El otro día en una reunión de coordinación de nivel hubo una
interesante discusión sobre el tipo de prueba que tendrían que realizar los
alumnos en grupo e individualmente para el Crédito
de Síntesis que tiene como eje la ciudad de Barcelona explicada por una agencia de viajes inglesa. Los chavales
deberían realizar una web en google sites mostrando los lugares de
referencia y explicando su interés artístico, deportivo, cultural,
gastronómico... La idea parecía interesante, pero sabemos que cuando los chavales
trabajan en grupo, la realidad es que uno o dos suelen realizar el noventa por
ciento del trabajo y siempre hay alguno que no hace nada. No es una invención.
Los alumnos temen por eso las agrupaciones que se hacen en las que se mezclan
alumnos de toda tipología y nivel.
Se enfrentaron dos concepciones del trabajo: una ingenua tal vez que pensaba que esa web elaborada colectivamente sería
suficiente para evaluar el trabajo, y los profesores que pensaban que debían
realizar además complementariamente un trabajo específico cada uno de los
miembros para ser evaluado individualmente.
¿Se puede confiar en los alumnos, en su seriedad, en su
honradez, en su compromiso? Una profesora sostenía que si no lo intentábamos
nunca lo sabríamos. Otra opinaba todo lo contrario: que no confiaba en los
alumnos por sistema, que ella había sido alumna y sabía que no era de fiar. Que
si podían, algunos harían trampas para evitar el trabajo y cargarían sobre los
demás el peso del crédito sobre Barcelona.
El debate fue interesante, pero se resolvió con la tesis más pesimista, la que
considera que la condición humana es frágil. Los alumnos deberán resolver
diferentes partes de un dossier
digital de modo individual además de la web.
El otro día recibí por correo electrónico diferentes
redacciones sobre un tema que les había planteado. Una de ellas era remitida
por la alumna más ejemplar y seria que tengo, y sobre la cual he escrito en
alguna ocasión. Su texto era singularmente bueno. Tenía un lenguaje imposible e
inalcanzable para esta alumna magrebí que comete errores graves en el uso del
idioma. Me temí lo peor. Busqué en google
y no me costó encontrar donde había copiado el texto. Sentí algo próximo al
desasosiego. Supongo que la obligación de un estudiante es intentar engañar al
profesor, pero en aquella alumna ejemplar me parecía sorprendente y en alguna
manera me resultaba doloroso. Se lo comenté por correo electrónico y recibí una
respuesta acorde a la mía en la que se reconocía la impostura y se me pedía
disculpas.
Hoy he pillado a un alumno magrebí muy problemático
navegando con el ordenador en páginas pornográficas. El curso en que está no es
un modelo de trabajo, y he estallado afeándole su conducta y lo he echado de
clase poniéndole una amonestación. Luego, al final de la clase ha venido
pidiendo disculpas y casi llorando. Temía que si lo sabía su padre lo enviaría
a Marruecos. Le he dicho que no revelaría a su padre la verdad íntegra (que
navegaba en páginas obscenas) pero sí que le explicaría su conducta contraria a
la seriedad y el funcionamiento de la clase. Ignoro en qué habrá acabado la
conversación entre padre e hijo, pero yo he hablado con el padre como era mi
obligación.
En otro curso, unas muchachas me han llamado discretamente
para decirme que una compañera suya se dedicaba a navegar en facebook durante la clase, y que incluso
utilizaba la webcam del ordenador
para grabar a los profesores en el aula. Me han explicado después que
utilizaban generalizadamente un programa para burlar el bloqueo por parte del instituto
de determinadas páginas consideradas inapropiadas. Me ha parecido feo todo. Me
ha parecido feo que dos alumnas delataran a una compañera, pero me ha sido
revelador lo que me han dicho sobre dicha alumna que se hace pasar por borderline, y que resulta que es más
espabilada de lo que parece, y sobre la que he de aplicar un control más severo
en lo que hace en el aula, por más que lo que sé es fruto de una delación.
¿Podemos fiarnos de los alumnos? ¿Es simplemente picaresca
normal y lógica todo aquello que sucede en el aula? ¿Podemos establecer sistema
basados en la confianza o debemos precavernos sobre lo que es la condición
humana, lo que es decir poco fiable, poco sólida, y más en una etapa
singularmente inestable? A veces entre los profesores que visitan el blog se
intuye un roussonianismo muy marcado
entendiendo que los alumnos son buenos por naturaleza y es el sistema el que
los pervierte, el sistema que encarnamos, lógicamente, nosotros. Otra
perspectiva es la de Dunia, una
profesora joven que opinaba que ella, como decía antes, no era nada de fiar en
sus tiempos de alumna, y que ello le iluminaba en la consideración que tenía
acerca de sus alumnos, a los que, no obstante, quería, pero sabiendo que en el
fondo, en el fondo, no son muy de fiar.
En el día que he tenido hoy tiendo a pensar que no podemos
esperar una conducta irreprochable y recta ni siquiera en aquellos en los que
más confiamos. Es posible incluso que engañen por miedo a defraudar al
profesor. No sé.