de que hubo vida”
No he leído a Benedetti, así que no no me parece muy elegante sumarme a ese homenaje post mortem y a posteriori. Visitaría, sin embargo, con gusto -y muchísima curiosidad- ese wiki-cementerio para escuchar vuestras voces y vuestras elecciones.
ResponderEliminarSaludos.
Joselu, yo también tenía intención de escribir sobre Benedetti porque dio la casualidad de que el mismo día mi marido llevó a Serrat en el taxi y me dedicó un cariñoso autógrafo. Su disco con temas de Benedetti es muy bonito y les unió una gran amistad. Me gusta este poeta, y, como tú, creo que no serían de su agrado ciertos homenajes que le han dedicado ni su propia tumba, pero ya ves, la política lo contamina todo. De las palabras de G., mejor ni hablar. Benedetti se merece el recuerdo emocionado y sentido d elos que realmente le aprecian en lo que vale y lo que significa.
ResponderEliminarLlevo una semana sin parar porque están mis compañeros de viaje con los de 6º y me toca sustituir atodas horas, por eso no te he escrito nada antes. Ya te contaré más despacio.
Un abrazo, colega.
Creo que aquí está lo que andas buscando, Joselu.
ResponderEliminarComo ocurre asiduamente en Europa muchos latinoamericanos encunetran lo que les es esquivo en su tierra.
ResponderEliminarGran poeta y escritor, por su calidez y cercanía popular, si algo se le puede reprochar, es la radicalización ideológica que mantiene a nuestros países en un recordatorio permanente de angustías vividas,los gobernantes cabalgando sobre ese dolor y el pueblo siempre soportando los excesos de turno.
Un abrazo
Benedetti no estaba dentro de mis predilecciones literarias, pero sì dentro de mis admiraciones como persona, era una bellìsima persona. Su paìs, en mi opiniòn, quiso velarlo en salón de los Pasos Perdidos del Congreso como homenaje.
ResponderEliminarQueda su obra para jamàs olvidarlo.
Estoy completamente seguro de que Gamoneda, ese poeta insufrible,no será recordado por la gente de la calle por ningún verso.Cuando se muera, lo olvidará hasta su editor.
ResponderEliminarBenedetti escribió los poemas que la gente normal quería leer, atrajo a los jóvenes a la poesía porque no era aburrido como Gamoneda.
Con 88 años casi con la muerte escribió:
Quiero quedarme en medio de los libros/vibrar con Dalton con Vallejo y Quiroga/ser una de sus páginas/la más inolvidable/y desde allí juzgar al pobre mundo/no pretendo que nadie me encuaderne/quiero pensar en rústica/con las pupilas verdes de la memoria franca/en el breviario de la noche en vilo mi abecedario de los sentimientos/sabe posarse en mis queridos nombres/me siento cómodo entre tantas hojas/con adverbios que son revelaciones/
sílabas que me piden un socorro/
adjetivos que parecen juguetes/
quiero quedarme en medio de los libros/en ellos he aprendido a dar mis pasos/a convivir con mañas y soplidos vitales/a comprender lo que crearon otros/y a ser por fín/
este poco que soy.
Me parece perfecto que se le haga un homenaje a Benedetti, fue un poeta que supo contar las cosas poéticamente con una sencillez abrumadora, y por eso creo que merece todo nuestro respeto y consideración.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola soy una estudiante uruguaya de letras y teatro y estoy investigando le puesta en escena de la obra "Pedro y el Capitán", quisira poder contactar a este docente para saber alfo más respecto de su experiencia con la obra. Dejo mi correo electronico: analu2611@gmail.com. desde ya gracias. saludos cordiales
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