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viernes, 26 de febrero de 2016

La Vanguardia gratuita en los centros públicos




Hace varios años que en mi instituto se recibe La Vanguardia gratuitamente. Aproximadamente setenta ejemplares diarios, tanto en catalán como en castellano. Se dejan a la entrada del centro y los coge quien quiere. Los profesores se abalanzan con agilidad hacia ellos cuando llegan a primera hora y los alumnos también cogen ejemplares hasta que se acaban. Es una hermosa manera de acostumbrar a los jóvenes a la lectura del periódico. Esta sería una interpretación piadosa del hecho de que La Vanguardia se reparta gratuitamente en centros públicos, trenes y otros lugares no especificados. Su lema es “El periódico que más se vende y se lee”. Genial. ¿Qué hay detrás? ¿Por qué se regalan periódicos cuyo coste es ciertamente elevado? No es difícil seguir la pista a esta generosidad. El gobierno de la Generalitat concede sustanciosas subvenciones a los medios según su tirada. A más tirada, más subvención. Si se regalan cien mil ejemplares (no tengo cifras fehacientes), la subvención es muy superior. Pero en un tiempo en que la prensa pasa terribles dificultades y sus ventas han caído en picado, ¿no es algo extraño que se regalen ejemplares? ¿Quién de mis estimados compañeros que cogen La Vanguardia gratuitamente va a comprar un periódico por 1.60€?

El otro día plantee el problema en clase de segundo de bachillerato y mis alumnos no veían ningún problema en que la prensa se repartiera gratuitamente y consideraban normal que sea la Generalitat quien pague su difusión. Al fin y al cabo, la prensa digital es gratuita y es normal que no se venda prensa. Además hay diarios que se reparten asimismo gratuitamente en el metro como 20 Minutos.

Pero, ¿una prensa subvencionada por el poder político será independiente? –les pregunté-. Bueno, también está la publicidad, me dijeron. Yo les seguí diciendo que si un diario depende únicamente de las empresas anunciantes y del poder político nunca podrá ser independiente, porque quien da independencia a los diarios son sus lectores que pagan el precio del ejemplar. Compran libertad de expresión con su contribución económica. Pero la realidad es que la venta de diarios se ha desplomado y los ingresos por publicidad también han disminuido radicalmente. Todos los grandes diarios del mundo se enfrentan a una gigantesca crisis que puede suponer su desaparición más o menos inmediata. Sin una economía no dependiente del poder de empresas y político los diarios no pueden tener una infraestructura que permita el periodismo de investigación que se enfrente al poder en todas sus facetas, no pueden tener corresponsalías en las distintas capitales del mundo para no depender de las agencias, no pueden tener una plantilla en condiciones no tercermundistas, no pueden ejercer la libertad ni la independencia. Son diarios frágiles ante el poder.

La crisis de la prensa que vivimos hace que en pocos años pueda desaparecer el periodismo independiente. Se me dirá que la prensa en tal caso será totalmente digital. ¿Vamos a pagar por el acceso a un diario digital una cantidad elevada anualmente? Mucho tendrá que cambiar la cultura de este país en que todo ha de ser gratuito para que alguien pague por el acceso a los distintos diarios. Claro que hay diarios exclusivamente digitales como Diario.es, El Confidencial, Público...  que intentan mantener su independencia pero entiendo que sus medios tienen que ser muy limitados a pesar de sus buenos propósitos. Supongo que esto es el futuro: pequeñas empresas casi domésticas que intentan ejercer el periodismo en condiciones de no sumisión al poder. Pero no me salen las cuentas sin la aportación solvente de lectores que mantengan al diario.

Para mí es un pequeño drama porque soy lector de la prensa de papel desde muy pequeño. En mi casa se compraba el periódico y yo he seguido comprándolo religiosamente toda mi vida. Soy suscriptor de El País, aunque es posible que este sea el último año. El capital de la empresa de El País y el grupo Prisa actualmente no resguarda precisamente su independencia de factores externos, incluidos los países del Golfo Pérsico y algún gran banco. Es un periódico que ha crecido conmigo al que guardo un afecto aunque, claro, ahora sabemos que es un diario al pairo de intereses económicos y financieros evidentes, no precisamente limpios.  

¿Y La Vanguardia gratuita? Sin duda, un hecho de corrupción flagrante. Al poder político nacionalista en Cataluña le interesan diarios que expresen su ideología y lleguen al mayor número de sitios posible, incluidos los alumnos de la ESO, profesores, funcionarios en general. Es un mecanismo de control ideológico más. Por eso le permite que el diario del conde de Godó falsee sus ventas con la entrega gratuita de ejemplares que producen entre otras cosas que la gente no compre periódicos, que los quioscos de prensa cada vez sean menos rentables y que terminen cerrando.

Pero mis compañeros, a pesar de la carta abierta que envié reflexionando sobre ello, siguen cogiendo alegremente el diario y mis alumnos entienden, como he dicho, que es normal que sea el Govern de la Generalitat quien pague la difusión de la prensa con sus subvenciones. 

Consecuencia: la prensa y los medios de comunicación en esta Cataluña maravillosa en que vivo están totalmente secuestrados.


martes, 23 de febrero de 2016

¿Debe ser el aula un territorio abierto a la experimentación o no?


Me gusta el género de la entrevista. Disfruto las buenas entrevistas en que el entrevistador conoce al entrevistado y saca lo mejor de él. Requieren de habilidad, de seria documentación previa y de un arte que logre hacer sentir bien al entrevistado que se sienta libre para expresarse en una conversación espontánea y animada. Es el caso de Gorka Fernández Mínguez, colaborador de Educ@conTic en la realización de podcast que tienen como eje reflexiones sobre la educación y sus estrategias más innovadoras.

Gorka y yo nos conocemos virtualmente desde hace casi diez años. Espero que no demasiado lejos podamos conocernos realmente y podamos tomarnos unas birras en Triana (Sevilla) o donde él decida pues que conoce mucho mejor la capital del Guadalquivir. Pues bien, Gorka me planteó una entrevista sobre mi práctica docente con el sistema de Flipped Classroom en el aula. Ya me había entrevistado telefónicamente en otra ocasión y guardaba un cálido recuerdo de él como entrevistador. Así que, con alegría, le dije que sí y grabamos a través de Skype esta entrevista que enlazo aquí. Comparto el espacio con Diego Redondo, profesor que también utiliza dicha estrategia docente.

Animo a los ociosos, a los curiosos, a los exaltados, a los idealistas, a los pragmáticos, a los insatisfechos, a los francotiradores, a los lunáticos, a los pacientes, a los imaginativos, a los salteadores de caminos educativos, a los kenrobinsonianos, a los conservadores, a los tradicionalistas, a los inquietos, a los neuroeducadores, etc, etc ... a que escuchen este podcast en que, en mi caso, un profesor aparentemente incoherente y un agudo y afilado entrevistador dialogan apasionadamente sobre educación.

Para introducir el tema, decir para los visitantes casuales del blog que llevo aplicando la estrategia de la clase invertida (flipped classroom) desde comienzo de curso. He leído artículos contrarios a esta pedagogía como los de Jordi Martí (XarxaTic) que tituló sus posts El Flipped Classroom, la peor idea educativa en muchos años (15-X-2015), El boom de la clase invertida, (22-V-2015), Mamá, papá, estoy haciendo flipped classroom (19-X- 2014).  Estos posts desencadenaron un debate sobre ello en su blog. No vi que XarxaTic tuviera un conocimiento suficiente de ello para poder opinar tan contundentemente y sí que estaba  poseído por apriorismos y deseos de epatar a los lectores que habían oído hablar sobre esta estrategia que para mí ha sido muy positiva en el tiempo que la he aplicado. Me explicaré, aunque mejor que oigáis la entrevista donde desgrano la práctica que hay detrás. No es por una afición desmedida a las novedades ni por un papanatismo cercano a la estolidez por lo que decidí utilizar esta estrategia. En mi larga trayectoria como profesor he empleado didácticas innovadoras cuando la realidad me lo ha permitido. He aprendido que adentrarse en territorios nuevos hace crecer el interés de los alumnos y su implicación, así como su creatividad.  Me gusta la innovación. XarxaTic en otro de sus artículos hace referencia a que la formación más sólida puede ser la tradicional, la basada en el libro de texto y una didáctica conservadora. Según él, muchos padres no quieren experimentación ni métodos revolucionarios para la enseñanza de sus hijos.

Mi experiencia ha sido muy elocuente. Grabo los vídeos sobre Historia de la literatura o sobre lengua en especial en el área de sintaxis, los cuelgo en YouTube, los enlazo en Educanon e introduzco preguntas en el vídeo que han de contestar cuando lo están viendo. Cuando llego al aula ya sé quién ha visto el vídeo y quién no, y tengo una nota sobre las actividades realizadas. Tienen que hacer el resumen del mismo y presentarlo. El aula se libera, pues, de la función explicativa y podemos dedicarnos a profundizar en el tema explicado. Realizamos kahoots o socratives, mapas mentales u organigramas (con Mindomo) sobre dicho tema, leemos textos literarios, realizamos análisis sintácticos, ejercicios léxicos, dictados. El aula se convierte en un entorno de trabajo y no de explicación de la materia. Mi opinión sobre esta didáctica es favorable. El aula se transforma y el ambiente es diferente. Es más viva. Cuando ven el vídeo lo hacen en casa en un ambiente más propicio a la atención.

Todos mis alumnos tienen conexión a internet, aun siendo un centro de máxima complejidad y precariedad social. Si no la tienen, pueden ir a la biblioteca o a algún centro de recursos que hay en el barrio. El nivel de aprobados ha sido netamente superior. Hay cinco o seis (de 54) que se han descolgado por absentismo o por otras cuestiones, pero la inmensa mayoría han seguido el sistema con enorme fidelidad y aprovechamiento. Ellos están muy contentos y encuentran la clase como potenciadora de inquietudes y estimulante.

Mi pregunta es la siguiente: ¿es el aula un lugar donde deben aplicarse innovaciones mediante la experimentación como el flipped classroom o debería ser un entorno en que solo se utilizara una didáctica tradicional, asentada en la experiencia al gusto de muchos padres? ¿Es pura hojarasca toda esa retahíla de reflexiones (p.e. Ken Robinson) sobre una enseñanza caduca que mata la creatividad, que cabría renovar radicalmente para hacer una escuela de los tiempos en que estamos? En la crisis mayúscula de la escuela, ¿cabe aferrarse a la supuesta solvencia de lo de siempre o arriesgarnos a entrar en terreno desconocido?



jueves, 18 de febrero de 2016

¿Hay que hablar del presente a nuestros alumnos?


Esta cuestión ha surgido en el post anterior respecto a si deberíamos hablar del futuro a nuestros alumnos. Pero ¿y del presente? ¿Entra el presente en nuestras aulas? He intentado hacerlo en mi materia de bachillerato de literatura donde hemos leído Don Juan Tenorio como lectura para selectividad. ¿Era posible acercarles la figura del seductor a sus parámetros? ¿Cómo sería un seductor en nuestro tiempo aunque no tuviera la dimensión demoníaca del de Zorrilla o Tirso de Molina? Al fin y al cabo vivimos un tiempo de horizontalidad en todos los sentidos y don Juan ha bajado del pedestal para integrarse como personaje de la calle. ¿Cómo sería un don Juan, un joven donjuán que saliera cada fin de semana para pillar algo, algo así como carne fresca? Y hete aquí que descubrí en mi cartelera de Netflix, plataforma a la que estoy suscrito para dar mi granito de arena a los creadores en lugar de descargármelas por la cara, una pequeña joya, una película del año 2013 que pasó desapercibida y que apenas se vio en los cines. Fue financiada en buena parte por crownfunding. Para los creadores e intérpretes les parecía lejano el objetivo de llegar al gran público y se contentaban con estar en algún festival y que la vieran algunos amigos. La película es Stockholm dirigida por Rodrigo Sorogoyen e interpretada fundamentalmente por un dúo de jóvenes actores, Javier Pereira y Aura Garrido. En cuanto la vi pensé que se la quería pasar a mis alumnos y la lectura del don Juan me ha venido como anillo al dedo.

Pues he ahí que tenemos a Bartolo (no sabemos si es su nombre real), un muchacho que quiere plan para la noche del sábado y se fija en una chica mona que hay en la fiesta. El típico guión de chico busca chica. La sigue y la persigue, ella se niega, pero él insiste, todo en la noche madrileña. Le dice que está enamorado de ella. ¿Quién se lo iba a creer? Pero es lo mismo que decía don Juan a todas sus presas. Es todo un juego para conquistarla. Y lo consigue, pero al día siguiente todo dará un giro inesperado que ha desconcertado a mis alumnos y alumnas que han seguido la película con verdadera pasión, porque los personajes son muy próximos a ellos y se veían inmersos en la película, en los matices, en los cambios de actitudes, en la resistencia de ella, en la gracia de él que domina el lenguaje y es divertido, es tope guay por la noche. Pero por la mañana se convierte en un thriller psicológico que les ha llevado a sentirse profundamente implicados por la película hasta el final que ... no vamos a dar pistas.

El caso es que la clase ha sido pura emoción y nos ha servido para entender el teatro del siglo de oro y el éxito de don Juan. Los espectadores de su tiempo sintieron la misma emoción al ver la vicisitudes de la trama del Tenorio. Se sintieron intensamente inmersos en la acción. El debate tras la película cuyo final les ha hecho proferir exclamaciones de rechazo y de rabia o vete a saber qué, ha sido de antología. Han sido treinta y cinco minutos de asamblea coral analizando a los personajes, sus motivaciones íntimas, penetrando en ellos, intentándolos comprender, aportando reflexiones personales sobre lo que conocen. Me he dado cuenta de que son todavía inexpertos. Tienen dieciocho años y no son en general muy conscientes de las complejidades de las relaciones amorosas. Rechazaban situarse en una relación con alguien con problemas mentales e incluso ha dicho alguna alumna que prefiere a su novio en una silla de ruedas que soportar un trastorno de orden psicológico asfixiante. El análisis de la película ha sido bastante sutil. Y han intervenido todos. Los alumnos y alumnas musulmanes presentes en algún momento se han sentido algo incómodos y su moral puritana no pasa precisamente por ese ligoteo fácil que alumbraba la película ni esa llegada al amor físico en una primera noche. Pero es bueno que asistan en directo para ver cómo funciona la moral occidental. El caso es que la disección del filme ha sido muy provechosa, mucho más que analizar las distantes motivaciones del Tenorio cuyo alcance les resulta bastante lejano aunque les ha gustado. Pero ese final con angelitos y la mano de doña Inés salvando al recién arrepentido don Juan y llevándoselo al cielo (o al purgatorio, no se sabe) es algo estrámbótico. El caso es que tenemos una figura clásica que ha sido continuamente actualizada y recreada -el seductor del que Valle Inclán creó también una versión con el Marqués de Bradomín, por ejemplo-. Pero sentirlo cercano es otra cosa. Nuestro tiempo ha perdido en la virtualidad de las redes alcance épico y metafísico. Somos ya otra cosa menos densa, más gaseosa. No solemos creer con demasiado ahínco en la vida de ultratumba y pensamos que todo nuestro mundo está aquí. Para un profesor de literatura esto es un handicap pero lo acepto. La dimensión mítica, épica, metafísica, existencial del arte y por ende de la literatura hay que trabajársela con tiento y habilidad. Hay que acercar con sutileza a los clásicos, no rebajándolos y convirtiéndolos en la semana fantástica de El Corte Inglés para conseguir lectores. No. Es otra cosa. Hoy creo que en clase hemos logrado ahondar existencialmente. Esta clase no la olvidarán, estoy seguro. En seguida han pedido más películas para pensar, pero este humilde profesor sabe que debe cumplir un temario y que los está preparando para esa prueba infame que es la selectividad.


Lo que sí he hecho es enviar un mensaje a través de su cuenta de Instagram a Aura Garrido, la protagonista, para invitarla a venir al instituto. No creo que pueda ser posible, pero ¿por qué no intentarlo? Y que ellos le pudieran preguntar todo eso que les ha dejado quemando...


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NOTA: A través de Gorka Fernández y Twitter, mi querido compañero bloguero, hemos logrado contactar con Aura Garrido que se ha sentido ilusionada por la experiencia y promete venir a clase si le es posible entre serie y serie que está rodando.  Me han parecido entrañables sus palabras que mostraré a mis alumnos. ¡Qué maravilla es internet! 

lunes, 15 de febrero de 2016

¿Deberíamos hablar del futuro a nuestros alumnos?


Hoy en clase de tercero de ESO que había tratado de métrica, han aparecido en algunas conversaciones con los alumnos temas que nos han fascinado. El profesor había leído el artículo de El País sobre Inteligencia Artificial centrado en el neurocientífico computacional y matemático Nick Bostrom que coordina en Oxford un grupo de filósofos, tecnólogos, físicos, economistas y matemáticos para especular sobre el futuro inmediato de la humanidad y de los peligros que conlleva. Uno de ellos, entre muchos otros, es el progreso de la AI (Inteligencia Artificial) sobre la que Stephen Hawking ha alertado. Porque, en efecto, es cuestión de décadas para que dicha inteligencia iguale y supere a la humana que la ha programado y creado. No es ciencia ficción ya considerar que las máquinas dominan el mundo y que, llegado un momento, tomen conciencia de sí mismas y aprendan por sí solas. La mayor parte de los expertos mundiales en AI creen que esto pasará en torno a la década de 2040-2050, el espacio de vida de los adolescentes que estaban conversando conmigo y que se sentían implicados y fascinados por el tema. Ellos lo vivirán. Nick Bostrom en su charla en TED habla de que habrá que inocular a las máquinas valores morales y éticos equivalentes a los humanos y que aún tenemos tiempo de hacerlo. Esto me ha recordado las tres leyes de la robótica que plasmó Isaac Asimov en Yo robot. Un alumno, Rodrigo, rápidamente las ha localizado en su ordenador. Nerea y Andrés intervenían con pasión en la conversación que les concernía directamente. Es su futuro, y no dedicamos ni un segundo para hacerles reflexionar sobre el tiempo que ellos van a vivir y las amenazas planetarias que existen sobre la humanidad.

Es increíble pensarme a mí con catorce años e imaginar el futuro que iba a contemplar. Nadie podría haberlo imaginado. Cuando comencé en la escuela acababan de incorporarse los bolígrafos como instrumento de escritura. Todavía en el colegio al que fui había los agujeros para los tinteros en que se mojaban las plumas para escribir. El progreso ha sido vertiginoso. Igual que en aquel entonces era imposible imaginar el futuro, del mismo modo imaginar el de estos chavales cuando tengan cincuenta años, hacia el año 2050 aproximadamente es imposible, pero el avance de la tecnología, que ya ha sido espectacular, se desarrollará a velocidad creciente, de modo geométrico. El mundo de su futuro es inimaginable. Los progresos en robótica, nanotecnología, biotecnología, genética ... son tan potencialmente prodigiosos que en los próximos veinte años veremos dicha evolución a velocidad acelerada. La mente humana se ha expandido con la red global que es internet y actúa como un cerebro mundial que es cada vez más poderoso. A nuestros tres cerebros se ha añadido el global, nuestra conciencia se ha expandido. Nada es como era hace veinte años, cuando yo navegué por primera vez en internet.

Pero no solo es la tecnología lo que pende sobre la humanidad, pensará alguno de los lectores, no. Es también el proceso de degradación biológica y climática del planeta, el aumento de enfermedades nuevas propagadas por agentes infecciosos, el peligro de guerra cibernética, biológica y nuclear, el aumento de uso de drogas para el bienestar humano para evitar el dolor...  

¿Podremos controlar el mundo? ¿Somos conscientes del futuro inmediato a todos los niveles? Los robots irán desarrollando funciones propias de los seres humanos, de hecho ya lo están haciendo. En veinte años habrán desaparecido centenares de millones de puestos de trabajo. ¿Nos dirigimos a una sociedad envejecida y del ocio? ¿Cómo afrontaremos la desigualdad económica del planeta? ¿Se creará una renta básica universal para todos los seres humanos? ¿Podremos vivir sin trabajar cuando el trabajo da sentido a tantas personas? ¿Podremos vivir en una sociedad del ocio? ¿La vida humana se extenderá más allá de los ciento diez años, tal vez ciento veinte? ¿Las células cancerígenas que se autorreplican servirán de modelo para retrasar o frenar el envejecimiento? ¿Cómo serán las estructuras de poder democrático en un mundo globalizado? ¿Cómo es el futuro? ¿Qué sabemos de él?

Uno contempla el mundo y ve por un lado el avance prodigioso de la tecnología y, por otro, los conflictos crecientes, la pobreza, las migraciones, el cambio climático, la deforestación, el declive de los mares, la dependencia de los artefactos móviles...

No tengo respuestas para nada, pero a estos muchachos que ahora tienen catorce años (por decir una edad a la que doy clase) nadie les habla del futuro, solo del pasado en una educación memorística y anticuada que no reconoce su condición de seres humanos que van a vivir una época terriblemente compleja y convulsa que no llegamos siquiera a imaginar. Los profesores entran en clase con su saber avejentado y hablan y hablan como si el futuro no estuviera ya aquí, como si ese todavía lejano 2050 en que las máquinas superarán a los seres humanos como conciencias pensantes no fuera un escenario posible y probable. Da igual si es cinco años antes o diez años después. El caso es que nadie habla del futuro. Hoy me he dado cuenta por la pasión con que han charlado conmigo fuera de la hora de clase unos muchachos que han visto el futuro que se cierne sobre ellos y sobre el que nadie, nadie, les está alertando como si viviéramos en una burbuja de aislamiento sensorial y no consideráramos para nada la evolución en que estamos a base de continuas revoluciones que van a transformar todo. Creo que tendría que tener derecho a saber, a que alguien les hablara del futuro. Pienso.

jueves, 11 de febrero de 2016

Las fuentes de Breaking Bad


No suelo ser muy pródigo en mis conversaciones con otros profesores de mi centro, raramente tengo algo que decir. No me suelen interesar demasiado sus puntos de vista por diversas razones, tal vez porque son cuadriculados, poco imaginativos, estereotipados, escasamente desafiantes, pero confieso que hay una profesora de música con quien gozo conversando sobre distintos y distantes temas que tienen relación con la enseñanza, la literatura, la vida, la filosofía, las novedades que compartimos. Últimamente le he hecho partícipe sobre mi experimento, con alumnos de tercero de ESO, de inmersión en la literatura de Franz Kafka. Le paso relatos que he fotocopiado para mis alumnos y luego los comentamos, sorprendiéndonos de nuestras respectivas reflexiones. Hoy hemos tenido ocasión de charlar durante la hora del patio en su aula de música. El último día se había rebelado contra un relato fundamental de Kafka, La condena, que le había descolocado totalmente. Aseguró que no volvería a leer a Kafka. Hoy ha matizado su afirmación y  nos hemos sumergido en el extraño humor del autor austrohúngaro. Un humor que se capta o no se capta. Yo soy muy malo para percibir el humor común, casi he sospechado que no tengo sentido del humor, pero Kafka es delirantemente divertido. No busco interpretarlo en absoluto. Me da igual lo que puedan significar sus relatos. Solo los leo literalmente y me dejo llevar por su lógica que tiene una coherencia impresionante. Y ahí está el humor. No hay que rebuscar. Todo es parte de un universo con leyes distintas a los universos convencionales y uno no deja de sorprenderse por la poderosísima imaginación y humor de Kafka.

Un descubrimiento que hemos hecho Patro y yo es que la serie que a los dos nos entusiasma, Breaking Bad, está inspirada totalmente en el humor kafkiano. Si alguien nos lee ahora y ha visto la oscura serie de Vince Gigillan, puede advertir en su lógica una concatenación de circunstancias y humor que tienen su origen en el mundo de Kafka. Estoy leyendo El castillo y viendo la temporada tres de Breaking Bad y ello se me aparece como transparente. Hay de hecho un episodio que se titula así precisamente, Kafkiano, desvelando explícitamente las fuentes literarias de la misma. Y además yo tengo un gran parecido con Walter White el profesor de Química que fabrica metaanfetamina para dejar un buen futuro a su familia. Piensen la serie y lean a Kafka y lo verán con nitidez.

Pero ¿de hecho no es kafkiano igualmente que yo sumerja a mis alumnos de catorce años en un baño de literatura compleja en lugar de darles libritos sencillos para estimularles los valores solidarios, la igualdad de género, el antirracismo, etc? Una alumna ayer me decía que no entendía el humor de Kafka, "que era muy profundo" para ella. Lo decía una de las alumnas más kafkianas que he visto nunca. Su nivel de sofisticación mental es divertidísimo. En cada promoción hay alumnos frikis, algo así como extraños, alumnos que no tienen patrones fáciles de interpretación. Alumnos con mundos interiores complicados, que se proyectan con extrañeza en el mundo exterior. Alumnos y alumnas que ocupan buena parte de su tiempo en reflexiones sobre su propia identidad y que no acaban de concordar con el grupo. Hay bastantes. El grupo actúa como aglomerante y en él se diluyen las diferencias de modo que los estereotipos sociales empiezan a penetrar en ellos  para hacerlos todos homogéneos. La pedagogía democrática quiere hacer conscientes a todos los alumnos de su identidad y dignidad, pero utiliza mecanismos estereotipados para lograrlo y cae en la promoción de una sociedad adocenada y vulgar. La clave de una sociedad no son los ciudadanos que responden fácilmente a los esquemas integradores y son todos iguales con leves diferencias. No, radicalmente no. En la diferenciación profunda, en la extrañeza, en los outsiders hay verdadera dinamita creativa y creadora pero se los educa democráticamente en la igualdad, en los modelos creados por una sociedad de los mass media, en las buenas intenciones, en las motivaciones de los libros de autoayuda, en la suma de banalidades más patéticas que puedan existir. Estamos produciendo individuos en serie, que irán de compras, de bares, se manifestarán políticamente creyendo en la lógica de sus creencias, serán de un club de fútbol hasta la muerte, no leerán o leerán muy poco y fundamentalmente estupideces, serán individuos masa y no lo sabrán creyendo ser originales...

¿Qué es lo que intento? Ahondar en sus diferencias, hacerles conscientes de sus abismos interiores contemplando la extrañeza de Kafka y otros autores verdaderamente literarios. Llevarles de la simplicidad a la complejidad para que esta alumbre lo que de verdadero hay en su ser. Solo la literatura, la verdadera literatura (o el arte auténtico en general) puede hacer de detonante y abrir brechas profundas que no pueden ser restañadas por los mass media. Kafka abre puertas a un universo que no es el habitual, un universo que nadie ha podido desentrañar ni interpretar porque es imposible. El adolescente de catorce años que lo contempla puede decir simplemente ¡vaya tontería! ¡Este hombre estaba loco! ¡Qué raro que era! Pero no dejará de sentirse atraído por algo que no le dan los profesores, sus padres o sus amigos o las aplicaciones tecnológicas que utilice. Muchos no lo captarán por inservible pero otros verán reflejado – a modo de espejo- algo de su mundo interior que también es extraño por más que el sistema arrolle para hacerlo convencional y explicable.

¿Quiere decir que la pedagogía que utilizo en parte es para sacar al friki que muchos llevan dentro sin saberlo antes de que sea aplastado? Puede ser, hoy me lo preguntaba con Patro a la hora del patio. Una clase es un lugar altamente interesante. Se puede convertir en un lugar donde la gente piense y sienta. Y saber que muchos profesores solo quieren que sus alumnos repitan lo que han explicado y cómo se lo han explicado...


Nuestro próximo punto de cala será Julio Cortázar, un kafkiano de lujo.

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