En estos días apasionantes, llenos de política activa en el sentido más gozoso, sigo casi minuto a minuto las noticias de la prensa digital, los diferentes hashtags que agrupan la participación en la campaña de #spanishrevolution, #nolesvotes, #acampadasol… Leo blogs para conocer la posición de mis compañeros de blogroll, leo sobre la participación de intelectuales en el debate de ideas, pasé incluso algunas horas en la concentración de Plaza Catalunya en Barcelona, converso con amigos a través de la red o en persona… Siento que hay una alta intensidad en el flujo de interpretaciones sobre lo que está pasando, mucho más alta que en una campaña habitual donde nadie debate acerca de nada y que se limita a una serie de mensajes estereotipados, de diseño, como esas fotos que sacan a los candidatos a la alcaldía de Barcelona desde el castillo de Montjuich, la Sagrada Familia… Me parece tan inane la campaña oficial que siento que no va conmigo. El verdadero debate, por fin, está en las plazas públicas, en esas Tharir situadas en el corazón de España, en ese hermoso Sol que parece alumbrar esa vida política anodina y mortecina que se ha instalado como paradigma.
Me ha entusiamado Agustín García Calvo en su intervención junto a los concentrados en Madrid en la que se adhiere al movimiento y formula sus conocidos argumentos libertarios. No coincido totalmente con él, pero agradezco que haya hecho lo que se supone que debe hacer un pensador: ir al meollo donde se está cociendo el pensamiento. Me ha defraudado profundamente Fernando Savater, que no ha ido a Sol, y ha reprochado a los manifestantes que pongan cara de enfadados cuando lo que tendrían que hacer ese fundar un partido político defendiendo sus ideas para transformar la sociedad y dejarse de monsergas indignadas. He admirado a Savater pero estimo que su pensamiento se ha esclerotizado, se ha hecho sistémico, definitivamente conservador y falto de audacia intelectual. Una pena para alguien que escribió libros tan hermosos como Nihilismo y acción, Ensayo sobre Cioran, La infancia recuperada… He advertido que Savater ha dejado de entender el mundo en que está viviendo, y que estos días ha estallado en las plazas promoviéndose la discusión compartida sobre la tasa Tobin, el sistema electoral español, el valor de las distintas modalidades de voto, el poder de los poderes financieros sobre la vida política que anula cualquier veleidad de primacía de la ciudadanía sobre su realidad… Estas elecciones municipales se han cargado de densidad narrativa y lo que dicen los candidatos parece ser de la menor relevancia. Me gusta este asalto del ciudadano común, esta emergencia de un sector de la juventud reivindicando su derecho a opinar sobre lo que está pasando en el mundo con una mirada abierta. Sé que es muy difícil articular propuestas muy definidas pero lo que se está debatiendo en las plazas es infinitamente más interesante que lo que se habla en los mitines electorales con eslóganes, banderitas y gestos impostados de victoria…
Lo formidable de esta experiencia pacífica y utópica es que no tiene líderes, no emite manifiestos, es una revuelta sin jerarquías al modo de las redes sociales que han servido para dinamizar extraordinariamente la organización y difusión de imágenes, de ideas, de sentimientos… Los que somos usuarios de Twitter hemos sabido de la potente arma de propagación ideológica que supone. Ayer conocí un vídeo que es el que inicia este post y con mi iPad lo reenvié a docenas de contactos en todo el mundo y algunos se hicieron eco y lo redistribuyeron. Me pregunto si tiene viabilidad una revuelta sin líderes, sin banderas –ha sido hermoso que no hubiera banderas de ningún tipo-, sin imposiciones de nadie, organizando esas plazas en las que se concentra una multitud de gentes de todas las edades, con suma coherencia y respeto hacia todos los asistentes. El otro día en plaza Catalunya pude ver admirado como varias personas pasaban la fregona por el suelo de la plaza que está estos días más limpia que cualquier otra jornada.
Sé que los hay escépticos, que hay quienes ven en esto un simulacro del mayo francés, que se ríen del pensamiento mágico de la izquierda (esto me interesó por lo que tiene de realidad de una forma de sentir el mundo desde la óptica transformadora), sé que hay quienes se burlan de la gente a la que no consideran con conocimientos válidos para debatir temas complejos, sé que hay quienes piensan que esto deriva en populismo antipolítico, sé que hay ácratas extraños que piensan que esto lo ha montado Rubalcaba, sé que hay multitud de cínicos en el PP que ven en esto algo que llevará al abismo al PSOE para propiciar por fin la victoria de la derecha que espera ansiosa para disfrutar de todo el poder…
Pero todo esto me resulta irrelevante cuando veo en El País a una antigua alumna en las fotos de los coordinadores del movimiento Democracia Real Ya en Barcelona. Sé que Klaudia Álvarez, profesora, es un miembro destacado de la revuelta, y sé que en mi último encuentro con ella hace casi un año, recordó las clases y los debates que se organizaban hace casi veinte años y me pidió –exigió- que no me rindiera a lo dado, que siguiera apostando por la utopía, que no me hiciera conformista, que no abrazara el pensamiento de Azorín y sí el de Valle Inclán, el que no me cabe duda de dónde estaría estos días con su larga barba y su poncho mejicano. En alguna medida me siento reconocido en estas revueltas pacíficas y cívicas, y admiro que haya alumnos míos que hayan llevado hasta las últimas consecuencias los debates que tenían lugar en las aulas y que propugnaban un pensamiento dinámico, crítico y utópico, como era el de Savater hacia los años setenta.
Pobres de los que miren con altanería o menosprecio lo que está pasando. Me temo que no entenderán nada del mundo que está naciendo. Y sé que Saramago, Benedetti, Sábato, José María Valverde, Joan Brossa… desde donde estén, mirarán con un gesto divertido lo que está estallando y se unirán a la concentración.
* Vídeo de Agustín García Calvo en la #acampadazamora
* Vídeo de Agustín García Calvo en la #acampadazamora