Lo que se anhela son objetos, cuantos más mejor, que deslumbren y nos mantengan sedados frente a la tremenda soledad y desnudez del desierto, frente a la incertidumbre irremediable que nos acecha. Esta es la epopeya contemporánea. Y se cree que la historia se reduce al instante en que estamos viviendo que se quema inexorablemente camino de la nada.
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viernes, 8 de enero de 2010
La epopeya contemporánea
lunes, 4 de enero de 2010
El hombre rebelde
Hoy hace exactamente cincuenta años que moría en accidente de circulación en Le Petit Villeblebin (Francia) el pensador, escritor y filósofo francés Albert Camus (1913-1960). Había obtenido el premio Nobel de literatura en 1957 a la edad de cuarenta y cuatro años lo que da medida de la riqueza y densidad de su obra literaria no demasiado extensa.
Es famosa su afirmación "Si yo tuviera que escoger entre la justicia y mi madre, escogería a mi madre". En un congreso celebrado en Argelia recientemente sobre su figura, se le incluyó dentro de la tradición argelina entre otras cosas porque es así como hubiera razonado un hombre de esa cultura.
Recomiendo vivamente la lectura de El hombre rebelde y de su última obra inconclusa titulada El primer hombre de gran densidad y belleza en la que por primera vez deja a un lado el pudor personal y nos habla de su propia vida.
Albert Camus sigue siendo un hombre de nuestro tiempo. Y su pensamiento está vivo y continúa siendo fértil en un mundo como el nuestro en que hay tantas incertezas y tentaciones oscuras.
(Los fragmentos en cursiva pertenecen a la edición de El hombre rebelde en Alianza Tres. Edición de José María Guelbenzu.)
miércoles, 30 de diciembre de 2009
Avatar
Reconozco que ayer salí conmocionado tras ver la película Avatar dirigida por James Cameron (2009). Tenía conciencia de haber asistido a un espectáculo extraordinario que me proyectaba al cine del futuro por los alucinantes efectos especiales y el derroche de imaginación visual que expone esta película. La vi en 3D lo que acentuó mi sensación de maravilla. El público aplaudió al final de la proyección, lo que no es frecuente y es más bien raro. Creo que teníamos conciencia de haber asistido al nacimiento de una nueva época del arte cinematográfico.
Yo desde luego quiero volver a verla y llevar a mis hijas conmigo.
Cine Archivo (Crítica de Frederic Soldevila)
Literatura prospectiva (Iñaki Baón)
Avatar, el paraíso azul (Una maestra feliz)
Libro abierto (Víctor Manuel Ramos).
domingo, 27 de diciembre de 2009
Meditación y aprendizaje
Una evidencia que asalta al profesor de secundaria y bachillerato es el estado de inquietud y la falta de concentración de la mayor parte de los alumnos durante las clases. Una buena parte de estas consiste en intentar atraer su atención y focalizarla sobre algún aspecto de la materia. El profesor se encuentra ante un clima de dispersión mental en que predominan las emociones disgregadoras como la irritación, el aburrimiento, el cansancio, la agresividad, el nerviosismo… Todo esto se traduce en una deficiente capacidad de atención. ¿Podemos incidir de alguna manera positivamente como profesores en este sentido? ¿Cómo calmar las emociones disruptivas de los alumnos para que puedan centrarse en el aprendizaje? ¿Cómo aumentar su autocontrol, su autoconciencia, el conocimiento de sus sentimientos y la capacidad de la compasión?
¿Se puede entrenar la mente para controlar las emociones y desarrollar la atención mediante la práctica contemplativa?
Para los que quieran ver el vídeo entero que dura unos treinta minutos, dejo aquí el enlace al blog de Eduard Punset.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Feliz Navidad
Dedicado este post a Conchi cuyas palabras me dan calor y me llenan de confianza.
sábado, 19 de diciembre de 2009
Género negro
Soy aficionado a la novela criminal. En el último año es el género que he leído con más fruición. Devoro los libros de novela negra encandilándome con sus intrigas y las idiosincrasias de los detectives e investigadores que las protagonizan. Éste es uno de los aspectos más interesantes de la novela criminal, la personalidad y sentido de la vida del investigador. Las novelas criminales han creado personajes singulares ya desde el archifamoso Sherlock Holmes de A. Conan Doyle, a Miss Marple o Hercules Poirot de Agatha Christie, el comisario Maigret de Georges Simenon, Philip Marlowe de Raymond Chandler, Sam Spade de Dashiell Hammet, Lew Archer de Ross McDonald, Ellery Queen y el inspector Queen... Recuerdo que leí entregado en los años ochenta del siglo pasado todo lo importante escrito en el género de la novela negra americana. En mis clases de segundo de BUP se leía fundamentalmente novela negra y los alumnos hacían trabajos sobre los relatos leídos. Tenían que leer al menos tres y plantear un trabajo. Había una colección de bolsillo espléndida de Bruguera dedicada al género. Creo que leí todo lo publicado en ella. Incluso viajé a los Estados Unidos en 1981 y 1983 llevando en mi equipaje varias novelas de este género. Tuve ocasión de visitar Nueva York acompañado de los libros de Chester Himes (Por amor a Imabelle, Un ciego con una pistola, Corre, hombre, corre…). Uno de ellos, protagonizado por Ataúd Johnson y Sepulturero Jones, comenzaba con una cita que decía literalmente: En Harlem si guiñas un ojo, te asaltan; si guiñas en otro, te matan. Y, claro, fui al Harlem caminando más arriba de Central Park y llegando hasta la calle 138, el corazón del barrio. No tuve sensación de miedo, pero he de decir que fue una de las visitas más impactantes que he hecho nunca a una ciudad. Nueva York parecía salida de una película de cine negro. No fui en cambio al Bronx lo que hubiera completado mi recorrido criminal. Recuerdo en Harlem una casa de venta de ataúdes expuestos en la acera. Incluso uno tenía la posibilidad de probarlos. Era el negocio más floreciente en la calle 125.
Y como propuesta de participación os sugiero que me comentéis si sois aficionados al género, y si es así, ¿qué autores son de vuestra predilección e incluso qué novelas son vuestras preferidas?
miércoles, 16 de diciembre de 2009
La generación de 1927
Asumiendo la propuesta de Toni Solano de Repaso de Lengua queremos hacer una evocación del acto que dio lugar a la constitución (en la práctica) de la llamada "generación de 1927", hoy hace ochenta y dos años. Un homenaje al poeta Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla reunió a un conjunto de poetas, pintores y artistas que habían trabajado en la reivindicación del poeta cordobés, llamado por un lado "príncipe de la luz" y por otro "príncipe de las tinieblas". Juan Ramón Jiménez se desentendió del homenaje marcando ya así el distanciamiento con aquellos jóvenes poetas que ya buscaban su propio recorrido. Podría haber traído algún poema gongorino como los pertenecientes a Cal y canto de Rafael Alberti, pero he preferido escoger uno al que mi hija pequeña y yo tenemos especial aprecio, de modo que este post es creación de ambos. Por las noches hacemos nuestro pequeño acto de recordar -leyéndolos- a esos poetas que constituyen lo mejor de nuestra tradición. Os dejo también la voz de Lucía recitando el poema que más le gusta.
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean en las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraísos ni amores deshojados;
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.
lunes, 14 de diciembre de 2009
Iluminación
jueves, 10 de diciembre de 2009
Bodhisattva en el metro
martes, 8 de diciembre de 2009
Humildad
Esta noche pasada ha muerto una amiga muy querida, Julia. Me he enterado de su muerte a mediodía. Ella era una desconocedora totalmente del mundo digital, pero hace un par de meses le enseñé a utilizar el correo electrónico e incluso le ayudé a crear un blog titulado Diario de una abstemia obligada que figura en mi blogroll. Han sido más de veinte años de amistad con etapas de mayor cercanía o cierta distancia, pero Julia me ha enseñado algunas cosas. Era una de esas personas con las que merecía la pena mantener una conversación, inundada casi siempre de alcohol. Este era el mayor de sus problemas. Estaba muy débil físicamente. Cirrosis hepática. Últimamente lo había dejado y asistía a las reuniones de Alcohólicos Anónimos. Me lo contaba en sus email. También iba a la piscina. Tenía un brazo, el derecho, imposibilitado por un accidente. Fue una de las personas más trágicas y a la vez con más sentido del humor que he conocido. Por un tiempo, cuando ella se quedó sin trabajo, compartimos piso, pero su desorden, su incapacidad absoluta de seguir ninguna norma hacía difícil la organización de la casa. Y es que Julia es el personaje más anarquista que he conocido jamás. Era absolutamente imprevisible, todo corazón y puro sentimiento. Desde su trabajo en la administración hasta que tuvo que enlazar bajas por depresión, favorecía –por encima de las normas legales- a multitud de marginados y desdichados que carecían de empleo. Parecía un ser de otra galaxia y resultaba absolutamente original. Le encantaban los outsiders, los que estaban fuera de juego, y llegaba inevitablemente tarde a cualquier cita un par de horas o tres. A mí, que soy tan rigurosamente puntual, me desesperaba, pero seguro que ella estaba viviendo intensamente alguna otra conversación con un buen vaso de whisky de por medio. La admiraba por su desprecio de la vida. Le gustó vivir en el límite del abismo. Me desesperaba porque sabía que tarde o temprano acabaría mal, pero no había consejo sensato que ella fuera capaz de seguir.
Hasta siempre, guapa. Has sido el cronopio más cronopio que he conocido jamás.
jueves, 3 de diciembre de 2009
Agua con azúcar
Me quedé solo en aquel barrio que nunca me pareció más vacío.
martes, 1 de diciembre de 2009
La desaparición del yo
domingo, 22 de noviembre de 2009
La necesidad del narrador
Sin embargo, a veces el bloguero más veterano se siente atenazado y lleno de aprensión ante la hoja en blanco. No sabe si tiene algo más que decir. Profesor en la secundaria lleva cuatro años publicándose y ha colgado más de trescientos posts sobre los temas más variados. Muchos sobre educación, sobre la experiencia como profesor y las relaciones con los alumnos, otros sobre inquisiciones sobre los temas más variados que no tenían nada que ver con la enseñanza (arte, literatura, África, reflexiones sobre la crisis, poesía, teatro, cuentos de estilo zen, compromiso político, misticismo, dudas existenciales, viajes, experiencias telúricas y psicodélicas… Podríamos decir que el blog ha trazado un itinerario vital, ha sido un compendio de mi forma de sentir el mundo y la vida, llena de grandes zonas de sombra .
El otro día hablaba en este blog de la presentación del libro de Dimas Mas, Marcela y el narrador errante. El acto fue un éxito de público y en los ponentes estaba el propio autor y el brillante novelista Emilio Pascual (autor de Días de reyes magos). Me quedo con la figura del narrador. Tener al narrador de una historia, de una novela o de un blog es tener el cincuenta o más del trabajo hecho. Lo fundamental en un historia es el narrador. Pero ¿qué se puede esperar de un narrador avellanado, escéptico, lleno de dudas, enemigo de controversias, tímido y corroído por intuiciones y estados oscuros? A veces espero que un leve halo poético encubra mis dudosas inquisiciones. Quizás la poesía es el lenguaje en algún sentido más universal. Pero no sé si lo logro. Todo queda demasiado en el aire y en la más banal y extraña aventura.
Pero todos los que nos movemos en la oscuridad, ansiamos la luz y el placer del encuentro imprevisto. Por ese narrador extravagante que a veces se hace carne o luz o penetra en intuiciones merecedoras de algún detenimiento.
Vale.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Marcela y el narrador errante
Conocí a Dimas Mas (Tetuán, 1953) durante las oposiciones al cuerpo de agregados de Lengua y Literatura españolas de 1982. Ambos leímos ante el tribunal nuestro examen y yo tuve ocasión de escucharle pues él lo hizo antes que yo. Me deslumbró su estilo brillante y sugerente al exponer el tema, en principio académico, de Los orígenes de la lírica castellana. Su exposición me cautivó, y apenas me di cuenta de que a continuación iba yo a exponer el tema que había escogido que no era otro que el de la Ilustración en España, tema que me llevó a ganar en aquella ocasión las oposiciones, mientras resonaban los goles del campeonato mundial de fútbol que se estaba celebrando en España.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Competencia comunicativa
Estos días pasamos en los institutos de Cataluña la Evaluación diagnóstica sobre competencia comunicativa del área de lengua, en mi caso, castellana. Ayer tuve que cuidar el desarrollo de la prueba en un curso de tercero de ESO. Los chavales recibieron, a lo que vi, con enorme displicencia la necesidad de realizarla cuyas razones no entendían y de poco vale que se les diga que es un test para evaluar la eficacia del sistema educativo catalán valorando la llamada competencia comunicativa que consiste en tres pruebas de comprensión lectora bastante fáciles, aunque si se leen con excesiva rapidez, es fácil cometer numerosos errores como he tenido ocasión de ver. Otra parte es la realización de una redacción con unas indicaciones sobre su desarrollo. Trata sobre un viaje, sus preparativos, su transcurso y la llegada al punto de destino. He corregido unas sesenta y soy consciente de la enorme dejadez con que han sido realizadas. Si esto da medida de la competencia comunicativa de los chicos de mi centro, realmente es aterradoramente deficitaria. Escasa coherencia, deficiente cohesión, pésima ortografía, léxico endiabladamente pobre, faltas de concordancia verbales, signos de puntuación prácticamente inexistentes, anacolutos…
martes, 3 de noviembre de 2009
Conversaciones en el aula de informática
Este mediodía he mantenido un intercambio de opiniones con el coordinador de informática de mi instituto. Él quería saber si yo era favorable a la tecnología de libros digitales que empieza a emerger. He reflexionado rápidamente y le he dicho que yo me sentía vinculado al libro físico. ¿Por qué? Porque me produce emociones llegar hasta él, firmarlo, subrayarlo, leerlo, tocarlo, olerlo, cerrarlo y guardarlo en mi biblioteca hasta nueva ocasión que quizás llegue algún día. Menacho, el coordinador, se interrogaba por esa necesidad afectiva que tengo hacia el libro. ¿Para qué? El libro puede almacenarse en soporte digital y tener acceso al texto siempre que quieras. ¿Pero me garantizas que dentro de diez años seguirá existiendo el mismo soporte digital o habrá periclitado? No, -me ha contestado- nadie sabe qué habrá pasado dentro de diez años, pero ¿qué importancia tiene? El valor de las cosas es fungible. No tienen por qué durar toda la vida. Duran lo que duran y mientras nos aprovechamos de ellas, me dice. Esto me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de los objetos para generaciones anteriores. Un objeto, un mueble, un libro era un elemento para toda la vida. Nuestra vida estaba unida a los objetos. Estos estaban ligados a nuestra vidas, eran nuestros compañeros. La filosofía de la modernidad es úsalo y tíralo. Desde los pañuelos a infinidad de elementos tecnológicos que ya no merece la pena reparar y los tiramos necesariamente. Ikea, la cadena sueca de muebles, ha establecido la filosofía de que un mueble no es para toda la vida. ¿Para qué queremos que dure toda la vida? Diez años es suficiente, parece decir Ikea, un ciclo, o medio ciclo vital. Y es una filosofía que ha calado. Ya los objetos son unos compañeros de ciclo de cinco o diez años. Me pregunto si esto tiene implicaciones vitales más profundas. En seguida he pensado en ese libro de Kundera que tiene un título genial pero que me desagrada profundamente por su fatuidad: La insoportable levedad del ser. Nunca el ser se ha visto tan contingente como ahora. Nada es estable, todo se transforma a velocidad de vértigo y nada permanece. Parece un koan budista. Todo es impermanente. Pero el ser humano padece la misma transitoriedad, la misma sensación de lo efímero en cuanto a su propia esencia. Todo va demasiado rápido y nos desgastamos a velocidad de vértigo. Estar en la cresta de la ola es demasiado costoso. Temo esa sensación de desgaste absoluto que tiene la contemporaneidad. Las relaciones humanas, las conversaciones, el tiempo para el diálogo, para ser, para permanecer, ofrece las mismas circunstancias de deterioro que los objetos. No soporto la levedad de los objetos a la vez que soy un entusiasta de la tecnología, sin la cual este blog no existiría. A la vez añoro las cartas físicas que nos escribíamos algún tiempo y que tenían una densidad mucho mayor que los correos electrónicos que ahora nos escribimos, añoro los espacios de encuentro que tenían mucha mayor sustancia que el facebook o el twitter, fenómenos de nuestro tiempo, ya sé que irrenunciables e imparables, pero añoro un sentir del mundo más estable, más profundo y más denso, más sereno. Todo va demasiado rápido. Quizás esto sea un efecto de mi edad y un joven ya no tenga las mismas coordenadas y viva en un mundo esencialmente efímero e impermanente. ¿Tiene alguna importancia leer los libros en soporte físico –el papel- o soporte digital? Supongo que no, pero ya sabemos hace algún tiempo, gracias a Marshall McLuhan, que el medio es el mensaje. Ese soporte evanescente, impermanente de lo digital nos hace quizás livianos, etéreos, sin demasiada dimensión. El ser humano desde el tiempo de los clásicos ha temido esa liviandad pero nunca ha sido tan real como es en nuestro tiempo. Tempus fugit. El ser humano no acaba de encontrar su esencia. Veo a mis alumnos inquietos, sin saber a qué mundo pertenecen, si es que pertenecen a algún mundo que no vaya a cambiar veinte veces a lo largo de su vida. Nuestros abuelos vivieron mundos más estables que cambiaron también dramáticamente, pero nunca la realidad ha sido tan inestable como la que vivimos ahora. Antes los cambios tenían una dimensión que era acogida como una nueva etapa en la vida y que se celebraba o lamentaba. Ahora vivimos en una transformación permanente en la que no sabemos a qué asirnos. ¿Cómo crecerá la sabiduría en este terreno? Porque crecerá no me cabe duda, pero lo que no sé si será un aprendizaje compartido. Uno que es aficionado a la literatura y a la cultura africana se pregunta si la enorme riqueza que supone la tradición (también esclavitud) y el acceso a la sabiduría que implica ¿por qué será sustituido en un mundo sin raíces? Temo vivir sin raíces, yo que he crecido sin ellas, pero siempre he ansiado la serenidad, el goce del detenimiento, la eternidad.
Menacho, desde luego no compartía nada de mi visión, ni de mi pesimismo, ni de mi añoranza, sino todo lo contrario. El mundo está bien siendo impermanente. Al final nos morimos y ¿qué permanece?, mientras tanto las cosas cambian continuamente. Es así. Y no hay muchas vueltas que darle, es el sino de nuestro tiempo.