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domingo, 7 de febrero de 2016

El mito de don Juan en el siglo XXI


Entré en clase a las doce y media de la mañana. Era la mañana de Carnaval en el instituto. Los alumnos de bachillerato no habían celebrado esta fiesta dada su tradición de no participar en los disfraces, así que ellos tuvieron que estar en clase mientras el resto recorría con charangas y musicas diversas los pasillos con disfraces varios. La mañana para ellos fue una condenación. Alguna de las alumnas se escapó de clase y estuvo bailando en el patio con ritmos bachata y caribeño. Yo tampoco me disfracé y estuve esperando la hora para ir con los alumnos de bachillerato a continuar el tema iniciado.

Vinieron todos, los once que son, un grupo reducido. El ambiente no podía ser más desolador y alicaído. No había ninguna gana de hacer clase. Las caras, largas y cariacontecidas. La mañana era ominosa para ellos. Se sentaron, deprimidos, en las sillas, les di los exámenes corregidos, lo que para algunos fue un motivo más de hundimiento personal. Solo alguno de los exámenes sobresalía y destacaba en la calificación. El cincuenta por ciento habían suspendido. La vida y el bachillerato mostraba en aquella mañana sus perfiles más siniestros. Se sentaron de mala gana y sacaron –los que lo tenían- el texto de Don Juan Tenorio de José Zorrilla, obra que entra para selectividad. ¿Alguien se imagina que un adolescente pueda disfrutar de un texto similar en una mañana como esta en que todo invita a esos cuerpos jóvenes al jolgorio y la fiesta?

Estábamos leyendo la obra repartiendo los papeles entre ellos. Les pido que dramaticen y lean con sentido, pero esa mañana varios de ellos leían con desidia, protocolariamente, sin ningún ánimo de intentar comprender a don Juan Tenorio ni a don Luis Mejía y el desafío del primero de seducir a la novia de este, doña Ana, durante la noche anterior al matrimonio con el segundo. Además en esa noche, Tenorio había apostado que conquistaría a la novicia adolescente doña Inés que estaba en el convento. ¿Lo lograría don Juan? El poder de don Juan es diabólico. Las mujeres se rinden a él porque las sabe conquistar con ... ¿con qué? Pregunta en el aire. ¿Es guapo don Juan? ¿Es atractivo? ¿Es joven? No es necesario que lo sea. Don Juan es un personaje magnético que las derrite - pese a su fama malvada de seducirlas, conquistarlas, poseerlas y abandonarlas- con las palabras. Las mujeres son seducidas con las palabras. Don Juan las hace sentirse especiales. Creerse únicas. Y les convence de que las ama. La voz de don Juan está imantada diabólicamente. Las mujeres, muchas de ellas, se sienten seducidas por esa sensación de ser poseídas por el diablo. Una alumna, Marta, había exclamado en un día anterior ¡cabrón! Don Juan es un personaje, añado, que terminó desagradando a Zorrilla, un romántico de vida agitada que recorrió Europa y terminó en México, arrastrando la fama de su popular Don Juan Tenorio que se convirtió en mítico. De hecho, esta obra se representaba en la fiesta de Difuntos año tras año. El verdadero personaje principal de la obra es la angelical doña Inés, una adolescente de la edad de mis alumnas que vive aislada en un convento sin saber nada de hombres ni de la vida. Es pura y totalmente ingenua en su elementalidad.

La clase se fue revirtiendo, y las posturas se iban recomponiendo. Algún varón se mostraba claramente interesado por el tema aun cuando al principio su rostro y su voz eran claramente marmóreas. Otro mito que existe –les digo- es el del adolescente con la mujer madura. Un muchacho de dieciocho años que se inicia en los ritos de Venus con una mujer de treinta años. Es el tema de En brazos de la mujer madura de STEPHEN VIZINCZEY o el de la película El graduado. Mateo –nombre imaginario- manifestó que había entrenadores que se liaban con las madres de algún niño que entrenaban. ¿Por qué? –pregunto-. En la clase hay varios alumnos y alumnas musulmanas, pero el tema, que iba tomando cariz muy sicalíptico, no se mostraban avergonzados. La mujer experta inicia al joven de un modo que una muchacha de su misma edad nunca podría hacerlo.

Pero don Juan... ¿quién es don Juan? Se ha escrito tanto sobre don Juan... Conoce perfectamente la psicología femenina. En cierta manera para comprenderle hay que considerarlo con un componente femenino muy importante, sabe lo que les gusta a las mujeres. Otros dicen que es incapaz de enamorarse y que va de flor en flor por su impotencia. Algún pensador, creo que fue Gregorio Marañón,  ha creído que don Juan es abiertamente homosexual y que las mujeres no le gustan.

Pocos personajes han abierto un debate tan intenso sobre su realidad existencial como don Juan. José Zorrilla hará una interpretación netamente distinta a la de Tirso de Molina o de Moliére. El don Juan de Zorrilla se salvará por el amor de doña Inés, será transformado por dicho amor. Los instantes que esté esa noche diabólica del Carnaval de Sevilla con doña Inés y, tras matar a don Luis Mejía, su rival,  y al padre de esta –al padre de su conquista-, harán que el seductor...  No les he contado qué pasará. No hay nada que soporten menos que el que se les desvele el final de las obras, eso que se llama spoiler.

La interpretación metafísica del personaje y la realidad física y seductora de don Juan ha hecho que a lo largo de la clase estos jóvenes se hayan implicado en la reflexión y esta les ha terminado interesando mucho. Sus posturas han cambiado. Hasta Marta, desolada por su nota mediocre en el examen, ha cambiado su actitud totalmente destructora y negativa. La clase ha llegado a su fin. El profesor ha logrado seducirlos con la literatura y les ha hecho olvidar el Carnaval.

Al final del día, una de las alumnas, Berta, ha enviado un mensaje personal al profesor haciéndole saber qué tiene un perfil en Instagram en que publica poemas porque querría ser escritora. Sus poemas son de una intensa búsqueda y revelan una intimidad que el profesor desconocía por completo.


Me costará mucho olvidar esto.

lunes, 1 de febrero de 2016

Esto empieza a ser peligroso (en torno a Kafka).


Este dibujo de Franz Kafka está hecho por Julio Muñoz, un alumno de tercero de ESO con una aplicación llamada VISUAL POETRY de la que hablé el otro día. Ha dibujado la imagen de Kafka, según él la siente, con el comienzo de La Transformación también llamada impropiamente La metamorfosis. Hoy ha venido al final de la clase para hablarme de Kafka, con su tono de voz siempre baja y gesto febril que revela una gran tensión interior. La verdad es que empiezo a sentir algo muy extraño en el ambiente de las clases. Estamos sumergiéndonos en el universo de Kafka a través de vídeos que les grabo yo. El último sobre las relaciones entre el escritor y Felice Bauer. También leemos relatos que les fotocopio de él. Por ejemplo El artista del hambre. Hoy hemos añadido dos relatos cortos titulados El examen y El buitre. Tras la lectura de sus relatos, los chavales quedan tan desconcertados como yo. Le he pasado a una profesora amiga los relatos que he dado a mis alumnos y se ha quedado fascinada y ha intentado descifrarlos, algo que no intento yo de ningún modo. No intento interpretar a Kafka. Albert Camus lo intentó en El mito de Sísifo, igual que Walter Benjamin, Elias Canetti, Adorno,  Sartre ... Muchos pensadores y creadores han intentado entrar en el universo de Kafka mediante la interpretación existencial, surreal, simbólica, realista ... y no han podido asirse con demasiada fuerza. Kafka es enigmático, su vida es enigmática, a pesar de que tenemos sus diarios íntimos y las cartas que escribió a Felice Bauer y Milena Jesenska que fueron más de mil. Tenemos tres novelas inacabadas (El castillo, El proceso y América), unos cuantos relatos más o menos cortos y poco más. No sabemos con certeza el color de sus ojos. He leído que unos creían que eran grises, otros azules y otros marrones. No sabemos si su vida fue desoladora y atormentada o era un autor divertido y lleno de sentido del humor. Yo percibo el humor en los relatos con finales más terribles. Dicen que leía El proceso a sus amigos con aire bastante divertido. Las cartas que escribía a sus amantes, tormentosas, analíticas hasta extremos inimaginables, retorcidas, alambicadas. Todo lo contrario de unas cartas hechas para seducir a una mujer. Se presentaba ante ellas como débil, enfermo, insociable, triste, taciturno, rígido, desprovisto de toda esperanza ... Pero era atractivo. Era sumamente delgado, medía más de uno ochenta y pesaba cincuenta y cinco kilos, sus ojos ardían, era muy elegante y atildado, practicaba naturismo en invierno, acostumbraba a desnudarse con sus hermanas en plena naturaleza. Su padre lo despreciaba. Habían muerto dos hijos varones y Franz Kafka era su esperanza para sucederle en el negocio, pero Kafka se doctoró en Derecho y no quiso saber nada de la empresa de su padre. Trabajo (poco, era bastante poco eficaz) en una compañía de seguros. Apenas dormía, comía muy poco, era vegetariano, leía a Dostoievski, escribía por la noche, llevaba una vida muy sana, le aterrorizaban las mujeres pero el vivió entre ellas y no dejó de tener contacto -por carta- con diversas amantes. Tenía una relación muy conflictiva con el sexo aunque iba a prostíbulos. Temía el matrimonio aunque se comprometió en tres ocasiones con Felice Bauer y Julie Wohrycek. Se enamoró apasionadamente de Milena, una mujer casada y aficionada a la cocaína, le escribió durante un año infinidad de cartas tan complicadas como las que escribía a Felice. Quería verla pero temía verla. Pasaron cuatro días felices en Viena. Milena escribió que era un hombre no dotado para la vida, que viviría poco. Murió muy joven. No había cumplido los cuarenta y un años. Tuberculosis, una enfermedad literaria.


 Mis alumnos asisten fascinados al despliegue de una personalidad extraña que les seduce, igual que seduce a todo el que se adentra en su territorio. Sin embargo, nada hay en Franz Kafka que sea escrito con voluntad de seducir. Cada día leemos un relato suyo, me hacen dibujos representándolo, y empiezo a sentir un ambiente denso y enrarecido en torno a su figura. Alguno me adelantaba hoy que a Kafka puede que lo entienda quien sea como él. El otro día estábamos leyendo El artista del hambre, escrito el último año de su vida, cuando estaba muy enfermo y apenas comía nada, estábamos tan metidos que sonó el timbre y se oyó un ohhhhh colectivo  por terminarse el tiempo de la clase.

Cuando se me mete una idea en la cabeza soy obsesivo. Hasta los ejemplos de oraciones copulativas van a ser hechos con historias de Kafka. Crearé un muro en el instituto con fotos suyas, con relatos suyos. No hago sino leer sus cartas y diarios, además de relatos inexplicables. Este fervor creo que es profundamente antipedagógico. Nadie debería tener el derecho de someter a sus alumnos a un proceso semejante. Empieza a formarse una secta de invididuos raros que gozan con Kafka y esto es peligroso. No debería aventurarme  por ese camino. Hoy un buitre atravesaba la boca de un pobre hombre y el buitre se ahogaba en el estertor de dicho hombre y la sangre que estallaba en su garganta. No podemos aspirar a que la materia de literatura se literaturice y terminemos viviendo un universo literario. No hay ningún plan de estudios que justifique dicha barbaridad. Puede afectar a la salud de adolescentes sin defensa que terminen siendo atraídos hacia una personalidad enfermiza  y magnética.


Esto es muy raro.

jueves, 28 de enero de 2016

¿Qué predice un brillante expediente académico?


La entrevista a Laszlo Bock, vicepresidente de Recursos Humanos en Google en una entrevista en el NYT, me ha hecho pensar y ha confirmado algunas intuiciones que he obtenido a lo largo de mi carrera como docente. La idea fundamental del citado Laszlo Bock es que el expediente académico más brillante no predice nada del comportamiento de un futuro trabajador de Google. De hecho le prestan ya poca atención por no decir ninguna. Tampoco los tests rebuscados sirven de mucho para seleccionar a alguien con capacidad innovadora o de liderazgo.

Parece que el éxito en los estudios más elaborados puede querer decir más la capacidad de adaptación a un ambiente artificial en el que se ha aprendido a destacar. La pregunta fundamental que un alumno se llega a hacer es qué quiere el profesor que le conteste. Esa habilidad es la que se premia en los exámenes que destacan al alumno que contesta lo obvio que desea el profesor. Además los ambientes académicos son tan artificiales que rara vez tienen que ver con el contexto en que habrá que desarrollar su potencialidad el futuro trabajador.

Yo no soy profesor universitario, pero soy consciente de que las buenas notas, conseguidas con esfuerzo o con capacidad de adaptación a eso que quiere el profesor, no son síntoma claro de que haya verdadero brillo detrás. Muchas veces los alumnos con mejores notas se evidencia que no son imaginativos y que fácilmente, si se les saca del contexto en que se desenvuelven bien, perderían fácilmente el norte. Responder a lo obvio no es tan difícil. Responder a lo no obvio es más complicado. Alumnos que quedan orillados por su poco trabajo, su escasa constancia o su actitud disruptiva en clase pueden tener más potencial que el que triunfa en los estudios.

El otro día conversaba con un profesor en una salida y le explicaba que, a pesar de haber hecho un bachillerato científico, yo era muy nulo para las matemáticas y que me costó muchísimo sacarlas adelante. Aun así, le explicaba que todo lo que tuve que aprender sobre trigonometría, derivadas, integrales, números irracionales, etc, realmente no me ha servido de nada en mi vida profesional. Él no creía esto y pensaba que me había dado un sistema que aplicaría en mi vida de modo inconsciente. Yo se lo negué. Mi mente no es matemática, igual que no es futbolística ni musical. Tengo otras potencias pero estas no son las mías. De igual modo entiendo que todo lo que enseño sobre sintaxis a mis alumnos por prescripción curricular no les servirá de nada salvo que se dediquen como profesores a explicar sintaxis. Es falso que la sintaxis enseñe a escribir mejor. Se escribe de modo intuitivo y se aprende escribiendo, llenando miles de cuartillas y leyendo a los mejores. Ni Homero, ni Cervantes ni Balzac fueron a una escuela de escritores. Ni aprendieron sintaxis. En todo caso de modo intuitivo.

Veo a alumnos muy aplicados aprendiendo con ahínco cosas inútiles que en buena parte no sirven para nada salvo que se vayan a dedicar a una parcela del conocimiento muy específica. Y los exámenes suelen ser sobre eso, no para plantear problemas que exijan un ejercicio del pensamiento y de la reflexión para enfrentarse a lo no obvio. Los profesores somos parte de un sistema que no da prioridad a la creatividad, al liderazgo, a la innovación. Premiamos a los laboriosos, a los aplicados, a los formalmente adaptados, a aquellos que saben qué vamos a preguntar y se lo preparan, estudiando con tesón. Pero si uno se pasa la vida estudiando ¿cuándo aprende? Yo soy consciente de que todo lo que he aprendido ha sido de forma autodidacta y sin un plan prefijado, de modo intuitivo, bordeando los límites, circulando por carreteras secundarias. No necesariamente las respuestas están en las autopistas. Un futuro líder puede estar demasiado ocupado haciéndose preguntas que le obstaculicen el éxito en los exámenes que miden la homogeneidad y la ortodoxia. Y esa es la cualidad superior que tiene alguien que resalta. La capacidad de hacerse preguntas e intentar resolverlas de modo original. Lo asistemático tiene más posibilidad de enfrentarse a nuevos problemas que requieren salirse de los caminos conocidos. De hecho los grandes innovadores surgen muchas veces de la marginalidad y no del centro del sistema educativo.

¿Qué universidad puede crear a un gran periodista? ¿A un gran actor? ¿A un gran escritor? ¿A un gran director de cine? ¿A un gran pintor? ¿A un gran cocinero? ¿A un gran músico?


Entiendo que hay profesiones que requieren de una titulación académica, es cierto, por ejemplo los arquitectos, pero los arquitectos que edificaron las pirámides o las catedrales góticas no habían ido a la universidad. Hay diferentes medios de aprender pero nosotros lo hemos basado todo en la adquisición formal de títulos y de la conformación de brillantes expedientes académicos que terminan tirándose a la basura porque no son válidos para crear profesionales audaces e imaginativos. Para contestar preguntas imprevistas y fuera de programa.

A veces pienso que un solo dibujo muestra mucho más de un alumno que el examen más difícil que se pueda imaginar. 

viernes, 22 de enero de 2016

Enseñando sin compartimentos estancos: la libertad creadora.


En los últimos años he percibido la enorme importancia que tiene para mí, como profesor de lengua castellana, la expresión plástica. Es algo en lo que no reparamos porque segmentamos la enseñanza en compartimentos estancos. Uno da matemáticas, otro da biología, otro da castellano, otro música, otro profesor, visual y plástica...  Sin embargo, el ser humano no está compartimentado de ninguna manera. Es una falacia. Me explicaré. Yo suelo ponerles textos muy complejos desde primero de ESO como ejercicios de Comprensión Lectora. Me di cuenta que una cuestión fundamental, tras las preguntas de rigor, que era conveniente ver cómo ellos visualizaban plásticamente la historia o la escena. Y así introduje un recuadro en que ellos debían sintetizar dibujando cómo sentían esa situación. Además debían pintarlo. Era evidente que la comprensión del texto se expresaba mejor de algún modo con un dibujo coloreado. El alumno que había comprendido el texto lograba sintetizar con mayor fidelidad y libertad la historia. Yo no era profesor de dibujo, no era un elemento represivo de su libertad. Quería que dibujaran y pintaran sin miedo. Sintiéndose libres, disfrutando. Pero esto no es tan fácil como parece.



Un profesor de visual y plástica me comentaba hoy en una guardia de patio que los niños dibujan muchísimo durante su primera niñez, es un medio de expresión formidable que se cultiva en la escuela parvularia y primer ciclo de primaria. Sin embargo, cuando llegan a los diez y once años, todo esto se pierde. Mi compañero decía que esto ha sucedido siempre, que no es nuevo. El dibujo se pierde como medio expresivo. Los niños y púberes se cohíben y se inhiben perdiendo así esa primitiva libertad de dibujar y pintar espontáneamente y sin miedo. Dejan de dibujar. Solo una mínima expresión lo sigue haciendo y estos son los que, al cultivarlo, terminan haciéndolo bien, si no se convierten en relamidos y exhibicionistas.



He incorporado a mi didáctica un nuevo elemento. Hay una aplicación formidable que se llama VISUAL POETRY que permite construir poemas visuales a partir de textos de cualquier tipo. Solo hay que introducir el texto y empezar a dibujar. Se puede cambiar el tamaño de la letra, el color de la misma y el fondo (background). Les he propuesto algún poema de Bécquer y otro de Gloria Fuertes hasta ahora. A otro curso ha sido uno de Antonio Machado. La impresión que tienen cuando ven lo que se puede hacer es de fascinación. Tienen que hacer un poema visual con un poema determinado. No es tan fácil. La primera constatación que observo es que están inhibidos. Saben hacer algo siguiendo unas pautas pero no saben ser libres. Muchos se dedican a buscar modelos en google, generalmente estereotipados. Otros se quedan en blanco en estado de shock pues no saben qué hacer. Y así pasan los minutos totalmente bloqueados (o bloqueadas). Es tan fascinante lo que tienen delante que los atemoriza. Otros se lanzan pero es evidente que no tienen libre la imaginación, ni tienen concepción de los colores armónicos. Hoy le preguntaba a una alumna de excelente, que se sentía totalmente incapaz de hacer nada, si de pequeña ella dibujaba. Me ha dicho que muchísimo. Pues entonces quiero que te reencuentres con esa niña que eras y que te sientas libre para pintar, le he dicho. Creen que hay que hacer algo sofisticado y no se trata de eso. El dibujo naïf es el más hermoso que existe. Algunas niñas musulmanas tienen facilidad para ello y hacen cosas primorosas. Es como si estuvieran menos bloqueadas. Un pequeño número hacen dibujos muy hermosos. He puesto alguno en la cabecera del post. Es un problema de libertad y de desenvoltura de la inhibición. Además de una concepción armónica del espacio y una cierta comprensión de la armonía de color. No es necesario dibujar bien en el sentido estricto. Alguno me enseñaba dibujos que había hecho a mano que creía que eran buenos, pero eran demasiado estereotipados. La cuestión central está en una cierta ingenuidad no relamida. El dibujar muy bien puede ser un elemento que no necesariamente ayude. Picasso nos muestra en su evolución cómo pasó de un dibujo y pintura excelente a los dieciséis años a la libertad creadora de sus estadios posteriores. Más adelante comentó que le había costado toda su vida aprender a pintar como un niño.



Esto lo observo con auténtica sorpresa. No sé si el sistema educativo tiene esto en cuenta o si es también un factor coadyuvante en este fracaso colosal de la expresión plástica. Recuerdo que hace treinta años estuve pasando un mes en Balí, una isla en que buena parte de la población son artistas. Unos son actores, otros dibujantes y pintores otros danzantes, otros marionetistas, otros músicos ... Es una isla en que el arte forma parte de la  constitución cultural. Compré, en una salida que hice, un par de lienzos balineses pintados por un adolescente de quince años. Todavía los tengo en mi salón. Son bellísimos. Forman parte de la cultura tradicional que no escinde la educación artística ni hace que se inhiba la libertad creadora. Tampoco hay ese corte a los once años que se produce aquí.

Yo no tengo ni idea de dibujar pero me ejercito en formatos naïf haciendo exactamente lo que me sale sin pretender que sea bueno, solo dejando que el inconsciente funcione. Sé distinguir cuando hay verdadera libertad e inspiración en un dibujo que me muestran mis alumnos.


Hacer un poema visual es una tarea más compleja de lo que pueda parecer. Y no me parece que esto sea ajeno a un profesor de lengua castellana. 

Estos son algunos de los poemas visuales que he recibido hoy sobre un poema de Gloria Fuertes. 

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