Estos días pasamos en los institutos de Cataluña la Evaluación diagnóstica sobre competencia comunicativa del área de lengua, en mi caso, castellana. Ayer tuve que cuidar el desarrollo de la prueba en un curso de tercero de ESO. Los chavales recibieron, a lo que vi, con enorme displicencia la necesidad de realizarla cuyas razones no entendían y de poco vale que se les diga que es un test para evaluar la eficacia del sistema educativo catalán valorando la llamada competencia comunicativa que consiste en tres pruebas de comprensión lectora bastante fáciles, aunque si se leen con excesiva rapidez, es fácil cometer numerosos errores como he tenido ocasión de ver. Otra parte es la realización de una redacción con unas indicaciones sobre su desarrollo. Trata sobre un viaje, sus preparativos, su transcurso y la llegada al punto de destino. He corregido unas sesenta y soy consciente de la enorme dejadez con que han sido realizadas. Si esto da medida de la competencia comunicativa de los chicos de mi centro, realmente es aterradoramente deficitaria. Escasa coherencia, deficiente cohesión, pésima ortografía, léxico endiabladamente pobre, faltas de concordancia verbales, signos de puntuación prácticamente inexistentes, anacolutos…
Yo estaba cuidando la prueba, los miraba atentamente aunque de vez en cuando había voces de protesta ante la realización del test de comprensión lectora y la engorrosa redacción para la que no se sentían nada motivados. Delante de mí había un muchacho boliviano que contestaba sin pensar demasiado las preguntas de comprensión lectora pero observé que a la vez escribía intensamente en una hoja cuadriculada dividida en cuatro pliegues. Vi que en ello ponía enorme interés no así en el test de los dichosos items aburridos. Me quedé con ganas de saber qué escribía. Cuando entregó el ejercicio, me dirigí a él que estaba sentado en primera fila y le pregunté directamente qué escribía. Es un buen chaval. Tiene fama de conflictivo pero en mi clase se porta bien. Se lo hice saber y él me lo agradeció. Me explicó que lo que estaba escribiendo era una carta que contestaba a otra que le había enviado una chica que se llama –pongamos- Vanessa. Me la enseñó y vi un corazón dibujado con el nombre de los dos: Aurelio y Vanessa. Los padres de ella se oponen a la relación y encierran a su hija sin salir de casa salvo para ir al instituto. Su amor es un amor prohibido. Los padres de Vanessa deben ver en Aurelio un latinoamericano poco apropiado para su hija de aquí. La tutora de ella me había hablado del conflicto y entonces até cabos. Es una relación al estilo de Montescos y Capuletos. Vanessa hace subir a Aurelio a su casa cuando sus padres no están y cuando estos se enteran de que ha estado en casa montan en cólera. Las dificultades aumentan la dimensión del amor –es un viejo tema literario-. Sentí simpatía por Aurelio aunque entiendo las razones de los padres. La hija –el ojito derecho de su padre- termina enrollándose a los trece años con un sudamericano que la lleva a ser mujer mucho antes de lo que ellos hubieran imaginado. Yo tengo una hija de doce años y puedo intuir gran parte del drama aquí montado. La tutora está desbordada por la situación y no hay día que no hable con alguno de los actores del protosainete.
Sentí curiosidad por la carta de Aurelio y por la de Vanessa. Sin duda dominarán los lugares comunes. ¿Hay algo que más se preste a los tópicos que el amor apasionado y prohibido? Deseo físico, ansias de huir juntos a un país lejano, ansia del otro… Nuestros alumnos no son intelectuales, al menos los que yo tengo. Son chavales de la calle. Su competencia comunicativa escrita es paupérrima y detestan todo lo libresco, eso que tanto placer nos causa a muchos de los que frecuentamos los blogs. Sin embargo, esto no impide que sientan intensamente –aunque no de una forma literaria-. Sus necesidades son otras, menos sofisticadas, pero igualmente valiosas. Nadie está por encima de nadie. A veces cuesta encontrarse con ellos, al menos a mí, por ese componente intelectual que me vertebra. Sin embargo, pienso que mis chicos de la calle probablemente sean más felices que otros que tienen una constitución más letrada, más elementales tal vez, más primarios para bien y para mal. Y además ahora recuerdo a Andrés Hurtado el protagonista de El árbol de la ciencia y sé que el conocimiento origina dolor evocando a Schopenhauer, y que la existencia es dolorosa, y que es una corriente impetuosa que nos arrastra sin ningún sentido más inclinándose por el absurdo. Así me sentí yo cuidando aquella prueba de competencia comunicativa, pero a la vez disfrutando del encuentro fugaz con Aurelio, ese muchacho boliviano enamorado, y que desde que bebe los vientos por Vanessa es un alumno, aunque no trabajador –alumnos trabajadores hay pocos, la verdad- sí que más humano y sensible. Y les aseguro que sus ojos de carnero a medio morir son todo un poema. Suerte, amigo. Que los hados te sean propicios. Y que los padres logren sobrellevarlo con prestancia, que la necesitan.
Pues como la chica solo sale para ir al instituto a Aurelio le irá muy bien la propuesta de Gabilondo de escolarizacón obligatoria hasta los 18, podrán festejar cinco años más su enamoramiento a pesar de la oposición de los padres. Cuando acaben la escolarización obligatoria el estado les proporcionara el trabajo forzado (que para algo los ha estado formado), y ya con la nómina el aurelio y la vanesa irán a por la hipoteca....
ResponderEliminarLa realidad que describes como muchas otras es poliédrica. Cada actor activo o pasivo -y tú eres uno de ellos- toma una posición respecto al tema. Tú te has alineado por simpatía afectiva al lado del chico, pero como bien dices no todos lo ven de igual manera. El enamoramiento es un sentimiento espontáneo pero llama la atención esa precocidad en asumir ciertos roles en individuos que no han completado una mínima madurez afectiva. ¿Puedes mirar a tu hija y pensar que dentro de unos meses vivas una situación idéntica? Seguramente te cuesta. Supongo que habréis puesto los mimbres para que sea una transición más serena hacia algo así si llegara a suceder.
ResponderEliminarDices que estos chicos pueden ser más felices que otros más letrados. No lo sé. No hay un medidor de felicidad como no lo hay del dolor. Ahora eso sí el cariño que siente Aurelio por Vanessa es mejor que superar cualquier ‘Evaluación diagnóstica sobre competencia’.
Por otra parte quizás también el planteamiento de los padres de la chica no sea el más inteligente en este caso, al contrario les afianzará más el deseo.
Me ha encantado tu post Joselu, he disfrutado mucho leyéndolo. Creo que no importa si se es más feliz siendo Andrés Hurtado o no, lo importante es que, a fin de cuentas, todos somos iguales y todos sentimos lo mismo; aunque hay que reconocer que a cierta edad tendemos a distorsionarlo todo de manera exagerada y a agarrarnos a pasiones exaltadas sin la templanza que te dan los años. Me he sentido un poco vieja al compararme con tu alumno. ¿No recordamos todos esos amores adolescentes que casi no nos dejaban respirar? Luego, con los años todo se calma y el amor se vive de otra manera, pero en la adolescencia hay que vivirlo así. Estoy segura de que si Romeo y Julieta se hubieran conocido literariamente con treinta años, no tendríamos la fantástica tragedia shakespereana. ¿No sería una pena?
ResponderEliminarAbrazos
El sistema educativo no se evalúa con una prueba de este tipo. En nuestros centros, auténticos guetos promovidos por la incompetencia política y la hipocresía generalizada de las clases medias, los Aurelios son legión y, de ahí para abajo, aún hay más pozo sin fondo. Si quieren medir algo que vayan a las casas, a los barrios, que hablen con las familias y vean cuánto tiempo pueden dedicar a atender a sus hijos, cuántas horas comparten con ellos, qué espacio tienen para desarrollarse como jóvenes... Mis alumnos y los tuyos, en su mayoría, desprecian estas pruebas porque piensan que ellos nunca llegarán a nada (esto no es, pues, una amenaza que oyen a veces de sus profesores, sino una constatación de su fracaso), que todo este circo de papeles que hay que rellenar sólo sirven para alimentar el culo de algún funcionario (que también tiene su razón).
ResponderEliminarSi quieren medir el éxito educativo, que empiecen por venir a las aulas para ver cómo nos dejamos la piel en el intento de salvar a algunos de estos Aurelios, aunque sólo sea porque nuestras hijas, como Vanessa, puedan aspirar a un futuro mejor.
Me he ido imaginando la escena mientras la describías. Aurelio representa la disidencia escolar. No le interesa escribir sobre algo impuesto: un viaje. Ya tiene bastante con su viaje personal, su viaje interior en busca de un lugar para su amor. Ya vive su aventura y ésta no aparecerá nunca en un enunciado.
ResponderEliminarConforme pasa el tiempo, entiendo más a los jóvenes. Nosotros aprendimos a obedecer a cumplir con las órdenes de los adultos y no cabía la protesta "no me apetece hacerlo". Lo hacíamos.
Ahora se mueven por impulsos. Son algo más primitivos. Se han soltado del mundo de los adultos y sólo se unen a él cuando coinciden sus intereses.
Es evidente que las pruebas les parecen una patochada (como a mí, aunque disimule ante ellos) y por ello no se esmeren en escribir, ni en acertar las casillas.
Efectivamente, la desmotivación desvirtúa esas pruebas, no le ven el objetivo, un examen más y encima éste no cuenta para nota
ResponderEliminarTu post me ha invitado a pensar, Joselu. Me parece que la simplicidad de la que hablas puede ser contraproducente. Una persona con calado intelectual quizás no experimente sentimientos "totales" (blanco, negro...) o le costará más, pero sí que lo que sienta lo vivirá con gran riqueza de matices.
ResponderEliminarLo que tú mismo expresabas me sirve como ejemplo: lo que en un chaval adolescente se expresa simplemente con un garabato de un corazón en una papel y un "morreo", para tí ha sido un motivo de honda reflexión.
No creo que la simplicidad sea el objetivo.
Yago, creo que lo que nos pasa a muchos enseñantes (o profesores) es que sucumbimos al llamado síndrome de Estocolmo. Tenemos un determinado tipo de alumnado y eso nadie lo puede cambiar. Puedes entenderte con ellos o chocar. En el segundo caso, las consecuencias son dramáticas y penosas para el profesional. Tiendes a identificarte con el objeto de tu desazón e intentas saber cómo llegar a ellos. Ese es el gran problema. No importa lo que pienses. Dentro del aula importa sobrevivir y dentro de lo posible enseñar lo que se pueda. Las limitaciones de la segunda cuestión son tremendas. ¿Enseñar? ¿Hay condiciones? Por eso mi reflexión que parecía alentar la simplicidad. Me pregunto si tantos alumnos pueden estar equivocados en cuanto a su percepción de su modo de vida, y pienso que quizás yo con mi planteamiento más sutil e intelectual puedo estar equivocado y que no sea lo única opción. Ya te digo que es el síndrome de Estocolmo. Algún día cabría hablar de ello. Un cordial saludo.
ResponderEliminarEduideas, creo que ese es el punto de vista que consideraron. No se sintieron motivados en absoluto por la prueba. Los resultados creo que son altamente arbitrarios e inmotivados. No creo que se puedan extraer importantes resultados de estas pruebas. Un cordial saludo.
ResponderEliminarLu, desde tu punto de vista, los alumnos se asemejan claramente a Bartleby, en su "preferiría no hacerlo". Lo que pasa es que en el caso del personaje de Melville atisbamos oscuros abismos de misterio. En mis queridos adolescentes de ahora, no veo nada de eso. No hay misterio en absoluto. En general hay desgana, rebeldía sin causa y alejamiento -como bien dices- del mundo de los adultos. Para tratar con adolescentes hay que ser un hábil comunicador. Hay que saber vender el producto. Nuestros alumnos se han convertido claramente en clientes. Un cordial saludo.
ResponderEliminarEs una historia real, y por ende más atractica que las que nos cuentan los libros o el cine. Aurelio y Vanessa se quieren y su amor hay alguien que lo está haciendo imposible. Y todo esto, este drama, transcurre entre pruebas académicas insípidas e inútiles y demás argumentos de la vida escolar. El amor, plasmado en una hoja cuadriculada, se muestra ahora transgresor y poderoso. No sé cómo acabará esta historia de amor, pero presiento que mal. Todavía hay muchos supuestos que no son asimilables para un español de clase media.
ResponderEliminarUn abrazo.
Antonio, me ha sorprendido la vehemencia de tu comentario. Sin duda has puesto pasión en él y tienes razón. No será con estas pruebas diagnósticas con las que se evaluará eficazmente el sistema educativo. Quiero pensar que luchamos muchos por que Aurelios como el del post puedan salir del pozo de fracaso en que se hunden.
ResponderEliminarMiguel, me pongo en la piel de los padres de Vanessa y se me erizan los cabellos. Mi hija tiene doce años, un año menos, como escribo en el post. Simpatizo con Aurelio, no cabe duda, pero entiendo a los padres de la muchacha que no están haciendo lo más adecuado. Pero ¿qué es lo más adecuado cuando la protagonista es tu hija de trece años? La vida irrumpe violentamente en ese plan que como padres creemos que se puede hacer. Tremendo. Un cordial saludo.
ResponderEliminarNo sé por qué me he acordado de lo que sentenciase Francisco Ayala: "La literatura es lo esencial. Todo lo que no sea literatura no existe. Porque, ¿dónde está la realidad?".
ResponderEliminarEn las competencias no, seguro.
Caperucita azul, lo bueno de este post es que permite enfoques muy diferentes en la respuesta. Tú has centrado la misma en la capacidad de pasión que se tiene a determinada edad. Sin duda, Julieta era muy joven, y ha quedado como paradigma de la heroína sentimental. Quizás era adolescente. Y ello ha quedado plasmado en unas páginas memorables de la literatura universal. Aurelio y Vanessa están escribiendo su propia obra singular y fuera de guión. Queda como referente su fuerza épica y dramática. El resultado es incierto. Un cordial saludo.
ResponderEliminarjnj, me atrae este drama por lo que tiene de literario, no cabe duda. La tutora lo tiene crudo, pero los que somos apasionados de lo literario, tenemos en esta relación un paradigma de la inexactitud de los planes, del estallido de la vida en estado puro, sin plan previo. Mi simpatía hacia los protagonistas en todas las bandas. Pero el drama es literario. Gracias por tu presencia. Un cordial saludo.
ResponderEliminarFrancisco, me ha gustado tu calificativo de poliédrica a esta situación planteada. Es lo mejor de algo que se plantea en un post, que se pueda considerar desde múltiples puntos de vista, que todos queden abiertos. El estallido de la vida, la hija adolescente, el dolor como componente básico de la vida, la simplicidad como solución para el que pueda vivirla. El que se adentra por la senda del conocimiento no tiene vuelta atrás. Está condenado a crecer con esfuerzo, con pasión, con dolor. Gracias por tus palabras. Sin duda, me estremezco pensando en una situación semejante en el caso de mi hija. Un cordial saludo.
ResponderEliminarSerenus, no les llegará la escolarización hasta los 18 todavía. Pero seguro que aprovechan sus ratos de patio para vivir un drama de amor en varios actos. El estado vela por nosotros. En el caso del tabaco, en el caso de la escolarización obligatoria hasta los 16 o 18 como ahora parece sugerirse. ¡Cómo añoro el pensamiento anarquista tan abandonado en nuestro tiempo! ¿Qué diría Ferrer i Guardia sobre la escolarización obligatoria? ¿ Y Bakunin?
ResponderEliminarLo vergonzoso es el nivel de las ¡pruebas para 3º de ESO!, porque parecen hechas para evaluar competencias de 3º o 4º de primaria. Con todo, el rechazo al esfuerzo para aprender es lo que peor se lleva, la indiferencia con que contemplan los procesos elementales de aprendizaje. No están dispuestos a hacer el más mínimo esfuerzo. Últimamente me dedico más a enseñar urbanidad que propiamente la lengua castellana. Con no pocos esfuerzos, tras casi un trimestre creo que han aprendido que desperezarse cada vez que les venga en gana en un espacio compartido con otros es una falta de educación. Ahora estoy con que entiendan que dos personas hablando al mismo tiempo son como dos perros ladrando al mismo tiempo, pero aún no lo han "cogido". Estoy en ello. Eso sí, ellos saben que los adoro.
ResponderEliminarLo vergonzoso es el nivel de las ¡pruebas para 3º de ESO!, porque parecen hechas para evaluar competencias de 3º o 4º de primaria. Con todo, el rechazo al esfuerzo para aprender es lo que peor se lleva, la indiferencia con que contemplan los procesos elementales de aprendizaje. No están dispuestos a hacer el más mínimo esfuerzo. Últimamente me dedico más a enseñar urbanidad que propiamente la lengua castellana. Con no pocos esfuerzos, tras casi un trimestre creo que han aprendido que desperezarse cada vez que les venga en gana en un espacio compartido con otros es una falta de educación. Ahora estoy con que entiendan que dos personas hablando al mismo tiempo son como dos perros ladrando al mismo tiempo, pero aún no lo han "cogido". Estoy en ello. Eso sí, ellos saben que los adoro.
ResponderEliminarEn Madrid nos torturan año tras año con unas estúpidas pruebas
ResponderEliminaren 4º y 6º de Primaria que sólo sirven para elaborar una lista de los colegios madrileños poniendo de manifiesto las desigualdades, a veces abismales, entre unos centros y otros. Cuando la lista se hace pública (algo que en teoría nunca debe ocurrir) las críticas arrecian. Es totalmente injusto aplicar la misma prueba en un colegio privado carísimo de La Moraleja y en uno de Vallecas con un porcentaje altísimo de inmigrantes y gitanos, por ejemplo. En principio, el objetivo de la prueba era ayudar a los centros que tuvieran peores resultados, pero esas ayudas nunca han llegado. Así que las aplicamos a la fuerza y con desgana, sabiendo que sus contenidos no se ajustan al curriculum de Primaria y que no son nada fiables. Algún colegio incluso programa una excursión ese día o anima a lo chavales a no asistir a clase para no tener que realizarla. Yo sé de sobra cómo van mis alumnos sin someterles a esa tortura, con unos requisitos desfasados y una aplicación más cercana a un examen a notarías que a otra cosa. Pero asi están las cosas, nos come la burocracia y la política y nadie hace frente a los problemas reales.
Con respecto a la historia de amor entre adolescentes, qué ternura deben de sentir esos muchachos con la sangre bullendo en sus cuerpos pensando en el otro y sobre todo teniéndolo cerca. La fuerza del primer amor nunca se olvida, aunque esté abocado al fracaso. Si encima cuenta con la oposición paterna les reafirma aún más, pues no tienen noción exacta de lo que están haciendo. Sus cartas de amor serán sinceras y encendidas, con o sin estilo literario y llenas de faltas de ortografía y de sintaxis. ¿El conocimiento añade felicidad o todo lo contrario? Sinceramente, no lo sé. Para mí siempre ha sido gozoso leer y aprender, pero he tenido alumnos entrañables, cariñosos y grandes trabajadores que no lograron aprobar pero sí consiguiron un trabajo digno y son felices. La vida es tan compleja... Suerte para ellos.
Un abrazo, colega.
Son varios los asuntos que planteas, Joselu, como suele ocurrir en tus artículos, razón por la cual siempre espero un poco para comentar, porque hay que darle unas vueltas a esos varios asuntos. Por una parte, tenemos el amor, siempre el amor. En mi opinión, es una cuestión sobrevalorada y dramatizada en exceso, que no tiene carácter individual, sino social; toda la sociedad concede un excesivo valor al amor romántico, a la literaturización del amor, que además se conforma como una anulación de las personalidades participantes, un punto más en el componente femenino. Canciones, poemas, historias, leyendas y revistas del corazón alientan esta conducta sentimental, desde los niveles más vulgares hasta los más cultos. Nunca hemos practicado una sensata educación sentimental, donde el individuo se preserve responsablemente de sus propias pasiones y las enfrente con total consciencia. Los padres de Vanessa, sin dudan, también se han dejado llevar por la pasión, otro tipo de pasión, pero al fin y al cabo están arrebatados, fuera de si, lo cual hace pensar que su hija no hace sino seguir una tónica familiar habitual. Sentido común, mucho sentido común y mucha calma, eso es lo que se necesita para educar con equilibrio a una criatura. El proyecto de vida de su hija no lo tienen que trazar ellos, sino su hija. Ellos sólo pueden señalar caminos, ponerlos en evidencia, mostrarlos, pero nada más.
ResponderEliminarOtro asunto es la dichosa prueba. Es un asunto que ya está mil veces denunciado y protestado. No veo mal que se hagan pruebas, pero siempre que se hagan con más inteligencia y menos burocracia, y también con menos o ninguna intención perversa, que lo que dice Yolanda es la pura realidad: en Madrid y en otros lugares lo que se pretende es el desprestigio de la escuela pública y relegarla a una función puramente asistencial, mientras la mayoría de la población escolar acude a engrosar el negocio privado de la educación. Tal como éramos, tal como dentro de poco volveremos a ser.
En educación y en amor, hay que cambiar la mentalidad, por completo.
A la pareja, desearle suerte y una pregunta respecto a tus palabras: "Escasa coherencia, deficiente cohesión, pésima ortografía, léxico endiabladamente pobre, faltas de concordancia verbales, signos de puntuación prácticamente inexistentes, anacolutos…" ¿te refieres a los textos de tus alumnos? o ¿te refieres a los textos académicos que se ven en los institutos, a los textos que cuelgan de todos los corchos de despachos y salas de profesores o a los textos que redactan, confeccionan y envían nuestras Autoridades Educativas? Ahhh, por eso, por eso...
ResponderEliminarMuy buena semblanza mi estimado amigo.
ResponderEliminarUn abrazo y buen fin de semana!
El cariño con el que hables a tus hijos es la mejor arma para llevarles a reconocer porqué será mejor esperar para tener relaciones.Pero el noviazgo en la adolescencia es mejor no prohibirlo, lo tendrían
ResponderEliminarigual a escondidas y eso empeoraría las cosas.Mejor conocer al novio y entender la razón por la que está con ella.
A mi me parece bien esa prueba que da testimonio de lo que ya sabemos. A los chicos no les gusta ni leer ni escribir y si no entienden bien lo que leen es porque no le ponen ningun interes al tema, y si no les gusta redactar es porque no tienen vocabulario ni imaginación... y si ni leen ni escriben es normalísimo que tengan faltas de ortografía y de todo lo demás. Yo diría que esto viene desde primaria arrastrando y cuando las altas esferas vean los resultados de las pruebas espero que tomen medidas.
ResponderEliminarEs una gran pena ver a universitarios también, como se pasan con la v y la h aparte de la redacción. Hasta en los blogs vemos a veces barbaridades muy grandes.
Lo que os faltaba a los profesores era, encima de la dejadez que tienen los chicos de hoy, que os lleguen desde primaria casi analfabetos.
Me gustaría ver las cartas que se cruzan esos dos enamorados y comprobar su facilidad, o no, para comunicarse. Saludos Lola