Hace ya unos cuantos años que leí por primera vez esta delirante farsa que es Wilt (1976) del escritor británico Tom Sharpe (Londres, 1928). Todavía no se había implantado la reforma educativa en España (Logse) ni yo había impartido clase en centros de Formación Profesional. Mi experiencia era con alumnos generalmente aplicados y escolares del antiguo BUP. Aquellos alumnos estaban abiertos y gozaban de la enseñanza de la literatura. Por ello, para mí resultaban increíbles, desconcertantes y endiabladamente cómicas las vicisitutudes del profesor Wilt en un instituto Politécnico inglés. Allí había de dar clases a alumnos pertenecientes a las ramas de carniceros, impresores, secretarias, fontaneros, electricistas, yeseros… Los chavales eran totalmente refractarios a las enseñanzas del profesor Wilt sobre obras fundamentales de la literatura como El señor de las moscas o La isla de coral y le machacaban a preguntas absurdas sobre el sexo que a cualquier otro docente le volverían loco.
La vida profesional de Wilt es altamente frustrante, pero no lo es menos su vida conyugal. Está casado con Eva Wilt, una mujer que se deja arrastrar por cualquier novedad que alguien le cuente sea en el ámbito sexual o filosófico. La trama parte de que Wilt está absolutamente harto de su mujer y fantasea con asesinarla. Acuden ambos a una fiesta convocada por una pareja de snobs, Los Pringshein. Eva está también cansada de Wilt y se deja seducir por la teoría de la terapia tactil de Sally Pringhein, que es una esnob bisexual. La situación se enreda porque Wilt es requerido sexualmente por Sally pero ésta es rechazada por el profesor que ve en ella a una peligrosa y desagradable ninfómana. Entonces hace acto de aparición Judy, una muñeca hinchable que será la que provoque todo el enredo y que hace que cuando vamos leyendo este relato mordaz y excepcionalmente cómico, nos tengamos que agarrar la tripa de las carcajadas que nos provoca. La gente nos mira con curiosidad en el metro al ver nuestros ataques de risa y se pregunta si nos pasa algo o qué narices estamos leyendo. Nosotros seguimos tronchándonos, impertérritos a las miradas ajenas.
No queda títere con cabeza: el sistema educativo, el claustro de profesores, las teorías de la liberación sexual de los sesenta, el esnobismo, la burocracia, la policía y sus métodos de investigación, los presbíteros borrachos… Wilt en el fondo no es tan lábil como pudiera parecer. Su resistencia como profesor de Humanidades frente a sus alumnos de carne uno y yeseros dos ha hecho de él un hueso duro de roer y soporta con increíble firmeza los interrogatorios de varios días por parte del inspector Flint que se obstina en afirmar que ha asesinado a su mujer que ha desaparecido. Para más inri está la dichosa muñeca hinchable, Judy, arrojada a uno de los pilares y que es cubierta por miles de kilos y kilos de hormigón. ¿Dónde está Eva? ¿Cómo la ha asesinado? No cuento más porque puede haber lectores que todavía no lo hayan leído. Este libro es altamente recomendable para aquellos que desean reírse con ganas de forma irresistible. De igual modo, recomiendo toda la obra de Tom Sharpe, especialmente sus relatos ambientados en Sudáfrica en la época del apartheid como Reunión tumultuosa y Exhibición impúdica. No puede haber sátiras más corrosivas contra el sistema racista que imperó en aquel país durante décadas. De hecho Tom Sharpe fue encarcelado y deportado de Sudáfrica por sus obras.
Un relato excepcional para profesores de lengua y literatura y para todos en general que tengan ganas de reírse. A pesar de haber sido publicado en 1976 no ha perdido un ápice de frescura y de comicidad.